[Len x Lui]
Lui llegó a su habitación con su mochila en el hombro, sus usuales botas rojas acompañados de un short de mezclilla y una camisa de mangas largas y sueltas de color blanco y con olanes en el pecho. Vio que en su oreja izquierda era adornada con el pendiente largo que le regaló en su cumpleaños y sus labios tenían relucían con la ayuda de un brillo labial, y también estaba seguro que usaba una sombra café y naranja de manera suave para remarcar sus ojos.
Todo un muñeco.
—Hola —saludó con aparente calma, dirigiéndose a sentarse en la cama, dejando su mochila en el suelo.
Len giró su silla para verle.
Lui podía aparentar estar sereno para la demás gente, pero para él no.
Ese pequeño movimiento en la nariz le delataba.
—¿Qué pasó? —preguntó, y como si fueran palabras mágicas, la seria expresión de Lui fue sustituida por una completamente enojada.
Tan pronto abrió la boca, insulto tras insulto fue saliendo de ahí.
Len simplemente se quedó callado, dejando que su pareja dejara salir toda su rabia.
Lui podía parecer un muñeco, una "princesa" como solía molestarlo, pero su vocabulario y su personalidad dejaban de lado toda esa apariencia que tenía. Por eso, prácticamente todos los chicos con los que había salido se habían alejado, porque llegaban a invitarle con una idea debido a cómo lucía y se topaban con algo completamente distinto.
Tantos fueron aquellos intentos que cuando conoció a Len trató de censurarse, cosa que no fue del todo difícil hasta que entró en completa confianza, descuidándose en la cuarta cita.
Un "puta madre" se salió de sus labios al estornudar luego de llegar a un lugar con techo después de que la lluvia les agarrara desprevenidos. Se tapó la boca enseguida, mirando a Len con algo de miedo.
—D-disculpa —dijo, a lo que el otro rio suavemente.
—Así que también posees otro vocabulario —comentó—. Esta bien, exprésate como quieras, a veces te quedas en silencio y siento que no me tienes confianza. No me molesta en lo absoluto.
Y de ahí, las conversaciones fueron como gorda en tobogán.
A Len en lo absoluto le molestaba los insultos, y tampoco la personalidad de Lui que de vez en cuando llegaba a ser volátil y sarcástica, de hecho, le parecía interesante que detrás de esa apariencia dulce se encontrara alguien como él. También sentía que se divertía más.
Además, ver a Lui enojado lo hacía más atractivo de lo que era en su opinión. Y si el enojo no era contra él, mejor.
—Pero bueno, quien soy yo para juzgar. —finalizó su explicación de su enojo del día de hoy, antes de suspirar y cruzarse de brazos. Len se quedó callado unos segundos antes de tenderle la mano.
—Ven, princesa —le dijo a lo que el de más baja altura bufó, pero le tomó la mano y se sentó encima de sus piernas para poder abrazarlo, escondiendo su rostro en el cuello de su pareja.
Se quedaron así, en completa tranquilidad.
O bueno, hasta que Len comenzó a sentir que Lui empezó a mover sus caderas en busca de provocarlo.
Esa es otra cosa interesante que descubrió meses después de empezar a salir: El alto nivel de apetito sexual que tenía su amada "princesa".
Y por supuesto, tampoco poseía queja alguna con ello.