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[Mikuo x Len]
Len se hallaba mirando su reflejo en la cristalina agua de la fuente.
Había pasado mucho desde que aquel caballero se fue, probablemente hasta un año o más, la verdad había dejando de contar los días desde hace mucho.
Sabia que su viaje de ida y de regreso iba a demorar, pero no sabía si podría soportar estar solo más, no sabia como pudo haber sobrevivido solo desde la caída de Grecia hasta aquel momento en el que Mikuo entró al templo.
Miró el cielo, habían unas cuantas nubes blancas adornando el celeste firmamento.
Se quedó pensando un poco, ¿y si algo le había pasado al cruzado y se ha vuelto a quedar sin nadie?
Suspiró.
—Quizás lo mejor es que me vaya de aquí, al menos —dijo en voz baja mientras cerraba los ojos.
En aquel instante, un trueno se escuchó en las cercanías del templo.
Abrió de inmediato los ojos y frunció el ceño, comenzó a mover sus ojos como buscando a alguien, aunque era más un gesto reflexivo de lo que acababa de suceder.
—Zeus, ¿fuiste tú? —Un trueno volvió a escucharse—. De acuerdo... Ese primer trueno, ¿fue un sí? —preguntó con una sonrisa mostrando sus dientes, aunque claramente forzada pues sabía la respuesta a su interrogante, aunque tenía una pequeña esperanza.
Ningún trueno sonó.
—Entonces... —dijo lentamente y acomodándose el cabello con algo de nervios—, ¿fue un no?
Un nuevo trueno volvió a rugir.
Se quedó callado un momento antes de sonreír con algo de nervios a lo que iba a preguntar.
—¿Es un no rotundo? No puede...
Y un trueno aún más cerca del templo retumbó, al grado en el que sintió que la tierra tembló.
—De acuerdo, ya entendí, no vuelvo a preguntar —dijo tratando de no hacer enojar al dios. Dio un suave suspiro antes de acostarse en la orilla de la fuente y cerrar los ojos.
Iba a confiar en los dioses nuevamente, quizás el caballero ya iba de vuelta al templo, solo debía esperar.
Abrió los ojos y miró el cielo.
—Zeus... —murmuró—. Después de esto ya no tengo propósito de estar en este mundo y yo sufriré la perdida de mi ser amado para quedar nuevamente solo y abandonado... ¿Podría yo volver a mi condición mortal?
Un trueno sonó.
Len sonrió.
—¿Tendría que pedirle ayuda Hades para eso?
Un trueno volvió a caer y Len nada más cerró los ojos para volver a esperar a su caballero.
Menos mal que, a diferencia de su gente, él jamás le ha temido al rey del inframundo.
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