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129. Envuelto en un Lazo (22)- Villa Kim por dayanstyle

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—¿Puedo comprarte un trago?

Hae Chan había ido a este club, para conseguir un polvo, sin embargo cada persona que le había tirado los tejos había sido un completo imbécil. Sus estándares no eran demasiado altos, pero los tenía. Se giró para decirle al hombre que se jodiera, y entonces cerró la boca.

El hombre era… wow.

—Depende—Estaba jugando al tímido sin razón alguna. Por la mirada interesada en los hermosos ojos del hombre, era un polvo seguro si quería que lo fuese.

Sr. Sexy se rascó su recortada barba. —¿Y de qué depende?

 

Tenía un rostro en el que podría perderse mientras luchaba por una respuesta ingeniosa, pero su embriagado cerebro se negaba a darle una. Ya había bebido bastante, pero no estaba tan borracho como quisiera. Aún no. Aún tenía mucho sentido común, y su sentido común le estaba diciendo que no rechazara a este hombre.

 

Corrección. Su polla le estaba diciendo que no rechazara a este hombre.

El extraño lo miró de arriba a abajo y la sonrisa más sexy que había visto se extendió por su rostro. —¿Qué tal si en su lugar te doy un paseo?

Se giró completamente hacia él, saciándose y sonriendo como un completo idiota. —¿Qué clase de paseo?

La risa entre dientes del Sr. Sexy fue profunda e hizo que su polla se endureciera. —Cualquier tipo que quieras.

Amaba que Sr. Sexy le siguiera la corriente, que tuviese sentido del humor – y no dolía que fuese, de lejos, el hombre más caliente del club. Agarró el paquete del hombre, dándole a su polla un ligero apretón. Los ojos del extraño se abrieron como platos durante un segundo, antes de que se volvieran pesados. —Esta clase de paseo —ronroneó.

Un segundo estaban de pie en la atestada barra y al siguiente el Sr. Sexy le agarro el brazo y lo estaba sacando del club. Tan pronto como salieron, el aire frío lo golpeó en el rostro, espabilando ligeramente. Cruzaron el aparcamiento y el Sr. Sexy se detuvo frente a una brillante camioneta negra.

Cuando abrió la puerta del pasajero, subió, admirando el interior completamente nuevo, pero no tanto como al conductor. El hombre entró y él se arrastró sobre su regazo, chupando su cuello y pellizcando su manzana de Adam. Había tenido la esperanza de tener suerte, pero no había esperado que le tocara el premio gordo. El Sr. Sexy era todo manos, tocándolo en todas partes, mientras le quitaba el abrigo y lo arrojaba a un lado. Tiró de su camisa  y se estremeció bajo el toque del hombre.

El Sr. Sexy puso la camioneta en marcha. —Pronto habrá calor.

Con un musculoso como éste, las ventanas se empañarían en muy poco tiempo. Deslizó sus manos bajo la camisa del hombre y gimió cuando sintió el musculoso pecho. Amaba los músculos, especialmente en un hombre tan hermoso.

—¿Eres de por aquí?

—No quiero hablar. —Mordió el cuello del hombre. —Quiero follar.

El Sr. Sexy le molió su dura polla contra el culo, y él gimió. Dijo algo más, intentando sonar sexy, pero sus palabras salieron en un insulto. El hombre mordisqueó sus labios, los lamió, sus manos deslizándose por su culo.

El Sr. Sexy mordisqueó un largo camino sobre el hombro desnudo, con su cálido aliento sobre su piel. Quería la polla del hombre en su culo hacía cinco segundos, pero todo lo que el Sr. Sexy hacía fue tentarle la cinturilla de los vaqueros con los dedos, haciendo que su agujero palpitara con necesidad.

—Dime tu nombre.

Normalmente daba uno falso cuando se trataba de una sola noche. No necesitaba que nadie intentara buscarlo la mañana siguiente. Era menos molesto de esa manera. Había tenido demasiados hombres que le suplicaban por su número, le decían que querían ser su novio o intentaban seguirlo a casa. Pero siempre iba a lo seguro.

Algo le dijo que ir a lo seguro con el Sr. Sexy sería un desafío. Sólo tenía ese aire sobre él. Tendría que ser cuidadoso con éste.

—Hae Chan—Quiso darse un golpe por dar su verdadero nombre. Nunca antes había cometido ese error. O estaba demasiado borracho o iba en serio con este hombre, porque su auto preservación había volado por la ventanilla de la camioneta.

 

—Soy Jeno—Las manos del hombre le apretaron de nuevo el culo. Le dio un escalofrío, mientras se retorcía en el regazo de Jeno, presionando su dura polla contra el plano estómago del hombre.

Terminó de hablar. Extendió su mano entre la cinturilla y el cuerpo de Jeno, empujándola profundamente hasta que pudo envolver sus dedos alrededor de la dura polla del hombre. Este siseó, y luego le agarró la muñeca, evitando que bombeara su mano.

—¿Cuál es el problema?—Jeno parecía estar por él, y definitivamente él estaba en esto.

—No follo con borrachos.

—Entonces, ¿Por qué demonios me trajiste aquí? —Se alejó del regazo de Jeno, alcanzando la manija de la puerta del pasajero. Si no iba a tener suerte con este hombre, tenía que volver al club y encontrar a alguien que le quisiera.

 

El camarero le había estado mirando como si fuese un pedazo de carne, y estaba bastante seguro de que este estaría listo para algo de diversión.

Jeno le agarró la pretina de los vaqueros, alejándolo de la puerta. 

 

—¿Por qué no vienes a mi casa y te despejas? Entonces podremos follar hasta que no puedas caminar derecho.

Se estremeció ante las palabras, cuando miró por encima del hombro. 

—No creo que pueda esperar tanto tiempo. Necesito una polla dura ahora, no en una o dos horas.

Estaba matándole el entusiasmo, y eso le estaba enojando. No había querido pensar esta noche, ni conocer a nadie. Todo lo que había estado buscando era un buen y duro polvo – un polvo que le ayudase a olvidar las fiestas. No es que una sola noche de sexo pudiera hacer eso, pero había estado dispuesto a darle una oportunidad.

Jeno lo arrastro hacia él de nuevo. Contuvo la respiración, cuando Jeno pasó sus nudillos sobre su mandíbula. —Haré que valga la pena.

Apostaba que el hombre lo haría. Jeno se veía como si pudiese follar como un sueño húmedo. —No voy a casa con extraños.

—¿Así que sólo tienes folladas en el asiento de atrás? —Empujó la mano en la parte trasera de sus pantalones, tentando su agujero con la punta de su dedo.

Los pensamientos coherentes huyeron, y todo lo que pudo hacer fue sentir. Se empujó contra el dedo, determinado a tener algo en su culo esta noche. Pero Jeno no le siguió la corriente. Sólo le hizo círculos en el agujero  sin penetrarlo.

Estaba a segundos de golpear a Jeno por ser un provocador. 

—Tengo sexo sin propósito —dijo. —Si eso es lo que estás preguntando.

Su resistencia se estaba desvaneciendo rápidamente, mientras Jeno le chupaba a lo largo del cuello. —Deja que te lleve a casa.

Oh infiernos. ¿A quién estaba engañando? Quería tanto a Jeno que estaría de acuerdo con cualquier cosa. —Bien, pero mejor que tengamos asombroso sexo.

Jeno lo movió a un lado y salió del estacionamiento. Mientras conducía, jugó con su polla bajo la tela de algodón, metiendo la cabeza en el regazo de Jeno mientras mordisqueaba el material, dejando húmedas manchas detrás.

 

—Estás estropeando mi concentración—Jeno le agarró el cabello, pero no alejó su cabeza. Sus dedos se mantuvieron enroscados en un apretado agarre, mientras mantenía un ojo en la carretera.

 

Empujó la camisa de Jeno por encima de la cinturilla de su pantalón, mordiendo la estela de vello dirigiéndose bajo los pantalones, dejando marcas rojas detrás, pero Jeno no se quejó. De hecho, siseó y gimió cuando un faro ocasional iluminó el interior de su camioneta. No tenía idea de en qué dirección se estaban dirigiendo. Todo lo que quería era ser follado, de manera que alejó de su mente el pensamiento de su destino. Estaba excitado, preparado para funcionar y tan malditamente cachondo que estaba medio loco de lujuria.

Con los dedos aún aferrados en su cabello, Jeno le maniobró la cabeza para apoyarla en su regazo. De acuerdo, disminuiría la velocidad, pero sólo durante un segundo. Estaba un poco mareado, y el vehículo en movimiento sólo lo hizo peor. Pero tendría la polla de Jeno en su culo antes de que la noche terminara. Se aseguraría de eso.

 

 

Jeno acarició el cabello de Hae Chan mientras su pareja roncaba ligeramente. El delgado y pequeño humano se había desmayado. Estaba sorprendido que este no hubiese notado la intensa conexión entre ellos, pero tan perdido como estaba, probablemente no notaría nada excepto su necesidad por una buena follada.

Después de entrar en su camino de entrada y presionar el botón para abrir la puerta del garaje, condujo hacia adelante, y luego cerró la puerta basculante antes de apagar el motor. Ya escuchaba el ladrido de Basil desde dentro de la casa. Salió, fue hacia el otro lado y luego izó a Hae Chan por encima de su hombro y le llevó adentro. Mientras llevaba a su pareja a su dormitorio, se dio cuenta de que el chico no pesaba nada. Sólo tenía la esperanza de que Hae Chan no se pusiera como loco cuando despertara encontrándose en una cama extraña.

Le quitó los zapatos y vaqueros, antes de meter las mantas a su alrededor. Su pareja gruñó, eructó y lanzó un brazo sobre un lado de la cama antes de que reanudara sus ronquidos. Se veía como un desastre caliente ahí tumbado, su cabello castaño sobresaliendo. Estaba babeando ligeramente.

      Pero maldición si no era hermoso.                                                                             

Cuando regresó a la cocina, Basil se sentó ahí con la cabeza ladeada hacia un lado, como si preguntara a quién había traído a casa.

—Las cosas deberían ponerse realmente interesantes, cuando se despierte. —Le dio un palmadita en la cabeza del collie.

Basil ladró, corrió en círculos y luego se dirigió hacia la puerta principal.

—Hace mucho frío afuera y sé que puedes esperar hasta la mañana— Agarró una taza de café. No estaba cansado. Estaba cachondo. Su dura polla presionaba contra la cremallera de sus vaqueros, mientras intentaba olvidar lo que Hae Chan le había hecho en la camioneta. Era demasiado malo que su pareja no hubiese estado sobrio. Le habría reclamado justo ahí en el aparcamiento del club.

Se sirvió una taza de café, cuando escuchó una tos.

Luego náuseas.

—Mierda.

 

 

Se fue por el pasillo, rezando para que Hae Chan no vomitara en su cama. Entró corriendo en su habitación para encontrar a su pareja en el suelo, a cuatro patas. —Sólo dispárame —gimió Hae Chan.

—Vamos, hermoso. Deja que te lleve a la ducha. —Levantó a Hae Chan del suelo y le dirigió hacia el cuarto de baño. No estaba seguro si debería dejar ir a su pareja, le asustaba que se cayera si nadie lo ayudaba a mantenerse en pie. Fue un acto de malabarismo sostenerle con una mano, mientras intentaba encender la ducha, pero se las apañó.

Vapor llenó el cuarto de baño, mientras le quitaba el resto de la ropa a Hae Chan. Con cada centímetro de piel revelada, su polla se volvía más dura. Maldita sea. Tenía mejor control que esto. Obligándose a no mirar fijamente la polla de Hae Chan, lo ayudó a entrar en la cabina.

—¡Mierda! —Hae Chan intentó salir, pero mantuvo un fuerte agarre en él.

—No hasta que estés limpio.

 

—¡Estoy limpio! ¡Estoy limpio! —Gritó Hae Chan. —Y me estoy espabilando más rápido de lo que quiero.

—¿Normalmente dejas el club con completos desconocidos? —Enjabonó un paño y lavó la espalda de Hae Chan. —Sabes que eso no es seguro.

—¿Qué eres? ¿Mi padre? —Hae Chan inclinó la cabeza hacia atrás, gimiendo cuando el agua salpicó su rostro. —Se llama conectar, papá. Deberías intentarlo algunas veces. Es divertido.

—Vamos a concentrarnos en lavarte—No quería pensar sobre Hae Chan “conectando” con otros hombres. Su pantera siseó ante la imagen de su pareja yéndose con extraños.

—De acuerdo, puedo lavarme yo mismo—Hae Chan le arrebató el paño de las manos. —Puedes salir, y llévate tus sermones contigo—Lo miró sobre su hombro, una mirada caliente en sus ojos color avellana. —A menos que quieras tener sexo en la ducha.

Salió de la cabina y se quitó la ropa mojada. —Quizás después de que limpie el desastre que dejaste en mi dormitorio.

Hae Chan hizo una mueca. —Sí, uh, siento eso. Normalmente no bebo tanto.

—Entonces, ¿por qué lo hiciste? —Agarró una toalla del armario sobre el inodoro y se secó. La envolvió alrededor de su cintura, y luego arrojó la ropa húmeda al lavabo. Trataría con ello más tarde.

—Porque las fiestas apestan. —Hae Chan cerró la puerta de la cabina— Intenta tener una familia como la mía. Tus Navidades también apestarían.

—¿Así de mal?

—No es bueno.

Dejó a Hae Chan en el cuarto de baño. Agarró algunos artículos de limpieza y se dirigió hacia el desastre en el suelo de su habitación. Esta no era la manera en la que había planeado pasar su noche. Había ido a The Manacle para conseguir un polvo. A pesar de lo que Hae Chan había dicho, conocía demasiado bien lo que era una conexión.

En su lugar, había encontrado a su pareja.

Regresó a la cocina y agarró su tibio café, tomando un sorbo, mientras esperaba a ver lo que haría su pareja. Emitió un bajo gruñido cuando Hae Chan entró moviéndose de manera desenfrenada en la cocina, con el culo desnudo.

—¿Tienes una cura para resacas? —Hae Chan comenzó a mirar a través de los armarios. —Te ves cómo un hombre que bebe. ¿Dónde guardas tu bebida? 

Apoyó una cadera contra el mostrador, sujetando su taza, su mirada barriendo el desnudo y pálido cuerpo de Hae Chan. —¿Qué tal una taza de café en su lugar?

Hae Chan arrugó la nariz. —Vamos, papá. Dame un trago. Prometo no decírselo a mamá.

Se rio entre dientes. —No soy tu padre.

—Gracias a Dios—Hae Chan giró sus ojos color avellana hacia él. —Me asustaría por completo, si estuviese tan duro por un pariente.

Estuvo cerca de ahogarse con su café. —Wow, no te contienes, ¿cierto?

Hae Chan sonrió. —Me gusta tener diversión. Dime que no eres uno de esos hombres que tiene un palo en el culo todo el tiempo.

—Nunca tuve nada en mi culo.

—¿Demasiado hombre para ser el de abajo? —Hae Chan golpeó su propio culo desnudo. —No sabes lo que te estás perdiendo.

Tuvo que obligar a sus caninos para que no descendieran. Había muchas cosas que quería hacer con el culo de Hae Chan, y nalgadas estaba en la parte superior de su lista – follar sería la segunda.

—Activo dominante—dijo, —y no planeo cambiar eso a corto plazo. 

Puso la taza en el fregadero.

Ohhh, un activo dominante—Hae Chan se pavoneó ante él. Le pasó  la mano sobre su pecho, pellizcando uno de sus pezones. —Aún estoy buscando follar esta noche. ¿Vas a ayudar a un chico cachondo o qué?

Hizo girar a Hae Chan, atrapándolo contra el borde del mostrador. Un débil y gimoteante ruido escapó de su pareja. Dejó que un pequeño ronroneo retumbara en su pecho. —Ahora que estás sobrio, voy a follarte hasta que no puedas caminar derecho.

—No hay nada derecho sobre mí. —Hae Chan sacó su culo, rozándoselo contra la dura polla. —Sólo prométeme una noche que no olvidaré.

Si el chico sólo supiese. No lo dejaría ir, nunca. El humano era su pareja, y él era para este. No habría más conexiones en el futuro del chico.

Envolviendo un brazo alrededor de la cintura de Hae Chan, lo alzó y se dirigió hacia su dormitorio. Hae Chan se rio todo el camino. Depositó a su pareja sobre la cama, antes de agarrar el lubricante de su mesita de noche.                                  

Hae Chan se puso sobre sus manos y piernas, presentando su culo. Lo movió, mirando por encima del hombro. —No me dejes colgado.

Dejó caer la toalla de su cintura. Los ojos de Hae Chan se ensancharon. Sonrió. 

—¿Te gusta lo que ves?

—Sólo tengo la esperanza que sepas qué hacer con todo eso.

El chico sabía cómo hablar mierda. Puso el bote a un lado cuando se subió a la cama. Volteó a Hae Chan sobre su espalda, lamiendo ávidamente sus labios. Su pareja sabía mejor de lo que podría imaginar. Su aliento era de menta por la pasta de dientes, pero sus labios eran cálidos y regordetes y  no pudo evitar pensar en ellos alrededor de su polla.

Se retiró, se puso de rodillas y agarró la base de su erección. —Chúpame.

Con una obscena sonrisa, Hae Chan se arrastró hacia él. Estuvo cerca de perder su cordura ante el erótico paisaje. Tuvo que apretar su polla más fuerte, para evitar correrse en ese momento.

Hae Chan deslizó su lengua sobre su labio inferior, gimiendo al mismo tiempo. 

—Definitivamente tuve suerte esta noche.

 

Pasó la cabeza de su polla sobre los labios de Hae Chan. —Pruébalo.

Él aliento era cálido sobre su polla. Hae Chan sopló sobre la cabeza antes de que la tomara en su boca. Sus ojos estuvieron cerca de cruzarse cuando apretó sus molares, su mano estrangulando su polla. Hae Chan movió la lengua sobre la hendidura, y agarró la cabeza de Hae Chan, dando a su pareja una palmadita en el rostro.

—Maldición, eres malditamente bueno en esto—Observó su polla embestir en la boca de Hae Chan; vio la saliva deslizándose sobre su polla. Agarró el cabello de este, en un absoluto dominio, mientras bajaba por la garganta de su pareja.

Hae Chan dejó que su polla se le deslizara de su boca. Lamió sus labios, sonriéndole. —Espero que no hayas terminado.

Señaló hacia su dura polla. —¿Se ve como que he terminado?

 

Pero se tomó un segundo para disfrutar de las pequeñas réplicas que aún hormigueaban a través de su cuerpo. Mientras estaba ahí arrodillado, Hae Chan agarró el lubricante y comenzó a trabajar en su agujero.

Este chico iba a matarlo. Hae Chan se había dejado caer sobre su espalda, y tenía dos dedos en el interior de su culo, gimiendo como si ya lo estuviera follándo.

Su pantera aulló ante la vista. —Jesús —gimió. —Eres un maldito gato montés.

—Entonces comienza a acariciarme —gimoteó Hae Chan.

Su polla estaba agonizantemente dura. Echó hacia atrás una de las piernas de Hae Chan y golpeó su culo. Este se rio, arqueando su espalda y moviendo su parte inferior. —Esa no es la clase de caricia que tenía en mente.

—No te preocupes, estoy a punto de taladrar este culo—Alejó los dedos de Hae Chan, y luego agarró el lubricante para lubricar su polla. Hae Chan puso una mano detrás de cada rodilla, echó sus piernas hacia atrás y le sonrió.

—Es todo tuyo.

—Tienes toda la maldita razón—Se hundió en el apretado calor de Hae Chan, siseando cuando fue girado, el momento incluso más intenso por el hecho que Hae Chan era su pareja.

 

Dejó caer sus manos, inclinando su boca sobre el cuello de Hae Chan, haciendo un moretón en su pálida piel. Este le deslizó sus piernas alrededor de la cintura y se arqueó, gimiendo mientras le clavaba las uñas en la espalda. Se sentía tan bien estar enterrado profundamente en su culo, mientras Hae Chan hacía ruidos de mendicidad. Pasó los dedos sobre la boca de Hae Chan, y cuando chupó esos dedos, embistió más fuerte, más profundo, ronroneando como loco.

Hae Chan giró la cabeza, levantando los ojos hacia él. —Estás ronroneando.

—Eres demasiado ardiente —dijo. —No puedo evitarlo.

Se aferró al cabello de Hae Chan con una mano, tirando de él hacia atrás para poder lamer su cuello, plantando besos a lo largo de su mandíbula, antes de que mordiera el lóbulo de su pareja. Hae Chan jadeó. Le clavó más fuerte las uñas en la espalda. Raspó con sus caninos a lo largo del hombro desnudo de Hae Chan. Su corazón se detuvo, y luego los hundió profundamente, su corazón comenzando a saltar mientras sus almas se unían.

Hae Chan tembló debajo de él, gritando cuando su agujero se cerró con fuerza alrededor de su polla, palpitando mientras su semen empapaba sus pechos.  Cuando retiró sus caninos, agarró la mandíbula de Hae Chan y gruñó en su oído.  —Mío.

Dio dos embestidas más intensas, su respiración era irregular. Enterró su polla tan profunda como pudo, cuando su semen bañó el culo de Hae Chan. Salió y se derrumbó en la cama, Hae Chan acurrucándose a su lado cuando su pareja bostezó. Nada fue dicho, ni una sola palabra. Aún estaba aturdido por los eventos de su noche. Debió haberse dormido, completamente satisfecho, pero cuando despertó, encontró la cama vacía.

 

 

 continuará...

 

 


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