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Réquiem por RLangdon

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El inicio de semana había llegado, trayendo consigo un dolor tan amargo y crudo que a Naruto le fue imposible asumir lo que había sucedido. Y es que ese lunes se cumplían tan solo dos semanas desde la muerte de sus padres. Todo era tan reciente, y al mismo tiempo tan lejano...
 
-Por favor come- susurró Tsunade a su lado. Había tres lugares puestos en la mesa, pero Jiraiya se había ausentado esa mañana para llevar sus recientes escritos a la editorial que se encargaba de imprimir sus novelas.
 
Naruto vaciló con el tenedor. Quería comer, pero su estómago no soportaba el alimento. Era como si su apetito se hubiera esfumado, al igual que su sonrisa. Al igual que ellos...
 
-Naruto- Tsunade iba increpar cuando llamaron a la puerta. Dirigió una futil mirada al rubio antes de ir a abrir. -Sakura.
 
-Buenos días.
 
Una jóven de cabello teñido y ojos jade respondió al llamado con una amplia sonrisa. Llevaba bajo el brazo un par de libros de medicina que la Senju le había recomendado para iniciar sus clases. A Sakura le gustaba pasar las tardes con la retirada médico, pero, debido a las vacaciones, se había ausentado unas semanas de la ciudad junto a sus padres. Recientemente había llegado, y lo primero que tuvo en mente fue retomar los cursos.
 
-Adelante- Tsunade se hizo a un lado para dejarla pasar. Veía en Sakura a una estudiante inteligente, tenaz y centrada. Una chica que prefería los libros de medicina a las actuales revistas de moda. Y entonces un inusual pensamiento la hizo virar el rostro hacia el comedor para, de nueva cuenta, mirar a su joven alumna. -Sakura, ¿Ya te has decidido a que insitituto asistirás?
 
Alisandose los pliegues de la falda, Sakura Haruno agudizó la mirada y se mostró meditabunda por algunos instantes. Ciertamente no había pensado en ello.
 
-Pues...supongo que tendría que ver mis opciones- meditó. -No quiero elegir al azar.
 
Tsunade asintió despacio y la tomó del brazo.
 
-Quiero presentarte a mi nieto, él tambien se inscribirá- Sakura tropezó cuando Tsunade la soltó de pronto para escudriñar al chico que yacía cabizbajo. Varios mechones rubios cubrían sus ojos, sin embargo sus mejillas humedas evidenciaban lo obvio...había estado llorando. -Naruto- la rubia se retractó casi de inmediato de haber atendido la puerta en lugar de dialogar con su nieto. Era lógico percatarse de que Naruto estaba triste y ensimismado todo el tiempo. Comía muy poco, y apenas salía de la casa. Había sido un evento demasiado tragico que tanto ella como Jiraiya trataban de sobrellevar, aunque en el fondo se sentían tan devastados como Naruto.
 
No obstante, ellos debían mostrarse fuertes frente a él, tenían que ser el pilar de su nieto de ahora en adelante. Y por lo tanto, habían pactado no llorar estando Naruto presente.
 
Cuan complicado era todo, y que injusta era la muerte. Minato y Kushina habían sido un ejemplo a seguir, siempre luchando, siempre esforzandose por cuidar a su pequeño y darle lo mejor. ¿Y al final de que había servido?
 
Sumida en el estupor, Sakura observó la faz del joven cuando este levantó de a poco la mirada.
 
"Es bellisimo" fue lo primero que pensó al reparar en sus apagados ojos celestes. No era común en esa región de Osaka ver a jovenes rubios y con ojos azules además. Para Sakura era como contemplar a un adonis de las obras renacentistas que solía mirar en los museos.
 
Se vio forzada a apartar la mirada al notar que Naruto también la observaba a ella detenidamente, como si estuviera analizandola.
 
-Naruto, ella es Sakura Haruno- carraspeó Tsunade, a la espera de una respuesta concreta y no las usuales evasivas de su nieto. -Mi aprendiz- añadió con un deje de seriedad que hizo reaccionar a Naruto al cabo de unos segundos.
 
-Mucho gusto- estrechó la mano de la muchacha y sintió deseos de volver a su recámara. Era demasiado vergonzosa la situación. Ella claramente lo había visto llorando. Y Naruto odiaba sentirse débil y destrozado todo el tiempo. Frecuentemente se culpaba por la muerte de sus padres. Todo por no ser un alumno normal como el resto.
 
Si él fuera como los otros estudiantes, sus calificaciones no serían tan bajas, y entonces ellos no habrían tenido que llevarlo hasta allí...
 
-Ella...
 
-Iré al centro a ver los colegios- repuso Sakura con una sonrisa afable. Tsunade también se sonrió al ver que tomaba la iniciativa. Al menos Naruto se distraería un poco. Y quién sabe... tal vez algo surgiera. -Me enteré que tambien vas a inscribirte, asi que ¿Vamos juntos?
 
Parpadeando reiterativamente, Naruto trató de procesar la información recién dicha. La primera impresión que le había dado Sakura fue la de una chica excéntricamente hermosa. Excéntrica en cuanto al color de cabello. Además no era una mujer de muchas curvas, y tenía los pechos pequeños.
 
Ante lo último, Naruto se ruborizó. No quería tener esa clase de pensamientos, pero supuso que se debía a la influencia de Jiraiya y todas esas novelas eroticas que tenía en el ático.
 
No tuvo que pensarlo mucho para responder. Sabía que su abuela no le permitiría negarse, y ya se sentía algo cansado de tener que lidiar con conversaciones banales que no llevaban a nada.
 
-Me encantaría ir- extrañamente, Naruto no pudo sonreír...
 
***
 
Abordaron el tren de las once de la mañana. Y durante casi media hora, Naruto se sumergió nuevamente en el ensimismamiento. Tanto Sakura como él iban sentados uno junto al otro. De vez en cuando Naruto reparaba en que los labios de la chica se movían y proferían palabras, pero le era imposible prestar genuina atención a lo que le decía. Simplemente asentía y fingía que la escuchaba, notaba en los ademanes de ella que parecía por momentos emocionada y luego levemente irritada.
 
-Y desde entonces no volví a hablarle- prosiguió Sakura con un gesto despectivo y una mueca que Naruto encontró encantadora. -Le devolví su listón rojo y retomé la confianza suficiente para deshacerme del fleco.
 
Un ligero silbido acompaño la abertura de las puertas. Naruto notó entonces que ya habían llegado a la estación acordada y se puso de pie rápidamente, instando a Sakura a hacer lo mismo.
 
-Vamos- sonrió ella tomándolo de la mano y tironeando de él hasta que salieron de la multitud de pasajeros. Algo mareado, Naruto trató de enfocar la exorbitante cantidad de edificios y escaparates. -Es por aqui- Sakura aceleró el ritmo de sus pasos para cruzar la calle, y pronto se hallaron ante una interminable fila de estudiantes que se abarrotaban contra los vitrales que exhibían las boletas con los nombres de los colegios, especialidades y requisitos para ingresar a cada uno de ellos.
 
-Tal vez deberíamos volver mañana- propuso Naruto con impaciencia. Su hiperactividad le impedía estar mucho tiempo quieto y le estaba empezando a doler la cabeza.
 
-Claro que no- se rehusó Sakura, empujándolo de los hombros hasta situarlo al término de la fila. -Esperame aqui y yo veré las opciones, asi cuando nos toque, ya sabremos cual elegir.
 
-Pero...- Naruto la vio alejarse hacia otro de los módulos. Pronto la ansiedad se tornó insoportable, la agitación interna le exigía salir de allí, correr, alejarse hacia cualquier sitio despejado. Pero Naruto luchó para contener su desesperación y, para cuando quiso darse cuenta, sus brazos evidenciaban lineas verticales por los rasguños que no pudo reprimir. Cuando se giró hacia su derecha, pudo contemplar en el cristal esmerilado su reflejo algo distorsionado. Inmediatamente despues, Naruto se llevó los dedos a los labios.
 
Y vio que estaba sangrando...
 
-Este no, este no...- en el sector a espaldas del edificio, Sakura deslizaba su dedo índice sobre el papel, repasando fugazmente las alternativas. Se había olvidado de preguntarle a Naruto qué carrera le parecía adecuada, pero seguro estaría de acuerdo en la que ella eligiera. Tendrían además la opción de estar juntos. A Sakura le parecía una idea tentadora. Naruto era un buen prospecto, era guapo y le gustaba, pero esperaría a que él le pidiera la primera cita para no precipitarse, solo debía...
 
La respiración a sus espaldas, la hizo dar un fuerte sobresalto. Sakura se dio media vuelta y se vio acorralada por el cuerpo del jóven más apuesto que haya visto nunca. Era alto, y llevaba un corte inusual de cabello. Su rostro era enmarcado por dos mechones oscuros e irregulares. Sus profundos ojos negros emanaban un imperceptible brillo rojizo que se extraviaba en el reflejo de las letras que estaba observando.
 
Sakura permaneció inmovil, pasmada. Lo oyó susurrar algo, pero no parecía estar dirigido a ella, porque el chico se apartó inmediatamente despues de haber posado su índice sobre la tercera línea de la quinta columna. Internamente Sakura agradeció a sus excelentes reflejos y rebuscó el bolígrafo de sus bolsillos para anotar el número acorde al instituto que aquel joven había señalado.
 
**
 
-Sakura- Naruto llamó al ver la larga cabellera rosa pasar por un costado de la fila. La chica se frenó al escuchar su nombre, y sus cejas se contrajeron en notable disgusto al contemplar a Naruto sentado sobre la acera.
 
-¿Por qué no estás formado?- preguntó con un deje de reclamo en la voz. Naruto se sintió ligeramente abochornado. Rara vez se sentía asi de mal, pero debía admitir que fue una pèsima idea no haberle dicho a Sakura sobre su enfermedad en un primer momento. No quería que ella también lo viera como si fuera un raro.
 
-Es que...me sentía mal- admitió en un murmullo. Curiosamente era la primera vez que le pasaba algo así. Siempre que Naruto se sentía ansioso o desesperado, sólo debía caminar un poco y lograba tranquilizarse. En cambio, esta vez se había lesionado inconscientemente...dos veces. Se había mordido el labio y arañado los brazos con mucha fuerza. Definitivamente estaba empeorando.
 
Sakura reaccionó al cabo de unos segundos, recordó no haberle preguntado a Naruto sobre el motivo de su llanto, y supuso, que de algún modo, estaba ligado a ello.
 
-Escucha- se sentó a su lado y le entregó a Naruto el carnet de inscripción. -Debo ir a hacer algunas compras, estaré ocupada el resto de la tarde.
 
Naruto pestañeó al tener la hoja en sus manos.
 
-Ya elegí el colegio al que asistiré, asi que ¿Por qué no te quedas y revisas tus opciones?- hizo una pausa para levantarse y después agregó. -¿Sabes cómo regresar?
 
Y aunque Naruto no lo sabía, asistió. Le daba vergüenza confesar que durante el viaje en tren había estado divagando y no se fijó bien en las estaciones. Además, creyó que regresarían juntos...
 
-Sólo pones mi carnet en la urna correspondiente- Sakura observó que la fila se había extendido considerablemente. -Nos veremos mañana-  pero no le importó. Ya estaba segura de su desición y tendría que preparar los útiles porque, siendo una de las mejores estudiantes de su grupo, estaba más que convencida de calificar.
 
A Naruto le tomó más de dos horas llegar hasta el primer módulo. Cada vez que se formaba, tenía que salirse de la fila poco después porque no soportaba estar mucho tiempo quieto y nadie respetaba su lugar.
 
Asi que, cuando el lugar se quedó sólo, Naruto se apresuró a llenar los formularios, dándose cuenta de que ya había oscurecido y no tenía forma de orientarse de regreso. Tendría que preguntar. Optó por poner el mismo número de instituto del carnet de Sakura, pese a que no sabía en qué consistía. Sólo deseaba volver rápido para no preocupar a sus abuelos.
 
Debido a la hora, Naruto se encontró con el infortunio de vagar en las solitarias calles de la ciudad.
**
 
Sakura agitó su mano frente a Naruto. Sus coloridos brazaletes emitieron un singular tintineo que alertó al rubio.
 
-¿Podrías poner los pies en la tierra por un momento?- preguntó, ligeramente ofuscada al ver que Naruto no reaccionaba del todo. Tenía la mirada como pérdida y no había dicho una sola palabra desde que abordaron el tren. -Mira, ya llegamos.
 
Naruto afirmó despacio con la cabeza y se colgó la mochila al hombro para, segundos más tarde, descender del transporte junto a su parlanchina compañera. El accidente de la semana anterior había sido olvidado y enterrado con la esperanzadora noticia de la llamada del día anterior por parte de una de las prefectas del colegio al que ambos se habían inscrito.
 
Anko Mitarashi había mantenido una superflua conversación con su abuela. Y lo siguiente que Naruto supo fue que tendría que presentar un par de exámenes para determinar sus aptitudes y logros académicos -los cuales, ciertamente eran nulos-
 
No obstante Naruto no quería que la bochornosa vivencia de su extravío, y el asalto sufrido poco despues, fueran en vano. No podía simplemente esquivar sus problemas y, además, sus padres habrían querido verlo esforzarse por conseguir esa vacante.
 
Anduvieron por varios minutos hasta llegar a la infraestructura situada junto a una densa arboleda que figuraba ser una selva.
 
-No...
 
El desaliento de Sakura casi le pasó desapercibido. Pero cuando Naruto volvió la vista al frente, se encontró con una cantidad exorbitante de chicos, y una minoría de estudiantes del sexo opuesto. Todos ellos sumergidos en el bullicio de las voces. Algunos charlaban, la mayoría tenía cara de pocos amigos.
 
-No puede ser tan malo, ¿verdad?- cuestionó Sakura en un infructuoso intento por disipar su nerviosismo. Buscó con la mirada entre el gentío y, su decepción se hizo latente al no ver a aquel chico apuesto y de mirada enigmática.
 
Sin estar seguro de qué responder, Naruto empezó a caminar hacia la enorme cancha dispuesta al aire libre. No comprendió la razón, pero un extraño atisbo de emoción le sacudió las entrañas.
 
-¡Escuchen, basura insignificante!
 
El atronador grito propició que los jóvenes allí reunidos se volvieran hacia el frente, donde, un alto y fornido hombre calvo, los inspeccionaba con su fiera mirada.
 
Sasuke, que yacía en un extremo hasta el fondo del patio, se acercó hacia la multitud.
 
-Mi nombre es Ibiki Morino- se presentó el susodicho con su altivo metro ochenta e intimidante mirada escrutadora. Varios estudiantes, sobretodo aquellos que se encontraban hasta el frente, notaron las dos gruesas cicatrices que enmarcaban su macilento rostro. Ibiki Morino tenía el claro aspecto de un presidiario, un criminal de cuidado que ha experimentado en carne propia las más atroces torturas y la rutina de mierda y claustro constante dispuestos para un reo de su calaña. -A partir de este momento quiero que piensen bien quienes desean formar parte de la institución. Quiero- e hizo una pausa para sonreír con mofa. -Pequeña escoria descerebrada que analicen cada aspecto de lo que conlleva permanecer aquí los siguientes meses de sus miserables vidas.
 
Un resquicio de sonrisa asomó en los labios del Uchiha en tanto Ibiki Morino terminaba de dar las superfluas explicaciones que él de antemano conocía. Ese era su último intento por superar a su hermano mayor, y además, ello lo llevaría inminentemente a la perdición, a la autodestrucción y finalmente a la muerte. Y Sasuke se había resignado a ello como quien padece una enfermedad terminal y acepta vivir sus últimos días recluido física y emocionalmente.
 
-La primera prueba que determinará quienes califican- prosiguió Ibiki en tono más áspero. Algunos estudiantes se removían incómodos, mientras que la mayoría escuchaba atento su discurso. -Consiste en un examen escrito- no fueron pocos los que abuchearon la primera encomienda, pero Ibiki Morino los silenció con una intimidante exclamación, que a su vez, era de hastío. -Requieren de seis puntos como mínimo para clasificar para la segunda prueba. Cada uno de ustedes posee ya los diez puntos en forma, sin embargo, dependerá de los aciertos que logren acumular si conservan esos diez puntos o en cambio...- no necesitó terminar la frase para que ellos comprendieran que quedarían fuera sin reparo alguno. -Una cosa más- añadió seriamente. -Quienes fracasen en la prueba escrita, no podrán inscribirse a otro colegio hasta el siguiente año.
 
El pasmo entre los jóvenes congregados fue total. Hubieron murmullos de incredulidad e intercambios de furtivas miradas temerosas.
 
Justo en el centro del bullicio, Sakura enredó su brazo en torno al de Naruto y lo instó a seguirla. El rubio sin embargo no se movió de su sitio. Apenas se tambaleó cuando la chica dio un firme tirón para que abandonara su lugar.
 
-¿Qué no escuchaste?- pero Naruto si que habia oído. -Si fallamos el examen, anularan nuestros cupos y perderemos la oportunidad de entrar a otro instituto.
 
Los ojos jade de Sakura repasaron con incertidumbre el atractivo semblante de Naruto. Había algo en sus ojos, algo que Sakura no supo precisar, pero que sin embargo evidenciaba una entereza y determinación que difícilmente flaquearia con una simple advertencia como aquella.
 
Luego de un par de minutos, que parecieron interminables horas para la fémina, Naruto pronunció con voz decidida.
 
-Quiero...quiero intentarlo.
 
Y vaya que queria. Porque no existía cosa en el mundo que alentara más a Naruto que un reto. Un desafío. Desde siempre Naruto había gustado de hacer frente a ese tipo de circunstancias, le gustaba en la misma medida que a su padre. Porque se debía hacer un esfuerzo máximo, porque podían superarse, y sobretodas las cosas, porque tenían la oportunidad de ser reconocidos.
 
En su anterior colegio, Naruto había destacado en los deportes, y cada vez que surgía alguna prueba física, por más exhaustiva que esta fuera, no dudaba en apuntarse. Era, además, su manera de compensar su escaso desempeño intelectual y de conducta.
 
-Naruto...- Sakura observó al aludido y, segundos más tarde, volvió la vista hacia el hombre que continuaba dando indicaciones. Todo en él resultaba aterrador, intimidante, desde su excesiva musculatura hasta su manera de gesticular.
 
"No esta de broma" pensó Sakura al reparar en su penetrante y fiera mirada. Nadie en su sano juicio realizaría una advertencia de tal índole sin saberse expuesto a una dura demanda. Y aunque la Haruno ignoraba de qué iba todo, sabía que era muy tarde para tratar de investigar cuál era la finalidad de ese colegio. Cuando quiso hablar de nueva cuenta, Ibiki Morino, tan alto y aterrador como una mole, se abrió paso entre el alumnado.
 
Por un instante las piernas de Sakura temblaron, fueron apenas un par de segundos en tanto el hombre se dirigía a Naruto y enroscaba su gruesa mano en el brazo delgado del Uzumaki.
 
-Al frente.
 
Confundido, Naruto miró el firme agarre sobre su brazo, las uñas se habían indicado duramente sobre su piel.
 
Y dolía horrores.
 
No obstante, Naruto se mordió el interior de las mejillas para no quejarse. No sabía la razon, pero intuía que hacerlo lo meteria en problemas.
 
-Son un par de mierdas y bocazas- dijo Ibiki al tiempo que jalaba el brazo del chico, arrastrándolo por la multitud para llevarlo al frente. Naruto sintio que las rodillas le flaqueaban, una mezcla de adrenalina y terror circulaba constantemente por su torrente sanguíneo, alertandolo. -No se toman mis palabras en serio ahora, pero pueden apostar su jodido pellejo a que vendrán lloriqueando cual maricas pidiéndome instrucciones. ¿Y saben que?- para ese momento, todos miraban perplejos al cohibido rubio, quien igualmente contemplaba su entorno con incertidumbre y cierto temor. -Tu...
 
Al menos quince adolescentes se hicieron a un lado cuando el dedo de Ibiki señaló hacia el frente, sólo uno permaneció inmóvil, sereno y calmo, casi indiferente ante las circunstancias.
 
-Tu nombre- exigió saber Morino. Obtuvo una mirada gélida a cambio, y luego, el joven se irguio lentamente.
 
-Sasuke Uchiha 
 
Metros al fondo se oyó una ligera exclamación femenina a la que nadie tomó mayor importancia.
 
-Ven aqui- Ibiki sarandeó al rubio de los hombros, lanzándolo repentinamente hacia el frente. Poco faltó para que Naruto se fuera de bruces al suelo. Sus opacos ojos azules buscaron los del contrario. Y sintió su corazón congelarse, el tiempo detenerse.
 
Todo perdió relevancia cuando el imponente joven de abisales pupilas acortó la distancia que los separaba.
 
Negro y azul se encontraron en un intercambio abrupto de miradas. Naruto separó los labios para decir algo, pero fue Ibiki quien retomó la palabra.
 
-Rompele la mandíbula.
 
Por una fracción de segundo, Naruto creyó haber escuchado mal. Quería, de algún modo, convencerse de que nada ni nadie podría hacerle daño en un instituto.
 
Cuán equivocado estaba..
 
Sin siquiera pensarlo, Sasuke se abalanzó sobre el bello adolescente de mirada ensoñadora, derribandolo de espaldas a la par que sostenía su puño en alto.
 
Fue apenas un instante, pero, sometido e inmovilizado por la sorpresa, Naruto notó una emoción que nunca antes había visto en los ojos de una persona, y mucho menos de alguien joven. Era odio, puro y simple odio. Aquellos oscuros pozos refulgían toda clase de pensamientos negativos y ruines, reflejaban, como la oscura bóveda celeste, un brillo de malicia, de enojo y de ira.
 
De un momento a otro, Naruto se resignó a que el puño cayera directamente sobre su rostro y terminará cumpliendo la sentencia impuesta por su superior. Sin embargo, y para perplejidad de muchos, nada pasó.
 
Se oyó un ligero rechinido. Y nadie supo con precisión si fueron los dientes de Ibiki Morino o acaso sus gruesos nudillos.
 
-No- en menos de un pestañeo, Sasuke se hizo a un lado para luego incorporarse con la gracia de un gimnasta.
 
-¿No?- a juzgar por la expresión adusta del mayor, cualquiera habría predicho que algo malo sucedería a continuación, y habría sido acertado.
 
Un destello de dolor se expandió en las pupilas de Naruto. El golpe fue tan rápido y fuerte que, un manto oscuro se cernió sobre de el. Vio manchas refulgentes y de diversas tonalidades, pero en realidad, tenía los ojos cerrados.
 
Su mente apenas logró procesar vagamente lo que habia ocurrido.
 
Desorientación, aturdimiento, dolor, mucho dolor...
 
-¡Naruto!
 
Y aún en semejante estado de obnubilacion, Naruto fue capaz de reconocer la voz aguda de Sakura.
 
Abrió lentamente los labios para decirle que estaba bien -aún cuando no lo estaba-, sin embargo un flujo de sangre resbaló por su barbilla hasta impregnar de ocre el cuello de su desgastada chamarra naranja.
 
-Ponte de pie.
 
Un regusto amargo le quedó impreso en el paladar. Tenía la barbilla entumecida y sentia una sensibilidad enorme detrás del labio inferior.
 
-Levantate ahora o te juro por mi difunta madre que no tendrás oportunidad siquiera de presentar el examen escrito.
 
La voz sonaba lejana, distante. Pero la advertencia bastó para que Naruto se apoyará sobre los codos, buscando equilibrio para poder ponerse en pie por su cuenta.
 
-Esto no es un juego- extrañamente, Ibiki le tendió la mano para que se levantara. Naruto tuvo que permanecer quieto donde estaba porque sentía que todo su entorno giraba. Nunca había recibido un golpe de esa magnitud, nunca...
 
Sasuke volvió a su respectivo lugar, y pensó, en su fuero interno, que le había hecho un favor a aquel niño idiota. Aquello no se comparaba en absoluto a la serie de horrores que tendrían que presentar quienes decidieran quedarse. El lo sabía, y todo porque Itachi había presentado el examen hace ya algunos años. E incluso su hermano, que se vanagloriaba en su "perfeccion" había fracasado.
 
Varias manos se alzaron en el aire, dirigidas hacia el cielo, como banderas de rendición.
 
Sakura, que en esos momentos, se encontraba junto a Naruto, hipaba constantemente y sus hombros se sacudian ligeramente. Ya no albergaba la menor duda, quería renunciar, sólo eso. Regresar a casa y olvidar el mal trago que ese lugar les había causado.
 
-Naruto, vámonos- insistió balbuceante. Y no le sorprendió, al mirar por encima de su hombro, que casi la mitad de jóvenes se habían retirado ya. El resto permanecían implacables, y más allá de la maleza estaba el, Sasuke Uchiha, la razón por la que Sakura decidió elegir ese colegio.
 
Lo miró de soslayo y siguió sintiéndose terriblemente atraída por él, similar a un imán. No obstante ella era débil, lo suficiente para querer renunciar en ese preciso momento a los sinsabores y humillaciones que ese lugar les tenía destinados.
 
-Puedes irte, Sakura Chan...- masculló Naruto en cuanto se hubo recuperado un poco del malestar. Muchos habrían apostado que sería el primero en renunciar e irse, Naruto podía verlo en sus ojos, todos lo creían, incluso el bastardo parecía mofarse de el mientras mantenía una amplia expectativa de verlo marcharse. Pero Naruto Uzumaki no se rendía tan fácil, podía ser bondadoso como su padre, y apasionado como su madre, más no deseaba seguir viviendo a la sombra de lo que habían sido sus progenitores. Ellos ya no estaban más para hacerse cargo, y para bien o para mal, Naruto se acreditaba toda la culpa.
 
Sobra decir que esa era su manera de castigarse a si mismo por sus errores pasados.
 
-¿Quién más va a renunciar?- para cuando Ibiki preguntó, sólo restaba la mitad de alumnos.
 
Desesperada e indecisa, Sakura se mordió el labio. Miró de nuevo a Sasuke y esta vez notó que no era la única que lo miraba. Una rubia y una pelirroja también vigilaban con recelo los movimientos del Uchiha, cual si fuera el mejor prospecto del mundo. Y Sakura también pensó que lo era.
 
-¿Nadie más?...- prevaleció el silencio. Ibiki inspeccionó escéptico al chico rubio que parecía tan frágil y torpe, pero que sin embargo no vaciló en ningún momento para levantar la mano. -En ese caso dirijanse al edificio a sus espaldas y esperen nuevas instrucciones... 
 
**
 
Las manecillas del reloj seguían avanzando, lenta y silenciosamente dentro del aula designada para los exámenes escritos. En el último asiento de la tercera hilera de pupitres, Sasuke Uchiha levantó la mirada del papel y recorrió uno a uno los asientos hasta posar sus oscuras orbes en cierta cabellera rubia.
 
Lo primero que cruzó sus pensamientos fue la deliberada estupidez que aquel chico había cometido al decidir permanecer allí.
 
¿Insolencia, inmadurez?
 
No lo supo con certeza. Lo vio deslizar la punta del grafito por un costado del pupitre metálico, y supuso, no sin cierta arrogancia, que Naruto no tenía la más remota idea de lo que consistía el examen. Pocos lo sabían en realidad no era cuestión de inteligencia sino de astucia.
 
Copiar. Simple y llanamente eso. Claro que, había que ser precavidos, de nada servía extraer cualquier tipo de información si eras descubierto en el acto.
 
Sólo un par de prefectos permanecían sentados frente al aula, sus ojos vigilantes viajaban de extremo a extremo, siempre en busca del mínimo descuido.
 
No fueron pocos a quienes pillaron in fraganti. Y al cabo de una hora, el tiempo límite había finalizado.
 
-De pie, todos- el segundo moderador, de nombre Genma, inspeccionó uno a uno de los presentes.
 
Naruto tenía las facciones tensas, le sudaban las manos y se había arañado los brazos constantemente. Y ni siquiera con ello, logró resolver una sola de las diez preguntas. Estaba acabado. Acababa de desperdiciar su cupo al inscribirse en ese lugar. Se habia esforzado, indudablemente lo había hecho.
 
Pero no era suficiente, nunca era suficiente...
 
Tarde se percató de que debió haber renunciado. Los exámenes escritos no eran su fuerte, su coeficiente intelectual no era muy alto, y aquellas preguntas eran tan complicadas.
 
-Quienes se encuentran aquí reunidos- Genma tosió en seco contra su puño. Su rostro pálido era el de un hombre enfermo, pero nadie le dio importancia. -Están dentro.
 
Exclamaciones, murmullos, gemidos de asombro e incertidumbre.
 
Los ojos de Naruto se abrieron grandes. Rápidamente dio vuelta a su hoja, dejándola boca abajo. Estaba en blanco.
 
-A partir de este momento forman parte de Konohagakure no sato- volvió a toser. Sakura se sintió regocijante de dicha, de repente todo el miedo habia desaparecido. Miró de soslayo a Sasuke. -Deben tener en cuenta que este no es un plantel subsecuente o ligado a ningún otro instituto. Esto es un internado militar, y como tal, se exigen dos cosas...disciplina...
 
Naruto no escuchó la segunda enmienda, porque tanto Sakura como el se giraron para mirarse, entre absortos y confundidos. Aquello no era un colegio, sino un internado.
 
Y acababan de quedar dentro...
 

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