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Mi primo y yo por shiki1221

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Cap 6: Luna rancia al descubierto

Inoichi estuvo muy preocupado sobre cómo explicarle al Hokage lo que había sucedido en la aldea por culpa del descuido de su hija. Naruto no era una persona malvada o desconsiderada ante las fallas de los demás, pero era estricto en cuanto a la seguridad de los aldeanos se trataba. Siempre había velado por tener a todos a salvo y cumplía sus obligaciones de la mejor manera posible. Era lógico esperar que pidiera el mismo compromiso de parte de aquellos que se encontraban por debajo de su cargo. Generalmente se lo encontraba trabajando arduamente en las alianzas y los acuerdos con los cuales mantenía la paz entre las cinco grandes naciones. Todos ellos habían apostado por aquella unión entre las aldeas y por ello tenían sus esperanzas puestas en Uzumaki. Sin dudas la carga era enorme y más considerando que siempre estaba bajo escrutinio de los demás líderes a causa de su matrimonio con un ex criminal de clase S.

―¡Hokage-sama! ―llamó el líder del clan Yamanaka antes de ingresar a la oficina viendo al rubio sentado leyendo algunos documentos con los mapas mundiales dispersos por todo el escritorio.

―¿Qué sucede? ―cuestionó sin despegar la vista de los documentos delante suyo―. ¿Cuál es el motivo de venir a estas horas? Es inusual en ti cuando no hay misiones que reportar ―explicó mientras escribía cómodamente en su agenda las siguientes citas con los demás Kages.

―Es que ha ocurrido un desafortunado incidente y como líder del clan Yamanaka asumo la total responsabilidad por la trasgresión de mi hija ―declaró con seguridad.

―Espera, espera, explícame acerca de que incidente estás hablando ―pidió dejando los documentos de lado para ponerle toda su atención.

―Verá, mi hija ha intentado usar el jutsu para conectar las mentes. La técnica que los miembros de mi clan solemos emplear en guerras o misiones muy arriesgadas ―explicó casi sin respirar por el nerviosismo―. A causa de su inexperiencia ha afectado a civiles y ninjas por igual.

―¿Cuáles han sido las consecuencias? ¿Hay heridos? ―interrogó de inmediato el Hokage levantándose de la silla preparándose para dar órdenes para contener aquel desastre.

―Nada grave, Hokage-sama ―aclaró de inmediato el rubio de larga cabellera alzando las manos en gesto de rendición―. El único efecto que ha tenido es que las personas afectadas oyen los pensamientos de los que tienen cerca. Mi hija ya ha empezado a revertir este jutsu junto al resto de mi clan.

―¿Cómo sabes si estás afectado? ―cuestionó Naruto intrigado por no verse afectado―. Yo no he oído nada desde que entraste ttebayo ―dijo mirando por la ventana hacia la aldea.

―Yo me retiré el jutsu desde el inicio. Sólo entre afectados pueden oírse. Eso quiere decir que si usted está afectado no oirá mis pensamientos porque estoy libre del jutsu, pero si se acerca a alguien que sí lo está, sin dudas sabrá lo que cruza por su cabeza sin ningún filtro ―relató notando que el cuerpo del otro comenzaba a temblar levemente―. ¿Hokage-sama? ―preguntó preocupado por esa reacción.

―Eso significa que… ―murmuró Uzumaki arrastrando las palabras―. ¡Qué si voy con Sasuke-Teme oiré todo lo que cruce por su cerebro! ―exclamó comenzando a correr hacia la puerta.

―Hokage-sama debería dejarme revisarlo para retirar el jutsu ―sugirió Inoichi alzando la mano dispuesto a cumplir con su tarea.

―¡Ni de chiste! ―negó dándole un manotazo cuando intentó tocarlo―. Quiero saber qué piensa mi esposo de mí ―confesó mientras salía a toda velocidad ignorando al otro blondo.

El líder de los Yamanaka estaba con la mano en el aire tras haber intentado retirar ese jutsu. Hubiera querido hablarle un poco más acerca de los peligros de ese jutsu. Comenzando por advertirle acerca de lo poco preciso que era. Se oían pensamientos y se veían recuerdos de manera indiscriminada y sin control. La mente era muy difícil de manejar. Incluso los ninjas más experimentados recurrían a la utilización de genjutsus o sellos especiales para asegurarse de que nadie se metiera en sus mentes. Ahora el lugar más seguro para los secretos se veían al descubierto y dudaba mucho que el Hokage se sintiera feliz de los pensamientos de los aldeanos que él protegía. Generalmente se hacía la vista gorda, al menos de su parte no creía que Naruto pudiera ser indiferente a las críticas al respecto de su matrimonio con un ex criminal.

“Necesito ir a ver a Sasuke-Teme cuanto antes. No sea cosa que se quite el jutsu y ya no me entere de las cosas que piensa de mí”. Pensó el rubio mientras iba saltando por los techos buscando llegar pronto a su hogar.

Vaya Hokage que tenemos saliéndose de la oficina en plena jornada laboral”.

Es increíble que ese fracasado haya llegado al poder. Lo que hacen unos buenos contactos, si no fuera el hijo de Yondaime jamás hubiera logrado nada”.

Qué envidia ser el hijo del cuarto Hokage y no necesitar esforzarse por nada. Perdió años persiguiendo a un criminal y todavía lo creen un líder”.

“Ese demonio ni debería estar entre nosotros, pero al menos sirve para protegernos de enemigos poderosos. Aunque ni tanto tampoco. Por culpa de ese fracasado muchas nobles personas perdieron la vida. Conseguir que los resucitaran es lo menos que nos debía ese monstruo”.

Jamás estará a la altura de su padre. Sólo es una triste sombra de lo que alguna vez fue el rayo amarillo de Konoha”.

Más y más pensamientos negativos iban llegando a la mente de Naruto sin siquiera esperarlo. Se detuvo en unos de los techos mientras observaba sus alrededores buscando a las personas que habían tenido semejantes ideas acerca de él. No tardó mucho en identificarlos. Entre ellos habían personas que de niño lo trataban bien por ser el hijo del Hokage, pero que a sus espaldas siempre mencionaban lo decepcionante que era. Por muy ingenua que fuera la expresión en su rostro, tonto no era precisamente. Había oído incontables veces como hablaban de su persona y de Sasuke. Inclusive antes de que traicionara a la aldea siempre lo comparaban con su hermano Itachi, así como a él lo comparaban con su padre por ser el Hokage. Si había algo que los hizo sentirse marginados dentro de la aldea, era esa obsesión de los demás habitantes de referirse a ellos como “el hermanito de Itachi” y “el hijo del Hokage”. Ellos tenían sus nombres propios, pero cuando se los llamaba por los mismos casi nadie entendía de quienes se hablaba, pero nada más mencionar al prodigio Uchiha y al rayo amarillo relacionado a ellos, ahí sí los ubicaban. En ese momento, existían. Aun si sólo era para mencionar lo lejos que se encontraban de su nivel. No pudo evitar sentirse regresar a la primera vez que vio a Sasuke.

El primer día de la academia era lo más ansiado por Naruto. Él se sentía orgulloso de ser el hijo del cuarto Hokage y moría de ganas por demostrar su propia valía llenando de orgullo a sus progenitores. Varias personas a sus alrededores, entre ellos amigos o ex compañeros de Minato, siempre le mencionaban su parecido físico y lo mucho que esperaban de su persona. “El rayo amarillo de Konoha” era un sobrenombre conocido en las cinco grandes naciones. No había ninja que desconociera lo peligroso de enfrentarse a él y más estando en un combate uno a uno. Jiraiya, padrino de Naruto, había mencionado las increíbles habilidades de su alumno estrella. Alguien tranquilo, Inteligente y sobre todo eficaz cuando se trataba de someter al enemigo. No fue sorpresa para nadie lo, casi, unánime de su elección como siguiente Hokage, tras el retiro de Hiruzen. La excepción vino de parte de Danzou, quien objetó dicha elección y optó por sugerir a Orochimaru como cuarto Hokage. Siendo tres votos a uno, no le quedó más que resignarse.

―¡Naruto se te va a hacer tarde ttebanne! ―llamó la pelirroja mientras servía el desayuno en la mesa―. ¿Le avisaste que hoy era la ceremonia de ingreso de la academia? ―preguntó a su esposo.

―Lo hice, Kushina ―suspiró el rubio mientras tomaba su propio desayuno―. Pero sabes cómo es Naruto cuando se trata de levantarse temprano ―comentó algo despreocupado.

Mientras tanto el menor se encontraba enredado en las sábanas y opuesto a la creencia de sus padres, no se debía a que no quisiera madrugar. Al contrario, se había ido a acostar temprano, pero estaba tan ansioso por su primer día que no lograba conciliar el sueño. Se imaginaba una y otra vez como debería presentarse ante los demás. Quería causar una buena impresión y lo vieran con admiración, pero no por ser el hijo del Hokage, sino por él mismo. También se imaginaba quienes podrían ser sus amigos. Conocía a algunos niños de otros clanes gracias a las visitas a su padre. Sin embargo, no tenía una relación estrecha con ninguno de ellos. En ocasiones jugaba un poco mientras su padre conversaba con los padres de los otros, pero cuando su padre no estaba cerca no tenía con quien jugar. La academia ninja sería la oportunidad perfecta de hacer amigos propios cuya interacción con él no dependiera de la presencia de su padre.

―¡Maldición se me hizo tarde ttebayo! ―se quejó cuando oyó el llamado de su madre.

Salió a toda prisa de la trampa mortal en la que se había convertido su propia cama y corrió hacia el baño para al menos lavarse los dientes. Su cabello ni siquiera se molestó en peinarlo. Después de todo, nadie notaba la diferencia entre peinado o no. Siempre se terminaba poniendo en picos y era imposible de domar. Con eso no tenía esperanzas. Buscó su chándal naranja y corrió hacia la mesa de la cocina, de donde tomó un pan tostado. Se lo colocó en la boca y comenzó a jalar la mano de su padre rumbo a la puerta principal. Minato estaba vestido con su capa de Hokage y ya había desayunado con tranquilidad junto a su esposa. Él se mantenía calmo a pesar de la desesperación mostrada por su hijo, quien hablaba con la boca aun llena de pan haciendo que en ocasiones se atragantara. La mujer Uzumaki tomó una fotografía de recuerdo del primer día de clases. El rubio menor estaba demasiado ocupado intentando que su padre se moviera como para pensar en la vergonzosa imagen retratada en ese momento. No obstante, era más importante llegar a tiempo a la academia.

―Nos vamos, Kushina ―despidió Namikaze moviendo la mano antes de salir por la puerta con su hijo.

―Adiós, mamá ―se despidió el menor con un grito una vez fuera de su hogar―. ¡Vamos, papá! Se hace tarde debemos darnos prisa ttebayo ―exclamó apresurado.

Minato soltó un pequeño suspiro al notar la hiperactividad de su hijo. Le recordaba mucho a Kushina por ese carácter jovial, alegre e impulsivo. Por mucho que se hablara del parecido físico que ambos guardaban, en lo concerniente a la personalidad sin dudas los genes Uzumaki eran los que dominaron. Ajeno a los pensamientos del mayor, Naruto iba entusiasmado moviéndose entre las personas de la calle casi perdiéndose de la vista de su padre. Era una suerte que esos cabellos dorados resaltaran con tanta facilidad entre la multitud. Sin otro contratiempo, además del propio tiempo, ambos rubios llegaron a la entrada de la academia. El cuarto Hokage saludó educadamente a cada ninja que se acercaba junto a sus hijos en ese primer día para los futuros ninjas. Y el líder de la policía militar de la aldea no fue la excepción.

―Buenos días, Yondaime ―saludó Uchiha con un leve movimiento de cabeza―. Veo que Naruto ya está en edad para entrar a la academia.

―Buenos días, Fugaku ―correspondió Namikaze al saludo antes de posar sus ojos azules en el niño al lado de Fugaku―. Hola, Sasuke-kun ―saludó con una sonrisa―. No te veía desde que eras apenas un bebé.

―Saludos, Yondaime ―dijo casi en un murmullo el joven moreno evitando mirarlo de frente. Estaba más entretenido mirando al otro rubio corriendo alrededor suyo, observándolo de arriba abajo sin ninguna discreción―. ¿Qué está haciendo su hijo? ―preguntó incómodo por ese escrutinio recibido.

―¡Naruto! ―llamó el Hokage a su hijo en un tono de regaño por la mala educación mostrada con el otro niño.

―Sólo lo estaba revisando. Mamá dijo que era una niña ―señaló Naruto con una mirada entre sorprendida y extrañada―. Pero es un niño, aunque es bonito ttebayo ―concluyó con sinceridad luego de haberle revoloteado un rato.

―Discúlpame, Fugaku ―habló el líder de la aldea algo apenado por el comportamiento de su hijo―. Es que la primera vez que Kushina vio a Sasuke pensó que era una niña y creo que se lo comentó a nuestro hijo ―explicó intentando justificar aquel comentario de Naruto.

―No se disculpe, Hokage-sama ―respondió Fugaku alzando la mano quitándole importancia al problema―. Mi hijo es un omega, es normal que sea “bonito” ―dijo tranquilizando al otro.

Las pálidas mejillas de Sasuke se habían sonrosado un poco por aquellas palabras del rubio. Era la primera vez que le decían ese tipo de palabras. En su clan no se le daba mucha importancia a la apariencia, sino a la fuerza y a la cantidad de técnicas ninjas que se pudieran manejar. Para ellos lo primordial era el poder, así que recibir un cumplido sincero de algo diferente, le hizo sentir un pequeño calorcito en el pecho. Por su parte, Naruto sonrió enormemente al ver al otro fingir indiferencia. Sasuke mantenía una expresión indiferente y sería, pero ese pequeño rubor le indicaba que sus palabras sí tuvieron un efecto en el otro. “Espero que seamos muy buenos amigos”. Pensó Uzumaki emocionado por la posibilidad de crear un lazo con el niño frente a él.

―Supongo que eso es lo que llaman “amor infantil” ―comentó un Uchiha muy parecido al que estaba buscando.

―¡Chara! ―exclamó el Hokage al reconocerlo en el tejado enfrente al suyo―. ¿Qué haces por aquí? ―cuestionó curioso al notarlo algo apurado.

―Iba camino a casa de tío Sasuke para quitarle el jutsu de Ino ―respondió el menor con tranquilidad―. Los Uchiha y los Hyuga podemos retirarlo de otros, pero no de nosotros mismos ―explicó mirando desinteresadamente hacia el cielo.

Y tal vez ver a Menma si tengo suerte. Después de todo no puede echarme teniendo tan buena excusa”.

―¡Increíble! ―gritó eufórico el rubio alzando las manos en puño conteniendo la emoción―. Pude oír tus pensamientos ttebayo.

―Tsk ―chistó la lengua Charasuke antes de hacer un puchero al haber sido oídas sus intenciones reales, las cuales involucraban a su primo.

Aww se ve tan parecido a Sasuke cuando se enoja. Incluso parecen erizarse como gatitos enojados. Dan ganas de abrazarlos”.

―Tío Sasuke nunca pondría expresiones como las mías, yo sí sonrió ―aclaró el azabache señalándose la cara.

―Tu tío también suele sonreír ―contraatacó mientras comenzaba a enumerar con sus dedos―. Sasuke sonríe cuando… ―Mas se detuvo al darse cuenta que los momentos en los cuales su esposo sonreía no eran el mejor ejemplo para decirle al menor.

Asesina enemigos, cuando humilla a quienes le desagradan , cuando ve los logros de su hijo y cuando regaña a Menma o a mí y tiene una excusa para dejarnos sin ramen”.

―Esas sonrisas sí las conozco ―comentó Charasuke llevando las manos detrás de la cabeza antes de continuar caminando rumbo al hogar de su tío.

Para el menor no era sorpresa que su tío no fuera de sonreír mucho, salvo en contadas y dolorosas excepciones. Él mismo había sido regañado y notaba las sonrisas burlonas que el mayor contenía. De niño, solía afectarle bastante ese rechazo de parte del otro. Con el tiempo se adaptó y aprendió a darle su espacio. Sabía bien cuando no era bienvenido en un sitio. Así que por su propio bien había tomado distancia de él cuando niños y solía dirigirse más al rubio, al punto de decirle “tío Naruto”, no sólo por el parentesco político, sino también de cariño. De Menma se había distanciado cuando se volvieron gennin. Desde la formación del equipo de tres en el cual estaban, su primo había tomado una actitud seria y arisca similar a la de su tío Sasuke. Sospechaba de la influencia del otro, pero no tenía nada claro.

Vaya, se nota que hace mucho tiempo no vengo por aquí. La decoración del frente se ve muy diferente”.

―Dejaste de venir muy repentinamente ―comentó el rubio quien había estado siguiendo la marcha del otro, tras retomar el camino hacia su destino―. Sabes que siempre serás bienvenido en mi casa ttebayo.

―Gracias ―respondió Charasuke con cordialidad y educación a pesar de sus verdaderos pensamientos, los cuales para su desgracia fueron oídos por el otro.

Como si fuera verdad, es obvio que en esta casa nadie me quiere. Tío Sasuke me odia nada más por existir y Menma a saber qué demonios le hice para que no quisiera saber nada más de mí”. Pensó decaído al temer los motivos de aquella distancia.

―Hey, no te desanimes ―pidió el rubio acercándose al menor para abrazarlo como cuando era niño―. Mi esposo y mi hijo son algo… ariscos y a veces difíciles de tratar, pero no dudo que te quieran a su manera.

Muy, muy a su especial manera. Hasta yo estoy dudando de si el Teme me ve algo bueno y por eso vine de inmediato aprovechando el jutsu. Joder, alguna cosa bonita debe pensar ese bastardo desgraciado de mí. Siempre se la pasa diciéndome idiota, Dobe, perdedor, Usuratonkachi, algo bueno debe haber tras tanto insulto o quedaré como un completo imbécil por creer que me lo dice de cariño”.

―Eso explica porque en plena tarde viene a su hogar aunque no terminara la jornada laboral, Hokage-sama ―molestó el joven de ojos oscuros con una sonrisa divertida.

―No le digas a tu tío que pensé en eso por favor ―pidió Uzumaki rascándose la nuca con nerviosismo.

―Descuida, tío Naruto ―asintió Charasuke encogiéndose de hombros mientras ponía cara de desinterés―. No es mi asunto lo que suceda entre ustedes. Son esposos después de todo, no quiero detalles de su relación. Sólo vine a ver a Menma, ¿sabe si se encuentra en casa o de misión? ―cuestionó mirando la entrada de la puerta debatiéndose si entrar o irse.

Había llegado hasta allí con la excusa de enseñar a remover el jutsu. Era un buen plan para acercarse a Menma y preguntarle en solitario la duda que tanto lo carcomía. Sin embargo, no deseaba toparse también con su tío Sasuke. Mas, su mentira se podía estropear si le explicaba a su tío como liberar el jutsu y él mismo se lo hacía a Menma. Entonces perdería su excusa para conversar. Suspiró levemente queriendo irse. Ese día no estaba de humor para peleas o para soportar los gestos de su tío cuando lo veía. Si con la inexpresividad típica de su rostro ya le dejaba claro tantas cosas, no quería ni imaginarse lo que sería oír sus pensamientos. Una de las mayores causas de miedo en esos momentos, era confirmar que su familiar lo odiaba. No recordaba haberle hecho nada tan grave. Quizás romperle algunas ventanas con sus juegos, uno que otro jutsu descontrolado o tal vez despertó su espíritu de vengador aquella vez que le prendió fuego a sus cortinas mientras le demostraba el katon no jutsu a Menma. Pensándolo bien, había muchas razones para detestarlo.

―Creo que mejor regreso más tarde ―soltó finalmente Uchiha queriendo irse a esconder debajo de las mantas luego de doparse hasta el tope con supresores.

―Chara no deberías tenerle miedo a tu tío ―instó el Hokage sujetándole el hombro para evitar que se fuera―. Dudo mucho que Sasuke-Teme te odie y esta es la oportunidad perfecta para que confirmes lo que piensa de ti.

Así como yo al fin me quitaré las dudas sobre si odia de verdad el ramen o sólo lo tira por el morbo de vernos a Menma y a mí sufrir”.

―¿Estás seguro? ―interrogó el adolescente aun dubitativo de si ingresar o no a la casa junto al blondo―. Si me odia es mejor no saberlo y dejarlo así como estamos.

―¡Tonterías! ―exclamó el otro sujetándole por la muñeca para arrastrarlo sin consentimiento hacia el interior―. Extrañé mucho tus visitas, así que si solucionamos eso que te preocupa podrás venir como hacías antes y todo volverá a la normalidad.

A Uzumaki siempre le habían gustado las visitas de su sobrino político, ya que traía un poco de efusividad a un ambiente siempre serio. Desde que su hijo se convirtió oficialmente en ninja era más serio y dedicado a sus entrenamientos. Se daba a respetar como el alfa que era y no dudaba que si fuera beta u omega sería igual de intimidante. Sasuke e Itachi eran la prueba de que un omega podía ser increíblemente peligroso si se les provocaba. Ellos habían sido más que claros al respecto de que lo suyo no se tocaba. Y por suyo, era entendido también sus familiares cercanos. Algo curioso era que Sasuke sentía molestia de ver a Shisui junto a su hermano y lo culpaba de robarse a Itachi en su ausencia. En más de una ocasión despotricó en su contra por ser un “roba hermanos”. Y se culpaba así mismo diciéndose repetidas veces que su primo se aprovechó de la depresión de su hermano mayor para obligarlo a aceptar el compromiso impuesto por su padre. Pues a sus oídos había llegado el conocimiento de que esa unión fue arreglada y no fue por el propio Itachi, así que lo resintió aún más. Como si fuera una señal de la poca confianza que le tenía para desahogarse sobre sus problemas.

“Hasta ha llegado a comentar que Shisui le hizo un hijo réplica suya únicamente para distanciarlo aún más de él. ¡Qué ideas conspirativas de mi Teme! No debería quejarse tanto, Chara es la versión feliz de lo que hubiera sido su vida en caso de haber nacido en una familia amorosa”. Reflexionó Uzumaki mientras buscaba por la casa a su pareja aun sin soltar a su sobrino.

―Puedo caminar solo ―avisó Uchiha soltándose del agarre con un poco de fuerza mientras daba un rápido vistazo al lugar.

Se topó con algunas fotos familiares en los muebles donde podía ver a Menma cuando eran niños y aun sonreía. Se acercó lentamente a una de ellas y sujetó el portarretrato en el cual se les veía en su primer día de la academia. Recordaba con algo de gracia como la abuela de Menma, aquella mujer pelirroja de gran alegría, les tomó varias fotos juntos. Su padre omega no había mostrado mucha efusividad durante aquel día, pero en privado había ido a pedirle copias de aquellas fotos a la fémina Uzumaki. Ésta con gusto le regaló copias donde salía él. Aun no entendía bien esa necesidad de los Uchiha de no mostrar emociones. Incluso si se sentían felices o querían celebrar, mantenían un rostro estoico, pero en privado alguna que otra vez dejaban ver algo más que eso. Aun así eran contadas las personas que eran capaces de ver a un Uchiha con emociones. Tal vez por eso es que lo veían a él como un bicho raro. De niño no prestó atención a las reacciones de los adultos, pero comenzó a indagar en sus recuerdos de aquel día.

Era el primer día de la academia para Charasuke, por lo cual se levantó muy temprano y se arregló el cabello hasta quedar satisfecho. Lo había dejado crecer y se lo cuidaba mucho para tenerlo largo y bonito como su padre omega. Siempre veía a su padre alfa jugar con aquella coleta y mencionar lo sedoso y fino que era. Él compartía esa misma idea, así que pensó en tener un cabello envidiable como su papi omega. Notó que ya le llegaba hasta los hombros. No era lo suficientemente largo, pero le alcanzaba para hacerse una coleta. Se miró al espejo una vez más queriendo estar seguro de que causaría buena impresión. No quería decepcionar a su abuelo Fugaku. Además quería que le felicitaran por el cuidado que tuvo al arreglarse. Aún tenía cinco años, así que para él tener el pelo limpio ya era una hazaña. Sin embargo, su padre omega dijo que tenía el pelo algo largo para un niño, así que comenzó a cortárselo hasta llegar a un peinado muy peculiar. El menor lo miró confundido sin saber por qué hizo eso. Ahora tenía el pelo de cacatúa como su tío Sasuke.

―¿Por qué no puedo tener el cabello largo? ―cuestionó Charasuke mirándolo con confusión tras ver el suelo con las hebras negras de lo que fue su cabellera.

―¿Recuerdas lo que hablamos sobre ser un alfa? ―preguntó Itachi con suavidad mientras alzaba a su hijo en brazos antes de sentarse en la cama de la habitación del menor.

―Sí, dijiste que debo decir siempre que soy un alfa ―repitió aquella instrucción con una sonrisa orgulloso de recordarlo.

―Hoy el abuelito Fugaku vendrá a la ceremonia de ingreso para verlos a ti y a tu primo Menma en su primer día ―suspiró apesadumbrado captando la atención del otro.

―Sí, estoy feliz de ser un ninja, Menma-chan también está muy emocionado ―expresó el menor con gran alegría mientras alzaba las manos al aire―. Él quiere ser un gran ninja como sus padres y yo lo seré como papá y tú ―prometió Charasuke con una mano en su pecho. Sin embargo, la mirada de tristeza y desagrado de su padre omega le hizo cambiar de ánimos―. ¿Pasa algo? ―interrogó creyendo que dijo algo malo.

―No hace falta que seas el mejor ―respondió Itachi antes de proceder a abrazarlo con fuerza contra su pecho―. No intentes ser perfecto. Está bien si repruebas de vez en cuando, yo no me enojaré. Sólo por favor no cumplas las expectativas de tu abuelo Fugaku, sólo prométeme eso ―pidió casi en suplica sin soltar a su hijo.

―Está bien, papá ―aceptó el infante sin entender qué era lo que puso así de triste a su papi, pero si ser el mejor lo ponía triste, lo evitaría para hacer felices a sus padres.

―Ya es hora de salir rumbo a la academia ―avisó Shisui desde la puerta del cuarto notando como su pareja se aferraba con fuerza al menor.

El alfa tenía claras las intenciones de Itachi al pedirle aquello a su hijo y por lo mismo lo apoyaba. Sabía bien que ser perfecto en todo había sido una imposición de Fugaku a sus hijos desde muy pequeños. Al primogénito le había generado una sensación de vacío difícil de llenar. No importaban cuantos logros, cuantas cosas obtuviera siempre sentía que debía ir más allá. Y en el caso de Sasuke quedó un visible complejo de inferioridad. Ambos omegas ya eran adultos, pero seguían llevando a cuestas las heridas psicológicas que dejó el líder del clan en cada uno de ellos. Además en el caso de Itachi había otro complejo que Shisui había detectado y era su necesidad de proteger. Había pasado toda su vida protegiendo a Sasuke. Esa responsabilidad dada a tan temprana edad se transformó en una manera de vivir. Le preocupaba lo que sería de su pareja cuando su hijo creciera y volara del nido, pues la necesidad de Itachi de proteger a su hermano menor se vio sustituida por la de cuidar de su hijo. Fuera cual fuera el desenlace de todo eso, el alfa confiaba en que su hijo tendría una buena vida y haría que Itachi con el tiempo superara esa paranoia de creer que todos intentaban robarle a sus bebés.

―Vamos entonces ―dijo el omega Uchiha con una sonrisa mientras se separaba de su hijo y le daba la mano para ir juntos.

Los tres Uchiha partieron de su casa rumbo a la academia ninja y nada más divisarla también notaron al escandaloso rubio llamando la atención junto a su pareja. Ambos por motivos diferentes. El primero por tratarse del Hokage y el segundo por ser un ex criminal clase S. Cerca de ellos estaba la pelirroja tomando fotos de su querido nieto Menma. Éste nada más ver a su primo se alejó de sus familiares y corrió al encuentro del azabache. Charasuke se soltó de las manos de sus padres y lo alcanzó dándole un gran abrazo. Esperaba que les tocara a ambos la misma clase para poder pasar más tiempo juntos, de lo contrario se verían muy poco a causa de las tareas y entrenamientos que según sus padres les esperaban.

―¡Sasuke! ―llamó Menma tras separarse del abrazo de su primo―. ¿Qué le pasó a tu cabello?

―Lo tenía algo largo, así que me lo cortó mi papi ―explicó tocándose un poco las puntas―. ¿Te gusta? ―preguntó apenado de que le quedara mal.

―Te queda muy bonito ―halagó su primo―. Hasta se parece al cabello de mi papi ttebayo.

El menor sólo sonrió feliz de que su primo encontrara lindo su corte, aun si no era el escogido por él mismo. Vio curioso a su alrededor notando algunas miradas dirigidas a ellos. También sintió como si hubiera una pelea de miradas entre los adultos. Su padre omega tenía la mirada fija en su tío Naruto, al cual parecía que atacaría si bajaba la guardia. Mientras su tío Sasuke se veía tenso al observar a su cuñado. Tenía una mano sujetándose un brazo artificial. Era notoria la fuerza con la cual lo hacía debido a la visible marca que quedaba por sobre la ropa. No entendía la razón de que los omegas se molestaran con sus cuñados. Y más porque hasta entre hermanos no parecían llevarse muy bien. Charasuke notaba que en las reuniones familiares siempre los hacían sentarse en “bandos” contrarios. Había una larga mesa encabezada por Fugaku, mientras que al lado derecho se ubicaban él y sus padres. Al lado contrario se sentaban su tío Sasuke y su familia. Al principio lo pasó por alto, pero desde que fue regañado por su abuelo Fugaku por querer sentarse al lado de Menma, se empezó a preguntar por qué eso era así y desde cuándo. Además sus padres le decían que era por tradición, pero nunca indagaban más allá de eso.

―Oh, pero si es el mini Sasuke-kun ―exclamó Kushina acercándose a los menores. Acarició con su mano la cabeza del menor notando lo increíblemente parecido que era al hijo de Mikoto―. Ahora realmente pareces un clon ttebanne ―bromeó con una sonrisa mientras abrazaba a los dos niños.

―Gracias, Kushina-san ―comentó Charasuke por educación. No se sentía del todo cómodo con aquellas palabras, pero sus padres le enseñaron a ser educado y agradecer los cumplidos.

―¿Verdad que se ve lindo, abuelita Kushina? ―cuestionó Menma sonriendo alegremente―. Nee, nee ¿nos tomas una foto juntos? ―preguntó sujetando la mano de su primo.

―¡Por supuesto! ―gritó ella emocionada comenzando a tomarle varias fotos a los niños delante de la academia, juntos, separados, con ella, con sus respectivos padres y cuanta combinación cruzaba por su mente en esos momentos.

Los adultos se mostraron ariscos a tener fotografías, a pesar de hacerlas con sus hijos. Especialmente los Uchiha no eran los más dados a ese tipo de cosas. Aun así accedieron porque, por muy Uchiha que fueran, los omegas querían fotos de sus bebés. Les costaba aceptar que estaban creciendo y ya no eran unos bebés regordetes que sólo rodaban en el piso en sus intentos por gatear y caminar. Ahora ya estaban dando sus primeros pasos para ser ninjas. Los asustaba un poco lo que les deparara el futuro. Y si había algo que deseaban hacer, era darles la vida libre de preocupaciones que a ellos les fue negada. Mas, aquellos pensamientos sobreprotectores hacia sus hijos se vieron reavivados con la llegada de Fugaku a la reunión. Él llegó de manera silenciosa y se acercó directamente a sus propios hijos.

―Buenos días, hijos ―saludó de manera seria sin ninguna expresión en particular en el rostro―. ¿Cómo han estado?

―Bien ―respondieron secamente Itachi y Sasuke sin intenciones de darle pie a hablar.

―¿Y mis nietos? ―interrogó el castaño buscándolos con la mirada. Pronto notó dos peinados bastante llamativos. Fácilmente destacaban el cabello rubio en puntas y el azabache en picos correteando entre otros niños.

―¡Abuelito Fugaku! ―gritó Charasuke corriendo hacia él antes de detenerse delante suyo―. Buenos días ―saludó parándose derecho para saludarlo de manera educada.

―¡Sasuke! ―exclamó abriendo los ojos al máximo al ver pocas diferencias entre su hijo y su nieto.

―¿Si? ―preguntó el menor ladeando un poco la cabeza sin entender bien la causa del grito.

―Nada, pequeño ―dijo tras recuperarse de aquella impresión―. Es sólo que te ves idéntico a tu tío Sasuke, sólo me sorprendí un poco. Si resultas omega serás una réplica exacta.

―Soy alfa ―dijo automáticamente recordando las instrucciones de sus padres―. Así que no soy igual a mi tío.

―Además eres un charlatán ttebayo ―intervino Menma intentando llamar la atención de su abuelo.

―Tú sin dudas eres idéntico a tu padre ―comentó Fugaku despeinando los cabellos de su otro nieto―. ¿Están preparados para su primer día en la academia? ―preguntó con una amable sonrisa.

―¡Sí! ―afirmaron al unísono con una expresión de alegría.

―Me alegra oír eso y Sasuke ―llamó antes de sujetar a Charasuke por el hombro con su mano―. Espero que no me decepciones o tendremos que ir a un entrenamiento especial ―avisó sin perder esa sonrisa en su rostro.

Al oírlo Charasuke tragó saliva con dificultad y puso una expresión seria antes de asentir con su cabeza. Con sus ojitos oscuros buscó a sus padres, quienes estaban muy ocupados hablando con sus tíos, así que probablemente no habían oído las palabras de su abuelo. Giró un poco la cabeza viendo a Menma fruncir el ceño y hacer un puchero. Seguramente creía que le estaban dando algún tipo de premio. Y no pasó ni un minuto antes de que Menma preguntara si él también podía ir, siendo negado por su abuelo. Él dijo que sólo se lo iban a llevar a él si fallaba en las pruebas. Intentó sujetar la mano de Menma antes de que se alejara de él, pero su abuelo aun no lo soltaba y su primo ya se encontraba abrazando las piernas de su tío Sasuke quejándose de que no lo invitaron. No había necesidad de ser un genio para descifrar esa mirada de descontento de parte de su tío Sasuke por la exclusión que le estaban haciendo a su hijo.

“¿Por qué dejaste de sonreír, Menma?”

―Él sigue sonriendo ―comentó Sasuke tras oír aquel pensamiento de su sobrino―. Sólo que no lo hace tan a menudo como un idiota ―soltó de una manera que sonó más mordaz de lo que pretendía mientras se hacía presente delante de los otros dos.

“O a ti que lo sacas de quicio con tus tonterías en cada misión. Cada vez que regresa de alguna tarea en equipo siempre habla de cada cosa que hace mi sobrino. A veces siento que sólo habla de él con nosotros porque cualquier otro se enojaría con él”.

―Nadie se enojaría con él por hablarme de las fallas que cometo ―habló rápidamente Charasuke intentando corregir aquello―. Y en especial si me dice como puedo mejorar ―afirmó con un puchero mientras se cruzaba de brazos.

Quisiera decir que es mentira, pero ciertamente de lo único que habla Menma cuando vuelve de misión es de las cosas que ha hecho Charasuke. Se ve especialmente enojado cuando comete errores potencialmente mortales”. Pensó el alfa rubio antes de recordar su motivo para estar allí.

―¡Teme! ―llamó alegremente Naruto por finalmente ver a su pareja―. ¿Dónde estabas? ―interrogó rápidamente―. ¿Puedes oír lo que pienso? ¿Sabes lo que está sucediendo? ―preguntó de manera atropellada como de costumbre.

―Dobe ―insultó como de costumbre el azabache con su tono de superioridad―. Oí lo que pensaba mi sobrino y tú lo que yo pensé. Eres tan Usuratonkachi ―suspiró de manera exagerada para darle un aire de burla.

Es increíble que a pesar de los años siga siendo tan despistado y torpe, pero más increíble aun es que a pesar de su edad siga viéndose tierno cuando dice sus tonterías. Me alegra que nunca haya dejado de ser el mismo Usuratonkachi del que me enamoré”.

―Vaya que tío Sasuke tiene pensamientos bastante cursis detrás de ese “Usuratonkachi” ―soltó Charasuke sin poder contenerse de hacer un comentario al respecto.

―¡Calla, mocoso! ―ordenó el omega azabache avergonzado de ser traicionado por su mente―. No soy ningún cursi. Soy un ninja de élite, un criminal temido capaz de asesinar a todos a sangre fría ―advirtió en un gruñido.

No se veía de la misma manera cuando armó su nidito para Menma. Los omegas embarazados dicen que son lindos, pero nadie es más tierno que mi Teme juntando mi ropa en un rinconcito como si fuera un gatito. Aww se veía tan adorable oculto en el armario olfateando mi ropa mientras se tocaba”. Pensó Naruto recordando aquellos instintos que ningún omega podía negar.

―¡Usuratonkachi! ―riñó Sasuke comenzando a liberar algunas chispas de su cuerpo, señal de un posible chidori en camino―. ¡No sueles usar esa cabeza hueca tuya y ahora que necesito que siga sin servir, ¿te pones idiota?! ―preguntó casi en gruñidos.

―No te enojes, Teme ―pidió el Hokage nerviosamente mientras retrocedía cautelosamente―. Yo lo pensé sin querer ttebayo.

“Es que mi Sasuke es tan lindo y me tiene tan enamorado que me pongo tonto cuando se trata de él. No es mi culpa amar cada cosita que hace, hasta su chidori logra excitarme. Esa cara de seriedad y desprecio cuando asesinaba a nuestros enemigos me ponía a mil. Sí, joder. Se me movió un poquito la hombría cuando lo vi apuñalando al capitán Yamato con esa técnica, pero también es su culpa por hacerlo con ese maldito y sexy haori con el que podía verle esos pezoncitos rosados que tantas ganas me daban de morder y chupar hasta sacarles leche”.

―¡Dobe! ―exclamó el omega avergonzado por semejantes pensamientos pervertidos que había oído sobre él. Estiró su mano y lo sujetó por la mejilla dándole un pellizco doloroso en represalia.

―Tendré pesadillas con esa imagen ―murmuró Charasuke bufando irritado―. ¿Es que acaso los adultos son todos pervertidos? ―preguntó en voz alta.

“Vaya día de perversiones que he tenido. Primero el sexo incestuoso de la tetona y su esclavo sexual, luego el travestismo de Rock Lee, seguido del sexo con ramitas de los vejetes Hashirama y Madara, luego mis padres destruyendo mi inocencia cuando descubrí que ese sonido de aplausos, no eran realmente aplausos y ahora mis tíos y sus fetiches sadomasoquistas. Mierda, yo sólo quería ver a Menma y para llegar a él he tenido que oír y ver las fantasías de media aldea. Necesito terapia. Es más deseo terapia o tal vez darme a mí mismo chidoris hasta que la electricidad me borré la memoria. Es una buena solución”.

―¿Y para qué querías llegar a Menma? ―interrogó Sasuke cruzándose de brazos antes de centrar su mirada en su sobrino―. ¿Acaso te gusta mi hijo? ―interrogó con una ceja arqueada.

Charasuke se maldijo así mismo por haber dado pie a que su tío se fijara en su existencia. Él sólo quería resolver un asunto pendiente con su primo y sin embargo, todos, sin excepción mencionaban sus sentimientos por él. Ahora su duda era si su tío lo preguntaba por qué sabía algo o por qué realmente tenía esa duda. Dependiendo que eligiera saldría de esa casa en una pieza o con un agujero de chidori en el pecho.

 

CONTINUARÁ….

 


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