[Len x Oliver]
—Esto es muy complicado —dijo Oliver sosteniendo la guitarra y mirando las cuerdas con el ceño fruncido. Len rio.
—Es solo práctica, inténtalo otra vez —animó. El de parche suspiró antes de concentrarse, poner sus dedos en los lugares correspondientes y tocar el primer acorde. Después de ello, movió su mano de manera lenta para tocar otro acorde. Movió sus manos y sus dedos para acomodarlos de otra manera, más dio un chillido al no recordar en donde colocar su dedo índice—. Tercera cuerda, traste uno —Oliver lo puso en dicho sitio más no lo tocó.
—Mejor me quedo en mi área artística. —Terminó por decir después de un breve silencio, apartando la guitarra y entregándosela a su dueño, quien sonrió antes de tomarla.
—Oh, si lo estabas haciendo bien —Se levantó para ponerla en su lugar—. Aunque bueno, seguro hay un instrumento que se acople mejor a ti —comenzó a regresar al sillón—. Y si no, seguro que logras cantar, tienes una voz muy bonita.
—¿De verdad lo crees?
—Claro —Tomó asiento a su lado—, ¿por qué mentiría?
—Solo era aclaración —Soltó una suave risa—. De niño estuve en un coro, pero lo dejé porque los horarios comenzaron a chocar con los de mis clases de dibujo, por lo que tuve que decidir por uno.
—¿No se te hizo difícil?
—No, no realmente —Miró sus manos por un momento—. La verdad es que aunque me gustaran las dos cosas, siempre sentí una conexión más especial con todo lo que son las artes plásticas, se me hacía más fácil el expresarme con ella y la idea de endulzar los ojos siempre me ha fascinado. Ya sabes —Le miró con una pequeña sonrisa—, el invadir un espacio con arte puede sacar de la monotonía a alguien.
—Te comprendo —dijo Len asintiendo con la cabeza—. El sentir que el espectador abre un canal para verse identificado e inspirado de alguna manera con lo que creas es algo hermoso —Puso su cabeza sobre el hombro ajeno—. Supongo que así está bien, tu endulzas la vista y yo los oídos. —Oliver rio.
—Sí, supongo que sí —respondió antes de apoyar su cabeza el la cabellera de otro. Quedando en un silencio agradable.
Unas cuantas gotas de lluvia comenzaron a caer, empezando a mojar la gran ventana que había en aquella sala del departamento.
Era un departamento cerca del centro de la ciudad, realmente no vivía ahí, pero lo tenía por si estaba muy cansado o solo tendría unas cuantas horas de descanso antes de otra actividad, pues su casa se hallaba en las fronteras de la ciudad y demoraba algo en llegar.
La vista en la ventana daba un buen panorama de la urbe, que poco a poco comenzaba a prender sus luces debido a la caída del sol entre los edificios.
—Oliver —llamó, a lo que el mencionado respondió con un ligero "hmm"—, me gustas. —soltó sin más, lo que hizo que el otro levantara la cabeza.
—¿Qué? —preguntó claramente sorprendido.
—Lo que escuchaste, me gustas —repitió cerrando los ojos. Sintió que el cuerpo ajeno se tensó.
—Y-yo...
—No me tienes que decir nada ni corresponderme —Se apresuró a decir al notar los nervios del otro—. Solo quería que lo supieras, es todo. —Y un silencio reinó por varios segundos hasta que el de parche lo volvió a romper.
—¿No sería un problema? —Len ante aquello abrió los ojos.
—¿Problema? —Se irguió lentamente y con el ceño fruncido por la confusión.
—Sí, ya sabes... con tus seguidores y los medios —explicó Oliver mirando la ventana, perdido.
Len le observó unos segundos antes de mirar la ciudad.
—Tal vez a algunos les moleste, pero no me importa —dijo encogiéndose de hombros—. He aprendido que no puedes complacer a todos al mismo tiempo, y si no puedo complacerlos a todos, ¿para que niego hacer algo que quiero y que no lastima a nadie? —Se quedó callado unos breves segundos antes de continuar—. Amo a mis seguidores, sin ellos no estaría donde estoy ni tendría todo lo que tengo, pero también tengo que ver por mi propia felicidad y no solo complacerles a ellos, después de todo, no podría darles lo mejor si yo no estoy en el mejor estado, ¿no crees? —Sonrió—. Y en el caso de los medios me importa demasiado poco, la mayoría de esa gente solo me ve como pedazo de carne de la cual sacar jugo para vender. —Oliver soltó una risa antes de negar con la cabeza.
—Me imaginé que eso pasaba —comentó antes de quedarse callado. Observó a Len quien al notar su mirada le regresó la vista—. Tú también me gustas, Len. —confesó con una sonrisa y un suave rubor en sus mejillas.
Pudo ver que al mencionado se le iluminaron los ojos.
—¿De verdad?
—Claro, ¿por qué mentiría? —contestó la frase que le había dicho anteriormente, sacándole la lengua juguetonamente después de ello. El de coleta sonrió antes de abrazarle por un costado, asentando su barbilla en su hombro.
—Sabes que esto puede llegar a ser complicado y estresante por la fama que poseo, ¿verdad?
—Nada que buena comunicación no pueda arreglar —dijo acariciándole el cabello—. Podemos intentar, quizás todo salga bien.
—Menos mal que estas dispuesto, porque después de confesarte no te pensaba dejar ir. —Oliver rio antes de darle un beso en la cabellera.
—Más te vale que no me dejes ir. —Y se quedaron allí, mirando la llegada de la noche a la ciudad.