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Legado - Harry Potter por Lilit Yuu Jaganshi

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Notas del capitulo:

Notas de la Autora: Se acaba! Ya casi se acababa! Que nervios! Jajajaja Pero bueno, aquí les dejo un capítulo más. No me odien porque son chiquitos, puedo asegurarles que los de la segunda historia serán un poco más largos, aunque tampoco esperen algo kilométrico xD!

En fin, muchas gracias a SofDrarry por tu comentario, ya saben que los respondo en el area destinada a ello!

Disclaimer: Ya saben que nada de este mundo me pertenece, todo es de la queridísima J.K. Rowling , yo solo lo manipulo para mi entretenimiento :D

Capítulo 16: El Profesor Quirrell

 

- ¡Malfoy! – le llamó Hermione, y los alumnos que avanzaban por los pasillos se volvieron para verla con curiosidad, sobre todo por quien era, y a quien estaba llamando.

Pese a que muchos los habían visto juntos en la biblioteca, pensaban que era gracias a la presencia de Harry Potter que se toleraban y no se maldecían, sobre todo porque era el pelinegro quien siempre hablaba con la castaña. Ahora, verlos reunirse sin la presencia del tercero llamo la atención de más de uno, sobre todo porque esa mañana se había corrido el rumor de que Harry Potter estaba en la Enfermería desde ayer, sin que nadie supiera la razón de aquello.

Draco hizo una mueca pero se detuvo.

- Váyanse, los alcanzo en un momento – les gruño a los otros chicos, que sabiendo el humor que traía Draco desde ayer, no dijeron nada y se fueron. Draco estaba intratable.

- ¿Es verdad que Harry está en la Enfermería? – le preguntó la chica no bien llego a su lado.

Draco gruño, algo nada propio de un Malfoy, y comenzó a caminar.

- Lo está – masculló, mientras la chica le seguía – Pero no es una conversación que debamos tener aquí –

Hermione le miró preocupada, pero comprendió que había muchos oídos y ojos atentos a ellos como para preguntar todo lo que quería. Asintió con la cabeza.

- Iré al terminar las clases – le aviso.

Draco sólo asintió y siguió caminando, antes de que la castaña tomara su propio camino a clases.

 

***

 

Por la tarde, Hermione llegó a la Enfermería, asomándose al interior. Casi al fondo, vio a Draco y a otro hombre castaño sentados alrededor de la única cama que se encontraba ocupada. No se animó a entrar, al no saber quién era aquel otro hombre, y si su presencia ahí sería permitida.

- Eres Hermione Granger, ¿Verdad? – preguntó una voz a su espalda que la hizo saltar. Cuando se volvió, no pudo evitar mirar boquiabierta. Era un hombre realmente atractivo, de ojos grises y cabello negro ligeramente desordenado, que lejos de hacerle ver desalineado, acentuaba un aire rebelde y relajado en él - ¿Pasa algo? – le preguntó de nuevo el hombre, mirándola curioso, y Hermione volvió a brincar al darse cuenta que se le había quedado viendo fijamente.

- ¡No, claro que no! – exclamó apartando la mirada ruborizada.

- ¿Sirius? – llamó el castaño en el interior, y al escuchar ese nombre, Hermione alzó la mirada asombrada, viendo de nuevo a aquel hombre. Así que él era Sirius Black, el padrino de Harry, y quizás él que estaba dentro, era entonces Remus Lupin, su pareja. Se puso roja hasta las orejas sin poder evitarlo.

- Puedes pasar – le animó Sirius, palmeando suavemente su hombro antes de entrar.

Hermione no pudo evitar seguirle con la mirada. Aquel hombre tenía un porte elegante tanto en su ropa como en sus modos, y una seguridad que sólo se afianzaba en aquel aire rebelde y relajado que despedía. Y era mucho más joven de lo que había imaginado, además de mucho más atractivo, ¿Cuántos años tenía? Se preguntó también cómo era posible que la rebeldía pudiera armonizar tan bien con la elegancia, pero ese hombre era el vivo ejemplo de ello. Suspiro suavemente, sintiendo cierta envidia de Remus Lupin, pero luego negó varias veces con la cabeza apartando ese pensamiento, y aspirando el aire hondamente, entro. No pudo evitar que una parte de su mente se preguntara si cuando Harry creciera, sería igual que su padrino.

- ¿Cómo está? – se animó a preguntar en un susurro cuando llego a los pies de la cama, mirando a su amigo ahí acostado e inconsciente.

- Aún no despierta, así que estamos esperando – le respondió Remus sonriéndole amable – Eres Hermione Granger, ¿Verdad?, Harry nos ha hablado de ti. Nos dijo que eres una chica muy inteligente, y una importante amiga para él que le ha apoyado bastante. Gracias –

Hermione le miró asombrada, pero entonces le sonrió. Remus Lupin también era un hombre bastante guapo, aún con aquellas ligeras cicatrices en el rostro que no supo cómo pudo haberse hecho. Claro que un hombre como Sirius Black, tendría a un hombre como Remus Lupin a su lado. Suspiro para sus adentros. Qué envidia…

- Yo también lo apoyo – masculló Draco, cruzándose de brazos indignado.

- Lo sabemos, pequeño Draco, lo sabemos – aceptó Sirius acariciando la cabeza del rubio y revolviendo sus ordenados cabellos, ante lo que Draco aparto la mano de un manotazo, haciendo sonreír a Sirius divertido – Además, a ti te estamos agradecidos por haberlo traído de inmediato a la Enfermería –

- ¿Qué le paso? – se animó a preguntar Hermione mirándolos, y notó que el semblante de los tres se puso serio.

- No estamos seguros – fue Remus quien le contesto, mirando al chico en la cama – El joven Malfoy dice que de pronto Harry le comentó que alguien gritaba, y entonces comenzó a gritar él antes de desmayarse. Estamos esperando que despierte, porque la cicatriz comenzó a sangrarle en ese momento –

Hermione jadeo asombrada, cubriéndose la boca. No preguntó más; Trajo una silla que había cerca, y se sentó junto con todos, dispuesta a esperar.

Sirius y Remus miraron de reojo lo que hacía, antes de mirarse, sonriendo, felices de los amigos con los que su Cachorro contaba.

 

***

 

Harry podía escuchar un goteo suave. Arrugo el ceño abriendo los ojos, pero todo a su alrededor estaba oscuro, tanto, que no estaba seguro de si en efecto tenía los ojos abiertos.

Dio un paso, y sintió agua bajo sus pies, escuchando el característico chapoteo al caminar.

- ¿Dónde estoy? – se preguntó en un murmullo, y escuchó como su voz se hacía eco en aquel lugar.

- Ayuda… - susurró una voz apenas audible, tan débil, que Harry no estaba tan seguro de haberla escuchado y no imaginado.

Entonces, un gruñido bastante claro le llego por la espalda, al mismo tiempo que sentía que algo frio le sujetaba el tobillo…

 

Abrió los ojos sobresaltado, jadeando agitado.

- ¡Harry! – escuchó que exclamaron varias voces que le sonaron familiares en medio de aquel manchón borroso que era el mundo en aquellos momentos.

- Tranquilo Cachorro, aquí están tus lentes – le avisó Remus suave, y le ayudo a ponerse los lentes, lo que ayudo a tranquilizar a Harry cuando el mundo volvió a definir sus formar frente a él. Parpadeo confundido, mirando no sólo a Remus o Sirius, sino a Hermione y Draco, todos levantados y rodeando su cama. Se removió incómodo.

- De nuevo sangra… - mascullo Sirius, sacando un pañuelo para limpiar la cicatriz de la que un fino hilillo de sangre escurría, haciendo sobresaltar a Harry, por lo que Sirius se detuvo mirándolo preocupado – Lo siento, ¿Te dolió? – le preguntó.

- No, no es eso – le respondió, negando con la cabeza mientras él mismo se llevaba la mano a la frente, sintiendo húmedo donde estaba la cicatriz, sólo para bajar la mano y confirmar que era sangre. Sintió un hueco en el estómago.

- No sabemos porque sangra – comentó Remus preocupado, pasándole un pañuelo para que se limpiara la mano, mientras Sirius volvía a limpiarle la sangre de su frente - ¿Qué paso ayer, Harry? –

- ¿Ayer? – repitió, parpadeando asombrado.

- Si, has dormido durante todo un día – le explicó Sirius, sentándose en la silla a tu lado, mirándole preocupado – El pequeño Draco nos dijo que le comentaste que alguien gritaba, pero de pronto comenzaste a gritar y te desmayaste. Cuando vio que te sangraba la cicatriz, te trajo de inmediato –

Harry escuchó aquello, mirando entonces a Draco, y trato de hacer memoria de lo que había pasado antes de desmayarse, mientras se limpiaba la mano con el pañuelo de Remus.

- No estoy seguro. De pronto comencé a escuchar los gritos de varias cosas… - intento explicarles.

- ¿Cosas? – repitió Sirius confundido.

- No eran personas, y no eran gritos normales – trato de explicarles lo mejor que pudo - Era como el grito agónico de varios animales heridos, pero eran grito muy agudos, chillidos insoportables que sentía que me perforaban los oídos… -

- Y sin embargo nadie gritaba – comentó Draco, y Harry le miró, asintiendo con la cabeza.

- Alcance a escuchar cuando dijiste eso – confirmó, mirando entonces a Sirius y Remus – Pero no lo estaba escuchando en mi cabeza, estoy seguro de eso, aunque no sé porque sólo yo pude escucharlo –

- En ese caso deberemos comenzar a investigar eso – opinó Remus.

- ¿Cuándo gritaste fue solo por eso? – quiso confirmar Sirius.

- No. Cuando grite, fue porque sentí como si alguien hubiera enterrado la hoja de una cuchilla al rojo vivo en mi frente… - respondió, y sin poder evitarlo, llevo su mano a la cicatriz. Sentía un ligero dolor. Entonces recordó algo, y alzo la mirada – Antes de perder el conocimiento, escuche una voz pidiendo ayuda, y acabo de soñar con esa misma voz, y seguía pidiendo ayuda –

- ¿Una voz pidiendo ayuda? – repitió Sirius frunciendo el ceño, y Harry asintió con la cabeza.

- Creo que necesitamos hablarlo con Albus – decidió Remus, poniéndose de pie - ¿Podemos dejarlos cuidando a Harry? – preguntó al rubio y a la castaña, mientras Sirius también se levantaba.

- Claro – respondió Hermione. Draco asintió con la cabeza firmemente.

- Trataremos de no tardar – les prometió Sirius, y junto a Remus salieron de la Enfermería.

Draco los observó irse antes de hablar.

- ¿Crees que nos cuenten lo que hablen? – le preguntó a Harry.

- Seguramente sí. No tienen razón para ocultarlo – le respondió éste, mirando también hacía la puerta un momento, antes de mirar a Draco – Gracias por traerme –

- ¡Me sacaste un susto de muerte, Harry! – le reprocho entonces Draco con severidad – ¡Comenzaste a gritar y de pronto te desmayaste, pero lo que casi me hace entrar en pánico, fue verte la cara llena de sangre! –

- Lamento haberte preocupado – se disculpó, sonriéndole algo apenado, y Draco suspiro pesadamente.

- Bueno, tampoco es que sea tu culpa si no sabes por qué paso – comentó, encogiéndose suavemente de hombros – Espero que puedan descubrir lo que te paso para que no vuelva a pasar –

- Yo no me entere hasta hoy por la mañana que comenzaron a correr rumores de que estabas en la Enfermería – le contó Hermione con amargura, y Harry hizo una mueca al escuchar eso.

- ¿Rumores de que? – quiso saber.

- Sólo de que estas en la Enfermería desde ayer, pero nadie sabe por qué, así que han comenzado a inventarse cosas – le explicó Draco, torciendo ligeramente la boca – Son unos idiotas –

- Pero creo que debemos buscar una forma de comunicarnos entre nosotros. Algo así como los celulares Muggles – comentó Hermione – Quizás más adelante pueda ser de mucha utilidad. Malfoy podría haberme avisado que algo te pasaba, y pude haber ido a ayudar –

- ¿Celulares? – repitió Harry confundido.

- ¿Qué rayos es eso? – preguntó a su vez Draco, arrugando el ceño – Olvídalo, no me digas. Si es Muggle no creo que sea bueno –

- Los Muggle, aunque no usan magia, son ingeniosos para facilitar su propio estilo de vida, Malfoy – le reprendió Hermione antes de mirar a Harry – Los celulares son unos aparatos que usan para comunicarse con otras personas a la distancia, y que pueden cargar con ellos en todo momento. Mi padre tiene uno por su trabajo –

Harry escuchó a su amiga, meditando un poco sus palabras.

- No conozco ningún hechizo que nos pueda ayudar a comunicarnos a la distancia – comentó.

- Yo tampoco – agregó Draco.

- Entonces me pondré a buscar. Debe haber algo en la biblioteca – aseguro Hermione.

- Esta bien. Te ayudaremos en cuanto salga de la Enfermería – se comprometió Harry.

- De eso nada, Harry – intervino Draco con firmeza – Recuerda que apenas y puedes con todos los deberes que tienes –

- Por esta ves Malfoy tiene razón, Harry – convino Hermione mirando al pelinegro – Dejamos de investigar sobre el espejo y los hechizos de duelo porque estabas sobrecargado de actividades. No te preocupes, yo puedo investigar sobre eso, a final de cuentas no tengo tantas actividades como tú –

- ¿Segura? – le preguntó éste pese a todo.

- Sí. No te preocupes, no será… - pero de pronto Hermione dejo de hablar y se quedó mirando a Harry sin expresión alguna en su rostro.

- ¿Hermione? – le preguntó Harry confundido.

Confundido también, Draco se levantó de su asiento, e inclinándose sobre la cama de Harry, agito la mano delante de la chica que estaba del otro lado de la cama, pero Hermione siguió sin expresión alguna en su rostro, como si no viera a ninguno de los dos.

- ¿Qué rayos le pasa? – preguntó Draco mientras rodeaba la cama.

- No sé… - murmuró Harry, levantándose de la cama para acercarse a la castaña, y tomándola por el hombro la movió ligeramente – Hermione, ¿Estas bien? –

Hermione no contesto, pero con un manotazo firme y fuerte, aparto la mano de Harry, sacando su varita para apuntar a Draco, que la miró alzando una ceja.

- ¡Hermione!, ¡¿Qué haces?! – le preguntó Harry alarmado.

- No te va a escuchar, Harry – le hizo saber entonces Draco.

- ¡¿Por qué?! – quiso saber, mirando confundido y preocupado al rubio.

- Si no me equivoco, está bajo la Maldición Imperius – le explicó Draco con tranquilidad, y Harry miró a la chica asombrado y confundido.

- Bajo… ¿Pero cómo? – preguntó más confuso.

- No lo sé, pero te lo dije antes, mi padre fue manipulado bajo la Maldición Imperius para servir al Señor Tenebroso, así que mi madre me hablo mucho de esa maldición, y yo mismo investigue. La conozco muy bien – le respondió Draco, pero antes de que Harry pudiera hacer alguna otra pregunta, una risa se escuchó desde la puerta.

Ambos se volvieron, viendo al Profesor Quirrell ahí parado con la varita en la mano y una sonrisa tan fría y cruel que les hizo estremecer.

- ¿Así que tu padre sirvió al Señor Tenebroso bajo la Maldición Imperius, Draco? – le preguntó, su voz fría, desprovista de cualquier tartamudeo que se supone que le caracterizaba.

- Así fue – respondió Draco con firmeza.

- ¿Esa mentira contó para escaparse de Azkaban? – siguió preguntando el Profesor.

- ¡No fue ninguna mentira! – defendió Draco sin dudar – ¡Lo dejaron libre luego de un juicio! –

- O porque es tan hábil y mentiroso como cualquier escurridiza serpiente – comentó el Profesor, y ante esas palabras, molesto, Draco saco su varita.

- ¡Expulso! – exclamó de pronto Hermione, y el maleficio choco contra Draco lanzándolo por los aires, haciéndolo caer bruscamente contra el suelo metros más adelante.

- ¡Draco! – le llamó Harry preocupado, pero no pudo moverse, porque en ese momento la castaña se volvió para apuntarle con la varita – Usted la esta controlando, ¿Cierto? – le preguntó al Profesor Quirrell, mirándolo con frustración.

- Bien, Potter, bien – le felicitó el Profesor – Y ahora, necesito que me acompañes al tercer piso, así que muévete –

- ¿Al tercer piso?, ¿Para qué quiere ir ahí? – le cuestionó receloso, sabiendo que quería ir seguramente a donde estaba Fluffy.

- Me ayudaras a tomar la Piedra Filosofal, y luego te matare para mi señor – le explicó, pero entonces apunto con su varita hacía Draco, que había comenzado a ponerse de pie con la varita en mano – Alto ahí, chico – le advirtió – Quizás lo mejor sea no dejar rastros. Imperio – Harry jadeo al ver como la expresión de Draco se relajaba, y bajando la varita, terminaba de ponerse de pie – Ambos, váyanse de aquí. Regresen a sus Salas Comunes y sigan su día como cualquier otro – les ordeno, y ambos, guardando sus varitas, salieron de la Enfermería ante la asombrada y perpleja mirada de Harry – Ahora Potter, muévete – le ordeno el Profesor, apuntándole con la varita – Es hora de irnos –

 

***

 

Abrió los ojos, pero por algunos segundos fue incapaz de hacer cualquier cosa, sintiéndose aturdido. Lo primero que pudo rastrear su cerebro, fue que estaba en un lugar completamente oscuro. Lo segundo que noto, fue que estaba de rodillas en el suelo, y que algo le sujetaba con fuerza los tobillos y muñecas. Quiso mover la mano derecha, y el sonido de cadenas lleno aquel oscuro lugar. Entonces estaba atrapado.

No entendía donde estaba ni que pasaba. No podía recordar nada, o casi nada, porque sabía que se llamaba Draco, pero era lo único que lograba recordar. Una sensación de ansiedad le envolvió, y una presión dolorosa se instaló en su pecho, haciéndole sentir que era importante que recordara.

Movió las manos y los pies intentando liberarse de aquellas cadenas, pero no consiguió más que lastimarse.

- Pensé que estarías en la enfermería, Draco – una voz que le sonó muy familiar pero que no pudo reconocer, resonó en aquel lugar como un eco. Le hablaban a él, lo sabía, pero no sabía porque se supone que debía estar en la Enfermería, ¿Había estado enfermo?

- No hay necesidad de eso – al escuchar esa voz, Draco sintió un vacío en el estómago. Esa voz que ahora resonaba como eco era la suya, lo sabía, era imposible que no reconociera su propia voz, ¿Pero cómo era posible? La sensación de opresión en su pecho aumento.

- ¿Eso significa que Harry ya salió de la Enfermería? – ahora la voz de una chica resonó, ¿Pero quién era?, ¿Y quién era Harry?, ¿Por qué ante la mención de ese nombre, la ansiedad aumento aún más?

- Si – resonó su propia voz de nuevo, sin que él entendiera como era eso posible, ¿Quién estaba usando su voz si él no estaba hablando?, ¿Y porque sentía que era importante recordar a ese tal Harry?

- ¿Y dónde está?, no debería andar paseándose por el castillo sí estuvo en la Enfermería desde ayer – resonó otra voz de chica, y entonces comprendió que no era él quien estaba en la Enfermería, sino ese Harry, y al parecer, él le había estado acompañando, ¿Pero porque?, ¿Era un conocido?

- Si, Draco, se supone que eres su mejor amigo, ¿No?, deberías ir a buscarlo para traerlo a la Sala Común. Debería descansar cuando menos este fin de semana. Siempre termina involucrándose en cosas problemáticas – resonó la primera voz, y Draco se agito entonces.

Era verdad, Harry era su mejor amigo, un chico de suaves pero desordenados cabellos negros, e increíbles ojos verdes, un mago hábil que podía meterse con facilidad en problemas, pero no porque quisiera, sino por una Profecía que lo había designado como el único que podría derrotar a un poderoso Mago Oscuro, y él había prometido ayudarle en su camino, en la guerra que se aproximaba, ¿Por qué no estaba ayudándole?, él estaba en peligro, ¿Cierto?, ¿Dónde estaba ahora?

De pronto, todo a su alrededor se ilumino y Draco pudo recordar todo, recordó quien era, reconoció aquellas voces que le hablaban desde no sabía dónde, y recordó lo que había pasado en la Enfermería antes de que abriera los ojos… Se dio cuenta que estaba en una especie de habitación pequeña y lisa de color gris. Miró las cadenas gruesas, y los grilletes que firmemente le apresaban.

- ¡Malfoy, venga! – escuchó la voz fría y autoritaria del Profesor Snape resonar a la distancia.

- ¡Profesor! – grito con todas sus fuerzas, tratando de llamar su atención, y se movió buscando zafarse de esas cadenas sin conseguir nada que no fuera lastimarse.

- ¿Si Profesor? – su propia voz de nuevo luego de un rato, respondiendo sin que él supiera cómo era eso posible.

- ¿Dónde está Potter?, ¿No se supone que usted y Granger estaban con él en la Enfermería? – escuchó la voz del Profesor sonar con dureza, y mucho más cerca que antes.

- ¡Profesor, ayuda! – volvió a gritar, esta vez con todas sus fuerzas, y pese a que intentaba zafarse de las cadenas, no lo conseguía.

- Él estaba en la Enfermería hasta que me marche – resonó su voz respondiendo, y Draco grito de frustración, porque no entendía lo que pasaba, y sabía que eso no era verdad, recordaba que el Profesor Quirrell había dicho que se llevaría a Harry al Tercer Piso, y que lo mataría. Harry estaba en peligro y debían ir a buscarlo antes de que fuera tarde.

 

***

 

Snape miró detenidamente el rostro impasible de Draco que le devolvía la mirada. Había algo extraño en sus gestos, una rigidez poco natural, pero que pasaría casi inadvertida para la mayoría de quienes le miraran. Él sin embargo, tenía bastante presente la Primera Guerra, como ya llamaban ellos a la guerra que hubo antes contra Voldemort.

Usando la Legeremancia entro en la mente de aquel niño, percibiendo un cambio muy sutil. Hizo una mueca, porque claro que reconocía ese sutil cambio, no era uno de los mejores Legeremantes por nada, y había visto ese sutil cambio muchos veces durante la Primero Guerra. Aprender a reconocerlo de inmediato, fue lo que le salvo la vida de confiar en alguien en quien no debía.

Pasos a su espalda le obligaron a romper el hechizo, mirando por sobre su hombro a Remus y Sirius que se acercaban corriendo.

- ¡¿Lo encontraste, Severus?! – le preguntó Remus no bien llegaron.

- No – le respondió con acritud, antes de mirar al niño – Señor Malfoy, puede regresar a la Sala Común –

Sirius hizo un gesto de agarrar al rubio y decir algo, pero Snape le detuvo de la muñeca, negando con la cabeza, y Draco les miró impasible, antes de mirar a su Jefe de Casa.

- Con permiso, Profesor – y dando la contraseña, regreso al interior.

- ¡¿Qué demonios, Quejicus?! – protesto Sirius, jalando su mano para soltarse de aquel agarre.

- ¡Usa ese cerebro que tienes, Black! – le espetó Snape molesto, soltándolo también mientras agitaba su mano un poco, como si quisiera quitarse algo desagradable que se le hubiera pegado – El señor Malfoy está bajo la Imperius, no nos dirá nada –

- Bajo… ¿Bajo la Imperius? – repitió Remus mirándolo asombrado.

- ¿Estás seguro de eso? – cuestiono Sirius dudoso.

- Claro que estoy seguro – le respondió Snape con molestia – Aprender a reconocer a una persona bajo los efectos de la Maldición Imperius, fue lo que me salvo durante la Primera Guerra de no confiar en la persona equivocada –

- ¿Y cómo lo reconoces? – siguió preguntando Sirius.

- ¡Porque soy un buen Legeremante, Black, y no es este el momento de estar haciendo preguntas estúpidas cuando no sabemos dónde está Harry! – le espetó más molesto ahora.

- Granger actúa también un poco raro… Quizás también este bajo la Imperius – comentó Remus para cortar esa discusión – Dice que se marchó y Harry estaba en la Enfermería, pero la falta de interés por lo que le haya pasado, es lo que nos hizo cuestionarnos que actuaba raro –

Snape asintió con la cabeza.

- Necesitamos ir con Dumbledore y… - pero entonces se detuvo - ¡El tercer piso! –

- ¿Qué tiene? – le preguntó Sirius confuso.

- Expecto Patronum – invoco Snape sin contestarle, y al punto, una hermosa cierva plateada apareció – Dumbledore, tienen que buscar al Profesor Quirrell. Nosotros iremos al tercer piso, quizás Harry este ahí – indico, y al punto, dando algunos galopes lejos de ellos, la cierva se esfumo en busca del destinatario de su mensaje, mientras él casi corría hacía el tercer piso, siendo seguido de cerca por Remus y Sirius que no preguntaron más después de escuchar aquello.

 

***

 

Minerva iba a paso rápido, y alcanzó al Director en uno de los pasillos.

- No está en ningún lugar – le informó de inmediato con la voz estrangulada por la tensión – Ya busque en su salón donde justo tenía una clase a la que no se presentó, en su oficina y en su habitación, pero no hay rastro del Profesor Quirrell –

- No esperaba que lo encontraras – confeso Dumbledore sin detener su paso rápido – Severus tenía razón. Debí haberle prestado más atención. Debemos alcanzarlos en el tercer piso de inmediato –

Minerva asintió con la cabeza, sujetando con firmeza su varita.

 

 

 


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