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I'll never say ... yes, I accept. por Midori Yaoi Grey

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Notas del capitulo:

PARTE 5 - FINAL

Un saludito a Nikolaus

Después de ese momento, en el que él hizo que dejara mis miedos, mis inseguridades, ya pasaron dos años.

Recordé todo esto, lo que hemos vivido, mientras me miro en el espejo para terminar de ajustar a la perfección mi traje para ir a un evento muy especial. Que por vez primera, y única, estoy usando este color que es significativo de pureza, que en mi opinión, no soy digno de portarlo, mas lo merece por el símbolo de que lo que siento es eso: puro y sincero.

Solo por hoy guardaré el anillo zafiro que él me regaló hace años dentro de la camisa colgado en mi cuello.

Miro detenidamente mi mano izquierda donde en mi dedo anular es adornado por una sortija que me fue otorgada hace 8 meses atrás. Recordando, me hizo erizar la piel por lo que este representa.

-          Hoy te ves mejor que nunca - miro a través del espejo a la persona que ha ingresado al cuarto - solo falta el último toque - me giro un poco para dejar a mi amigo colocar una flor en el traje, mientras observo como en su rostro no deja de mostrar una pequeña sonrisa.

-          ¿Por qué tan feliz? - le pregunto cuando veo que terminó.

-          ¿Por qué no serlo? Estoy usando por fin la ropa que quería hace varios años - se da una vuelta para enfatizar - el momento especial que he anhelado por fin llegó. Saber que rebozas de felicidad, aunque no lo demuestres por tu timidez, eso me hace sentir aún mejor. Me siento tranquilo de saber que estarás bien - se acerca para abrazarme de manera fraternal, agradeciendo enormemente todo su apoyo en estos años.

-          Gracias - le devuelvo el abrazo.

-          Aunque lo único que peligre sea tu trasero.

-          Idiota... - termino el abrazo para mirarlo mal - mira quien lo dice... Claude - me mofo devolviéndole la bromita.

-          Es muy bueno, qué puedo decir. Logra hacer que me duela al sentarme - a pesar de que dice eso, su rostro se ilumina maravillado - pero de eso hablemos luego. No debemos llegar tarde.

Y si algo le reconozco, es que él odia llegar tarde a cualquier lugar, aún más que yo.

Antes de abandonar mi departamento, doy un último vistazo que se encuentra totalmente vacío. Significado de que en estos momentos finaliza una etapa de mi vida para pronto iniciar una nueva.

Subimos al coche que nos esperaba para llevarnos a la mansión de mis padres, que es ahí donde se llevará acabo la celebración.

-          Sebastian ya llegó - señala el vehículo que en efecto, es de él.

Al bajar del nuestro, mi corazón empezó a hacerse de su presencia con intensos golpeteos.

Es hora...

-          ¿Nervioso? - Alois me otorga su apoyo con su mano en mi espalda y su sonrisa tranquilizadora - todo estará bien. Aunque alguien se pondrá el triple de nervioso que tú - me dice juguetón.

-          ¿Por qué lo dices?

-          Solo mírate ¡estás deslumbrante! Lo vas a embelesar - me guiña el ojo sintiendo mi cara arder - mucha charla, vamos a la acción.

Entramos por la puerta principal para saludar a mis padres antes de ir al jardín donde los invitados se encuentran esperando a la persona faltante.

La primera en recibirme es mi madre que luce bellízima con ese hermoso vestido azul que hace juego con sus ojos.

Me abraza con todo el amor maternal que puede dar alguien que sabe bien del amor. Palabra que estuve por mucho tiempo peleado y que ahora forma parte de mi día a día.

Sus ojos amenazaban con arruinar su perfecto maquillaje. Posé mis pulgares con delicadeza para evitar una cascada cristalina. Depositando un beso en su frente.

Me separo de ella para ahora recibir el abrazo de mi padre que me ve con aire de sumo orgullo a su único hijo. Palmea mi espalda transmitiendo el apoyo que sé que a pesar de todo, estará ahí para mí.

Todos caminamos hacia el jardín que deja ver la preciosa decoración que estuvo en manos de Alois y mi madre. Ellos dos cuando se juntan, no hay quien los pare y aquí está el resultado.

La persona encargada al darse cuenta de que nos dirigimos para salir, sale para anunciar nuestra llegada.

-          Te veo ahí - anuncia mi amigo para dirigirse a su puesto, yendo con él mi padre para ir a su lugar en la ceremonia.

-          Es hora - me sonríe con calidez mi madre, posando su brazo debajo del mío.

Una música de fondo suave comienza a inundar todo el lugar, lo cual nos indica que el evento está por empezar.

Hemos llegado al inicio de una alfombra rojo vino que lleva al final del camino hacia un simbólico altar en forma arco y en medio hay una pequeña mesa adornada que espera un juez detrás.

El lugar se divide en dos, ambos lados llenos por personas familiares, amigos y conocidos que se ponen de pie al ver llegar a la pieza faltante: yo con mi madre tomados del brazo y vestido de blanco.

"No, nunca he vestido de blanco, pero estoy aquí parado esta noche porque realmente quiero decir..."

Caminamos en línea recta y mientras lo hacemos saludo cordialmente con la mirada a los que pertenecen a mis invitados, intercambiando a los del lado derecho que con el tiempo fui conociendo por la persona que tenemos en común y quien es el que me espera con una deslumbrante sonrisa perfecta vestido con un traje negro que le va a la medida. La diferencia de lo habitual es que se esmeró en colocar su cabello azabache de manera elegante para la ocasión dejando su rostro más al descubierto. Aunque no le guste peinarse de ese modo... se ve endemoniadamente bien.

Hemos llegado a la meta, con suavidad dejo a mi madre y la beso con cariño en su mejilla. Ella, antes de ir a ocupar su lugar alado de mi padre en primera fila, se acerca a Sebastian para abrazarlo y él correspondiendo de manera afectuosa provocando que sonría sinceramente por la escena.

-          No he perdido un hijo - dirige su mirada hacia mi con un brillo en sus ojos azules - he ganado uno - regresa a ver a Sebastian quien no puede borrar su sonrisa - y tienes en mi, el apoyo y cariño de una madre - Sebastian la besa en la mejilla agradecido. Sus padres fallecieron hace varios años - lo dejo en buenas manos - toma mi mano para enlazarla con la de él sintiendo en automático esa corriente eléctrica que solo él logra.  

Alois, quien se encuentra parado a mi izquierda por ser mi padrino, ayuda a mi madre a llegar a su asiento, ya que el tacón le dificulta un poco caminar en césped.

-          Te ves hermoso. El blanco te queda - mi compañero de protagonismo me elogia en voz baja para que solo yo lo escuchara.

-          Tú no te ves mal - le contesto juguetón haciendo que ahora su sonrisa sea de complicidad apretando mi mano con calidez.

"Porque nunca he vestido de blanco, pero quiero hacerlo bien. Sí, realmente lo quiero intentar contigo. Porque realmente quiero decir:"

-          Sí, acepto - le susurré al dueño de que las mariposas en el estómago se alborotaran mientras me coloca la alianza en el anular junto con el de compromiso.

Expreso frente a todos los testigos mis votos, dejando saber lo que pienso y siento por este hombre que se encargó fielmente en hacerme cambiar, en ver lo que nunca quise y que ahora se deja colocar su alianza por mí.

Firmamos las actas correspondientes estampando al igual nuestras huellas en conjunto con nuestros testigos, siendo mi caso Alois, quien se hace llamar más como mi padrino, y del lado de Sebastian, su también amigo, Claude.

Con este paso, la ceremonia finaliza no sin antes de que el juez diga:

-          Por el poder que se me ha sido concedido, los declaro oficialmente esposos. Pueden sellar su nuevo compromiso con un beso.

Sebastian fue el primero en acercarse, tomando mi rostro entre sus manos para que nos conectemos con la mirada que irradia más que felicidad, siendo lo siguiente en dejar sus labios sobre los míos mientras con mis manos lo jalo más abrazándolo desde su espalda.

Los aplausos y los gritos se hicieron sonar en todo el lugar que a pesar de estar al aire libre, se podría escuchar fuerte y claro.

-          Por fin mío - susurró aún en mis labios.

-          Siempre he sido tuyo, señor Michaelis.

-          Si, pero ahora con todas de la ley, señor de Michaelis. Ya no podrás escapar de mí.

-          No está, ni estaba en mis planes - le doy un último beso para dirigirnos a regresar por aquel camino rojo vino.

Y mientras hacemos nuestro recorrido tomados de la mano, pétalos de rosas blancas llueven sobre nosotros. Y conforme avanzamos nuestros invitados nos siguen el paso siendo los "padrinos" que van a nuestras espaldas.

Mi prima Elizabeth me extendió un pequeño ramo guiñándome el ojo por la complicidad que ella y yo planeamos.

-          Ahorita verás - le dije quedamente a mi ahora esposo al preguntarme por lo que tengo en mis manos.

Al llegar al final del camino, doy media vuelta para anunciar que tiraría el ramo tradicional. Todas las personas, en su mayoría mujeres, interesadas en tener la oportunidad de agarrar las flores, se formaron en montón, deseosas y competitivas, y dentro estaban por supuesto Alois y también el extravagante, Grell quien no es secreto que desea que Will le pida dar el siguiente paso.

Jugando un poco con sus emociones, calculo la distancia en que me encuentro con mi rubio amigo y en un movimiento engañoso para las que esperan, dejo caer el ramo que a la persona a quien quería, lo atrapó entre victorioso y a la vez incrédulo.

Aun con la decepción de las mujeres, aplaudieron al ganador y al tiempo de girar hacia al afortunado que le espera aguantar las miradas que por vez primera lo veo con la cara totalmente roja, no ayudando de que su amigo (mi esposo) lo felicitara/burlara, para incentivar más su pena.

En el jardín siguiente, se llevó a cabo el festejo donde hubo banquete, baile, el bendito "primer" vals de recién casados que secretamente me preparé para evitar hacer el ridículo; todo fue alegría, diversión, y será así hasta su cierre, con el único detalle que nosotros nos hemos quitado para tomar nuestro vuelo de luna de miel que tiene varias rutas que ignoro ya que él no me quiso decir.

Sin embargo la sorpresa del momento fue ver que en realidad nos iríamos en un avión privado.

-          No quiero compartirte con ojos curiosos. Menos si vistes provocativamente.

-          ¿Qué tiene de provocativo un traje? - le pregunto irónico mientras bajamos del auto.

-          El que lo porta - me contesta coqueto, besando mis nudillos.

Al subir a la aeronave, contemplo el interior fascinado. Personalmente siempre me opuse a tener uno propio, aun teniendo las posibilidades de adquirirlo, pero al parecer alguien no...

-          Así que ahora tienes un nuevo juguete, señor coleccionista. - le burlo al verlo regresar de la plática con los que serán los responsables de pilotear.

-          Tenemos - contesta agarrándome de la cintura para aproximarme a su cuerpo - y esta es mi parte favorita - sin soltarme, me dejo guiar a la parte de atrás del lugar abriendo una puerta.

-          ¿Es en serio? - dentro hay una cómoda habitación que hace relucir la gran cama en medio.

-          Siempre voy en serio, más si se trata de la persona más importante para mí y que por fin es mi esposo. Mío y de nadie más.

-          Y que solo por ti dijo "sí, acepto" vistiendo de blanco, cuando creyó que jamás lo haría ya que no lo deseaba - lo beso castamente - así que, siéntete agradecido.

-          Agradecido y afortunado. Y te lo puedo demostrar ahora.

Me carga entre sus brazos, cerrando la puerta de una patada para encerrarnos dentro y dejar fluir todo el amor que nos podamos dar a través del cuerpo y el alma.

"Porque el amor es un campo de minas, tomemos esta guerra, porque al final de todo, te escojo y tu me escojes."

Notas finales:

Una de mis fantasías ya se hicieron realidad plasmado en esta historia corta.

Créditos a la canción "Never worn white - Katy Perry" que fue realmente el culpable de que escribiera este SongFic.

Gracias por leer mi faceta cursi que realmente lo que busco es experimentar en los tramas. Nos vemos en mis otras historias.

= Midory Grey =


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