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Slave por YunaYami

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Karam empezó a perder la cuenta de los días a partir de la segunda semana. Bhaskar no bajaba al harén, tampoco lo veía asomado al balcón, ni tampoco requería su presencia y llamaba a una mujer diferente de collar dorado cada noche. Supuso que no para sexo porque volvían a bajar enseguida. No es como si estuviera preocupado,al contrario. Tenía más tiempo para charlar con Navi sobre las rotaciones de las guardias y pasear por el castillo, siempre seguidos de un par de soldados pero, eso no importaba. Cuando huyera ellos ni se enterarían. Sin embargo, aquel día no fue como los demás.
A media tarde, la voluptuosa presencia de la princesa Nía revolucionó el harén. Ella les dedicó una encantadora sonrisa a cada una de las personas que se encontraba en el camino y se paró frente a Karam. No pudo evitar pensar que a ella le encantaba el blanco, ya que la veía siempre de ese color.

_Mi hermano quiere verte. Acompáñame, por favor.

Antes de darse cuenta el muchacho ya estaba levantado. ¿Cómo...? Ella curvó sus labios en una pícara sonrisa y le indicó con el dedo que la siguiera. Quizá el monarca no era el único con cierta afinidad a la magia como Taru había dicho.

Conocía el camino pero, se mantuvo tras ella, siguiendo el vaivén de sus caderas con los ojos. Tenía algo, Karam no sabía el qué,que hacía que no pudieras dejar de mirarla. Nía abrió la puerta y le hizo recorrer el pasillo primero. El monarca estaba en la cama, con una manta de pelo blanco como la nieve sobre las sábanas moradas cubriéndole hasta la cintura. Karam pudo ver brillar su piel por el sudor. La princesa se acercó a su hermano, comprobando la temperatura de su rostro antes de cambiar el paño de su frente, mojándolo en un recipiente sobre la mesita de madera negra. Murmuró algo inteligible mientras ella se limitaba a acariciar sus revueltos mechones con delicadeza.

_¿Puedo dejarte a su cargo hasta mañana,Karam?-pregunto ella, clavando la mirada dorada en la gris del muchacho.

A Karam le recorrió un escalofrío. Llevaba una amenaza implícita que ella no tardó en poner en palabras. Cuando él hubo asentido, la sonrisa volvió a su rostro y besó su frente, saliendo del cuarto tras darle las últimas indicaciones. Oyó el ruido de la llave en la cerradura y corrió para intentar abrirla.

_No vas a poder. Así que olvídalo. Hasta que yo vuelva vas a estar ahí. Diles a estos amables señores cuando tengas hambre y ellos te traerán algo de comer.

Un compartimento se abrió en la puerta, dejando ver el hermoso rostro de la mujer.

_Solo se abre desde fuera, así que sé bueno.

Suspiró con cierta resignación cuando ella se fue, aunque enseguida empezó a recorrer el enorme cuarto con curiosidad. La cama frente al armario y al otro lado, tapado con tupidas cortinas una gran bañera dorada, un retrete y un espejo encima de una caja de madera negra , delgada y alta, donde se guardaban varios cepillos y adornos de pelo dorados en su gran mayoría.  Karam cruzó la estancia y se asomó a la ventana. Demasiado alto. No podía bajar por allí. Luego, su vista se fijó en la otra puerta. Intentó abrirla, pero estaba igual de cerrada que la de la entrada. Corrió hacia la mesita de noche y abrió el cajón, rebuscando entre la gran cantidad de cosas. Su muñeca fue atrapada por la mano del rey como si de un cepo se tratara. El muchacho contuvo la respiración mientras el rostro del rey se giraban hacia él.

_Te dije.... Cosas... Nía... - susurró antes de caer rendido ante la fiebre de nuevo, soltándole el brazo a Karam.

Esperó unos minutos antes de seguir rebuscando. Bajo una serie de papeles, una llave con la cabeza de una dragón labrada hizo su aparición. Primero, como era lógico, decidió probar si abría la principal, pero la llave ni siquiera encajaba. Luego, dándose por vencido con aquella puerta, probó la otra. El cuarto era casi igual de grande que el anterior aunque, al menos para Karam, mil veces más impresionante.

El suelo estaba cubierto con una alfombra con lo que parecía un dragón bordado y enroscado,aunque no podía verlo del todo bien por el enorme escritorio de madera negra con varios documentos sobre él y la silla de madera acolchada y decorada con tela morada. Después sus ojos recorrieron los cientos de libros que albergaban las estanterías y cubrían por completo todas las paredes,menos el ventanal al fondo. Pegó la cara contra él , comprobando que daba a otro balcón. ¿Podría ser aquella su escapatoria deseada? Bajó la manilla usando toda su fuerza.

_¿Necesito otra llave? - gruñó el joven, harto de tantos impedimentos.

Se volvió hacia la mesa y agarró el abrecartas puntiagudo, volviendo al dormitorio. Sería tan fácil con él débil. Despertarlo, amenazarlo y huir. Podía hacerlo.

Alzó el arma con su temblorosa mano y su mente voló hasta el momento que Bhaskar había atrapado la flecha en la reunión. Le debía la vida a aquel hombre, por mucho que detestara reconocerlo.
Soltó el abrecartas sobre la mesilla en un gesto molesto y decidió volver al despacho. Leer le entretendría entre cambio y cambio del paño para la fiebre. Eligió un tomo donde hablaba de las leyendas de Kumaria. Su tío decía que las leyendas eran solo cuentos tontos que alguien, sin nada que hacer, había escrito hacía mucho tiempo. En cambio, a él le gustaban demasiado y, a juzgar por el tamaño de aquel libro, Kumaria era un país rico en ellas. Los dragones parecían ser la figura recurrente en muchas de ellas, incluso jugaban con pactos con los reyes.
Un golpe lo sacó de su concentración. Dejó el libro en el suelo y se apresuró a comprobar de donde venía. Bhaskar había conseguido incorporarse usando la mesilla de noche como apoyo y había tirado el recipiente con agua.

_¡No! ¡Ni hablar!

El muchacho le obligó a volver a tumbarse y cubrió su cuerpo desnudo nuevamente con la manta. Que tipo más desvergonzado. De repente sintió como él lo rodeaba con los brazos y lo hacía caer sobre la cama, junto a él. El contacto con su piel era como tocar una armadura que había estado al sol mucho rato. Karam se sentía asfixiado. Colocó las manos sobre su pecho, intentando deshacerse de su agarre. Fue inútil. Al final, se resignó a aguantar aquel calor infernal en sus brazos hasta que él decidiera aflojar. Su respiración era pesada y Karam no pudo evitar preguntarse porqué su cuerpo parecía arder por dentro. Además ¿no tenían magia? ¿Por qué solo no le daban alguna pócima o lo que fuera para la fiebre y fuera? Todo era muy raro. Se acomodó mejor sobre el pecho del fornido hombre, suspirando y poco a poco, los ojos se le cerraron. Quizá... no sé estaba tan mal una vez que te acostumbrabas.

******

Abrió los ojos en plena noche. La luz de la luna iluminaba el lecho vacío a su lado. ¿Dónde había podido ir? Oyó una especie de click en el cuarto de al lado, como una cerradura que se abre. Se levantó y entró en el despacho , averiguando la silueta del rey en el balcón,recortada contra el enorme astro. Karam intentó gritar cuando le vio subirse a la balaustrada pero las palabras no le salían. Solo pudo observar como caía al abismo. Aquello le había dejado congelado en el sitio. Y aún más el rugido que vino después.
Una enorme criatura alada hizo su aparición. Su cuerpo estaba cubierto de escamas de color metálico que brillaban bajo la tenue luz de la luna y sus alas membranosas se extendían en la noche. El reptil resopló, haciendo que de sus fosas nasales saliera algo de humo y sus ojos dorados se clavaron en los de Karam.

_¿Qué...?

*****

El chico se despertó de golpe, respirando entrecortadamente.

_Oh, vaya... ¿Estabas teniendo una pesadilla?

Nía le observó con una divertida sonrisa y Karam se alejó de los brazos del rey, que al fin había aflojado el agarre. ¿Ya era de día? ¿Cuánto había dormido?

_Te dejo aquí para que cuides de él y te duermes. Que mal hecho por tu parte ¿no crees?

_N-no... Es que... - susurró, aún turbado por el sueño. -Me agarró y no pude soltarme.

_Tranquilo, solo estoy tomándote el pelo. Puedes volver al harén. A partir de aquí ya me encargo yo.

El chico salió casi volando del cuarto. Nía se sentó sobre la cama, deslizando los dedos por el negro cabello de su hermano. Al menos le había bajado un poco la fiebre. Se inclinó para besar su frente y volvió a acomodarle el paño frío después.

_No quiero saber qué has hecho para turbarlo de esa manera.

Tomó su mano con la suya y cerró los ojos mientras una sonrisa se dibujaba en su rostro.

_Otra vez soñando con dragones. Ahora entiendo esa cara de pánico.

*****

_¡Karam!

Navi se le colgó del cuello en el pasillo con una de aquellas sonrisas suyas. Ladeó la cabeza y olisqueó su ropa antes de dirigirle una mirada maliciosa.

_Hueles a otro hombre.

_No es lo que crees. - se apresuró  a corregir el joven. - Solo hemos dormido juntos.

Tras terminar de decir aquella frase sus pálidas mejillas se tiñeron de rojo. Se había despertado entre los brazos de... Dioses, no quería ni recordarlo. ¿En que estaba pensando? Se suponía que debía buscar como huir o algo y había terminado durmiendo con un ardiente cepo humano. Recordar su temperatura aún le daba calor. Navi se rió, sacándolo de sus pensamientos.

_No sé qué estás pensando, pero pones caras muy graciosas.

_¡Claro que no!

_Sí que lo haces. - susurró el chico canturreando, antes de darle un suave beso en la mejilla. - Estaba buscándote para una cosa.

_¿Qué clase de cosa?

El joven moreno deslizó la mano por su abdomen, tirando de la ropa y mostrando su incipiente tripita.

_El bebé quiere dulces.

_¿Qué bebé? ¿Tu o el de tu tripa?

Él no contestó pero su sonrisa se ensanchó aún más y lo tomó de la mano, antes de arrastrarlo hacia la puerta de entrada del palacio. Karam tenía cierta dudas sobre aquel tatuaje, pensaba que solo eran cuentos de viejas. Sin embargo, no podía negar la transformación en Navi. Siempre estaba cansado y los olores fuertes comenzaban a desagradarle. Además, estaban las vomitonas por las mañanas y que solo engordara en la zona abdominal era aún más raro,sobretodo por la forma redondeada que iba adquiriendo a cada día que pasaba. Él parecía sumamente ilusionado. Incluso le había sorprendido varias veces en el jardín, acariciando su abdomen y entonando tiernas canciones de cuna. Navi no se había dado cuenta de ello pero, a Karam le gustaba escuchar.

Él era muy pequeño cuando sus padres murieron y su tío se hizo cargo. A veces se preguntaba si su madre le cantaba así o si había sido un niño tan deseado como el de ellos. Le gustaba pensar que así era, aunque nunca pudiera saber la respuesta a ello.

El guardia de la puerta les pidió un papel para dejarles salir que Navi se apresuró a buscar en una bolsa  de cuero que llevaba prendida de la cadera. El hombre comprobó el color de los collares de sus cuellos con la mirada y les despidió con una leve sonrisa.

Era la primera vez que Karam salía sin escolta y debía reconocer que ir tomado de la mano de Navi era mucho mejor. El muchacho le guió hasta lo que debía ser la avenida comercial dado la cantidad de puestos callejeros y negocios en los bajos de las casitas blancas. Navi se detuvo en un puesto de telas, mostrándole una hermosa tela blanca que relucía a la luz del sol.

_Mira Karam, cuando mi bebé nazca quiero que vaya vestido con esto. Es tan suave...

La mujer del puesto le dedicó una cálida sonrisa, preguntándole por su estado y él, súper orgulloso, le había mostrado su tripita.

_¿De cuánto estás?

_El médico dice que de unas catorce semanas.

_Está muy grande para esa etapa ya, recuerdo que cuando tuve a mi Rubie, apenas se me notaba.

_Al parecer es porque Yamir es muy alto y fuerte. - comentó, divertido. No creía que fuera por eso, pero le había hecho gracia cuando el médico se lo había dicho.

La mujer se inclinó  sobre la mesa llena de tela y le revolvió el cabello.

_Seguro que el señor Yamir estará de los nervios.

_Oh, lo está. Aunque quiere fingir que no frente a mi.

_Y ¿quién es tu amigo?

_¡Oh!

Navi tomó a Karam del brazo y lo pegó contra él de un tirón.

_Se llama Karam. Pertenece al rey Bhaskar. No sabe hablar muy bien nuestro idioma.

Tras una pequeña charla sobre la procedencia de Karam y lo guapo que era, continuaron su camino. Navi era como un niño. Imparable, inocente y hablaba con todo el mundo. Era increíble.

_Mira, es por aquí.

Se metieron por una calle secundaria nada concurrida entre dos edificios y el joven comenzó a enseñarle las monedas doradas que llevaba en la pequeña bolsa. Los esclavos no podían tener nada de su pertenencia y todavía menos dinero, pero Yamir le consentía. Además, tenía que llevar algo para ir a comprar cualquier cosa cuando le daban permiso.
De repente, el chico chocó contra un hombre. Esto lo hizo caer al suelo y que las monedas se desparramaran a sus pies. A Karam le bastó una mirada a su sonrisa de suficiencia para saber que lo había hecho a propósito.

_Vaya, vaya... ¿Qué tenemos aquí? Un ladrón.

Levantó al muchacho por la pechera de su camisa.

_Por lo pronto, nos quedaremos con esas monedas tuyas.

Navi era incapaz de decir nada. Mantenía la mirada baja mientras los labios le temblaban y usaba sus brazos de escudo entre aquel hombre y su bebé.

_¿No piensas decir nada? ¿Eh?

Su mano restalló contra la mejilla de Navi, que no se atrevió a dar ningún quejido. El muchacho supuso que, para que Navi actuara así, aquel tipo debía ser alguien importante. Probablemente un noble. Que buena suerte que a él aquello le diera lo mismo. Se había acabado fingir que no conocía el idioma.

_¡Eh, tu! - gruñó, dirigiéndose a él -Suelta a mi amigo, escoria.

El hombre clavó la mirada en él. Otra vez aquella petulante sonrisa. Oh, se la iba a borrar a hostias. En cuanto se aseguro de que Navi se había puesto en un lugar seguro se lanzó a por el hombre,propinándole certeros puñetazos mientras lo esquivaba con agilidad felina. Le alegraba saber que pese a aquellos meses de inactividad seguía conservando sus habilidades. Golpeó de nuevo, esta vez haciéndole caer al suelo y, sin dudarlo un momento, enganchó a Navi de la mano para salir corriendo. Lo que no se esperaba era que los compañeros de aquel noble estuvieran esperándole al salir y los engancharan en cuanto asomaron la cabeza. Karam consiguió librarse del suyo sin muchas dificultades, pero Navi...

_Vamos, no querrás que lo mate ¿verdad?

El hombre rozó suavemente el cuello del muchacho con su daga y le sonrió a Karam.

_Eres del rey ¿uhm? Ya veremos que opina él de esto.

 


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