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Slave por YunaYami

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Navi colocó la mano de su amante sobre el tatuaje de su abdomen, aún jadeante por el esfuerzo del sexo y le sonrió a Yamir, que comenzó a recorrer las líneas del dibujo con sus dedos.

_Amo, hoy el médico me ha revisado. - dijo en un susurro, intentando contener su emoción.- Por eso pedí verte esta tarde sin falta.

Debía darle buenas noticias. Después de casi seis meses,al fin tenían resultados. Había pospuesto su visita al médico durante algunas semanas, las suficientes para asegurarse de que el cansancio y los vómitos no eran de ninguna enfermedad. Había algo en su cuerpo, algo que él deseaba con todo su corazón. Y esperaba que Yamir también. No podía esperar a ver su rostro de felicidad.

_¿Qué te ha dicho?

_Pues que hay un bebé. Justo aquí.

Deslizó la mano sobre la de Yamir, clavando la mirada en la suya con una sonrisa amplia. Aguantó la respiración cuando el cuarto se quedó en silencio. Quizá ¿ no estaba feliz? No le había especificado que se tomara la hierba ¿había hecho bien? ¿Y si le mandaba deshacerse de él? Sabía lo que hacían para eso y no le gustaba. Pidió disculpas, notando como sus palabras salían temblorosas y entonces sus labios fueron atrapados con los de Yamir, que lo abrazó con fuerza contra él. El corazón del muchacho dio un vuelco y su sonrisa volvió a aparecer, pegando su mejilla contra el fornido pecho del general.

_Lamento haberte asustado. No quiero saber todo lo que has pensado.

_Tenía miedo de que el amo dijera que me deshiciera de él.

Yamir tomó el rostro de Navi, haciendo que le mirara. Aquellos ojos marrones enormes le observaron con curiosidad. Aún recordaba el momento en el que se enamoró de ellos.

Había acudido a uno de los valles por causa de una banda ladrones, posiblemente mercenarios extranjeros dada la violencia empleada, que habían comenzado a actuar atacando a los viajeros y robándoles hasta las muelas de oro. Navi estaba entre ellos, aunque no por su propia voluntad.
Sus padres lo habían vendido a la tierna edad de cinco años y, tras dar muchos tumbos por el mundo, había terminado en manos de un señor de la guerra que lo trataba como una basura y lo empleaba como traductor. El chico era como una esponja en cuanto a aprender lenguas diferentes, y justo eso era lo que le había salvado cuando los mercenarios le habían atacado. El niño sólo sabía que debía hacer lo que le mandaba para sobrevivir, así que cuando ellos elegían un blanco, él les indicaba a los viajeros lo que debían hacer y que debían dar.

Los mercenarios fueron detenidos y condenados. En cuanto al niño, había terminado en manos de los dirigentes del mercado de esclavos. Le había costado todo lo que había podido ahorrar en sus años de servicio hacerse con él sin embargo, cuando sus ojos se clavaron en los suyos, no pudo evitar pensar que había hecho lo correcto.

_¿Amo?

_Solo pensaba en cuando te compré. - dijo él, volviendo a besar aquellos tibios labios. - Hace mucho tiempo ¿verdad?

_Seis años y once meses. Te reconocí entre la gente que pujaba y no sabía porqué te empeñabas en pagar tanto por una mercancía de segunda como yo.

_Navi...

_El hombre del mercado se fijó en las marcas de mi cuello. Tres de diferentes tratantes y me preguntó porqué. De mi infancia, yo...

Yamir colocó su dedo índice sobre los labios del muchacho, negando con la cabeza. No necesitaba que él recordara aquellas cosas dolorosas. Necesitaba que se centrara en su futuro,en su vida con él y en su bebé.

_Ahora que tendremos un bebé, creo que deberías dejar el harén. Puedo conseguirte un bonito cuarto si se lo pido a Bhaskar.

Navi negó con la cabeza. Le gustaba el harén, excepto por algunos adultos de los que en él habitaban. Rodeado de gente y ocupando su tiempo en leer libros a los niños, y más recientemente en enseñar a Karam, no echaba tanto de menos a su general.

_Estoy bien allí.

_¿Estás seguro? - le preguntó Yamir, no muy convencido.-Porque si no es así iré por ti enseguida.

_Estoy seguro. Además, sólo yo sé hablar el idioma de Karam en el harén. Se sentirá solo si me voy.

_¿Te he dicho alguna vez que eres un ángel?

_Muchas veces. Tantas que no creo recordarlas todas.

Después de hablar largo y tendido de la reunión a la que Bhaskar había ido con Karam, del bebé, del ejército y de todo lo demás, volvieron a fundirse en uno. Si Yamir tuviera una parte preferida del día, sería poder hacerle el amor hasta el agotamiento a su dulce Navi. Sus manos se acomodaron sobre su fina cadera, embistiéndolo con más fuerza mientras el muchacho derramaba lágrimas de placer. El menor echó la cabeza hacia atrás, suplicando por más entre gemidos mientras sus uñas se clavaban en el antebrazo del hombre.

_¡Ngh...! ¡Yamir!¡Hazlo más fuerte!

El general sonrió ante aquella petición que no dudo un momento en obedecer. Normalmente Navi se dirigía a él como "amo", solo en momentos de extasis como aquel perdía la compostura y le llamaba por su nombre. Se inclinó para rozar sus labios entreabiertos con los suyos, uniéndolos después en un fogoso beso. El muchacho rodeó su cuello con los brazos sin permitirle separarse de él mientras susurraba que se corría de forma entrecortada. Notó su esencia derramarse entre ellos y como el tatuaje brillaba ligeramente cuando él hizo lo propio en su caliente interior.

_Yamir... Quiero más. Dame más de ti, lléname por completo. -suplicó sobre los labios de su pareja.- Lléname.

_Bueno, ahora no tenemos riesgo de más bebés ¿no es cierto? - dijo él, luciendo una divertida sonrisa en su rostro.- Al fin y al cabo, la habitación ya está ocupada.

Navi rió, notando sus manos recorrerlo por entero a suaves caricias que le hacían estremecerse y un "Te amo" se escapó de sus labios en un tierno susurró. Esperaba que no le pareciera demasiado atrevido, al fin y al cabo él solo era...

_Tambien te amo, Navi.

*****

Karam avanzó por el pasillo, seguido de dos guardias y vio a Navi salir de un cuarto con el cabello mojado. Una deslumbrante sonrisa le recibió y, para el muchacho, aquello fue el premio por haber pasado tanto tiempo con aquel imbécil de Taru sin partirle algo. Él le tomó de las manos, indicándole a los guardias que ya se encargaba de llevarlo hasta el harén. Ellos se limitaron a asentir y desaparecieron por la esquina. Karam dudó de porqué. Quizá porque era esclavo de un general o porque, simplemente, Navi era de confianza. Durante el camino, estuvo alabando el bonito traje que llevaba, aunque no era su estilo, pero era bonito. Por segunda vez aquella tarde, Karam no se sintió tan miserable.

_¿Como ha ido la reunión? ¿Qué habéis hecho?

_Mientras cruzabamos la ciudad, el rey subió a varios niños a su caballo y él siguió a pie hasta la muralla. Entonces los dejó en el suelo y ordenó a un par de guardias que los llevaran a sus casas. - relató él sin emoción alguna en la voz, aunque debía reconocer que aquel gesto suyo le había sorprendido.

Tanto la princesa Nía como él conocian a la gran mayoría de ciudadanos por su nombre y los saludaban como si fueran amigos de toda la vida. Eran amables y el pueblo los adoraba. Él pocas veces salía de palacio, se lo tenían prohibido. Pensaba que podría haberle gustado tener una relación de esa índole con su pueblo.

_¿Y qué más? - preguntó Navi con cierta ansia en la voz por saber.

O quizá solo era para que Karam hablara más de lo que hacía habitualmente.

_Salimos de la ciudad por el lado del mar y luego, subimos hacia las montañas hasta un cenador natural, donde tendría lugar la reunión. Era impresionante. La verdad es que el paisaje de este sitio me resulta... arrebatador.-se detuvo un momento y prosiguió. - Estuvieron hablando largo rato y entonces...

_¿Entonces?

_Alguien disparó una flecha.

La expresión de espanto del joven no se hizo esperar. Revisó si se encontraba bien mientras le preguntaba. Karam se dejó hacer mientras su mente volvía a aquel momento. Estaba sentado al lado del rey, junto a un molesto Taru al otro lado. Y de repente el silbido de una flecha cortó el aire y la punta se quedó a apenas unos centímetros de su rostro. Bhaskar la había agarrado al vuelo. Mientras corría el pánico entre los emisarios de las tierras de Jade, el esclavo de la princesa se levantó y el rey le marcó la trayectoria de la flecha con el brazo antes de que él se montara en uno de los caballos y saliera disparado entre la espesura.

_¿Karam?

Notó los dedos cálidos de Navi moverse por sus mejillas y le dedicó una suave sonrisa.

_Estoy bien, solo algo asustado.

******

_¿Piensas que han sido ellos?

Bhaskar se arrancó los adornos del cabello en completo silencio y los tiró sobre la cama, comenzando a desvestirse. No, las tierras de Jade no habían sido los causantes de aquello. Se hacía una idea de quien podría ser, sin embargo, era demasiado pronto para saberlo. Una vez había conocido al rey de Aryam. Parecía una persona integra y amable, no como su hermano. A su yo más joven no le había gustado un pelo. De todas formas, dado el cariño incondicional que su sobrino le tenía... ¿Podría haber cambiado? Si le enviara una misiva...

Desechó aquella idea de su mente enseguida. No. El chico le pertenecía. Si no, no haberlo perdido.

_No sé qué está pasándote por la cabeza, pero das miedo.

Negó con la cabeza con una suave sonrisa, como quitándole importancia al asunto.

_Cuando Cástor vuelva, envíamelo directamente. Nada de pararse a retozar, quiero saber lo que ha visto con todo lujo de detalles.

_Sí, mi rey... - susurró ella, haciendo una exagerada reverencia. - Te queda bien lo de dar órdenes, hermanito.

******

El hombre siguió el rostro del tirador hasta el mar. Las marcas de arrastre de una barca y un cabo roto. Revisó la playa palmo a palmo hasta que el sol comenzó a ocultarse. Fue entonces cuando algo brillante entre la arena llamó su atención. Era una moneda dorada y reconocía bien el símbolo grabado sobre ella. Tras guardar su hallazgo a buen recaudo, volvió a montar y se dirigió al palacio para transmitir lo que había descubierto.
A pesar de las marcas, Cástor había aprendió a no fiarse de las primeras apariencias. Tampoco estaba seguro de que el tirador se moviera sólo. Podría tener cómplices esperándole y eso, significaba más hostiles cerca de sus tesoros. Aquellos hermanos se habían convertido en su vida hacía demasiado tiempo. Y que los dioses pillaran confesados a los incautos que desearan ponerles una mano encima.

 


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