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Placeres del Melocotón mordido por Doki Amare Pecccavi

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Cap. 11: El emperador y el Súbdito.

 

Dulces colores te deslumbran, ser amado. Camino con angustia frente a ti

Tu propio reflejo, propio interés, te miro, no capturas mi presencia

Y es ahora que la triste sonata se percibe, te empapa el dolor

Un suspiro al aire, lucho al verte, superando las barreras

Son tan fuertes, lágrimas al suelo, no te puedo tocar

 

.*.

— Déjame salir.

 

— No aún no, tal vez… en algunos años, si te comportas como debes, tal vez, puedas salir, cuando el hijo de Wei Tzu nazca.

 

— Los Tzu ya no tendrán descendencia directa, sólo los hombre heredan la maldición, sólo los primogénitos.

 

— Entonces arrepiéntete eternamente, Wei jamás buscará la descendencia por tu causa; preferirá morir en el olvido de los hombres antes de darte un nuevo cuerpo de barro. Has cavado tu oscuro calvario.

 

.*.

 

Pasó la mañana y los alimentos después; jamás llegó aquello de lo que «Wei» le hablaría al amanecer, el aroma diferente en la piel del súbdito casi le hacía olvidarse de los pequeños detalles pero, no debía hacerlo… fue obra del tiempo, las memorias de Wei, supo Ling, eran bastante limitadas. ¿Había hombres que podían olvidar detalles tan significativos?

 

Se preguntó el motivo durante el transcurso del día, los jardines le parecían incluso más monótonos que antes, Wei permanecía en silencio, mirando al cielo con nostalgia, ¿Se sabría así de hermoso? ¿Sabría que el emperador no había podido separarla la vista de él durante todo el día? Descansó su cuerpo en las rocas junto al lago de los peses Koi trayendo a las memorias toda su historia desde el día que el súbdito había sido puesto en su vida.

 

Todo transcurría como una melodía a Ku, a veces se elevaba tanto que imaginaba que podría seguir en su camino al viento… y de pronto, en un momento razonaba la lírica estridente del tambor le hacía bajar al nivel de los hombres, como hoy era el caso, en el que él, siendo el emperador miraba, a hurtadillas, hacia las alturas, al súbdito que se sumergía en un mundo cenizo.

 

«Y si me elevase, las ramas extendidas como manos  que suplican,

me sostendrían de ambos pies y me arrojarían al fango otra vez»

 

Wei Tzu perdió en algún momento olvidado el valor de su espíritu:

 

— Shangdi Ling… — Su mirada se desvió y encontró al emperador recorriendo con seguridad el sendero al que los arboles rosas abrían paso, que hermosos frutos colgaban de ellos y sus hojas alargadas como lágrimas que violentamente se expandían antes de caer.  — Que verde más brillante aquel — El de los frutos colgando. — ¡Ling!

 

El emperador levantó aún más la mirada, Wei Tzu bajaba de las escaleras para estar a su lado y se sonrieron de una forma extraña al estar frente a frente.

 

— ¿Qué hacías? — Ling señalo uno de los árboles rosados a modo de respuesta.

 

— Jamás habían dado frutos.

 

— Son tan verdes… no había visto ningún fruto igual.

 

— Podemos tomar uno si deseas. — El emperador caminó hacia uno de los árboles.

 

— No Ling, no le cortes, aún no están listos — El emperador se estremeció por la oposición a su persona. — No será algo que caiga también a nuestro cuerpo, además, lo mejor es esperar algún tiempo, el momento oportuno llegará… tal vez para el festival podamos comerlos.

 

La mirada de Ling, tan oscura y brillosa, se intensificó de un instante a otro.

 

— ¿No lo recuerdas? Hemos ido ya al carnaval…

 

— No… — El súbdito frunció el ceño y miró al suelo con la mente en blanco.

 

— Ambos, hemos estado ahí. ¿Lo has olvidado? — Demandó una respuesta al toque de su mano en el hombro de Wei.

 

El súbdito respondió con monosílabos cada pregunta del emperador, que insistió elocuente en sus palabras, temeroso en su corazón.

Ni memorias de los disfraces y todos aquellos insultos en la noche del carnaval.

¿Los buenos momentos?

Los dulces y el arroz condimentado.

Aquel beso.

 

«Es por eso que no tiene secretos para revelarme esta noche.»

 

— Lo lamento tanto, lamento lo que me ocurre, no es a voluntad que los recuerdos se me vayan… — Ante los ojos acuosos el emperador soltó un suspiro, resignado, abrió sus brazos al súbdito y le atrapó en su pecho. Incluso reconfortarlo de aquella forma traía un sentimiento diferente ahora.

 

—  Me has mostrado tu casa, aquel lugar desde el que admirabas los las luces en el cielo. — Wei se aferró más al pecho del emperador, ante aquellas palabras tan extrañas.

 

— ¿Qué me está ocurriendo? — Cerró los ojos, haciendo presión a sus memorias.  — Yo…  recuerdo — Atrapó con una red de seda, las pocas memorias que tenía. — Que te conocí aquel día y que desde esos días has sido mi amigo, gracias por aceptarme en el palacio, eres tan bueno conmigo. — Yo no recuerdo…

 

A Ling, le sonaron más a instinto que a memorias aquellas últimas palabras.

Agradecimientos hechos lanzas, que se enterraban profundo en su corazón.

 

 — "El primer beso, El accidente, tu inconciencia, mis torturas en aquel calabozo, La primera vez, la primera discusión, el tiempo de tu cambio, el carnaval hacia cuatro noches, el segundo beso"— Su silencio reprimió sus lágrimas.  —Wei… yo…

 

— ¿Cuantas noches he venido a tu palacio? — Mientras más se esforzaba, mucho menos recordaba. — ¿Y cuantos días?

 

— Ya no vienes, Wei Tzu — Wei exigió la separación de ambos cuerpos, algunos pasos atrás para poder mirar al elegido de los dioses, al joven poderoso que gobernaba, según las normas, aquel reino en el que había nacido. — Vives conmigo desde hace casi tres ciclos de Yī nián. — Cada palabra fue un tormento, la mirada nublada del emperador no conmovió a Wei Tzu porque el mismo era incapaz de ver con tantas lágrimas en sus ojos.  

 

Wei Tzu tenía un don especial para hacer herir al emperador

Sin proponérselo siquiera, sin tener mal en el corazón… ¿Por qué?

La vida cuestionó en un susurro a Ling Zhou «¿Wei Tzu es el indicado…

…para mantener el amor en el corazón del emperador?»

 

El emperador desvió su mirada y viró su cuerpo.

 

— Vamos al estanque — De nuevo Wei jaló de la manga del emperador, evitó su andar. — ¿Qué?

 

— Perdóname Ling… te hago daño, perdóname por olvidarlo todo…— El cuerpo del súbdito calló en un solo movimiento, los brazos permanecían a la altura de su cabeza y su espalda recta enmarcaba el respeto dirigido hacia su emperador. — Ojala que no fuese de esta manera.

 

— Está bien, no te preocupes por nada. — Le reconfortó, por primera vez, desde su distancia de emperador, las lágrimas a punto de salir fueron atrapadas en el instante que el emperador levantó su mirada al cielo.

 

— Hay un inmenso sentimiento en mi pecho para ti, uno que me hace sentir que por dentro me derrito y no sé en qué momento surgió, no lo recuerdo Ling, quisiera saber cuál fue la razón por la que te quiero pero no lo sé.

 

— Wei, es suficiente.

 

— Nunca tuve en la vida, algo de lo que me sintiese seguro; no pude permanecer con nadie de la forma en la que lo hago contigo. Eres especial, de alguna forma y eso no lo cambia nada.

 

¿Esos eran sus sentimiento hacia él? tal vez eso era lo que le pensaba decirle antes de que olvidara…

 

¿Mi mentira te satisface?

Pues te la obsequio

Vive con ella

 

 

.*.

 

— Yo no quiero estar aquí, debí suponer que todo esto fue una trampa, una maldita trampa…eres tan miserable ¿Cómo pudiste engañarme para encerrarme aquí?

 

— Eres tan miserable ¿Cómo pudiste engañarle para encerrarle aquí? A él, al único de los Tzu que no te reprocho tu existencia.

 

— El odiaba estar allá afuera, odiaba a su familia, a mí, incluso a mi emperador.

 

— Odiaba estar allá afuera, porque sus padres no aceptaban que tú fueses parte de su hijo, al emperador nunca lo odio, y a ti te amaba demasiado, tanto como su amas al emperador.

 

— Yo soy un imposible para él, el emperador no lo es para mí. Es mío.

Tal vez soportó tus mentiras,

Porque eres tan igual a mí

Nos estamos pudriendo

Juntos y solos…

 

— Te equivocas, Ling es un imposible para ti, Ling sobre todas las cosas preferiría a Wei Tzu.

 

.*.

 

De nuevo su corazón palpitaba libremente, inconscientemente estaba aprovechando su estancia en el palacio, junto a Ling, sentado a la orilla del estanque, sus prendas de telas finas humedecidas con el agua que las piedras acomodadas de forma asimétrica podían acumular;  nada importaba, se estaba tan bien que no importaba en verdad si se ensuciaba o se mojaba.

 

— Es hermoso,  me agrada mucho estar aquí — Ling le miró interesado — Ling ¿Cuál es tu lugar preferido en todo el palacio?

 

— Un lugar preferido…  — su rostro pensativo, jamás se había planteado escoger un lugar entre ese frío lugar — Creo que la habitación en la que duermes.

 

— ¿Y por qué no duermes tú ahí? — Cuestionó con un aire inocente, mientras balanceaba sus pies en el agua.

 

— Porque, es mi deber ocupar la de mi padre y me agrada mucho más, si al ir a esa habitación, es a ti a quién encuentro ahí.

 

Quiero un lugar donde el tiempo se detenga a mi antojo

Donde las verdades sean mis pensamientos y deseos

Quiero llevarte a un mundo donde nada importe

Ahí donde nos entrelazamos… eternamente

Ahí donde nada más exista, sólo tú…

…y sólo yo, pero no puedo, lo sé;

Mundo deseado no existes.

El mundo idóneo

Jamás se creó.

 

Pudo haber recordado todo o no hacerlo, de cualquier forma no había un obstáculo ante la magia nata de Wei Tzu, el emperador se clavó en su sinceridad y las objeciones lanzadas; pasaron los días y las noches suficientes. Ling no había encontrado, desde hacía mucho, una situación más cómoda junto a Wei.

 

En aquel instante, fueron Wei y sus cualidades las que encantaron al emperador en un instante.

 

Fueron dieciocho noches exactas y al amanecer Ling observó sin espíritu el techo que por siglos había pertenecido a la dinastía Zhou era de mañana el sol apenas rayaba, la brisa mañanera impactó ligeramente en el rostro del emperador, que como hipnotizado, caminaba con pasos sigilosos hacia los jardines, bajó los escalones blancos, el comienzo del gran jardín en frente de él, su pies en contacto con la tierra húmeda, buscaba algo en concreto y no se detuvo hasta hallarlo, sus ojos nublosos, sin brillo, los mantenía abiertos, movimientos lentos de su mano, Ling tomó entre sus dedos el fruto ya algo grande, aun descolorido y duro, jaló para arrancar de la rama de flores sonrojas, la consecuencia; el agua acumulada en las ramas y verdes hojas cayó justo en emperador, fue entonces cuando despertó completamente, desconcertado por el lugar en el que se encontraba, no recordó ir hasta ahí…

 

Sintió algo terso entre sus manos, instintivamente su mirada hacia ellas, sorpresa, había cortado el fruto, eran tan parecidos a…

 

 

.*.

 

— Sólo un juego más y pensare en la idea de dejarte ir.

 

— No puedo… ya no puedo…— Yi se dejó caer en el suelo y la ilusión se esfumó, de nuevo todo era oscuro y frío— Esto rebasa los límites.

 

— Oh, no me digas  ¿Piensas darte por vencido ahora que pienso dejarte ir?

 

— Tú sólo mientes, no me dejaras marchar.

 

— No estés tan seguro, comienzo a darme cuenta que tener a Wei aquí es mar divertido que a ti,  habla mucho y no se queja de nada. — Qin~he sabía muy bien de las debilidades y fragilidades de la maldición.

 

— Eres una alimaña, tramposo…

 

— Te das por vencido muy fácil ¡Creo que necesitas motivación! — Miles de espejo de cuerpo completo rodearon el lugar,  los espejos flotaban…— Mira la forma de idolatrar a ese que te ha vencido. El emperador estará tan feliz si Wei permanece siempre a su lado.

 

 

— ¡CALLA!— La curiosidad era máxima… cómo no ver lo que los espejos mostraban, era la única asquerosa y dolorosa oportunidad de ver a su hermoso emperador, su mirada se fijó en el espejo más cercano. Sus ojos se llenaron de lágrimas, su emperador entrando a la habitación que alguna vez fue ocupada por él, ahora ese maldito de Wei, durmiendo plácidamente, el emperador entró, con la felicidad dibujada en su rostro.

 

.*.

 

Dormía tan tranquilamente, debatiéndose entre caer y no caer, su brazo derecho colgaba a la horilla del tálamo, sabanas de hermosos colores en el suelo.

 

—Wei Tzu. — Llamó el emperador al súbdito y este, alarmado despertó, intentó levantarse, no lo hizo y cayó al suelo en un final movimiento, el emperador llamó en un grito estridente, Wei trató de ponerse de pie y la tela entre sus pies dificultaba la acción, de nuevo cayó al suelo. 

 

El emperador corrió hasta donde Wei y tomándolo de la cintura lo levantó y arrojó hacia la cama.

 

— ¿Te has lastimado? — Cuestionó obligando al súbdito a mirarle, un hilo de sangre escurría de su nariz. — Lo siento, no debí despertarte de esa forma.

 

Wei permaneció aturdido, pero limpiaba a pesar de todo, la sangre que se deslizaba a sus labios.

 

— ¿Estas molesto? ¿Te duele algo?— Wei negó con un movimiento de cabeza, la sangre aun escurría, Ling se puso de pie, de forma descuidada tomo la orilla de una sábana y la acercó al rostro del castaño para limpiarle Wei trato de impedirlo, detuvo con su mano la mano del emperador…

 

— No, Ling se ensuciaran las sabanas de… — Las sabanas manchadas, líquidos distintos, diferentes sentimientos, tan igual a la vez anterior, los recuerdos a su mente…

 

Wei Recordaba

 

"Retiro su esencia del cuerpo propio y enrolló la tela que escondió debajo de la cama, para que el emperador no lo encontrara, para que Ling no se molestara por la mancha en las sabanas de su madre"

 

— ¡LING!— Un grito, el temor invadió de pronto al castaño, se abrazó al emperador y comenzó a llorar, Ling sorprendido se quedó sin habla, correspondió al abrazo…

 

Que dulce es el contacto con tu cuerpo…

Tan cálido, que me hace sonreír…

 

.*.

 

— Los sentimientos de ambos son correspondidos…

 

— No, no, no…— Sus manos temblando, lágrimas esparcidas ese día, que crueldad, que acto tan abominable— No, mi hermoso emperador no, no con él.

 

— Te doy tres oportunidades, si encuentras el espejo que te devuelva a su mundo, te lo juro, estarás del otro lado por siempre — Más de cien espejos alrededor de ambos, Qin~he sonriendo, era casi seguro que Yi no podría — Si no lo haces, estarás eternamente aquí conmigo, como debe ser.

.*.

 

Ya más tranquilos, los dos sentados en el suelo, recargados en la horilla de la cama, ninguno de los dos dijo nada, ninguno supo que hacer, ¿Cómo huir de ese silencio tan asfixiante? Ling sonrió de pronto para sus adentro, recordó aquel motivo por el que había entrado con tan alegre humor, gateando no más de dos metros, tomó entre sus manos el fruto tan parecido a las una uvas del ma~yuan, de regreso hasta donde el súbdito.

 

— Mira Wei… ya creció lo suficiente…

 

— ¿Qué es? — Tragó saliva, silenciando el hipo que tenía, lamió sus labios observando el fruto entre las manos del emperador y sonrió reconociendo al padre árbol. — Ling, aún no está lo suficientemente maduro.

 

— Entonces son podemos comerlo — En aquella afirmación había un tinte tenue de pregunta, esperanzándose en un afirmación  que sabía no llegaría.

 

— Lo siento Ling,  aún no está maduro ¿No lo sientes…? — Colocó su mano sobre la del emperador.

 

— Ah…

 

— ¿Nunca has comido uno?— Cuestionó Realmente asombrado.

 

— No

 

— Lo dices en serio ¿Jamás?

 

— No jamás les había visto. Te he dicho antes que es la primera vez que hay retoños en esos árboles, yo sólo como lo que las sirvientas me hacen, siempre traen frutas, pero ninguna como esta ¿No puedo comerla ahora?

 

— Si puedes… pero no te sabrá tan dulce, sólo hay que esperar un tiempo, no mucho, y podrás probarlo…

 

Resignado el emperador asintió.

 

.*.

 

Un lugar donde no hay tiempo, ni espacio, donde la luz no existe, donde los sentimientos nada valen, donde las sonrisas no se ven, y la soledad se hace tan monótona que comienza a aburrir.

 

Yi, sentado en el suelo con la cabeza baja, sin atreverse siquiera a ver o tocar nada, por miedo a no hacer lo correcto… Qin~he por otro lado, contemplando la espalda desnuda de Yi, su verdadera piel, la del color hermoso, la de las marcas que eyaculaban constantemente sangre, sangre que llegaba a mojar su cabello largo, largo y rubio cabello…

 

— ¿Por qué tanto temor, Yi...? ¿Una eternidad a mi lado te aterra tanto?— Qin~he y su nueva ilusión, la cama y las sabanas negras se habían ido… ahora sólo cojines, del color del cielo nocturno, regados por toda la habitación

 

— No hables…

 

— Yi no mereces un lugar en ese palacio, yo te dejo estar aquí eternamente, sólo unos años, cuando Wei muera, podrás verte al espejo y ver lo que realmente eres, eres hermoso, así de  herido, queda mejor en ti que la imagen del cuerpo de Wei que quieres mantener…

 

.*.

 

Recién acababan de desayunar, las mujeres con trajes sencillos abandonaban el lugar, sin hablar, con los restos de comida, los dos chicos tampoco hablaban, las miradas lo decían todo, magia les rodeaba, la luz del sol se filtraba por los grandes ventanales…

 

Tan hermoso todo, tan apacibles los dos… un minuto detrás de otro, Ling tenía que dar una noticia, nada gratificante para él.

 

— A medio día bajare como todos los meses…

 

— ¿Hoy?—

 

— No tardare mucho… no hay nada por que hacerlo— El castaño entendió a la perfección, las personas seguían escondiéndose del emperador.

 

— ¿Por qué te torturan de esta manera?— Las miradas no se cruzaban…— ¿Por qué tienes que bajar a verles?

 

— No me tortura…— El emperador le dirigió una sonrisa al melancólico súbdito —, es costumbre, siempre se ha hecho.

 

— ¿Y si no lo haces…?— Ante la cuestión Ling adoptó una actitud seria, poco usual en él.

 

—Será un pretexto para que esos hombres hablen — eso hombres, los que dieron las órdenes para torturarle cinco meses, los que se encargaban de hacer el trabajo del emperador, los secretarios, funcionarios, "Consejeros" todos esos hombres que adoraban llamar la atención al emperador, los que fingían ser buenos.

 

El emperador tenía razón… no había nada más que decir…

 

— Si quieres puedes venir conmigo…— Wei lo pensó segundos…

 

— No, eres tú el emperador…, yo no puedo de hacer eso…— Sin más se puso de pie… pasos lentos y decaídos, una mirada de admiración opacada por la eterna melancolía reflejada en sus ojos…— Pero me gustaría mucho que al regresar me contaras algo bueno, ¿cómo se ve todo?, me gustaría que recesaras con una sonrisa…

 

Ling le miró salir, él con su rostro aun serio… ¿Qué había sido todo lo anterior? recordó que el mes pasado, Wei le había rogado y llorado para que no fuera…

Wei sentado entre los escalones que quedaban hacia el estanque a lo lejos apenas si se escuchaban a los sirvientes preparar el coche y a los caballos para el recorrido que haría el emperador, la sonata de Wenzue comenzó a escucharse por todo el lugar, más de treinta hombres los que se encargaban de anunciar a los súbditos la llegada del emperador Ling Zhou.

 

Wei frunció el ceño de manera simple, su cara cubierta por sus manos y recargada en sus piernas, comenzó a llorar con ganas, porque se sentía mal, por el emperador…

 

¿Por qué todos tan injustos con él?

¿Por qué no le admiraban en vez de odiarle?

Él que era tan bueno, y amable, amistoso y alegre…

¿Por qué nadie le hacía feliz, si era tan grandioso verle sonreír…?

¿Por qué ellos no sentían esa emoción al estar cerca del emperador…?

¿Cómo era posible que ellos no se fuesen atraídos a Ling como él se sentía?

 

"Simple respuesta mí querido niño…

Ellos no tienen el sentimiento que en ti comenzaba a generarse Wei…"

 

.*.

 

El dentro de su transporte, sus ojos golpeados por el viento, entre serrados, no había nada que mirar, no había nada más por qué preguntarse nada más, que la actitud del súbdito. Porque por momentos parecía un fiel amigo, otras veces se comportaba cariñoso, Ling temía indagar más, temía llevarse otra nueva desilusión, además se había prometido conformarse con la amistad de Wei…

 

No te conformes, no, por favor no

Ve sus ojos tan sólo un momento, sólo hoy

Observa el nuevo sentimiento, ¿Ya lo sientes?

 

Llegó al lugar indicado, el hombre que le llevaba se lo dijo con falso respeto, Ling bajó, no gustaba de ser acompañado a esos deprimentes recorridos, porque a veces las lágrimas salían de sus ojos, porque al lugar al que iba era un sitio especial, varios minutos caminando. Frente a él una fuente, era bella, desde aquel día la visitaba cada mes, el agua cristalina se volvía de color rosada debido al color de las piedras que formaban la fuente, se acercó más al lugar hermoso, era grande… y además le recordaba el mejor día de su vida… se agachó y en el agua, cristalina pudo ver el fondo aun lleno de monedas, y si pregunto si su presente sería tan igual, si aquel día hubiese arrojado una moneda ¿su suerte habría cambiado?…se sentó en las rosadas rocas, rió bajito, mineras contemplaba el agua ligeramente ondearse

 

El cielo azul tomó un color oscuro, el tiempo se le había ido recordando, un pequeño rayo que alumbraba algunos lugares a la lejanía, y después un trueno que retumbó en todo el lugar, bienvenida la lluvia que mojaba sus cabellos negros, para empezar se levantó de la fuente pero no caminó, ya comenzaban a hacerse charcos en las calles, las gotas de lluvia le atravesaban la piel, hasta llegar a su alma, y agua salada de sus ojos azules, las lluvia que se mezclaban con las lágrimas del emperador hacían que descendieran más rápido del rostro pálido, Ling sonrió de nueva cuenta, mientras sus lágrimas salían de nuevo. Todo había sido tan igual a la vez que conoció a Wei…

 

 …pero ahora no habría ningún beso, ni una promesa de volver cada mes porque. Ahora Wei ya le esperaba para verse todos los días, aunque no pudiese decirle lo que sentía…

 

 

Su traje Mao ya escurría en agua, la incomodidad comenzaba a molestarle, algunas telas ya le arrastraban, corrió hasta donde se encontraba su transporte de regreso a su palacio, de regreso a Wei…

 

 

| ¤°.¸¸. ·´¯`» Doki Amare Peccavi «´¯`·.¸¸. °¤ |

 

 

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«.·°·.*.' Tus recuerdos‘.*.·°·. »
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