Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Siempre ambos por yaoiana

[Reviews - 52]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Hola a todos y todas, les deseo un próspero año nuevo¡¡ que puedan cumplir las metas que se propongan.

 

Mil gracias por seguir acompañando esta historia¡¡ espero que este cap algo dramático, les guste también.  Sin más, a leer¡¡

Capítulo 8: Plelunio

 

Suspiró con cansancio, suponía que los cachorros eran los encargados de aquellos antojos.  Como lo había dicho la demonia verde, sus hijos al ser yokais completos requerían de muchas vitaminas y energía y debía admitir que Inuyasha era quien llevaba más esa responsabilidad y litigio.

 

–       Bien, espera aquí, tardaré un poco.

 

–       Te esperaré.

 

Se bajó de la cama y organizó con una bata, luego fue donde Mikado a comunicarle el deseo de su conyugue.  La sirvienta, sonriente y decidida, bajó a la cocina a preparar los alimentos y él esperó paciente en el comedor para subirlo.  ¿ Rin había pasado también por esa situación de los antojos con Setsuna y Towa?; no lo sabía con certeza, ella nunca se lo había manifestado y él tampoco estuvo tan atento de ese embarazo como para darse cuenta. Finalmente después de unos 30 minutos, subió la bandeja con alimentos y la puso en la mesa cercana a la cama.  Cuando observó a su hermano, tuvo que utilizar mucho de su autocontrol para no molestarse; se encontraba plácidamente dormido abrazando su almohada.

 

−      Inuyasha… - lo llamó.

 

−      Mhmg… tengo sueño - aferrándose a las cobijas-

 

−      Te traje lo que pediste y más te vale comerlo - gruñó.

 

−      Mmg… solo me tomaré la leche y ya - comentó somnoliento.

 

Tal vez a esto se refería Myoga cuando le dijo que le tuviera paciencia y tolerancia a Inuyasha. Embarazado o no, su hermano lo sacaba de sus casillas fácilmente y debía aprender a manejarlo. Y no sólo a él, cuando los cachorros nacieran, podrían heredar mucho de ese carácter infantil y terco… pensar en ello le relajó un poco; proyectar en cómo serían, sus apariencias, fuerza y habilidades, le brindaban una sensación de fraternidad y plenitud.

Mientras observaba a Inuyasha beber con gusto la leche, una idea pasó por su mente. 

 

−      Debemos hacer un encuentro de anunciación.

 

−      ¿ Ah? - preguntó Inuyasha mientras se lamía los labios por el resto de la leche.

 

−      Un encuentro de anunciación, es un tipo de encuentro o fiesta donde se reúnen los yokais más poderosos y de mayor prestigio para recibir una importante noticia.

 

−      ¿ Y para qué haríamos eso?- sin entender.

 

−      Para que todos sepan que esperamos a nuestros herederos.

 

−      ¿No sería más arriesgado?

 

−      La hagamos o no, piensan atacarnos, la ventaja, es que con este evento, lo harán de frente y podemos estar preparados.

 

−      Sesshoumaru, la verdad, no comprendo muy bien cómo podría ser mejor.

 

−      Anunciaremos que esperamos a nuestros hijos ante todos los demonios, con el anunciamiento tendremos alianzas como amenazas, pero estás serán directas - comentó mientras seguía viendo el rostro incrédulo de su hermano- si asisten al anunciamiento, pueden ser posibles alianzas, pero sino asisten….

 

−      Es como si manifestaran desinterés por nuestros hijos y sería como una amenaza indirecta - mencionó comprendiendo.

 

−      Así es, podríamos contabilizar quiénes son nuestros enemigos, en vez de esperar con incertidumbre quién quiere atacarnos.

 

−      Bien, me agrada la idea - entusiasmado- ¿cuándo la haríamos?

 

−      En unos quince a veinte días, para tener tiempo de enviar las invitaciones.

 

−      Sí, me parece pertinente, ¿qué debo hacer?

 

−      Mantener la compostura y no insultar a nadie - dijo con sensatez.

 

−      Lo más difícil…. - gruñó- está bien, me esforzaré… mmm… ¿Sesshoumaru?

 

−      ¿Qué pasa?

 

−      ¿Me podrías pasar el filete de pescado?

 

Sonrió levemente ante la pregunta y luego le pasó el alimento.  Inuyasha desde niño siempre le pareció tan particular y aún lo veía así, extraño, interesante, único. Cuando el menor terminó, lo abrazó por la cintura para descansar, quería dormir y descansar al pensar en todo lo que se avecinaba.

Cuando despertó, Inuyasha no estaba entre sus brazos, ni en la cama ni en el cuarto, tampoco percibía el aroma del invitado. Bajó al comedor y tampoco los halló allí, sin embargo, Mikado le había manifestado que su hermano ya había bajado a comer y se veía muy enérgico, tanto, que estaba preocupada. Cuando iba a seguir buscándolo, llegó Jaken un tanto alterado.

 

−      ¡Amo Sesshoumaru!, por favor detenga al tonto de Inuyasha….

 

−      ¿Qué pasa?

 

−      Inuyasha está incontrolable…

 

Corrió donde olfateaba el aroma de su hermano, estaba en el bosque que quedaba en los linderos del palacio.  Cuando lo vio allí, lo observó blandiendo a Colmillo de Acero contra algunos árboles.

 

−      ¡Inuyasha! - lo llamó con seriedad.

 

−      Jum, me imaginé que ese lamebotas verde te iría a llamar - molesto-.

 

−      El sólo cumple órdenes y una de ellas es estar pendiente de ti y nuestros hijos. Acto que veo no estás haciendo - suspiró- ¿y tú invitado?

 

−      No estoy haciendo nada malo, solo tengo mucha energía y quería desfogarla de alguna forma y Shippo, partió esta mañana.

 

−      Comprendo, podría haberte ayudado a desfogar esa energía.

 

−      Idiota - sonrojado- no de esa forma, no digo que sea malo, solo que, siento que mi yoki está algo descontrolado.

 

−      ¿Descontrolado? - indagó-

 

−      Si, la sangre me hierve y como quiero luchar y no puedo, decidí hacer esto, además, la espada no me pesa para nada.

 

Aquello le preocupó, miró el cielo y supo que se avecinaba la luna llena. Recordaba que la curandera le mencionó que podría ser peligroso tanto la luna llena como la luna nueva, para Inuyasha.  Su yoki podría descontrolarse y afectar tanto a él, como a sus cachorros.

 

−      Entrenaré contigo.

 

−      ¿ En serio? - alzando una ceja.

 

−      Si, pero sin espadas.

 

−      De acuerdo- intentó ocultar la emoción de su voz.

 

Con el fin de supervisar y proteger a su hermano, le propuso un entrenamiento cuerpo a cuerpo. El menor se veía entusiasmado y eso lo tranquilizó un poco.  Toda la tarde se quedaron practicando, aplicando estrategias de combate y enseñando y aprendiendo lo que cada uno sabía.

Su hermano menor se movía con destreza, aún con sus hijos en el vientre, y no dudó que por parte de Inuyasha, sus hijos también serían muy bien entrenados y tendrían esa humanidad que les daría un mejor raciocinio y el sentimiento de justicia.

 

−      Ahh… me siento algo mejor  - expresó Inuyasha acostándose en la fina hierba, mirando el ocaso y la luna blanca y grande que visitaba el firmamento.

 

−      Me alegra que estés más sereno - mencionó.

 

−      Solo tengo hambre - rió- pero se siente bien estar aquí y observar la luna y estar contigo… - dijo lo último más bajo.

 

Sonrió levemente ante el susurro del menor, pero se alteró cuando olió en su hermano, una gran energía de yoki.

 

−      Se… Sesshoumaru - lo llamaba Inuyasha sujetándose con fuerza el pecho- me… duele.

 

−      Inuyasha, intenta respirar hondo… - le habló intentando serenarlo.

 

−      Ahhg…¡¡¡ - gruñó de dolor al sentir como su yoki latía desenfrenado.  Sus uñas se volvían más largas y desgarraban la piel de sus dedos, tanto de los pies como de las manos.  Sus colmillos también salían con más prominencia, desgarrando un poco sus encías.

 

−      Intenta respirar - comentó mientras se acomodaba sobre él y le sostenía los brazos y las piernas para que no se lastimara- piensa en lo que te tranquilice, la comida, nuestros hijos….

 

−      Du…ele…. - comentó guturalmente, mientras sus ojos se tornaban rojos e iba perdiendo su consciencia humana- estoy… por… desmayarme…. no dejes que le pase nada… a los cachorros - mencionó entrecortadamente.

 

Una fuerte patada hizo que se alejara.  Inuyasha no tenía control sobre su yoki y eso lo tenía desesperado.  No sabía de qué forma tranquilizarlo, la vez que logró controlarlo, su voz había llegado pero también tuvo que golpearlo fuertemente para que se detuviera… esta vez no podría lastimarlo, tenía que buscar una alternativa para controlarlo.

 

−      Inuyasha… mírame, puedes aplacarlo.

 

−      Grrrr…. - gruñó y luego posó sus garras sobre su vientre.

 

Terror, aquella era la primera vez que había experimentado esta sensación.  Terror porque Inuyasha no era consciente de que podría hacer algo macabro, terror porque no sabía cómo lidiar con esto y se sentía frustrado.

 

−      No te haré daño, ni tú tampoco a los cachorros - levantando las manos y alejándose un poco.

 

Escuchó una escalofriante risa por parte de su pareja, aquel yoki era como tener de frente un demonio diferente; sanguinario, indiferente y cruel… Palideció un poco al ver como ese ser que domaba el cuerpo de Inuyasha, rasgaba y enterraba las uñas en uno de los brazos y luego se lamía la sangre de sus garras.

Como si fuese una revelación, las palabras de Chiyoko volvieron a su memoria: “Amo, le dejaré un somnífero con las cantidades que creo podrían ser las que funcionen en su compañero, si llega a usarlo, necesito que me informe de inmediato su eficacia”.  Para su fortuna, tenía el somnífero entre su indumentaria, sentía enojo por saber que la situación que predestinó la curandera se había hecho real.

 

−      Perdóname Inuyasha - mencionó y antes de darle tiempo al otro de reaccionar, se movilizó en una estela de luz y arrojó al menor al suelo.  Lo presionó fuertemente del cuello contra el suelo y lo obligó a tomar el somnífero.  Sin embargo, Inuyasha no se quedó quieto y con un rápido movimiento, rasguñó con fiereza su rostro, afectándole la parte derecha del rostro y con él, su ojo.  

 

No lo soltó a pesar de soportar el ardor, dolor y la sangre que escurría de su cara.  Los gruñidos de su hermano aún eran aturdidores y aterradores, pero poco a poco se iban aplacando.  Las garras se contraían, al igual que los colmillos; la herida del brazo sangraba mucho y temió que se hubiese cortado alguna arteria.

Su conyugue estaba completamente inconsciente, así que aprovecho y lo cargó entre sus brazos y corrió con velocidad hasta el castillo.  Al entrar, los sirvientes, Mikado y también Jaken, los miraron horrorizados por la escena.  Debía ser muy impactante para ellos verlo lastimado y con Inuyasha inconsciente, en sus brazos y sangrando.

 

−      A… amo… - tartamudeaba Jaken.

 

−      Llama a Chiyako, ¡ahora! - expresó intentando contener su alteración.

 

−      ¡De inmediato, amo! - dijo el demonio mientras salía corriendo.

 

−      Amo, yo los iré atendiendo mientras llega la señora Chiyako, por favor, vayan al cuarto.

 

Asintió y subió hasta su alcoba, allí recostó a Inuyasha en la mullida cama que empezaba a tornarse carmesí por la sangre.  Podía ver la marca de su mano en el níveo cuello y se lamentó por eso; le acarició el rostro y el cabello y volvió a susurrar: “Perdóname, Inuyasha”. En cuestión de pocos minutos, la mucama se encontraba con agua tibia, pañuelos y otras cosas para la limpieza.

 

−      Primero Inuyasha - sentenció y la yokai asintió.  Observó fijamente como la mucama humedecía el trapo y limpiaba la herida de su esposo, esta estaba bastante abierta y necesitaba de sutura.  La mujer la envolvió con cuidado, intentando detener la hemorragia y lo logró con éxito.  También limpió los dedos de las manos y los pies, al igual que la comisura de los labios que estaban con un poco de sangre.

 

−      Dejaré que la señora Chiyako se haga cargo de la sutura, pero el amo Inuyasha se encuentra bien.  Ahora procederé con usted, amo.

 

Tan solo asintió y se sentó al lado de su pareja, la mujer con cuidado limpiaba su rostro bañado de sangre.  Sin embargo, aún después de la limpieza, no podía ver por su ojo derecho, tal vez en un par de días esa herida sanaría.   No culpaba a Inuyasha por su lesión, toda la situación fue un descuido suyo, le había prometido protección al menor y había fallado.

Chiyako no tardó mucho y al verlos, no mencionó palabra alguna, tan solo se dedicó a atenderlos y curarlos.  Empezó por la sutura de Inuyasha y al ver que al ingresar la aguja, el menor daba pequeñas exclamaciones, habló:

 

−      Él soportará esta sutura, pero debo ajustar el somnífero para que sea más fuerte, veo que lo usó.

 

−      Fue una situación compleja, cómo lo mencionaste.

 

La anciana asintió y finalmente terminó con la sutura.  Ya Inuyasha había dejado de sangrar y eso lo serenaba.  La mujer continuó con él y revisó la herida de su ojo, aplicando un ungüento y poniéndole un parche.

 

−      La herida del ojo es profunda, confío en sus capacidades regenerativas, pero si en dos semanas  aun aplicando el ungüento no mejora, es probable que pierda la vista de su ojo derecho - explicó la mujer.

 

−      Comprendo…

 

−      Mejoraré la fórmula, esperando que no vuelvan a suceder estos infortunios.

 

−      Es mejor estar preparados - respondió.

 

−      Los cachorros están bien, algo inquietos, pero usted puede calmarlos si les habla.

 

Asintió y se acomodó al lado de su inconsciente hanyou. Agradeció la privacidad que dejaron las dos mujeres al marcharse, porque así podía estar con más serenidad al lado de su familia.

Posó su mano en el vientre de Inuyasha y lo acarició… era verdad lo que había mencionado Chiyako, sus hijos pateaban y se movían inquietos, pero cuando los acompañó con sus caricias, se calmaron un poco.

 

−      Están a salvo, todos, así que tranquilícense… necesitan descansar.

 

Los pequeños dejaron de moverse y también pudo ver el rostro de su esposo más sereno.  Lo acomodó en su pecho y también decidió descansar,  hoy habían tenido una prueba fuerte y peligrosa, que esperaba nunca más vivirla.

 

***

 

Sentía su garganta adolorida y seca, la presión que ejercía aquella sombra sobre su cuello, le estaba impidiendo respirar.  La macabra risa taladraba sus oídos y sentía frío por el terror de no saber dónde se encontraba.

 

−      Debes morir aquí, no merecemos esta existencia.

 

Aquella voz era tan familiar, tan similar, tan suya… cuando parpadeó y divisó bien la sombra, vio que era él mismo en apariencia yokai.  Era su yo cuando dominado por la fuerza demoníaca y este lo sostenía del cuello, intentando asesinarlo.

 

−      Te destruiré, a ti y a tu familia, no quedará nada.

 

−      ¿ Por qué? - tosiendo-

 

−      Porque un mitad  bestia no merece existir - riendo con sorna.

 

−      Se…Sesshoumaru - exclamó- ayúdame…

 

−      Jaja, nadie te salvará Inuyasha…

 

−      Sesshoumaru…. - expresaba con desesperación ante el intenso agarre.

 

−      Inuyasha…  Inuyasha… ¡despierta!

 

Tomó una bocanada grande de aire y comenzó a toser, se sentía sin aire en sus pulmones y llevó una de sus manos a su cuello, sintiendo un fuerte dolor. Sin embargo, al sentir el brazo en su cintura y el aroma del mayor, comenzó a serenarse…

 

−      ¿ Dónde?... - comentó con su garganta lastimada, intentando observar el lugar.

 

−      En el palacio, en nuestra habitación…

 

Aún aturdido, se giró y comenzó a palpar al mayor, cuando subió a su rostro, sintió algo que no debía ir allí. Algo tapaba el ojo de su hermano y pequeños fragmentos de memoria llegaron a su mente… él, él le había hecho daño a Sesshoumaru.

 

−      No fue tu culpa - aclaró el mayor- tu yoki se descontroló, pero ya están a salvo.

 

−      Lo lamento Sesshoumaru, no quise lastimarte… ni a ti ni a los cachorros- expresó con tristeza.

 

−      Lo sé, no es tu culpa - acariciando el rostro del menor.

 

−      Pero…

 

−      Todo está bien, estamos a salvo, es lo importante.

 

Al parecer nada de lo que decía le llegaba al menor, lo veía sumamente deprimido y culposo por todo lo acontecido.  Lo abrazó nuevamente y le acarició el rostro, posando su mano en una de las mejillas.

 

−      Es la primera vez que tuve miedo, creí que te perdería y a los niños.

 

−      ¿Estuve tan descontrolado? - afligido.

 

−      Si y no sabía cómo hacer para detenerte, no es tu culpa, tu yoki se descontroló abismalmente, sin embargo, me di cuenta que jamás quisiera perderte - dándole un suave beso.

 

Al sentir la entrega en el beso que le correspondía Inuyasha, supo que era suficiente para acallar la culpa en el corazón de su albino.  Su esposo lo besaba con ímpetu y con súplica, dándole a entender lo arrepentido que estaba.

 

−      Te quiero, Sesshoumaru idiota - susurró sobre los labios del mayor.

 

Lo besó nuevamente, escuchar a Inuyasha mencionar que lo quería, siempre le brindaba un calor especial en el pecho.  Lo miró fijamente, intentando transmitirle todo lo que sentía por él, pero Inuyasha siempre iba un paso adelante para sorprenderlo.

 

−      ¿ Crees que alguna vez llegues a quererme? - indagó Inuyasha.

 

−      ¿Sientes que no lo hago?

 

−      Decirlo no te va a derretir la boca - respondió molesto Inuyasha.

 

−      Soy más de demostrar- añadió mientras restregaba su hombría contra la de Inuyasha.

 

−      Idiota… estamos heridos, no voy hacer nada - ladeando el rostro- y está bien, no hay que decir algo que no nazca, me gusta que no me mientas - dijo con seriedad. 

 

−      También lo hago… aunque no creo que de la forma que quieres.

 

−      ¿Y cómo  supones que quiero?

 

−      De una forma más humana - mencionó sin vacilar.

 

Los ojos ámbar de su hermano lo miraron con profundidad, no sabía que esperar de esa mirada tan intensa.  Le dio un casto beso que no fue correspondido y luego sintió a Inuyasha darle la espalda.

 

−      Descansemos Sesshoumaru, lo necesitamos.   

 

Lo abrazó por la espalda, con un sinsabor en la boca. Sabía que Inuyasha estaba molesto por su mutismo con sus sentimientos, pero para él no era fácil expresarle algo que aún le causaba conflicto.

En la mañana, dejó a Inuyasha aún dormido. Debía estar agotado por la mutación de su energía yoki, así que en silencio salió del cuarto y se dirigió a su despacho. Minutos después, la demonia verde se encontraba en el recinto entregándole la nueva pócima.

 

−      Espero que esta funcione mejor - añadió la mujer.

 

−      No quiero llegar a usarla- expresó con sinceridad.

 

−      Nadie quiere hacer algo hasta qué es obligado por las circunstancias.

 

−      Hmp- fue su escueta respuesta.

 

−      Puede que Inuyasha no despierte pronto, no se preocupe si duerme dos o tres días. Deberá despertarlo para que ingiera alimentos pero luego puede permitirle dormir.

 

−      Ayer tuvo pesadillas.

 

−      Si fuese un yokai, solo con descanso tendría, pero recuerde que es mitad bestia, ese yoki puede atormentarlo de otras formas, puede hasta destruir su mente.

 

−      ¿Hay algún antídoto?

 

−      Nunca lo hay para una mente humana, los sentimientos y emociones se deben aplacar correspondiéndolos, supongo que tal vez otro humano o humana pueda hacerlo.

 

No fue consciente de su leve gruñido de molestia. No quería que Inuyasha fuese auxiliado por alguien diferente, no quería que se involucrara con alguien sentimentalmente, porque en el fondo, sabía que podía perderlo. ¿Cómo debía darle tranquilidad a esa parte humana? A su mente llegaron las palabras que su pareja le había manifestado en la noche "¿Crees que alguna vez llegues a quererme?",  "decirlo no te va a derretir la boca"

 

−      Veo que tiene mucho que pensar, con su permiso - mencionó la hermana de Jaken.

 

En el cuarto contiguo, Inuyasha abría pesadamente sus ojos. Le dolía el cuerpo y su agotamiento era inimaginable. Buscó a su hermano y no lo halló, tan solo el aroma era lo único que lo acompañaba.

Se acomodó en posición fetal y abrazó los cobertores… se sentía solo y abandonado.

 

Sesshomaru no lo quería cómo lo ansiaba y eso había disparado todos sus miedos. ¿ Valía la pena estar con alguien que jamás te amaría?, su hermano nunca amó a Rin… es más, ¿ Sesshoumaru tendría la capacidad de amar? Recordó a sus sobrinas, ellas agradecían el hecho de estar vivas pero nunca miraron al mayor como una figura paterna, es más, la figura paternal para ellas era su excuñado.

Pensó en sus cachorros, no quería que pasarán por esa indiferencia, amargados por saber de qué existía la posibilidad de ser amados y valorados, pero por el orgullo de Sesshoumaru nunca recibir esas atenciones.

A su mente vinieron las palabras de Koga y Ayame, tan unidos y con ese calor de hogar. ¿ Sería bueno aceptar la propuesta de vivir con ellos?, no lo sabía, pero prefería vivir con la certeza de un calor de hogar, a la incertidumbre porque algún día el daiyokai lo amara.

 

Totalmente decidido, se levantó con mucho esfuerzo, tanto que tuvo que apoyarse en Colmillo de Acero. El esfuerzo hizo que algunos puntos de la sutura se abrieran y se escapara el líquido carmín. Aquello no le importó, buscó su ropa y sus pocas pertenencias, las guardó en el bolso que pertenecía a Kagome.

 

Al momento de abrir la puerta de la alcoba, se topó con el pecho de su hermano, quién lo miró intrigado.

 

−      ¿ Qué haces levantado?

 

−      Me voy - fue la escueta respuesta del menor.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).