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Siempre ambos por yaoiana

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Notas del capitulo:

Hola a todos y todas, espero que estén muy bien.  Me he tardado en publicar esta cap no porque no estuviera listo, sino porque tenía algunas dudas en si les iba a gustar... espero de todo corazón que si, porque tuve un " atacaso artístico" mientras lo escribía jajaja.

 

Un abrazo y muy agradecida por saber siempre lo que piensan de esta historia.

 

Sin más, a leer!!

Capítulo 17: Celos

 

Gruñó ante los toqueteos de la puerta, se sentía agotado aún y no quería levantarse de la cama.  Para su fortuna, Sesshoumaru fue quien se levantó para abrir la puerta y detener el molesto sonido.

 

−      Padre- fue el escueto saludo de Setsuna cuando la puerta fue abierta.

 

−      Setsuna- fue la escueta respuesta del daiyokai.

 

−      Saldremos de nuevo, esta vez un poco más lejos.

 

−      ¿Itinerario? 

 

−      Tomaremos un avión hasta llegar a Kyoto, visitaremos brevemente la ciudad y nos hospedaremos en Kinkakujiyu, un centro de aguas termales. 

 

−      ¿En cuánto partiremos?

 

−      En dos horas

 

−      Levantaré a Inuyasha y a los cachorros.

 

−      Moroha traerá su ropa y la maleta lista.

 

Asintió y luego cerró la puerta, notó como su esposo lo miraba con reproche desde la cama.

 

−      ¿Qué?

 

−      Siempre que hablas con Setsuna parece que tuvieras un palo metido en el culo, debes cambiar eso, Sesshoumaru.

 

−       Hpm.

 

−      Nada de “ hpm”, le llevas más de doscientos años, eres tú quien debe acudir a la experiencia y sabiduría para mejorar su relación, deja tu orgullo.

 

−      ¿Qué sabes tú de orgullo si eres un… - guardó silencio ante el rostro compungido del menor.  Sabía que su esposo no le decía las cosas a mal, pero que lo cuestionara y acusara lo molestaba en demasía. 

 

−      ¿Qué ibas a decir, Sesshoumaru?, ¿que no sé nada del orgullo por ser un mitad bestia, cierto? - preguntó con tristeza y dolor.

 

−      Esa palabra no ha salido de mi boca, Inuyasha.

 

−      Pero lo pretendiste decir, aún te falta mucho para llegarle a los talones a nuestro padre - comentó y luego entró al baño, tirando la puerta. 

 

El fuerte estruendo hizo que los cachorros se levantarán llorando del susto, aun así, Inuyasha no salió del baño, por lo cual, tomó en cada brazo a sus hijos y comenzó a calmarlos con su yoki.  

Ambos habían hecho comentarios bastante fuertes y dolientes, y tercos como eran, esperarían que el otro diera el brazo a torcer.

 

 

***

 

En el comedor, se sentía un ambiente bastante tenso.  Ninguno de los adultos se había determinado y menos dirigido la palabra, acto que fue notado por las tres mujeres que se miraban entre sí.  

El hanyou alimentaba a los cachorros y Sesshoumaru estaba concentrado comiendo, aquello tenía a Moroha con los pelos de punta:

 

−      Bueno, cambiemos esas caras largas que seguimos de viaje familiar - expresó intentando cortar el abrumador ambiente, pero solo tuvo un gruñido por parte de su padre y una mirada fría de parte de su tío. 

 

−      Jeje, creo que es mejor irnos- intentó mediar Towa, esperaba con fervor que durante el viaje se resolviera lo que había pasado entre esos dos. 

 

Luego de tener listas las cosas, viajaron en auto hasta el aeropuerto.  Moroha e Inuyasha llevaban los bebés y Sesshoumaru fue acompañado en todo momento por Towa, ninguno de los dos quería estar junto al otro.  Lo mismo aconteció cuando subieron al avión, pero el ambiente estuvo un tanto más tranquilo por la conversación de Towa y el mayor, en relación al funcionamiento de los aviones.

 

−      Es un aparato bastante funcional, sabiendo que los humanos no tienen la capacidad de volar. 

 

−      Igual para nosotras, que no tenemos esa capacidad- sonrió Towa y vio  cómo volvía la seriedad al rostro de su padre. 

 

En las sillas de atrás, Inuyasha guardaba silencio y solo se limitaba a escuchar, aún estaba dolido con el mayor y este al parecer, no sentía remordimiento, hecho que lo frustraba aún más.

 

−      Pa, ¿está todo bien?, andas muy serio - indagó la azabache preocupada. 

 

−       ¿Cuánto falta para llegar? - preguntó para cambiar el tema.

 

−      Unos cuarenta minutos.

 

−      Bien - dijo y se concentró en los cachorros que cerraban y abrían los ojos, estaban algo somnolientos por haberse levantado tan temprano.  Observaba por la ventana el paisaje, era mil veces mejor volar sobre Kirara que en aquel aparato de metal cerrado.  Le hacía falta sentir la brisa, los olores y la frescura… a veces extrañaba esos momentos donde estaba con Miroku, Sango, Kagome, Kirara y Shippo en búsqueda de los fragmentos de la perla.  Con sus amigos charlaba en las noches mientras prendían una fogata o alrededor de lo que cocinaban.  También era divertido pescar con Miroku o seguir algunas locuras para exorcizar falsos demonios y obtener algunos beneficios…  no es que quisiera cambiar su vida, amaba a sus hijos y al idiota de Sesshoumaru, pero nuevamente volvía a él su temor por encajar en algún lugar por ser un híbrido. 

 

−      Pa¡ 

 

−      Hmg? - respondió saliendo de sus recuerdos. 

 

−      Te he llamado varias veces, ya debemos bajar.

 

−      Vamos.

 

Decidió disfrutar con sus hijos y sobrinas, ellas no tenían la culpa de su pleito con Sesshoumaru.  En el viaje por la ciudad estuvo más animado, comiendo los raros dulces que Moroha le daba y escuchando los relatos de Towa.  Estaban tan absortos, que no habían notado que el daiyokai y la gemela azabache venían algo atrás. 

 

−      Padre…

 

−      Hmp?

 

−      “El orgullo te hará sentir más fuerte, pero jamás te hará sentir más feliz”- le expresó a su padre pero no obtuvo respuesta, tal vez, el mayor estaba cavilando la profundidad de esas palabras. 

 

Luego de andar toda la tarde por los lugares más icónicos de Kioto, llegaron al centro de aguas termales que estaba a las afueras.  Este estaba rodeado de frondosos árboles, un enorme lago y un gran palacio japonés, muy parecido a los de la época del Sengoku.  

 

−      Separamos dos habitaciones, una para nosotras y otra para ustedes, también hay una sala privada de termales para nosotros, así podemos estar tranquilos de que nadie nos descubra - expresó la albina. 

 

−      Han pensado en todo - sonrió Inuyasha- me recuerda mucho a los palacios donde acompañaba a Miroku.

 

−      Aún hay palacios que se han mantenido intactos, los prolongan con frecuentes mantenimientos- añadió Setsuna. 

 

−      Nos veremos en un rato en el onsen - exclamó el hanyou mientras se despedía de las chicas y caminaba a la recamara separada para ellos.   

 

Entró y detrás estaba su esposo, quien no mencionaba nada.  Le restó importancia a esto y comenzó a organizar a sus cachorros mientras el mayor desempacaba la maleta. 

 

−       Haré dormir a los niños, puedes ir con las chicas y luego los alcanzo - expuso Inuyasha pero recibió el mismo mutismo.  Unos minutos después, lo único que escuchó fue la puerta deslizarse dos veces… el daiyokai había salido. 

 

Gruñó un tanto frustrado, ambos eran seres sumamente orgullosos y tercos, pero consideraba que no debían llevar aquella tontería más lejos.  Iba a encararlo con el fin de arreglar las cosas y si se empeoraban, por lo menos lo había intentado. 

Le costó hacer dormir a los cachorros, al parecer, también estaban inquietos por la disputa y al verlos tan frágiles y angustiados, supo que pelear por tonterías era un daño para todos. 

 

Dispuesto con  coraje a resolver aquello “a su manera” tomó las cosas para entrar en los termales.   Cuando salió, no reconoció bien el camino que le había enseñado Towa para ir al onsen privado.  Intentó con su olfato pero había varias esencias de flores, aceites, jabones y otras cosas que opacaban el rastro, al parecer muchas personas se encontraban en el lugar.   Usando su “lógica”, pensó que para evitar ser descubiertos, Towa había separado el lugar más alejado de los termales, así que caminó con cautela, moviendo su nariz para identificar cualquier olor conocido. 

 

En su concentración por hablar con Sesshoumaru, perdió de juego que no se había topado con humanos y que los termales que visitaba eran un tanto más retirados, sin embargo, logró vislumbrar el vapor del agua.  El líquido tenía un fuerte olor a especias, flores y aromas, que estaban perturbando un poco su olfato, no obstante, entró al ver una desdibujada figura a lo lejos.

 

−      ¿Sesshoumaru? - llamó al ver que la silueta se acercaba, sorprendiéndolo…aquel hombre no era su esposo.

 

−      No esperaba visitas - expresó el ser con una voz varonil.  

 

Inuyasha lo miró fijamente, el hombre tenía un cabello lacio color oro, que hacía juego con sus ojos, cejas y pestañas. Su piel era muy blanca, casi como la nieve, resaltando sus labios crema.  Tenía la misma altura que Sesshoumaru, una espalda ancha y su cuerpo marcado y tonificado… jamás había visto rasgos tan particulares en ningún ser o humano que haya conocido. 

 

−      Fue un error - dijo volviendo en sí- me voy- comentó el hanyou dispuesto a salir.

 

−      Error o no, ya estás aquí - comentó el ser quien con una velocidad no esperada por Inuyasha, lo tomó de la cintura y el mentón.

 

−      Suéltame imbécil- gruñó Inuyasha dispuesto a golpearlo pero no podía moverse- ¿qué?... ¿qué me hiciste? - preguntó angustiado.

 

−      ¿Qué eres? - preguntó el ser mientras miraba atento a Inuyasha- tu color plata, tus orejas son de perro - tocándolas- tus manos tienen garras - expresó mientras observaba las uñas prominentes de las manos-  eres una criatura muy particular… me gusta - expresó mientras se relamía los labios y mostraba sus prominentes colmillos. 

 

−      No… te atrevas a tocarme… - dijo con dificultad, sintiendo como su cuerpo estaba debilitándose, al parecer, aquella criatura lo había hechizado. 

 

−      No tendrás tiempo de arrepentirte, lo prometo - sonrió el ser mientras se acercaba al cuello de Inuyasha y lo lamía.

 

 

***

 

−      Ahh… las aguas termales son lo más relajante que hay - expresó Moroha.

 

−      Es verdad, son bastante medicinales- acotó Setsuna.

 

−      ¿No creen que Inuyasha se ha tardado mucho? - preguntó Towa mirando fijamente a su padre.

 

−      Tal vez no sepa bien la ubicación - dedujo Setsuna.

 

−      No alcanzo su aroma - expresó Towa olfateando- hay demasiados olores para distinguirlo. 

 

 

Las mujeres se miraron asustadas entre sí, cuando el daiyokai se transformó en una esfera de luz y salió disparado del lugar…  algo malo estaba ocurriendo.   Salieron corriendo y fueron al cuarto de sus padres, cuando escucharon el sollozo de sus hermanos pero ningún rastro del hanyou.

 

***

 

Se sentía asqueado, aquella criatura estaba controlando su flujo sanguíneo, lo sentía porque a pesar del peligro, su corazón latía despacio, impidiéndole responder.  Había aprovechado esa debilidad para besarlo y pasar divertido sus colmillos por su cuello… a su mente, tan solo venía el nombre de su esposo, quería que Sesshoumaru lo rescatara y poder reconciliarse con él.

 

Intentó exclamar, pero cualquier sonido quedó atrapado en su garganta, el rubio estaba palmeando su trasero con sorna, tanteando su entrada.

 

−       Te disfrutaré y luego succionaré cada gota de tu sangre.

 

Miró con odio a aquella criatura, pero luego con sorpresa cuando este tosió sangre sobre su rostro y pecho.  Alguien le había atravesado  el pecho con una mano y respiró con alivio cuando supo quién era.

 

−      Jamás vuelvas a ponerle un dedo encima a mi pareja - gruñó Sesshoumaru mientras sacaba su brazo del pecho de aquel hombre.  

 

−      Mal…dito - exclamó el ser, quien al ver cómo iba a ser atacado nuevamente, huyó en forma de niebla. 

 

Intentó atrapar al ser, pero escapó con rapidez… le recordó a Naraku y sus frecuentes huidas cuando intentaba acabarlo. Miró a Inuyasha quien respiraba con dificultad y que en ningún momento le estaba dando la cara… ¿qué había pasado?, cuando vio la escena, su yoki no dudó en atacar a la criatura que intentaba propasarse con su esposo, ver como ponía sus asquerosas manos sobre su hanyou le hizo hervir la sangre y querer matarlo. 

Pero ahora que su mente se serenaba y que su pareja no lo miraba, le hacían pensar lo peor… ¿ Inuyasha había disfrutado de esas caricias?, ¿ ese ser lo había cautivado?, ¿ alguien más podía hacer sentir especial a su hanyou?...  todas esas preguntas se agolparon en su vientre en forma de ira, estaba celoso, no importaba que Inuyasha fuera un hanyou, demonio o humano, estaba dotado de infinita belleza y cualquiera quería dominarlo…  lo había dejado a merced de esa criatura por su terco orgullo.

 

−      Inuyasha… yo…

 

−      ¿Por qué tardaste tanto, imbécil? - lo miró con sus ojos acuosos-  casi me rompen el culo y tu ni enterado. 

 

Aquella respuesta lo tranquilizó, Inuyasha había esperado que lo rescatara y se sintió como  un bastardo por pensar en que su esposo podía haberlo dejado de amar.  Lo abrazó con fuerza, jamás lo dejaría solo de nuevo; le tomó el rostro y limpió las pocas lágrimas en esos vivaces ojos dorados.

 

−      Perdóname - lo besó con intensidad- no volveré a dejarte solo, ni aun cuando lo pidas. 

 

−      Eres un bastardo, orgulloso y enfermo… pero así te amo - correspondió el hanyou, esperando que el mayor entendiera con esto, que también le pedía disculpas.  Ambos estaban abrazados y ajenos ante varios pares de ojos que miraban emocionados la reconciliación.

Las chicas miraban con alivio que aquella situación por fin se había zanjado y decidieron irse y dejar aquel momento íntimo entre sus padres.

 

−      ¿Te lastimó? - indagó el daiyokai.

 

−      No, llegaste justo a tiempo - suspiró con alivio- algo me dice que no era una criatura de este territorio, sus rasgos y su forma de hablar eran diferentes. Logró hechizarme con una mirada, estaba controlando mi flujo sanguíneo y no me podía mover. 

 

El pensar que había existido la posibilidad de que alguien tomara y ultrajara a Inuyasha, revivió su angustia y sus instintos de alfa.  Quería poseerlo una y mil veces, dejar su esencia y aroma en aquel cuerpo para que nadie más se atreviera a tocarlo. 

Oprimido por esa sensación de dominación, mordió la clavícula de su esposo, dejándole sus dientes marcados.  Escuchó el gemido de dolor y sorpresa de Inuyasha y sin poder detenerse le susurró al oído.

 

−       Te voy a tomar las veces que sean necesarias para que no olvides y no olviden que eres mío… me perteneces, Inuyasha. 

 

−       ¿ Qué esperas para refrescarme la memoria?

 


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