El celo de Rin estaba por terminar, los últimos días habían sido un poco pesados pues luego de la primera vez que se unieron no pudieron parar. Quizá el contener su deseo durante tanto tiempo lo había provocado, aunque a ninguno le molestaba.
Tuvieron que cambiar un poco la rutina a la que estaban acostumbrados pues ahora despertaban más temprano e iban a dormir más tarde. Durante esos días Rin se aseguraba de preparar la bañera para un rápido encuentro antes de que Haru fuera a trabajar y él se encargaba de preparar el desayuno.
Una vez que Haru salía, Rin se dedicaba a los pendientes del hogar y se aseguraba de que todo estuviera en orden y listo para recibirlo mientras esperaba su regreso. En cuanto llegaba corría hasta él para darle la bienvenida y guiarlo a la habitación.
Solo eran un par de días los que llevaban con esa rutina pues el celo de Rin estaba por terminar, todo había resultado mucho mejor de lo que esperaban y ambos se sentían mucho más tranquilos.
Así que en cuanto Haru volvió del trabajo Rin fue a recibirlo, nuevamente se abalanzó sobre él aferrándose con sus brazos y piernas mientras lo abrazaba acariciando suavemente su espalda.
—¿Me extrañaste? —se frotó lentamente contra él ronroneando un poco, quería retarlo y aprovecharía cualquier oportunidad para hacerlo.
—¿Y qué hay de ti? ¿Me extrañaste? —no pudo evitar reír, sabía lo que Rin intentaba y no lo dejaría ganar tan fácilmente.
Se miraron por unos instantes con la sonrisa grabada en su rostro, su conexión siempre había sido fuerte, y ahora que por fin su instinto y su lado racional habían encontrado el equilibrio lo era mucho más.
Lentamente sus labios se unieron recorriendo los contrarios con la lengua para luego fundirse en un beso. Había pasión, necesidad, deseo, y sobre todo amor; sus emociones se desbordaban con cada beso y poco a poco el contacto se intensificaba.
—¿Iremos a la habitación, a la bañera o prefieres que nos quedemos en el sofá? —acariciaba lentamente su espalda mientras besaba sus labios, tenía tantas ganas de estar con él que apenas podía contenerse.
—No creo que ninguno de los dos pueda llegar más allá de esto —también ansiaba sentirlo y no pudo hacer más que llegar al sofá mientras se aferraba a él sin dejar de besarlo.
Lentamente recorría el cuerpo de Rin provocando que pequeños suspiros escaparan de sus labios, su aroma se había intensificado y comenzaba a deshacerse de la ropa de Haru mientras acariciaba la piel que quedaba descubierta.
El dorado brilló en sus miradas al encontrarse y sus labios se curvaron en una sonrisa antes de volver a fundirse en un beso apasionado. Sus mentes estaban invadidas por el aroma contrario y la sensación que las caricias provocaban.
Aprendieron rápidamente a leer las reacciones del otro y a reconocer los puntos más sensibles de su cuerpo, querían compartir el placer y que el otro lo sintiera con la misma intensidad.
Tras cada beso y cada caricia un suave te amo escapaba de sus labios antes de buscar los contrarios para besarlos. No se trataba solo del placer, querían que el amor que compartían estuviera presente en cada una de sus acciones incluso si ambos sabían lo que el otro sentía.
Durante esos encuentros no solo sus cuerpos se conectaban, por más cliché que pudiera sonar sus mentes y corazones también lo hacían. Podría pensarse que era todo a causa de estar destinados o que se habían enlazado poco tiempo atrás, pero ambos sabían que iba mucho más allá de eso.
Se amaban, no importaba lo que los demás pensaran o lo que debían sentir por su instinto, lo que existía entre ellos era mucho más fuerte que cualquiera de esas cosas y podían sentirlo con solo mirarse.