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ÍMPETU E INSTINTO por Mon18Zu

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Notas del capitulo:

Curiosamente, te darás cuenta de que tienes alguien más persiguiendote. Además, Nanaba se acercará a Rico y Levi tendrá un recuerdo. 

T/N fue interceptada por Nanaba cuando salió del castillo.

 

- ¡He! – Llamó su atención mientras caminaba hacia ella – El sargento me dijo que pronto saldremos de nuevo – Se detuvo a su lado porque T/N la esperó y luego anduvieron juntas – Mike ya conoce el plan, pero se abstiene de decirlo. Por cierto – Agregó, alzando un dedo y señalando detrás de ella – Tienes una sombra.

 

T/N miró sobre su hombro y por un milisegundo distinguió una cabeza asomarse detrás de una columna de piedra.

 

Ilse se escondió con rapidez, desapareciendo con facilidad. T/N devolvió la mirada al frente y lo dejó pasar, al tiempo que el ruido se alzaba. T/N escuchó una felicitación, cascos de caballo, risas y algunas órdenes. Miró hacia las caballerizas y al campo que se abría más adelante, donde algunos soldados primerizos montaban los caballos.

 

-Esa es la nueva miembro del escuadrón del capitán Levi – Señaló Nanaba mirando atentamente a una jinete de cabello platinado. El sol se derramaba sobre el pasto y el bosque que rodeaban el castillo. Una de las caballerizas estaba casi vacías. Petra estaba cerca junto a otra mujer que T/N no conocía bien. Ambas evaluaban el desempeño de los reclutas, pero Petra solo estaba allí por Rico.

 

-Su nombre es Rico – Le informó a Nanaba.

 

- ¡Eres muy buena montando! – Exclamó Petra sobre su propio caballo. Rico dio una vuelta alrededor de su instructora con un porte digno de ella. T/N sabía perfectamente que le estaba presumiendo.

 

- Está lista para salir – Apuntó Nanaba a su lado – Pero tiene tu caballo.

 

-Si, lo noté – T/N suspiró un poco y ambas se detuvieron, tomando distancia sobre los jinetes. Un recluta se acercó a Rico y hablaron un poco.

 

-Falta una recluta – Se extrañó la soldado junto a Petra. Ilse apareció corriendo, bastante ajetreada. T/N no pasó por alto la pequeña libreta roja que trataba de ocultar entre sus delgadas manos.  

 

- ¡Lo siento!, ¡Fui al baño ¡– Tomó el único caballo que estaba amarrado a un árbol y trató de subir, pero se resbaló sobre la silla aunque se sujetó con todas su fuerzas. La chica trotó hacia ella con una mirada seria.

 

-Si no puedes subir al caballo haré que te quedes en la próxima expedición. Solo serás carne para titanes allá afuera – La reprendió mientras Ilse se negaba a tocar tierra. Aquella postura de la soldado le pareció la adecuada a T/N.

 

- ¡Soy una soldado, no soy carne de ganado! – Voceó y comenzó a subir lentamente a la silla. Cuando demostró que pudo hacerlo, la chica solo se alejó con una mirada de aceptación.

 

-Rico – La llamó, apartando la mirada del sudoroso rostro de la pequeña Ilse. Su voz se alzó con facilidad y la omega se volvió hacia ella, atraída por el mandato. Trotó con su dirección y cuando estuvo cerca bajó del caballo de un salto, aterrizando con agilidad. Sus manos se cerraron sobre las riendas y Cirano se resistió un poco.

 

T/N tomó las riendas, acariciando el lomo del animal. Cirano dio otro paso adelante, respondiendo.

 

-Elije otro caballo – Le dijo sin mirarla.

 

- ¡Yo quiero este caballo! – Objetó bastante molesta - ¿Por qué tengo que elegir otro?, Me gusta este – Adelantó la mano, pero T/N no dejó que tomara las riendas de vuelta.

 

-No te daré mi caballo – Le explicó amenamente y Rico se mostró sorprendida.

 

-Ahora entiendo porque la recluta Ilse casi me muerde cuando intenté sacarlo hace rato – Comentó con molestia, mirando tras su hombro.

 

Nanaba río y Rico por fin notó su presencia.

 

-Nanaba – Se presentó con un simple asentimiento. Rico le dedicó una larga e intensa mirada.

 

-Rico…Brzenska – Extendió su mano, pero Nanaba se inclinó sorprendida hacia el frente con un dedo por delante.

 

- ¿Eres…pariente de T/N? – Rico encogió su brazo y pareció ofendida.  

 

- ¡Rico! – Gritó Petra – ¡Debo enseñarte las estrategias de nuestro equipo. No tenemos mucho tiempo! – Le dijo, alzando el brazo para llamar su atención varios metros a la distancia.

 

Rico casi se lanzó hacia T/N y tomó las riendas.

 

-Debemos hablar – Susurró seriamente acercándose a ella. Luego se llevó a Cirano como si no hubiera dicho nada.

 

T/N la vio dirigirse a las caballerizas, tirando de un semental que movía la cabeza, no muy contento de volver.

 

–Es una caprichosa – Comentó Nanaba con una nota de alegría en su voz.

 

–No tienes idea – Susurró en respuesta, concordando con ella.

 

Usualmente un omega hubiera obedecido a la primer orden incluso si la orden no provenía de su voz alfa porque por ahora, T/N era el alfa de Rico. Pero Rico se molestó y luego la desafió tratando de recuperar las riendas. Rico era una omega mimada y T/N contribuía a ello. Además, la mocosa usaba la promesa de no levantarle la mano a su favor sin mencionar que la opción de usar su voz alfa estaba desechada...a menos que fuera absolutamente necesario. 

 

Si tenía que educarla, debía encontrar otra manera menos invasiva.

 


 

Las paredes de la oficina de Erwin Smith eran de piedra grisácea, un cuarto cálido con chimenea y una cuadrada y pequeña ventana que daba vista al bosque. Delante del escritorio se encontraba una gruesa alfombra de piel de oso y sobre las paredes había lámparas de aceite.

 

Erwin estaba sentado detrás de su propio escritorio. La pluma sobre su gruesa mano se movía ágilmente haciendo trazos sumamente elegantes. A Levi le gustaba mirar detrás de su hombro; siempre procuraba que su propia letra fuera así de atractiva.

 

El ruido de la pluma era todo lo que se escuchaba en la habitación.

 

Hange, por otro lado, estaba igual de silenciosa pero había tomado asiento junto a la silla del comandante. Sus piernas yacían abiertas y sus manos estaban apoyadas en el asiento, de modo que se inclinaba un poco hacia el frente, su cabello caía por su rostro y no se movía en absoluto. Además, se había quitado los anteojos. 

 

A Erwin no le gustaba que cualquiera de ellos fuera expuesto por su propio aroma. Levi sabía que se preocupaba, pero Hange siempre se había tomado las peticiones de Erwin a la ligera.

 

Sin mencionar que Hange lo había hecho en un bar donde los apestosos alfas de bajo rango solían frecuentar, aquellos sin la más mínimo educación o respeto por los omegas y Levi sabía de eso.

 

Hange podría defenderse, no lo dudaba. Pero cualquiera de ellos pudo haber lanzado una orden, Hange hubiera quedado completamente indefensa y Erwin no habría estado allí para anular dicho mandato.

 

Su seguro era, por supuesto, Moblit. Su segundo al mando, un alfa dispuesto a defenderla. ¿Pero qué podía hacer un alfa contra una docena?

 

Levi, definitivamente, también estaba molesto.

 

Al principio la notó fastidiosa con todo ese interés en él. Tuvo que soportarla por años y aquello se terminó tornando en una extraña pero fuerte amistad. Levi la respetaba, excepto cuando se comportaba como una tonta.

 

Además, ella era la única que él había permitido verlo tan vulnerable…como cuando se presentaba su celo y eso hacía que Levi odiara la idea de perderla.

 

Después de descubrir aquello, Erwin distrajo sus pensamiento en el plan; un capricho de Hange pero igualmente necesario. Sin embargo, recibió una carta. Se sentó detrás del escritorio y comenzó a escribir.

 

-Erwin…yo… – Musitó Hange con desasosiego.

 

-No quiero escucharte ahora – Respondió el alfa y Hange no dijo más.

 

Levi entendía que él estaba bajo la protección de Erwin, desde el momento en que lo sustrajo de la ciudad subterránea. A partir de allí, las cosas para él mejoraron y después de años supo el porqué.

 

Mientras vivía allá abajo se había vuelto taciturno, malhumorado…irascible. Erwin se lo explicó cuando el odio hacia él menguó, lo cual tomó bastante tiempo.

 

Levi había pasado toda su vida como omega sin un alfa que viera por él, que lo cuidara…que lo protegiera. Levi lo había hecho solo y su omega resentía aquello. Su celo incluso se tornó más corto; en vez de durar setenta y dos horas comenzó a presentar celos de veinticuatro horas y en periodos cada vez más largos. Él creyó que eso le beneficiaba, así no tendría que gastar más energía y tiempo en tratar de ocultar su segundo género mientras robaba y mataba ocasionalmente en las calles de la ciudad.

 

Con el tiempo al lado de Erwin su celo volvió a cambiar, se volvió más intenso, casi insoportable…Y Hange estuvo allí para recibir sus frustraciones. Solía limpiar su frente con un trapo húmedo y a veces le contaba sobre lo último que había leído en un libro, de modo que pasaba horas con él hasta que se dormía por mucho que Levi solo le mostrara una expresión de desgana.

 

También entendía que Erwin se sintiera traicionado. Acogió a Hange al poco de que ésta entrara en el cuerpo de reclutas y, naturalmente, Erwin se preocupaba más por ella. Hange había estado sola y por lo que sabía, sus padres habían muerto cuando era una niña, pero al menos ella había tenido más tiempo con ellos.

 

Debió pasar varios minutos pensando porque Erwin terminó de escribir, dobló el pergamino, tomó el sello de lacre junto al mismo y lo selló.

 

Erwin dejó la pluma sobre el tintero antes de hablar.

 

- ¿Entiendes que has perdido mi confianza? – Le preguntó a Hange sin mirarla aún.

 

Hange asintió levemente.

 

-Lo entiendo – Fue solo un susurro, pero Levi lo escuchó.

 

-No te pedí que indagarás sobre T/N Brzenska – Agregó. Hange tardó unos segundos en defenderse y Levi metió ambas manos en los bolsillos de su pantalón, girando su cuerpo para tener una mejor visión de ella.

 

-Cuando me hicieron preguntas sobre ella, alguien mencionó algo que me pareció importante. Uno de ellos dijo que T/N había sido la dueña legitima de su propia compañía por tres años, pero que no había tomado ninguna decisión sobre ésta. Me preguntaron qué fue lo que la hizo cambiar de opinión – Hizo una pausa – No lo sabía. Pero en la reunión había alguien que dijo ser el intermediario entre ambas compañías.

 

Y la naturaleza curiosa de Hange la obligó a indagar más en ello.

 

-T/N estuvo en ese bar – Susurró Erwin, pensativo - ¿Por qué querría entrar a un bar como ese con el estatus que tiene?

 

Hange no respondió, pero la voz de Levi, varonil, se alzó detrás de Erwin.

 

-Estoy seguro de que fue un capricho de Rico – Erwin lo miró de reojo – T/N es muy susceptible a ella y eso podemos usarlo a nuestro favor.

 

Erwin deslizó sus ojos ámbar por el despacho. Rico es una omega de alta alcurnia, era lógico pensar que tenía interés por visitar ciertos lugares nada propios para una señorita como ella. Pero lo más importante es que consideraba a T/N manipulable, aunque…

 

-No creo que Rico sea tan manipulable como piensas.

 

El silencio se instaló por varios segundos hasta que Erwin se alzó de su asiento. Colocó la punta de sus dedos sobre la superficie de madera y frunció su entrecejo.

 

-Hange – Dijo – Cualquier decisión que tomes, a partir de ahora, deberá ser revisada y aprobada por Levi si yo no estoy cerca – Hange lo miró desde abajo con absoluta impresión.

 

- Pero…pero… – Erwin le lanzó una mirada de cero tolerancia y Hange se calló de inmediato, aunque sus ojos hablaban por ella.

 

-Desobedéceme esta vez y usaré el cuero de mi cinturón – Fue voz fue firme, clara y amenazante. Los hombros de la sargento Hange temblaron y sus ojos se anegaron un poco en lágrimas.

 

Erwin caminó hacia la puerta del despachó y Levi lo siguió tomando su distancia, pero se detuvo un momento a mitad del camino. Miró a Hange al tiempo que el alfa abría la puerta y desaparecía del otro lado.

 

 -Te veré en la sala de estrategias – Le dijo, pero Hange no se movió – Tenemos trabajo que hacer.

 

Levi mantuvo su vista en ella, sin atreverse a dar un paso. Decidió que debía animarla un poco, así que agregó:

 

– Pronto tendrás tu propio titán.

 

Hange alzó la mirada, pasó el dorso de su mano debajo de las cuencas, limpiando sus lágrimas, y sonrió.

 

-Tienes razón. Hay mucho trabajo que hacer – Levi devolvió la mirada hacia la puerta entreabierta del despacho y un intrusivo recuerdo apareció en su mente.

 

La lluvia caía a montones sobre su cuerpo, resbalando por su capa, manchando su rostro y deslizándose por sus mejillas.

 

El agua fría mojaba su piel, pero no solo era eso…su abdomen dolía y le costaba respirar. Sus manos se aflojaron alrededor de sus espadas pero no cayeron, solo…se aflojaron sobre sus dedos y Levi tenía la extraña sensación de que estaba siendo inmovilizado por una poderosa fuerza.

 

Pero después, el sonido de la intensa lluvia cayendo sobre el campo abierto lo sacó poco a poco de su ensimismamiento. No pudo saber cuánto tiempo pasó cuando escuchó por fin los sonidos que salían de su garganta.

 

El viento agitó su cabello húmedo y su piel se erizó enviando una sensación de estremecimiento en todo el cuerpo. Respiró para tomar aire, lo que hizo que sus sollozos tomaran fuerza. Apretó los dientes y por ello se hizo daño.

 

El ruido de cascos de caballos y el chapoteo lo hicieron apartar la mirada del impactante y atemorizado rostro; la última expresión.

 

- ¿Fuiste el único que sobrevivió? – Los dedos de Levi se estrujaron alrededor del mango de las catanas.

 

¡Erwin Smith!

 

 – Qué patético.

 

Levi se lanzó hacia el frente con la espada derecha por delante.

 

- ¡Voy a matarte! – Bramó con furia.

 

Pero Erwin sostuvo el arma con ambas manos y repelió su ataque. Se miraron: los ojos de Levi solo destilaban odio y furia mientras que los de Erwin eran tranquilos pero desafiantes.

 

Eso lo saco de quicio.

 

Empujó con todas sus fuerzas, sin embargo, las grandes manos del sargento se aferraron al filo de la catana, tiró de ella con precisión y se la arrebató de los dedos con asombrosa facilidad. Levi escuchó el ruido metálico cuando cayó unos metros lejos golpeando el agua porque no se atrevió a disminuir su atención del alfa.

 

-No has aprendido tu lugar en el mundo – Aseveró el alfa, mirándolo desde arriba con una seriedad que sorprendió a Levi – No te culpo, nadie te lo ha enseñado…aún.

 

Unas manos se ciñeron sobre los hombros del omega. Exclamó de sorpresa y su manzana de adán se agitó cuando tragó saliva, echando un vistazo hacia atrás; los dedos de Mike Zacharias se apretaron y empujaron, pero Levi se resistió. Había estado tan preocupado por derramar odio que ni siquiera había visto el momento exacto en que Erwin se había desabrochado el grueso cinturón de cuero.

 

A partir de eso, todo pasó demasiado rápido.

 

Mike logró inclinarlo hacia el frente, pero apenas lo hizo un poco un relámpago de dolor se extendió por su espalda alta. Se negó a pronunciar un sonido, se negó a quejarse. Forcejó con Mike solo hasta el tercer azote porque el dolor había sido demasiado... se había mezclado con su reciente pérdida.

 

Sus rodillas tocaron la tierra húmeda, pero los golpes no se detuvieron.

 

Finalmente, su fuerza de voluntad se desvaneció y de entre sus dientes apretados salió un quejido. El cinturón se clavó en su espalda una y otra vez…y Levi solo podía pensar que se merecía aquello.

 

Se quedó en el suelo sosteniéndose con una sola mano para no desplomarse por completo. Las lágrimas salían de sus cuencas y terminaban mezclándose con las gotas de lluvia que caían de su melena oscura.

 

No le importó que su llanto fuera fuerte o descontrolado, no pudo guardárselo más.

 

Los azotes se habían detenido, pero Levi seguía sintiendo el suplicio.

 

Lo habían humillado, lo habían sometido…lo habían doblegado.

 

-Levántate – La voz de Erwin se alzó duramente sobre sus gimoteos. Levi no se precipitó, sabía que tenía que hacerlo y no porque Erwin hubiera usado su voz alfa con él.

 

Ya le había dejado muy claro quién daba las órdenes.

 

Por el rabillo del ojo derecho localizó a Mike muy cerca de él. Podía ver sus grandes botas a palmos de sus piernas y supo que también lo odiaba a él.

 

En medio de su falta de raciocinio, el chapoteo le indicó que Mike se alejaba.

 

Levi irguió la adolorida y ardiente espalda y se negó a limpiarse las lágrimas. Luego puso una rodilla delante y se levantó.

 

Su visión se había vuelto muy borrosa, tal vez por ello Erwin lo tomó por el brazo y pegó su cuerpo al suyo.

 

No tuvo que decirlo y Levi no opuso resistencia; el alfa lo subió a su caballo con facilidad en vista de que caballo había caído.

 

Levi se sorprendió de estar en la silla y se sintió como un muñeco de trapo. Luego, entre los borrones de su visión observó los brazos del alfa aparecer a sus costados y tomar las riendas justo antes de marcharse, dejando atrás los cuerpos destrozados de Farlan e Isabel.

 

Contrario a lo que hubiese querido sentir, Levi se reconfortó durante el camino de vuelta a la muralla María; la seguridad del alfa detrás de él lo puso de nuevo en sus casillas y con el tiempo, Levi dejó de llorar.

 

En la oficina de Erwin, el capitán Levi agitó levemente la cabeza y su cabello danzó. Sus dedos tomaron un corto y sedoso mechón de melena; fue un ademán solamente.

 

Luego salió.

 

Hace mucho que dejó de ser ese omega. Además, los azotes no le dejaron marca alguna.

 


 

Rico miró a su derecha con disimulo cuando alguien se sentó a su lado, en la mesa de campo.

 

Distinguió el corto cabello rubio y rapado debajo de los mechones.

 

Nanaba.

 

La alfa tomó la tetera en el centro de la mesa y se sirvió un poco de té mientras Rico daba un mordisco a su pastelillo.

 

-Nunca pensé en T/N como alguien que tuviese una familia, aunque es ridículo suponerlo – Comentó Nanaba, bebiendo un sorbo. Petra estaba allí hablando con Gunther y Erd en las cercanías animadamente, pero Rico había dejado de escucharlos hace tiempo – Siempre ha sido muy reservada.

 

-Así somos los Brzenska – Continuó la conversación tranquilamente – No confiamos fácilmente en las personas.

 

-Eso parece – Rico masticó otro pedazo de pastelillo, el cual no había abandonado sus manos – Y también parece que son un poco…diferentes – Rico entrecerró los ojos. Por supuesto, Nanaba había sido influenciada por T/N, así que sabía al menos algo – ¿Qué tanto sabes?

 

Rico la miró al tiempo que depositaba lo que quedaba de su postre en el platillo. Nanaba tenía una expresión de determinación en el rostro.

 

-Te lo dijo – Asintió, molesta.

 

-Ella no me guarda secretos – La defendió, pero Nanaba sonrió antes de reír. Su risa fue grave y Rico supo que le había hecho gracia de verdad.

 

-Créeme, ella lo hace – Rico le devolvió una mirada de molestia pero en ella se encondía el desconcierto…y la duda.

 

Desvió su mirada, tomó su taza de té y bebió. Escuchó el suspiro de Nanaba.

 

-Lo siento – Se disculpó, lo que hizo que Rico la observara. Ni siquiera T/N solía disculparse porque no era propio de un alfa - ¿Dónde conseguiste ese pastelillo?

 

-Puedo comer pastelillos – Le informó tocando el borde del platillo posesivamente. Nanaba la miró con los ojos expectantes.

 

-Estoy segura de que si – Rico bajó la mirada, avergonzada, pero no dejó de proteger su postre – Debe ser muy importante mantener la figura para una mujer como tú, así que te haré un favor – Y Rico solo pudo ver la mano de Nanaba infiltrarse entre las suya con rapidez.

 

Tomó el pastelillo, lo apretó y se lo metió entero en la boca ante la mirada expectante de la omega.   

 

Rico se alzó sobre su asiento.

 

- ¡No te perdono! – Le gritó - ¡Y espero que te ahogues con mi pastelillo! – Se sentó de nuevo con brusquedad. Nanaba se tomó en serio sus palabras porque masticó lentamente después de salir de la impresión ante el arrebato de Rico.

 

– Eres una omega muy bonita, ¿lo sabías? – Rico parpadeó, negándose a mirarla – Pero eres caprichosa y desafiante. Eso no te llevará a un buen lugar aquí, incluso con T/N de tu lado – Su desconcierto permitió que Nanaba tomara la oportunidad y deslizara un dedo en la comisura derecha de su labio inferior – Tenías algo de crema – Se excusó, poniéndose en pie y apartándose.

 

Rico miró hacia la mesa y se pasó los dorsos de las manos por sus labios. Contrario a sentirse alagada, se molestó…y se molestó porque cualquiera que fuese la razón por la que Nanaba lo hizo, aquello fue un claro coqueteo y lo hizo a espaldas de su alfa…la de ambas.  

 

Su corazón se estrujo por la culpa y automáticamente rozó con dureza sus labios para deshacer la sensación de la piel de Nanaba sobre la suya.  

 

Luego suspiró con fuerza y terminó de beber el dulce y aromatizante té para calmarse; no había bebido un té así, sin un poco de leche o un terrón de azúcar. Era simple, pero también satisfactorio.

 

Petra debió ver su ira, porque le susurró unas palabras reconfortantes.

 

-No creo que sea malo ser desafiante o caprichoso. A veces esa es la única forma en que omegas como nosotras conseguimos lo que queremos.

 

Rico había estado tan ensimismada en lo que le dijo Nanaba que ni siquiera había notada cuando Petra se acercó a ella.

 

-Tienes razón – Asintió, concordando con ella – Pero… ¿En verdad soy muy caprichosa? – Petra la miró sin saber que decir y Rico recordó su desafiante postura la noche anterior ante la negativa de T/N de no permitirle echar un vistazo a su recámara.

 

-Lo eres – Dijo una voz detrás de ella. Rico se volvió, sorprendida. El capitán la observó un par de segundos, lo que es mucho decir, antes de mirar a los demás – Vamos a la sala de estrategias, es hora de que conozcan el plan – Les informó.

 

Todo el escuadrón dejó de hacer lo que hacía y se pusieron en marcha.


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