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[Len x Piko]
Miraba como a lo lejos se iba desvaneciendo la imagen de la ciudadela junto a la figura del castillo, mientras el mar le daba entrada con suaves vientos y tranquilas olas y su característico olor.
Un drástico cambio había comenzado en su vida.
—¿Estas triste? —Le preguntó una voz en la oscuridad. Miró detrás de él, logrando visualizar, gracias al farol que tenía en el suelo, la figura de Len acercándose con las manos en la espalda.
—¿Por qué estaría triste? —respondió regresando a ver la ciudadela. El otro se puso a su lado para apoyarse en la orilla de la embarcación, mirando al mismo punto.
—Porque estas dejando todo atrás, estas dejando los lujos por una vida en la que cada día puede ser el día de tu muerte —comentó. Piko se quedó unos momentos en silencio antes de responder.
—Quizás dejo los lujos, pero también estoy obteniendo libertad —Miró a su acompañante quien le devolvió el gesto—. Estoy agradecido por todo lo que tuve, pero el que toda mi vida ya estuviera completamente planeada y sin tener voz ni voto en ella simplemente era un agobio que ya no pensaba aguantar... —Sonrió—. Y que la única cosa que me sacaba de mi realidad ya no iba a estar era algo que no pensaba en renunciar.
—¿Quién eres tú y que le hiciste a mi príncipe? —Piko rio antes de abrazarle la cintura, metiendo sus brazos en el saco ajeno.
—Es completamente libre—dijo antes de estirarse para besarle.
Sintió que las manos de Len se posaron en sus mejillas, mientras que él ajustó su abrazo, buscando cercanía. Sus labios se acariciaban de manera suave, sintiendo que encajaban a la perfección. El sonido del mar les acompañaba con un compás lento, mientras que el viento le daba la bienvenida a la libertad y a la incertidumbre, pero con la persona que realmente amaba frente a él.
Lentamente se separaron antes de sonreír. Piko se escondió en el pecho del otro.
—Hace frío —dijo, sacando una suave risa del rubio.
—Es normal, el otoño ya está aquí —respondió antes de quitarse su saco y ponerlo en los hombros de su amante—. Vamos a nuestro camarote.
—¿Tan rápido? —preguntó en un tono juguetón.
—No me provoques, belleza. —advirtió antes de darle un beso en la mejilla y separarse para levantar el farol. Piko tomaba el saco con ambas manos sobre sus hombros para que no se cayera.
—En algún momento se debe estrenar de esa manera, ¿no? —preguntó antes de morderse el labio con una sonrisa y comenzar a caminar a dicho lugar. Len le vio unos instantes antes de sonreír y seguirle.
Estaba agradecido con el océano de que Piko le haya escogido a él.
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