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Vivid Shadows por MaaGaa

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Exceptuando el incidente de Sukuna, el festival se llevó a cabo sin mayores contratiempos. Todos se reunieron nuevamente donde todo comenzó. Sousuke se dio cuenta de que Itadori tenía muchos amigos que lo querían incondicionalmente. Incluso, el maestro Aoi se preocupó por el hechicero y su bienestar después de enterarse de lo que había ocurrido en la primera actividad. 


"¿Estás bien, brother?, ¿de verdad está todo bien?". Solo después de asegurarse de que Itadori estaba bien se acercó a Sousuke para preguntarle qué tal le había parecido la experiencia. 


El chico se sintió algo apenado de decir que en realidad Megumi Fushiguro había hecho todo el trabajo. Ocultó que Sukuna se había autoinvocado por su culpa, ¿qué más podría explicar?, ni siquiera él lo entendía. El maestro Todo le dio un golpecito en el hombro y le dijo que esto era solo el principio, refiriéndose a las batallas que tendría que librar si pretendía convertirse en un hechicero de alto nivel. Sousuke escuchó las palabras motivadoras de su profesor, pero la voz de Todo se oía muy lejana. La mirada de Tairen se posó en Megumi, quien no parecía estar tan siquiera molesto con lo sucedido, pese a que hasta su vida había corrido peligro.


"Qué envidia me das, Yuuji Itadori" pensó Sousuke. 


Todo le dio la última palmada en la nuca para animarlo y luego se alejó. El joven hechicero buscó algo en lo que sentarse mientras esperaba a que anunciaran la siguiente actividad que se mantenía en suspenso, pero, antes de que pudiera sentarse, su hermana Miyuri se lanzó a sus brazos.


—¿Estás bien? —preguntó ella, preocupada, separándose un poco para tocar las mejillas de su hermano—. Yuta nos contó lo sucedido.


Quiso decirle lo orgullosa que se sentía de él. Escuchó de Okkotsu que, al llegar, había visto  a Tairen utilizando muy bien los recursos que sabía ocupar. Sousuke sonrió y con toda honestidad le dijo que estaba bien ¿Quién necesita amigos cuando se tiene una hermana maravillosa? Nunca lo habían prometido de manera explícita, pero, los dos sabían que el bienestar del otro estaba ante todo. Estaban dispuestos a dar la vida para protegerse mutuamente.


"Qué envidia me das, Sousuke Tairen" 


Por ironías de la vida, alguien lo comentó para sí mismo, observando a los hermanos a la distancia.


—Debes esforzarte más en las clases y en las misiones... Y también debes dejar de fumar cosas —reprendió Miyuri.


—Hermana, no, no te metas con mi marihuana.


—¿Cómo lo hiciste?, no puedo creer que alguien como tú haya escapado de eso solo. Sabes la clase de maldición que es Sukuna, ¿no?


Sousuke pensó que eso era ofensivo, pero reconoció su mediocridad y prefirió no reclamar. Lo peor de todo no era eso. Lo peor de todo fue tener que admitir abiertamente quién lo había ayudado a salir vivo de esa.


—Megumi Fushiguro me ayudó.


La mirada de Miyuri se hizo un poco más sombría, prueba de que ella también repelía un poco todo lo que tuviera que ver con el clan Zenin. 


—Tranquila, sigo creyendo que es un engreído —se adelantó Tairen antes de ella dijera algo más al respecto.


—No creo que Megumi sea un engreído —explicó ella con calma—. Pero ve con cuidado, Sousuke pues, aunque la niegue, la sangre Zenin corre por sus venas. 


Lo que implicaba la gran posibilidad de que hubiera heredado ese corazón frío y despiadado. 


Sousuke afirmó, pero ambos hermanos fueron sacudidos por una inminente curiosidad hacia Megumi Fushiguro. Miyuri había conido a varios miembros del clan Zenin, incluidos Touji y Maki. Ambos presumían un carácter tosco, brutal e intransigente y, por lo mismo, no quería que su hermano se acercara a Megumi sin antes conocerlo mejor. Nada bueno podía pasar si sus linajes llegaban a tener más peso sobre ellos que sus convicciones. 


Gojo hizo sonar repentinamente sus palmas para reclamar la atención de los presentes. Subió a una mesa, como si ya no fuera lo bastante alto y, luego de felicitar a todos los participantes, confirmó que no iban a tener más competencias, pero, a cambio, les iba a dar el día libre a todos para recorrer Kioto y pasar tiempo juntos. Y, por la noche, tendrían un banquete que él mismo había organizado para autodespedirse ya que, obviamente, si de Gakuganji hubiera dependido, ni siquiera lo habría invitado. Todos vieron al viejo gruñir en un rincón al ser aludido para la burla de Gojo, por enésima vez.


Satoru finalizó el comunicado diciendo a todos que contaban con el día para probarse corbatas y vestidos, y que ansiaba verlos con sus mejores galas en la cena.


—Gojo, ¿vienes con nosotros? —preguntó Fushiguro en cuánto el director bajó del improvisado estrado y se acercó a sus estudiantes.


—Me temo que no, Megumi, tengo algunos asuntos que...


En realidad, tenía otros planes, pero se dio cuenta de que eso no podría ser posible cuando vio a su plan pasar por su lado acompañada de las docentes y algunas estudiantes. Satoru Gojo, el chamán más fuerte, acababa de ser brutalmente golpeado con el látigo de la indiferencia de una mujer. Pensó que de seguro ella no lo había hecho a propósito, pues se notaba muy entusiasmada por recorrer la ciudad como una niña pequeña a la que van a comprarle un helado. No podía culparla por no pensar con la entrepierna como él.


—Justicia divina creo que le dicen a esto.


—¡Eh!, Satoru, ¿estás hablando solo? —le preguntó Maki, justo al lado de Megumi. Ella había elegido salir con los chicos.


—¿No me van a invitar a salir con ustedes?


—Yo te invité, mal nacido—murmuró Megumi alzando una ceja con cierta molestia.


—No mientas, Megumi Chan~ Yo habría dicho que sí enseguida —mintió desfachatadamente. 


 


 


Después del delicioso banquete todos se levantaron de sus mesas y dieron paso a la verdadera fiesta que había planeado Gojo con toda la intención de que el viejo Yoshinobu se infartara y muriera al ver lo que estaba haciendo la nueva generación de hechiceros en su ancestral y sagrado colegio. El veterano maldijo para sus adentros hasta al gusano que tejió la seda con la cual hicieron la sábana que cubría el colchón donde los padres de ese engendro decidieron echar pasión para concebirlo, pues ya no sabía qué más maldecir de ese desgraciado.


"Physically fit!, physically fit!, Physically, physically, physically. Woman you nice- sweet- fan-tas-tic..."


"No sé dónde estabas, Hana Kurusu, pero ahí te hubieras quedado" pensó Yoshinobu, mientras el chamán más fuerte estaba entregándolo todo en la pista de baile al ritmo de I like to move it. Obviamente, no se quedó a ver el desastre que iban a dejar esa pila de mocosos y se retiró del salón indignado. 


Entre los estudiantes de primero del colegio Tokio estaban Daisuke y Mina. Ambos coincidieron  con sus habilidades malditas centradas en la música. Gojo era el más feliz, ya que tenía sus propios DJ's que podían mezclar música en vivo. 


Aoi se acercó a la maestra Ruka, la invitó a bailar y ella aceptó, pero luego Satoru tomó la mano de la chica y la alejó de Todo para bailar con ella. Los demás se mantuvieron tímidos por un buen rato. 


Los primeros en comenzar a soltarse fueron los estudiantes de primer y segundo año, tanto del colegio de Tokio como de Kioto, entraron a la pista y los grupos se mezclaron. Lo cual era justo lo que Gojo quería que hicieran. 


El director dejó de bailar, tomó una botella de espumante y fue con Yuki, ya que sabía que su amiga no dudaría en abrir la botella aun con menores de edad presente.  Descorcharon la botella usando energía maldita. Tsukumo bebió la copa de una sola vez mientras que Gojo entregó su vaso a Yuta sin que su amiga lo viera. Solo bastaron unos minutos para que el alcohol subiera a la cabeza de Okkotsu. Subió a la mesa a bailar More & More de Twice demostrando, sin ningún tipo de pudor, lo fanático que era de la banda de chicas. Alguien por ahí había escuchado que Yuta salía con una Idol de ese grupo y el rumor se empezó a esparcir rápidamente. 


Los hechiceros de grado especial cargaban con el estigma de ser tan poderosos como mujeriegos y de las chicas se decía que disfrutaban su vida de solteras y vivían su sexualidad sin tapujos. Nadie se atrevía a juzgarlos, ya que eran los putos amos, y todo quedaba en eso: Rumores. Rumores que los demás solo podrían confirmar cuando escalaran hasta ese nivel. 


Yuki y Miyuri se alejaron de la pista para acercarse a la mesa en busca de algo de beber y encontraron una jarra con algo de jugo natural, pero tuvieron que recorrer más mesas en busca de vasos limpios y fue cuando se acercaron al lugar donde estaban Yuuji y Megumi de pie hablando sobre cosas triviales. Itadori movía los pies ansiando bailar. 


—Pero si son los hechiceros más guapos del Colegio técnico de Tokio —comentó Tsukumo a espaldas de los muchachos—. No les digan a mis estudiantes que yo dije esto o se enfadarán conmigo —bromeó, parándose en medio de ambos jóvenes. 


Miyuri continuó en su tarea de beber algo de líquido mientras apreciaba la belleza de ese trío de hechiceros. Los chicos lucían tan hermosos con sus trajes y Yuki con su corto vestido plateado que era incluso doloroso verlos. 


Itadori de inmediato hizo una reverencia para saludar a las hechiceras, pero su inclinación se hizo todavía más profunda para disculparse con Miyuri por lo que había pasado con su hermano menor. Megumi le prestó a la hechicera más atención de la que solía darle a la gente porque recordó las palabras de Sukuna. Miyuri también era una Tairen. La hechicera se apuró en tocar el hombro del chico con su mano libre en un gesto amistoso, diciéndole que no era necesario que se disculpara porque Sousuke estaba bien. Pese a que estaba hablando fuerte para hacerse escuchar por encima de la música, su voz no dejaba de oírse amable y afectuosa. 


—Vi que te estabas moviendo, Yuuji, ¿bailemos juntos? —dijo Yuki tomando la mano de Itadori. Aun con las luces bajas se logró ver como la cara del hechicero se ponía tan roja como la camisa que llevaba puesta—. No te pongas tímido ahora.


—¡Yo soy tímido! —alegó Yuuji, algo aterrado. 


—Tranquilo~ yo no muerdo, ¿acaso soy tu tipo de mujer? —le guiñó el ojo y lo arrastró a la pista de baile.


Megumi y Miyuri quedaron solos, se entretuvieron un poco viendo a Itadori y sus dos pies izquierdos tratando de no pisar los pies de Yuki. Fushiguro vio la escena, pero en su cabeza, siguió dándole vueltas al mismo tema. Quería saber la historia que tenían esos hermanos con los Zenin, más no sabía como interceptarla. Sus habilidades sociales eran del asco.


La hechicera continuó apreciando el cuerpo de Tsukumo, lucía casi como un ser feérico con un vestido hecho de estrellas. Sus sandalias no eran de tacón demasiado alto, sin embargo, sus piernas se veían largas y torneadas, y ni hablar de su cabello largo y brillante. Era como ver la perfección de Gojo, pero en versión mujer. Yuki había sido pionera en alcanzar el grado especial y Miyuri creía muy probable que, al igual que Gojo, todo se le diera muy bien.


Justo lo que alguien como ella, llena de imperfecciones, jamás sería. No podía evitar ser dura consigo misma al compararse con Yuki Tsukumo. Aunque dudaba de que alguna mujer no lo fuera con solo verla. 


—Ah~ cómo me gustaría ser tan genial como Yuki, pero tendría que nacer de nuevo —comentó en voz alta porque no creyó que Fushiguro fuera de los chicos que se entrometen demasiado en la vida de otros. Probablemente la dejaría divagar como si estuviera hablando sola.


—Tú ya eres genial así como eres —le dijo su hermano apareciendo tras ella para pasarle un brazo por los hombros y luego se dirigió a Fushiguro—. Megumi, creo que no empezamos muy bien nuestra relación, pero nunca es tarde para empezar de nuevo.


Le extendió la mano con nerviosismo y el hechicero se quedó viéndole detenidamente con una expresión inescrutable, tanto, que Sousuke pensó que el chico lo dejaría con la mano ahí extendida y completamente en ridículo, pero finalmente correspondió y le dio un apretón, aunque su seriedad no varió.


—Tú también eres genial, aunque algo indisciplinado —dijo Miyuri, retomando el hilo de la conversación anterior, ya que no perdía oportunidad para corregirlo—. Si te hubieras esforzado en clases, habrías sido de ayuda para tu compañero, pero podría apostar a que solo estorbaste.


—¿Crees que fue así, Fushiguro? —preguntó Sousuke, cuando los hermanos voltearon a verlo, él ya se estaba alejando. Sin ganas se tuvo que devolver porque ante todo era alguien educado. 


—Creo que le falta entrenar más —fue la fría y honesta respuesta del hechicero.


Sobre Sousuke se posó la imaginaria nube negra de la deshonra.


Del otro lado del salón, Maki y Nobara estaban sentadas en un futón azul marino, charlando y apartadas del  resto. Estaban pasándola bien a su manera. 


—Mira eso, Gojo y la maestra Ruka hacen una linda pareja, ¿no crees? —comentó Nobara meciendo la soda de su copa. 


Maki volvió su mirada hacia su amiga y su expresión seria se acentuó. 


—Oye, ¿por qué me ves así? —reclamó Nobara, usando un tono que se asemejaba al berrinche— Ni siquiera me estás escuchando. 


Maki continuó callada y ensimismada, luego volvió su mirada hacia Fushiguro y el par de hermanos. Nobara entendió qué era lo que preocupaba a Maki


—¿Quienes son esos que están con Fushiguro? 


—Los Tairen —respondió Maki—. El clan innombrable. 


—¿Uh?, ¿Y es malo que Fushiguro esté con ellos?


—No lo sé, solo espero que no le hagan daño. Fushiguro no tiene nada que ver—. Nobara miró a Maki sin entender por qué ese par de hermanos querrían hacerle daño a Megumi, Maki se dio cuenta, bebió de su copa y comenzó a explicar mientras movía el pie con impaciencia:—En realidad,  siempre creí que era una leyenda demasiado increíble para ser cierta, pero dicen que esa familia obtuvo sus habilidades gracias a las maldiciones y solo así lograron entrar al mundo del Jujutsu.


—Qué tramposos —comentó Nobara, frunciendo el ceño—. ¿Y Fushiguro qué tiene que ver en todo eso?


—Hace muchísimos años, una mujer de apellido Tairen fue brutalmente asesinada. Ella era la amante de uno de los más importantes chamanes en el mundo del jujutsu: el líder del clan Zenin. Con el tiempo se supo que esta mujer estaba embarazada cuando fue asesinada y las piezas empezaron a encajar; digo, hablamos del clan Zenin, su líder ya tenía hijos con su legítima esposa y obviamente no querían ningún bastardo, por lo que decidieron eliminarla. Dolido por el asesinato impune de su hija y harto del menosprecio de los chamanes, el patriarca Tairen hizo un trato con un hechicero de 400 años, a cambio de venganza. Quería que los de su estirpe se convirtieran en hechiceros capaces de superar a los arrogantes miembros del clan Zenin y, a cambio, le obsequió el vientre de otra de sus hijas, que fue lo que el hechicero le pidió.


—Es increíble lo que se puede hacer solo por limpiar tu nombre. 


—Sí, bueno, el líder del clan Zenin fue hallado muerto un tiempo después, pero, con respecto a la otra hija del patriarca Tairen, dicen que el experimento con su vientre salió bien, pero esta mujer se suicidó al no soportar la idea de parir el experimento de este hechicero. El hombre por fin se dio por vencido después de eso, solo le quedaba una hija después de todo, pero, curiosamente, fueron los hijos de esa mujer los que de la noche a la mañana tuvieron la capacidad de usar energía maldita y técnicas malditas... Y ese fue el principio del fin. Los altos mandos, incrédulos y desconfiados, ordenaron perseguir a los miembros de esta familia y asesinarlos.


—¡Eso es horrible!


—Solo hubo un sobreviviente que prometió mantener a él y a su linaje alejados de todo el mundo del jujutsu. Después de casi 80 años solo Miyuri Tairen se rebeló contra eso y aceptó el reto de convertirse en hechicera, ascendiendo hasta el grado especial probando que su estirpe, aunque sea innombrable, sigue siendo poderosa. 


Nobara guardó silencio por dos segundos, absorbiendo toda la información posible. Ahora comenzaba a entender por qué Maki estaba preocupada por Fushiguro. No culpaba a los hermanos por odiar a cualquiera que descendiera de una familia que les hizo tanto daño.


—Dudo que Megumi siquiera sepa dónde se está metiendo —susurró Maki.


Gojo se acercó a las chicas con tres pequeñas copas en la mano que contenían licor de arroz. Las obligó a que le hicieran un espacio entre ellas para sentarse en el futón.


—¿Se puede saber qué hacen aquí tan alejadas del resto?


—Qué te importa —Solo Maki aceptó el trago de Sake y lo bebió de un sorbo.  


—Cosas de chicas. 


—Oh, ya entiendo —afinó la garganta para empezar a cantar—. Nada tiene de especial dos mujeres que se dan la mano. 


Maki cerró los ojos y apretó su copa como signo de lo mucho que le irritaba solo escuchar a Satoru Gojo. 


—Ya vas a empezar. 


Nobara logró que la atención de ambos hechiceros se fuera hacia Megumi y, para sorpresa de todos, lo descubrieron bailando con Miyuri y Sousuke. 


Estaban haciendo algunos pasos de baile y hubo que reconocer que se le daban bien. Nadie nunca en la vida había visto bailar a Megumi antes, ¿qué habrían hecho estos hermanos para conseguirlo sin siquiera esforzarse?


—¡Vaya!, tenías razón, todo apunta a que Megumi gusta de la fruta madura y prohibida—agregó Nobara.


—Quién iba a pensar que se le diera tan bien bailar. 


Gojo se bebió los dos shot de licor de arroz.  


 

Notas finales:

Recuerden que este Fanfic lo pueden encontrar en el siguiente link https://w.tt/3vUCngN 

 

Canción bailada por Yuta: More&More - Twice (House Remix)


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