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El trono oculto (re-subido) por Cat_GameO

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Notas del fanfic:

ADVERTENCIAS:

¡Cuidado! Esta historia está plagada de temas como: violación, abuso a menores, abuso de sustancias tóxicas como las drogas, abuso de alcohol por menores, violencia física, psicológica y sexual. Todos estos temas están expuestos de manera EXPLICITA.

Es sumamente recomendable proceder bajo advertencia.

Todo el contenido de este fic es original, así como los nombres de los personajes, situaciones expuestas (así estas tengan un parecido con la realidad, son sólo ficción).

TODA la historia está plagada de los temas previamente mencionados, por lo que se ha catalogado como una lectura para mayores de 18 años.

Agradezco mucho la comprensión.

Notas del capitulo:

ADVERTENCIAS: El siguiente capítulo contiene escenas de tortura EXPLICITAS, abuso a menores e implicación de abuso de sustancias nocivas para la salud.

Por favor, proceder bajo adverencias.

Espero que lo disfruten.

PARTE I


Capítulo uno


Por la recta final


 


El cuerpo del adolescente topó contra el piso. Sus manos estaban atadas detrás de la espalda y su boca había sido cubierta por una especie de trapo que rodeaba la cabeza.


—¿Y esto? —dudó un hombre con molestia. Portaba un traje oscuro de saco y pantalones elegantes. Su cabeza calva estaba tatuada desde la nuca hasta la frente para dar una fachada de rufián—. Les dije que quería al hijo del Dragón del Este… no a una niña cualquiera.


—Pero fue la única chiquilla que se apreció en la ubicación que nos dieron —renegó levemente el sujeto de la derecha que estaba cerca de la puerta de la habitación—. Además, nosotros no tenemos ninguna fotografía reciente del hijo mayor del Dragón.


—¡Serán imbéciles! Les dije que el primogénito de sus hijos es rubio y de ojos claros. ¿Cómo no pueden identificarlo?


—Jefe —interpuso el segundo de los hombres. Él lucía joven y portaba una coleta castaña. Estaba parado cerca del adolescente. Expuso—: la referencia muestra a un niño de siete años. Sabemos que los hijos del Dragón son adolescentes ahora, pero no estamos mintiendo. Esta niña estaba en la locación que nos mandaron. Si ella cayó en la trampa… ¿no es la hija de Heath Alipsis?


—Joder… —pronunció el hombre tatuado. Caminó hasta la posición del menor, se inclinó y sujetó su cabello rubio y largo—. Entonces… ¿tiene una hija y un hijo? Eso quiere decir que nuestro departamento de inteligencia está mal.


—¿Qué vamos a hacer? —indagó el primer subordinado un poco asustado.


—No nos sirve de nada tener a una rehén que es una simple civil.


Sin embargo, un sonido interrumpió la escena. Era una especie de canción de ritmo básico y tipo música pop. El líder soltó al adolescente, se levantó y sacó su teléfono móvil.


—Patrona —dijo el jefe por la bocina del teléfono al tomar la llamada—, creo que nos equivocamos… —Aguardó. Contempló al rehén y mostró una mueca de incredulidad—. ¿Cómo? ¿Está segura? —Suspiró. Luego pateó levemente el cuerpo del joven y lo hizo rodar al frente. —Entonces, tenemos al niño. Sí, sí… —sonó su voz titubeante— no, no fue tan difícil. Pero… —Con su zapato movió el rostro del recluso y sonrió complacido. —Ya, claro, Patrona. Nosotros comenzaremos la tortura y grabaremos todo para enviar el vídeo al Dragón. Por supuesto, la mantendremos al tanto de todo. Hasta pronto, Patrona. —Colgó y se rió con descaro.


—¿Qué pasa, jefe? —dudó el hombre más joven de los agresores.


—La gente del Dragón se está movilizando porque al parecer sí atrapamos al correcto. —Al retirar el pie del rostro del menor, flexionó las piernas para bajar, después levantó la falda que usaba el adolescente y volvió a reír. —Eres un travesti, mocoso de mierda —opinó el jefe—. Si no hubiera sido por la confirmación de la Patrona, habría creído que eras una chica. Tu cabello largo adornado con moños y esas chorradas de niña, tu vestimenta con mini-falda y mallas… Eres un pervertido de mierda, ¿o qué? —Se incorporó y agregó—: Levántenlo y preparen la silla y las herramientas. Traeré la cámara para comenzar la tortura.


—De acuerdo, jefe.


El cuerpo del menor fue recogido sin cuidado. Lo llevaron hasta una silla y lo sentaron. Ataron sus piernas a las patas del asiento y sus brazos al respaldo, retiraron la prenda de su boca y lo abofetearon dos veces. El muchacho agachó el rostro y respiró con prontitud. Su cabello largo, hasta la espalda baja y rubio clarísimo, caía hacia el frente y estaba desacomodado. Sus ojos, de un color verde-azulado casi celeste, se llenaban de lágrimas, mientras que su boca, pintada por un colorete rosado claro, tenía un trazo de sangre que recorría parte del mentón. Su rostro era muy agraciado y femenino, por esta razón solía ser confundido con una chica. Además, su cuerpo era muy delgado y andrógino, así que la ropa como las faldas, blusas un poco holgadas y mallas iban con su imagen y estilo.


De pronto, uno de los hombres jaló el cabello del menor y levantó su cara.


—Sonríe para la cámara, travesti —dijo el hombre—, que tu papi querrá verte feliz.


Los agresores ya habían montado una cámara rectangular y pequeña sobre un trípode, habían abierto unas cajas de herramientas y sacaban artefactos variados para colocarlos en la única mesa que había en el cuarto.


—Es muy probable que tengamos sólo una o dos horas antes de que nos localicen —el jefe reveló—. Hagamos esto rápido, ¿comprenden? Lauri, quédate en la entrada y asegúrate de que no seamos interrumpidos.


—Sí, jefe —confirmó el más joven de los hombres.


—Jonas, ayúdame con el niño.


—Sí, jefe —replicó Jonas con su voz pesada.


De pronto, el rehén sintió que su chaqueta era removida y que la blusa negra que portaba era rasgada por la mitad. El líder tomó una navaja, unas pinzas básicas y un alambre, caminó en torno al adolescente y mostró un rostro sonriente.


—No sueltes su cabello —ordenó el hombre tatuado.


Jonas obedeció. El adolescente intentó moverse, pero fue fútil, pues estaba totalmente imposibilitado. Lo único que podía hacer era llorar y rogar con su voz quebrada y ahogada. Sin embargo, las súplicas no detuvieron a los opresores. El líder usó el cuchillo y comenzó a dibujar sobre el pecho del adolescente como si fuera un lienzo. Enterraba el filo del arma levemente para dejar heridas que desfiguraban la tez pálida y perfecta del menor. Después, con las pinzas, tomó la oreja izquierda de la parte inferior y la estrujó. Ahora cortaba la carne con el cuchillo hasta que, por fin, arrancó el lóbulo.


Los gritos del jovencito inundaban la sala. Pedía una y otra vez que pararan. Sin embargo, los hombres sólo se burlaban y gozaban de la actividad.


Una vez la oreja quedó ensangrentada, el chico fue liberado de las amarras de los brazos. Los enemigos retiraron sus prendas y con ayuda de un alambre estrujaron sus extremidades desde arriba hasta abajo.


—Pásale las manos para adelante —ordenó el jefe.


Los hombres utilizaban fuerza y enredaban el alambre dejando las puntas libres para estirar constantemente. Las heridas aparecían de modo que el metal se incrustaba en la piel del muchacho.


—Tráeme el cincel. Vamos a jugar un poco más con él.


Jonas acató la orden. El líder desató las piernas del rehén y lo tiró al suelo.


—P-Por… favor… —imploró el adolescente—, n-no… m-más…


El jovencito notó que el hombre calvo movió la cámara y regresó junto a él con un cincel y martillo. Intentó moverse, pero Jonas lo sujetó de las piernas. El hombre retiraba las medias y la ropa interior.


—Mire nada más, jefe —opinó Jonas de forma ominosa—, hasta usa pantis de chicas.


—Una depravación para la naturaleza. Sin duda se nota que es hijo del imbécil de Heath Alipsis. Ábrele las piernas.


Rápidamente, el joven fue movido con brusquedad. Luego, cerca de sus glúteos, en el muslo trasero, hubo un tacto frío causado por un objeto metálico.


—¡N-No! ¡P-Por favor! —pidió el menor.


Los opresores ignoraron al muchacho y con el cincel y el martillo crearon nuevas heridas sin orden por todas sus piernas. A veces usaban el cuchillo, después rasgaban los muslos con el cincel, arrancaban pedazos de piel con las pinzas y con más alambres perforaban su cuerpo.


Los llantos del joven eran agudos y constantes. Hacía un esfuerzo por moverse, pero era retenido por los torturadores.


—Levántalo, Jonas —ordenó el jefe.


Otra vez el menor quedó sentado. Su rostro estaba empapado en lágrimas. El líder se acercó a él y tomó su labio inferior sin titubeos. Acto seguido, perforó la carne desde el interior de la boca con una especie de alambre filoso y metió cuatro veces el objeto como si enredara el metal.


—Dame el teléfono, Jonas. Es hora del show final.


Jonas sacó su móvil y lo ofreció al líder. El hombre marcó un número y aguardó.


El menor gemía por el dolor intenso que consumía todo su ser. Temblaba y cerraba los ojos para buscar algún tipo de protección.


—¡Hola, hola! —el líder habló gustoso. Puso el altavoz en el teléfono y prosiguió—: Sé que te estás preguntando quién soy, ¿verdad, Dragón del Este? Bueno, te haré más fácil todo. Soy Mateos, el agente que el Saltamontes Dorado ha enviado a tu país… ¿y qué crees? En estos momentos estamos jugando con tu hijo.


No hubo respuesta proveniente de la bocina del teléfono.


—¿Qué pasa, no me crees? —Mateos rió. Se acercó al adolescente y jaló el alambre incrustado en su boca.


—¡Ah! —gritó con dolor el muchacho.


—¿D-Drake? —sonó una voz seria por la bocina del móvil.


—Así es —agregó Mateos con una sonrisa sin soltar al menor—, tu pequeño… o pequeña, lo que sea, Drake, es ahora nuestro objeto de juegos y torturas. Sé que todavía no nos has localizado y que estás en el proceso de hacerlo, pues estoy siendo cortés porque no he cifrado el teléfono. Sé que tu gente está obteniendo la información a través de esta llamada. Pero, como soy todo un caballero, voy a contarte lo que estamos haciendo con tu hijo. Verás, Dragón, por ahora sólo hemos hecho poco, pero como tu niño parece chica, mis hombres se van a echar un polvo con él… Claro, después de romperle la cara, un par de huesos y arrancarle la piel de algunas zonas más, quemarlo para desfigurarle el rostro y dejarlo lleno de perforaciones para que al final no pueda ni moverse por mucho tiempo. ¿Te gusta?


—¡Hijo de puta! ¡No te atrevas a tocarlo más!


—Bueno, cabrón, eso va a depender de ti. O detienes el ataque a nuestra base del oeste, en el Distrito de Gota, o tu hijo Drake sufrirá las consecuencias.


Por unos instantes, sólo el silencio de la bocina aconteció.


Mateos soltó a Drake y dejó que sollozara.


—¿Qué pasa, Dragón? —continuó el rufián con su voz retadora—. ¿Es más importante el ataque que la vida de tu propio hijo?


Ante las palabras, Drake alzó el rostro y miró el teléfono. Por una parte no estaba sorprendido de que su propio padre dudara ante una situación así, ya que conocía la importancia del ataque que se había planeado por casi un año entero para acabar con la ventaja del cártel de los Saltamontes Dorados. Sin embargo, en la otra mano, Drake deseaba que su padre considerara, aunque fuera un poco, su vida. Muy en el fondo deseaba que su padre lo rescatara cuanto antes.


—Bien —por fin sonó la voz del Dragón del Este por el teléfono—, detendré el ataque…


—¡Ja! —Mateos expresó— Eres un buen padre, cabrón. Tu pequeño te lo agradecerá. Buena suerte al encontrarnos, por el momento seguiremos torturando a tu hijo.


—¡Dije que detendré el! —pero la llamada terminó y la frase no pudo escucharse más.


Mateos guardó el móvil en el saco, llevó la mano hasta el rostro de Drake y lo tocó con morbo.


—Dime algo, pequeño Drake, ¿por qué te vistes así?


Drake contemplaba al hombre con enojo y miedo a la par. No deseaba seguir en esta posición.


—V-Vete al… carajo —Drake replicó con su voz jovial y quebrada.


El hombre se mofó y abofeteó al adolescente. Ahorcó a Drake un poco y con el cuchillo penetró una parte de su vientre de manera lenta.


—Ustedes los hijos de los narcos son unos estúpidos, creyéndose los dueños del mundo. Que te quede claro algo, mocoso idiota, a diferencia de tu papi, nuestro líder no es un narco cualquiera. Nosotros controlamos una parte del gobierno de nuestro país y tu papá no. Claro, todavía tenemos que enfrentar al cabrón de Edme Dumá. Pero ustedes no son ni la sombra de él o del gran Jamie Muller. —El hombre soltó a menor al terminar la frase, sacó el cuchillo del interior y lo limpió.


Drake tosió para recuperar el aliento y respiró con profundidad.


—¿Jefe? —la voz de Jonas rompió la atmósfera—. ¿De verdad vamos a tirarnos al niño? No… No me gustan los hombres y, aunque parezca una chica, no… No sé… No creo poder.


El otro sujeto no respondió. Dio unos pasos en torno a la mesa y tomó un martillo metálico.


—No lo harás con tu polla, idiota. Le meterás esto por el culo.


—Ah… B-Bien… ¿D-De inmediato?


—Sí, de inmediato, idiota. ¡Ahora! ¿No lo comprendes?, ¿o es que tengo que repetírtelo?


A continuación, Drake fue empujado al suelo y su rostro golpeó el piso. Su boca había dolido más debido al alambre que seguía incrustado en su labio. Con rapidez, sintió que los hombres lo sujetaron de las piernas y tocaron sus glúteos.


—¡N-No! ¡P-Por favor! —Drake pidió desesperado.


—Metámosle el mango —Mateos compuso.


Las manos de los hombres llevaron el objeto hasta la entrada anal del adolescente. Empujaban con suavidad ya que se deleitaban con la oportunidad que tenían. Drake siguió con las súplicas. Podía palpar el mango frío de la herramienta que presionaba su entrada y se introducía de forma muy lenta. Cerró los ojos y lloró. Aceptaba que estaba totalmente indefenso y que nada impediría aquél sufrimiento.


Sin embargo, un sonido en el exterior interrumpió la escena. Los dos hombres se contemplaron entre ellos y abandonaron la actividad sobre el cuerpo de Drake. El martillo fue lanzado a una esquina y los dos guarros aguardaron.


—¡Joder! —el líder dijo molesto— ¡El idiota de Lauri no tiene cuidado! —Se incorporó y dio unos pasos hasta la entrada. Se detuvo al escuchar el mismo sonido varias veces.


—Jefe, ¿son balazos? —Jonas dudó con el rostro consternado.


Y, sin previo aviso, la puerta fue abierta con brutalidad. Tres personas entraron y dispararon sin titubear. Los dos hombres de traje cayeron al suelo muertos de inmediato.


—¡Drake! —una de las personas dijo. Se acercó al adolescente y lo desató por completo—. D-Drake… Joder…


Drake reconoció a los tres nuevos intrusos. Uno era una mujer de cabello muy corto y rostro duro, vestida como una militar veterana; su nombre era Jennifer. El segundo era un hombre alto, musculoso, con cara de pocos amigos y también uniformado con ropajes negros y militarizados; su nombre era Roy. El tercero, el que se hallaba frente al muchacho, era pálido, de ojos azules y cabello rubio muy claro; era su padre Blake.


—Roy, asegura el perímetro. Jenny, llama al Doctor Orozco y dile que es una emergencia.


—Sí, jefe —replicaron Roy y Jenny en coro.


Drake contempló a su padre y no pudo evitar sollozar en silencio.


—Ven, hijo, ya estás a salvo —Blake compuso.


 


*** 


 


Durante el trayecto al hospital, Drake permaneció en el asiento trasero de la camioneta grande y blindada. Estaba cubierto por una manta y lloriqueaba con el rostro agachado.


—Sí… —la voz de Blake sonaba en todo el vehículo. Iba como copiloto y hablaba por teléfono—. Está bien… Llegamos a tiempo. Lo llevaré con el Doctor Orozco para que retire algunos alambres y revise todo su cuerpo… Es una lástima que detuvieras el ataque a la base del Distrito Gota.


Drake movió para arriba la cabeza un poco y contempló la figura estoica de su padre. Sí, comprendía que él era el culpable de que la organización perdiera una oportunidad así de grande y estaba seguro de que habría recriminaciones por parte de sus padres. Pero, él no había estado enterado de la operación de los enemigos y no había podido evitar ser capturado.


Cuando la llamada terminó, Blake suspiró con pesadez y el silencio se apoderó del momento.


 


 ***


 


Con ayuda del Doctor Orozco, los alambres fueron retirados y las heridas tratadas. Sin embargo, Drake había tenido que pasar un par de días en el hospital debido a que presentaba hemorragias internas leves.


Una vez fue dado de alta, regresó a casa. Había sido recetado con antibióticos, analgésicos y reposo. Muchas heridas todavía estaban frescas, y tendría que regresar al hospital para que retiraran algunos puntos que había necesitado.


Durante la primera noche fuera del hospital, Drake no pudo conciliar el sueño y había vagado por la casona. Había escuchado las voces de sus padres que discutían en la oficina principal de la planta baja. Se detuvo cerca de la puerta y aguardó. Estaba en pijamas y había retirado las chanclas de verano para que sus pasos no fueran escuchados.


—¿Y qué mierda querías que hiciera? —reclamó la voz pesada de Blake—. ¿A caso querías que no movilizara al equipo?


—Pudiste haber esperado por lo menos unas horas —compuso el tono jovial de Heath— para que hubiéramos destruido la base.


—¡Joder, Heath! ¿No puedes pensar en lo que le pudo haber pasado?


—Fue por tus descuidos que ellos lo asociaron con nosotros. ¡Pudo haber sido confundido por una niñata cualquiera!


—¿Mis descuidos? ¿Y cómo quieres que yo sepa todo lo que hace? ¿Y luego qué? —El reclamo de Blake fue acompañado por un golpe en alguna mesa—. ¿Habríamos dejado que lo torturaran y que lo violaran sólo por diversión?


—Vamos, sólo fueron un par de golpes. Además —la voz de Heath sonó muy severa—, él no es quien heredará el puesto del líder. Tan sólo míralo; es un niño distraído, torpe, demasiado incrédulo e incapaz de comprender la situación en la que vivimos. Y todo esto es tu culpa.


—¿Mi culpa?


—Sí. Tú los has malcriado y sobre-protegido. Es un alivio que Alex decidiera ser más disciplinado porque Drake es un caso perdido.


—No me vengas con idioteces. Tú fuiste quien solapó los caprichos de Drake y no dejaste que yo me encargara de él también. ¡Joder, hasta lo dejas que se vista de mujer! Sí, será un marica como nosotros, pero es el colmo, ¡joder!


—¿Yo tengo la culpa de que quiera ser un travesti? ¡No me vengas con idioteces!


Drake suspiró y agachó la mirada. Ni siquiera prestó atención al resto de la discusión. Dio una media vuelta y anduvo por el pasillo hasta llegar a la sala. No prendió las luces, sólo se sentó en el sillón grande y aguardó.


Estaba seguro de que sus padres no lo querían, pues era lo que demostraban una y otra vez. No sólo sus palabras herían, también sus actos. Sabía que para ellos dos, él era el hazme reír de la organización y no únicamente por su imagen y estilo, también por su forma de actuar. Nadie lo consideraba como una persona esencial en esta familia y lo único que oía de forma constante eran comentarios de lo inútil que él parecía.


Con cuidado, Drake levantó las piernas y abrazó sus rodillas. No tenía fuerzas para seguir llorando. Lo único que podía hacer era quedarse en ese silencio aterrador y esperar. Quizás todo sería mejor si nunca hubiera nacido y sólo su hermano Alexander fuera el único hijo del Dragón del Este. Él no era un líder… o eso se repetía. No tenía idea de lo que deseaba porque toda su vida había sido tratado como si fuera frágil e incapaz de tomar una decisión por su cuenta. En realidad, él temía aceptar su propio potencial, debido a que su juicio era nublado por los tratos de los demás.


De pronto, el joven cerró los ojos y se acostó en el sillón. Su rostro quedó frente al respaldo y permitió que la soledad oprimiera su pecho y lo consumiera. Detestaba ser parte de su familia y, todavía más, ser el hijo de un Señor de la Droga del país Bow.


 


 ***


 


—¡Hey! —una voz sonó cercana y familiar—. ¡Levántate y arréglate! ¿Quieres? Vas a llegar tarde al cole.


Drake abrió los ojos, giró un poco y encontró la figura de su padre Heath caminando rumbo al ventanal que dirigía a uno de los jardines.


—Blake te llevará a la escuela y no quiero que lo hagas esperar. Si ya puedes andar por allí, vagando por la casa, ya puedes regresar a la escuela.


Drake se sentó y esperó.


—No me hagas repetir —insistió Heath molesto y al visualizar a su hijo.


Sin otra palabra más, Heath abandonó la sala. Drake suspiró, se puso de pie y se dirigió hasta su habitación. De forma inesperada, en el camino, Alexander se interpuso.


Alexander era un año y medio menor que Drake, pero era más alto, fornido y con un rostro más maduro y varonil, su cabello era negro y corto y sus ojos de un azul excesivamente claro casi con destellos verdosos.


Por unos momentos, los adolescentes se contemplaron. En lugar de mantener una buena relación como en su niñez, habían creado una enemistad desde la pubertad a causa de la crianza de sus padres, así que ambos solían ser hostiles entre ellos.


—Ojalá estés feliz —Alexander habló con seriedad. Su voz era más dura que la de su hermano e iba de acuerdo con la imagen de un joven de aspecto rockero y rebelde— porque, gracias a ti, mi padre perdió una oportunidad invaluable.


—¿Según quién? —Drake retó.


—Todos. ¿O no lo sabes? Tan imbécil tenías que ser… Claro, por eso nunca serás digno del puesto de mi padre.


—Si tanto quieres ser líder, entonces, adelante, toma un cuchillo o una pistola y mátame.


Alexander no respondió. Sus ojos se achicaron un poco en señal de molestia.


—¿Qué pasa? —Drake continuó con el mismo tono altanero—. ¿No tienes los huevos para matarme? Porque —habló de manera segura y levemente sorprendido— mientras yo siga con vida, existirá la posibilidad de que tú no seas el próximo Dragón del Este.


—Eres un idiota y toda la organización lo sabe. Tú jamás podrás ser el líder.


Sin otra palabra más, Alexander reinició el paso y golpeó a su hermano con el hombro. Drake se sostuvo de la pared y no dijo nada. No estaba de humor para pelar con su hermano menor.


Drake continuó por el camino y llegó a su recámara. A toda prisa, y dentro de sus posibilidades con las heridas recientes, ingresó al vestidor enorme que conectaba con el baño y se vistió con prendas femeninas. Usó una falda corta, unos botines casuales, unas mallas altas para cubrir las cicatrices recientes y una blusa de mangas largas y de corte formal. Arregló su cabello en una media coleta y lo adornó con moños y broches de mariposas rosas y azules. En esta ocasión sólo maquilló un poco la línea de los ojos, puso sombra clara y pintó sus labios de un rosa claro para disimular un poco los últimos hostigamientos. Se contempló en el espejo y disfrutó de la imagen que proyectaba. Para Drake no existía ningún error en esta apariencia, puesto que se sentía bien y, principalmente, bonito.


Al terminar, buscó una mochila tipo mensajero color rosado y se dirigió hasta el exterior de la casa.


 


 ***


 


Una vez los adolescentes ingresaron al carro elegante, su padre Blake condujo fuera de la propiedad. Alexander iba en el asiento delantero del copiloto y Drake atrás.


—¿Otra vez vas a ir así a la escuela? —Blake inició el reclamo al mirar por el retrovisor la imagen de su hijo—. Ya te había dicho que los profesores no están de acuerdo con esto, Drake.


Drake ignoró a su padre y contempló el exterior por la ventana.


—Papá —Alexander opinó—, si él quiere ser la humillación de la familia, ¿quiénes somos nosotros para negarle ese placer?


La conversación no prosiguió.


Sin embargo, al llegar a la escuela, Drake fue encarado por su padre nuevamente. Alexandre había salido del auto y se había adentrado al edificio de fachada elegante y con pilares blancos. Blake se colocó frente a Drake y sujetó su brazo con fuerza.


—Es la última vez que te vistes así, ¿comprendes? —recriminó Blake al presionar más el brazo de su hijo.


—¿P-Por qué? —Drake replicó molesto. A pesar de que había dolor en su brazo, no hizo sonido alguno para indicarlo—. No le hago daño a nadie.


—Eres un varón y debes lucir como uno.


—Uno de los asociados de mi padre se viste como mujer, ¿no? ¡Y nadie le dice nada!


—Edward puede hacer con su vida lo que quiera, pero tú no.


—¿Por qué?


—Porque eres el hijo del Dragón del Este y debes acatar las reglas.


Otra vez Drake sintió la presión en el brazo. Por el último incidente, hubo más malestar de lo normal. Drake gimió un poco y tocó la mano de su padre.


—D-Duele —Drake expuso.


—Y será peor si vuelves a desobedecer.


Por fin, Drake sintió que su padre lo liberó. Dio dos pasos atrás y topó con el carro.


—¿Queda claro? —repitió Blake con una mueca de enojo.


Drake no replicó. Sólo agachó el rostro y aguardó.


—Drake, respóndeme.


—Vete a la mierda.


A continuación, Drake levantó la cara y desafió a su padre con la mirada.


—Agradece que estamos en público porque sólo por esta vez voy a tolerar tu rebeldía.


Drake observó a su padre dar la vuelta y rodear el coche para subir. Se movió y caminó rumbo a la escuela. Estaba en exceso fastidiado, pero también angustiado y decepcionado. Lo único que pasaba por su mente era que estaba cansado y que deseaba que todo se terminara.


—Oye, marica —unos alumnos dijeron al ver pasar a Drake—, ¿crees que te ves bien así, putito?


Los estudiantes, que eran un grupo de cinco muchachos, se burlaron e hicieron más comentarios despectivos. Drake los ignoró y llegó hasta el casillero que le correspondía.


El pasillo de la escuela estaba repleto de adolescentes que iban y venían. Muchos abrían las puertas metálicas de los muebles de casilleros, otros conversaban al caminar y unos pocos revisaban los murales donde se publicaban las noticias importantes de las actividades escolares.


Drake ya había perdido el interés por seguir en la escuela, así que no tenía preocupación respecto a las notas de las materias reprobadas. No deseaba ni regresar a casa.


Cuando Drake cerró el casillero, miró una de las puertas del final del corredor. Sabía que había una forma de olvidar todo el dolor que lo consumía.


Antes de poder moverse, fue rodeado por un grupo de muchachos más altos y grandes que él. Conocía a este conjunto, ya que eran amigos del chico que había iniciado una especie de persecución continúa contra él durante el año pasado.


—Oye, marica —dijo un adolescente castaño—, ¿hoy también vas a abrir las piernas para que te follen?


Los muchachos se rieron y entre algunos empujaron a Drake hacia atrás.


—¿O vas a chuparles la polla a tus clientes? —agregó otro joven.


—¿Por eso faltaste casi una semana? —preguntó el que estaba frente a Drake. Parecía un deportista por su cuerpo atlético y vestimenta—. ¿Te follaron demasiado?


Nuevamente el grupo se burló.


Drake intentó caminar, pero fue jalado y luego aventado contra los casilleros para que su cuerpo golpeara con fuerza.


—Te advertimos sobre lo que pasaría si seguías viniendo así a la escuela, maricón —amenazó el primero.


—Si tanto quieren follarme —Drake contrapuso—, podemos usar el salón de artes después de clases.


Sin previo aviso, el castaño golpeó a Drake dos veces en la cara y lo tumbó al suelo.


—¡Vete a la mierda, marica!


Los agresores se retiraron y tomaron a la derecha. Drake se incorporó y esperó unos minutos. Todo era el colmo. Desde los sucesos pasados, incluso en su familia, ahora en la escuela y parecía que tendría que tolerar las crueldades de la sociedad.


Entonces, el joven dio una media vuelta, caminó hacia la salida del edificio y abandonó la escuela. Había optado por la forma fácil para olvidarlo todo.

Notas finales:

Editado y Actualizado al 01 / 11 / 22

Segunda edición al: 27 / 20 / 22


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