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Ojitos lindos… por Doki Amare Pecccavi

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Cap. 6: Búscame

 

Yuta arrojó un liquidó y cayó justo sobre los ojos de Kurama, Kurama no pudo reprimir un grito, al dolor estaba acostumbrado, convirtió de nuevo la rosa en látigo y trató de ponerse en guardia, una posición de pelea con movimientos delicados y débiles no era de temer, Kurama estaba intranquilo, pero Yuta quería sentir el aroma de su miedo. 

 

- Todo se te devuelve – El látigo en Kurama sacó espinas que le hirieron las manos… y las rosas antes ocupadas, con movimientos propios, se elevaron en el aire y ante un solo ademán por parte de Yuta, se aferraron con saña en la piel de Kurama – Traicionado por tus propias rosas.

 

Extendió sus dedos finos, el látigo que le lastimaba cayó al suelo y las palmas de sus manos quedaron desprotegidas, Yuta aprovechó el momento, bajó al suelo en el mismo instante en el que Kurama estaba a punto de caer, lo sostuvo entre sus brazos.

 

Kurama intentó activar las semillas que había puesto, sin que lo notara, en el brazo de Yuta, pero no respondían ante su señal. No podía terminar así esto…, Yuta era temible, además, el morir en ese lugar daría lugar a dudas, necesitaba aclarar las cosas… no quería cosas inconclusas… no para él y H…

 

- ¡¡Ah!! – Yuta estaba haciendo un orificio en su muñeca derecha, enterraba sus dientes con saña y sostenía su cuerpo sin ninguna dificultad. –

 

- Lo he decidido, me niego a dejarte ir... pero no confío en ti, me quedo con tu cuerpo… voy a matar tu alma de zorro traidor…me quedo con tu magia y tus poderes, sólo el cuerpo y las habilidades, serás mi sirviente.

 

- ¡Suéltame…! - Los ojos de Kurama se mantenían cerrados, ardían demasiado y cada vez más, no sabía lo que había Yuta echado en sus ojos… las heridas… no duele… se decía un y otra vez, pero el sentirle tan cerca le hacía estremecer. Una última mordida que terminó con la calma de Kurama, y entonces… una lagrima apenas si pudo escaparse de sus ojos. Era un adiós no consentido, Yuta se hizo una herida propia, la sangre del demonio con la del zorro astuto, se creó la mezcla hibrida que transformaba corazones buenos en aliados.

 

Una pesadez en los ojos comenzó a invadirle, Yuta le notó más cooperativo, aferró el cuerpo de Kurama al suyo, y negó con la cabeza, Debía matarlo… pero… era imposible hacerlo, la única forma que encontró para tenerle cerca y no pensar en una nueva traición era desaparecer las ambiciones de Kurama, hacerle un cuerpo sin nada dentro.

 

Vertió en sus ojos un elixir para el que no quería ver más allá de lo visible, y vació de su sangre venenosa, en el cuerpo de Kurama, y que las venas la condujera a su cuerpo… y que se instalaran sus deseos de destrucción en el corazón de Kurama. Un suspiró se dejó escapar de entre los labios rojos de Kurama, estaba dormido, ya comenzaba a ser más de él.

 

Desaparecieron las sombras, las armas y la sangre.

 

------

 

Estaba oscuro, y Kurama comenzó a caminar por el bosque encantado, a lo lejos la risa inconfundible de Botan, les sintió tan lejos, se cuestionó del porqué de la distancia, pero no lograba entender nada, decidió acercarse, pero antes de que diera el primer paso, la imagen de él se plantó frente a él.

 

- Te han traicionado mencionó de forma fría, su amistad no era verdadera, lo entiendes cierto, soy tú, y tú eres él” – señaló hacia atrás, la imagen de él como Youko le impresionó, sus lágrimas de sangra causaban temor… y sus brazos marcados por espinas de rozas le hicieron sentir una extraña nostalgia en el corazón. – “Perdiste todo, te perdimos, nos perdimos…”

 

- Kurama… - Dio un pequeño salto y abrió los ojos mientras, Yuta permanecía sentado sobre el borde de su cama. - Mi nuevo Kurama.

 

Lo siento tanto, traté de no dejarte, no decir adiós

Entonces me miro, no podré reconocerte

No siento mi corazón, no siento…

…tu aroma en el aire.

¿Te fuiste?

 

.*.

 

Y sus pies con la tierra manchada, sangre en el suelo, cielo teñido de rojo, el aroma descriptivo de la violencia, más de una muerte en un instante, incluso Hiei inmutable quedó asombrado ante la nueva imagen del Makai, se adentró más cada paso más pesado, la duda que le carcomía y por un instante olvidó el motivo de su regreso.

 

Fueron horas de incierto, no había vida por ningún lado, ni monstruos para pelear, el viento y él, él cielo rojo y él, el suelo manchado de sangre y él…

 

- Traidor – Se escuchó a lo lejos una voz infantil que murmuraba, una ligera presencia que luchaba con coraje y odio, en cuestión de segundo llegó hasta donde la presencia, la zona boscosa que sólo tenía madera incinerada, y en una chocita improvisada un cuerpo sin piernas – Cómo te atreves a… a… trai… traidor…

 

- Sí me dices que ha ocurrido aquí te ayudaré a que termines con tu agonía.

 

- … traidor… aléjate, ya has hecho… bastante…- Se quejó, parecía ser un soldado, se le hacía familiar la insignia en su pecho… un soldado de… Yomi.

 

- ¡Suéltalo! – Esta vez era una voz femenina, una mujer de edad madura y rasgos - ¡Maldito traidor… ¿A qué bienes, a reírte de los que quedamos del Makai?!

 

- Son soldados de Yomi… -

 

- No servimos más a él, está de parte suya, del zorro y de tu lado ¡Maldito bastardo… en cuanto le encontremos…!

 

- Rebeldes… - Dejó escapar ligeramente Hiei, la mujer se exaltó, cerró sus puños y sacó una bola lila de energía, la arrojó a Hiei y este la esquivó fácilmente…- No tengo ganas de jugar.

 

No quería acudirá a Yomi pero…

 

.*.

 

En la añoranza de mis sueños, no te puedo ver

Miro al cielo de noche, estrellas traidoras, se esconden de mí.

Quiero tocar el sol, pero mis lágrimas no me dejan elevarme tan alto

Intento bajar al infierno, incinerar mis sentimientos, y quedarme ahí sin ti.

 

No sabía nada de Kurama, su madre parecía sumida en un tipo de amnesia, no recordaba bien al pelirrojo, ni siquiera la excusa que le había dado para ausentarse por tanto tiempo, sus compañeros del colegio tampoco le habían visto. De igual manera, no había noticias de Hiei, no le preocupaba tanto como la ausencia de Kurama pero la lejanía con él lo deprimía, si tan sólo no hubiese dicho nunca lo que sentía, habían pasado días inolvidables, pero el precio era caro, una amistad por unos cuantos besos fríos.

 

- Yusuke – Llamó la chica desde afuera de la habitación, el moreno pasó el contorno de sus manos por sus húmedos ojos, soltó un suspiro y se tapó completamente con el cobertor, respiración delicada… casi fingiendo que dormía – Sé que estás despierto, mi oído es extremadamente agudo.

 

- Es porqué tus orejas son muy grandes – Dejó escapar Yusuke con fingida voz adormilada

 

-¡¡Ah!! ¿Cómo te atreves a decir eso de mis lindos oídos?

 

- Botan, tengo sueño, mañana tengo que ir al colegio y si no llego temprano Keiko se va a enojar.

 

- Yusuke… lo siento, pero… Koema quiere verte, es sobre Kurama. – En cuestión de segundos, el moreno se puso de pie y colocó sus zapatos, abrió la puerta, la imagen de Botan el pijama se le hacía bastante chuscas. Rio a carcajadas porque no tenía más opción, ser feliz y mirar de igual manera a todos, él no se deprimía tan fácilmente, ni desaparecía cuando las cosas se ponían difíciles, él pensaba en las personas a su alrededor, porqué a diferencia de “ellos dos” él no estaba acostumbrado a estar solo. – creí que estarías llorando escondido en tu cama mientras gritabas a medio mundo que no querías ver a nadie.

 

Yusuke mostró su lengua mientras de modo infantil y adelantó su caminar, Botan cuanto admiraba a ese jovencito de alegría sospechosa, admirable y fuerte, nunca debió de haberse metido en los problemas de Hiei y Kurama, no aprobó el hecho de que tuviese una repentina relación con el moreno, pero… ¿Qué se le iba a hacer? Así de loco estaba su querido Yusuke

 

 

.*.

 

Conciencia cautiva

Sé que puedo hacerlo

Un cuerpo sin alma

Perdón por como soy…

 

Retiró de con su mano derecha un mechón de cabello rojizo que le hizo un poco de cosquillas, sus dedos revolvían la sangre de Yuta con la tierra en la que se cultivaba una flor hermosa, una hermosa flor capaz de transformar con su aroma a humanos en bestias infernales, indiferente a la idea, sus ojos permanecían apacibles y sin vida, brillosos aún, pero no tenía ninguna añoranza en ellos.

 

Mirando, justo frente a él, Yuta sentado cual un niño curioso, ahora vigilaba a la perfección cada paso del cultivo, confiaba en los conocimientos de Kurama, y en el poder propio para controlarle, pero… siempre resultaba que algo les hacía recodar y les traía de vuelta, no necesitaba arriesgarse, no por ahora.

 

- Está listo… - Sentenció Kurama para después sonreír a Yuta - ¿Puedo irme?

 

.*.

 

Estaba a la espera de su llegada, Hiei miraba curioso ese lugar… una guarida más que un palacio, espectros y almas en pena, más que habitantes violentos. La puerta de madera vieja se abrió, Yomi con prendas más sencillas se presentó acompañado de tres hombres más, sus guardias seguramente.

 

La lluvia, el cielo y la desesperación de tus labios.

Esa mirada tan roja, esas elocuentes palabras.

Cree en mí…, no trates de hacerme daños.

Búscame… no trates de olvidarme.

 

- Es una gran sorpresa tenerte a ti aquí. – Mencionó el recién llegado, Hiei ni se inmutó ante la entrada de Yomi - ¿A qué has venido Hiei?

 

- Quiero una explicación, - su ceño fruncido y su mirada turbada pusieron en alerta a los hombres, pero Yomi no tomo importancia a esa energía tan negativa que cargaba consigo el recién llegado.

 

- ¿Una explicación a qué?

 

- Mukuro está muerta, y me llaman traidor, y hablan de… Kurama. – Hizo un ademán el gobernante, para que los tres guardias se marcharan, asintieron y con una reverencia abandonaron el lugar. Yomi se sentó justo enfrente de Hiei, era tan extraño, su presencia tan ambigua comenzaba a molestarle. – y todo está destruido, seguramente tú sabes que ha pasado, debes saberlo, a ti también te llaman traidor.

 

- ¿Y Kurama en dónde está?

 

- No lo sé.

 

- mmm… ustedes siempre andan juntos y ahora… ¿No sabes en dónde puede estar? Por cómo lo dices pareciera que tampoco te importa.

 

Hiei cerró sus puños con fuerza, Yomi era un idiota, tanto o más que Kurama, con esa “pasiva” voz, pretendiendo tener el dominio de las conversaciones, asquerosamente tranquilos y jugando al hablar, no soportaba más eso, había sido un grave error, dispuesto a marcharse, caminó con pasos decididos hasta la puerta vieja, Yomi estaba dudoso, Hiei y Kurama no estaban juntos ¿Entonces… él porqué defendía la causa desconocida? Esperaba la presencia de Kurama para aclarar todo y el único que se había presentado había sido Jaganshi Hiei.

 

- Yuta Ren, todos piensan que Kurama ayudó a escapar a Yuta Ren, y que tú fuiste cómplice, y que yo estoy aliado a ustedes.

 

- ¿Qué? -

 

- Yuta Ren es demasiado poderoso, se mantenían sellada su alma porqué es un peligro para el Makai y para el mundo humano, Mukuro notó que el sello estaba perdiendo poder y trató de repararlo, era tan orgullosa, no quiso la ayuda de nadie más excepto la tuya, pero… tú no llegaste, intentó tener contacto contigo, pero alguien estaba interfiriendo el encuentro y entonces Yuta Ren rompió el sello y declaró esto su reino y agradeció a los cuatro vientos a Youko Kurama, su único aliado, todos piensan que tú no asististe al llamado de Mukuro porqué Kurama te lo pidió, y que yo no quise ayudarle porqué soy amigo de Kurama pero… no es verdad. Mukuro se negó incluso, a tener la ayuda del hijo de Raizen.

 

Pueden colocarse en un sueño las memorias, y tus sentidos

Volveré de los cielos, para abrazarte, cuando seas tú

Para verte más. Un lo siento después del bostezo.

 

- Ese maldito zorro nos ha tenido engañados a todos durante todo este tiempo… - Se Hiei abrió la puerta y antes de marcharse miró por última vez a Yomi – Tú amigo zorro no es de confianza, ya deberías saberlo… Voy a encontrar a ese maldito Kurama y le voy a hacer pagar por todas sus mentiras…

 

- Yo creo en Kurama – Dejó escapar Yomi, Hiei estaba demasiado molesto como para ponerse a discutir sobre eso, su meta era Kurama…

 

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«.·°·~*~' Tan lejos, tan solos, tan perdidos‘~*~·°·. »

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