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ÍMPETU E INSTINTO por Mon18Zu

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Notas del capitulo:

Si se le preguntan, no, esta no es una historia Rico x Reader. Pero quiero continuar con esta interacción familiar para poder adentrarme en la verdadera trama de interés romantico que tengo planeada. 

 

 

Por cierto, sé que muchos están acostumbrados a encontrar y leer historias omegaverse donde los omegas son maltratados y cosas peores, pero la verdad es que en este universo, no es así. 

Durmió bastantes horas, pero cuando despertó, se dispuso a escribir una carta antes del desayuno. Aún era de mañana y Rico le había traído una taza de té caliente, para cual tuvo prudencia de usar una bata al salir.

 

La infusión calmó su hambre y le permitió pensar con mayor claridad.

 

La habitación contaba con un escritorio, así que se sentó sobre éste, sacó pluma y papel de sus cosas y su mano se movió con una facilidad característica.

 

T/N siempre había sido muy ávida a la escritura y estaba orgullosa de los detallados trazos que lograba dibujar con una peculiar elegancia.

 

Cuando terminó de escribir la carta, dejó un espacio al final de la misma y se dispuso a leerla.

 

Seguramente ya habrá recibido una carta del juez de la policía militar del distrito de Stohess, informándole sobre mi decisión de destinar el cuarenta por ciento del apoyo económico del que venía beneficiando las tropas estacionarias por más de veinte años otorgados por la compañía Brzenska, bajo mi mando.

 

No espero ninguna compensación en absoluto, salvo que usted, como comandante, acepte la incorporación de la soldado Rico Brzenska en las filas de la Legión de Reconocimiento.

 

Rico Brzenska será mi responsabilidad, bajo cualquier circunstancia.

 

T/N Brzenska

 

Levantó la mirada de la escritura, depositó la carta sobre la mesa y la retiró un poco.

 

-Rico – La llamó – Necesito tu firma aquí.

 

Rico alzó la mirada del libro que estaba leyendo, sentada en el pequeño espacio del balcón disfrutando del calor del sol y de las suaves brisas que movían las copas de los árboles. Parecer ser que se sentía muy cómoda en su presencia porque aún tenía puesto el camisón.

 

Cerró el texto, se puso en pie, depósito el libro en su cama, y caminó hacia T/N, quien le entregó una pluma bañada en oro. Rico la tomó con sus delgados y pequeños dedos. Mientras, T/N se cruzó de brazos y se reclinó sobre la silla.

 

-Sólo firma – Le dijo, cuando vio que sus ojos comenzaron a viajar a través de las letras. Rico no protestó, se inclinó un poco hacia adelante y presionó la pluma sobre el papel antes de trazar su firma con delicadeza, pero no soltó la pluma cuando terminó.

 

- ¿Así que eso es todo? – Preguntó, cabizbaja – Volveré a empezar desde cero en la Legión y los últimos cinco años se habrán ido al váter.

 

 -A menos que quieras volver – Le advirtió T/N, mirándola fijamente - ¿Es eso lo que quieres?

 

 Rico apretó sus dedos alrededor de la pluma y murmuró un sencillo “no”.

 

-La legión no es como las tropas estacionarias – Le informó con calidez – Tenemos reglas muy estrictas; solo por preguntarle a un compañero respecto a su género podrías meterte en problemas. Además, no iniciarás desde cero. Tienes mucha experiencia, el comandante Erwin jamás te pondría con los reclutas.

 

Rico dejó la pluma sobre la carta. T/N no supo decir si sus palabras la habían tranquilizado o no.

 

-Si hubiera dicho que si, a tu pregunta – Su voz fue sutil y serena - ¿Me habrías dejado?

 

-No – Respondió con absoluta entereza. Separó los brazos de su pecho, tomó la carta y comenzó a doblarla – Cambia de vestimenta. Debemos desayunar y el carruaje llegará en una hora.  

 

 


 

 

El desayuno se dio la mayor parte en silencio. T/N supuso que Rico aún seguía procesando su demitía de las tropas estacionarias. T/N ya había mandado la carta con la renuncia de Rico desde el día anterior, pero se lo guardó para sí misma.

 

La dejó con su pena. Rico le había dedicado cinco años de su vida y ellos le pagaron con humillación y desprecio.

 

Después de alimentarse, salieron de la posada, dejando los platos sucios sobre una de las mesas circulares del fondo. Las puertas exteriores estaban compuesta de unas ventanillas de vidrio rectangulares detrás de unas pequeñas cortinas rosadas y sobre el pórtico un sitio de descanso. Sin embargo, T/N no tomó asiento, sino que se posó de pie, con manos en los bolsillos de su abrigo y la mirada fija en el camino de tierra, rodeado de verde pasto. Rico hizo algo parecido, pero incluso ahora, continuaba adoptando una pose tímida y algo sumisa, lo que a cualquiera le daría a entender su posición como omega, aunque no pudieran captar su aroma.

 

Para los ojos curiosos, podrían parecer una pareja, pero ni Rico ni T/N dejaron que eso les afectara de ninguna manera.

 

El carruaje llegó justo a tiempo. A lo lejos, T/N escuchó los cascos de los caballos y poco después, apareció una carroza oscura recubierta de oro alada por dos sementales de pelaje negro, viniendo desde el Este. Se detuvo frente a la posada y justo delante de la alfa y de la omega. Uno de los caballos relinchó y agitó su cabeza, contento. Usualmente, esos caballos de raza se usan solo para ciertos propósitos. Así que no debían estar acostumbrados al aire libre.

 

T/N se adelantó hacia el conductor para entregarle una nota que contenía el destino del viaje y que extrajo de uno de sus bolsillos. Rico, por su parte, no se movió en absoluto.

 

El conductor era un hombre mayor con vestimentas elegantes que presumía de una barba blanca que terminaba en punta y unos gruesos anteojos de armazón negro. Tomó su nota con finos gestos, la desdobló, leyó y asintió. Luego se la devolvió.

 

Entonces T/N procedió a abrir la puerta de la carroza y dejar que Rico ingresara primero. La omega se adelantó entonces y entró.

 

T/N dio un último vistazo alrededor antes de imitarla y le sorprendió un poco ver expectantes miradas desde el interior de la posada, a través de las ventanas.  

 

Al parecer, estaban más que impresionados de ver un carruaje tan elegante por la zona.

 

Como esperaba, los asientos de piel eran acogedores y había suficiente espacio en el interior. Apenas cerró la puertecilla, el carruaje se puso en movimiento.

 

T/N adoptó una postura relajada. Cruzó los brazos sobre su pecho y encorvó un poco la espalda. Rico, en cambio, se sentó con las piernas juntas, la espalda recta y las manos unidas sobre sus rodillas; se había puesto un ligero vestido, adecuado a la estación de verano del sur.

 

-Esto tomará un par de horas – Dijo. Como respuesta, posó su mirada en el paisaje exterior a través de la ventanilla del costado y T/N supuso que estaba de acuerdo.

 

Salieron de la ciudad más rápido de lo que creyeron. Rico no apartó sus ojos de los campos por mucho tiempo. Debió pasar una hora cuando su voz se alzó sobre el apacible silencio. 

 

-Ya no lo recuerdo – Susurró de pronto. Antes de que T/N preguntara qué cosa, Rico se explicó, dedicándole una mirada que T/N creyó era de tristeza – La casa de tus padres, ya casi no la recuerdo.

 

En ese momento, pasaban junto a unas bajas colinas repletas de cultivos de fresas. La vista era atractiva, pero no tanto como lo era la vista estando afuera de las murallas. Tal vez, recordar la sensación de libertad fue lo que la hizo pensar así. Al fin y al cabo, seguían siendo tierras. Aunque no podía dejar de pensar en que esperaba con ansias ver el rostro de Rico cuando saliera por primera vez.

 

-Incluso si lo hicieras, te darías cuenta de que no es la misma – Dijo, algo avergonzada – Mi madre tiene mucho tiempo libre y le encanta cambiar las decoraciones con mucha frecuencia.

 

Rico parpadeó, volvió su mirada hacia la ventanilla y luego hizo algo que fue inesperado.

 

Río.

 

El sonido de su agraciada risa la alegró como Rico no tenía idea. Así que la dejó terminar mientras desenredaba sus brazos y escondía las manos en los bolsillos de su abrigo.

 

Vivieron juntas durante su infancia en la mansión Brzenska, pero los padres de Rico se la llevaron una semana después de que finalizara su primer celo y se presentara como un omega. Rico tenía doce años y T/N se había sentido como una intrusa en su propia casa. La vigilaron constantemente por días, evitando que se acercara lo suficiente a Rico. No lo comprendió en ese momento, ni muchos meses después.

 

Aunque la respuesta que tenía ahora no estaba del todo completa.  

 

Su madre siempre supo que T/N se presentaría como un alfa. Debió ser su simple personalidad lo que llevó a toda la familia a esa conclusión; ella solía tomar decisiones todo el tiempo, demostrando fuerza y determinación. Rico, por otro lado, la seguía a cualquier parte. Así fue como T/N aprendió que el segundo género era inherente en todos ellos desde el nacimiento. Estaban condicionados a ciertos comportamientos, incluso en la infancia.

 

T/N recuerda claramente aquello último que sucedió antes de la partida de Rico, casi como fuego vivo en su mente.

 

Sus padres la escoltaron al piso inferior, donde sus tíos y su prima esperaban, listos para marcharse. Los padres de Rico llevaban puesto sombreros de viaje y trajes refinados.

 

Así fue cómo supo que se marchaban, porque nadie se molestó en decírselo con antelación. Además, ella jamás vio las maletas o el carruaje de carga que esperaba afuera.

 

T/N se había detenido al pie de las escaleras, confundida. Había mirado a Rico, quien no se atrevió a devolverle la mirada, así que solo miró sus pies. Llevaba puesto un lindo vestido y sobre éste, un abrigo color caoba cerrado en su totalidad y botas de cuero con agujetas. T/N no pudo salir de su estupor, así que miró hacia atrás, a sus padres, unos peldaño por arriba, y ellos tampoco le devolvieron la mirada, con rostros estoicos. Es ese momento, creyó que la expresión de su padre era severa y, además, T/N pudo notar como sus gruesos dedos se cerraban con fuerza alrededor del bolsillo de su chaleco. El anillo familiar se hizo notar sobre su dedo anular izquierdo.

 

Estaba listo…listo para detenerla si era necesario. Pero ella no lo supo entonces, porque sus padres la dejaron tomar el control de la situación. Aunque nadie parecía nada contento con ello.

 

Confiaron en ella y ella confió en ellos. No había pasado ni un año desde que se presentó como un alfa, así que aún no había alcanzado la altura o la musculatura propia de un alfa. Aún era pequeña, eso era cierto.  

 

T/N se adelantó, solo unos pasos. Se movió con precaución y sus botas de campo sonaron ligeramente sobre el suelo, dominando sobre el palpable silencio de la estancia e incluso sobre los aromas de los adultos.

 

T/N tenía los hombros rígidos y su olfato estaba acostumbrado a los aromas de sus familiares. Pero se detuvo un segundo antes de que pudiera percibir aquel nuevo aroma, porque había notado, por un breve momento, el descontrolable temblor en los hombros de Rico.

 

T/N parpadeó, sin comprender. No hasta que su nariz recibió el aroma omega que desprendía de la piel de Rico. Se quedó quieta, impresionada. El olor era intenso, por supuesto, pero eso no fue lo que la impresionó.

 

No, fue el hecho de que Rico le tuviera miedo. Tanto miedo que la hizo temblar.

 

De pronto, su tío se adelantó un paso, tomando el control y arrebatándoselo.  

 

-Despídete, cariño. Ya es hora de irnos – Dijo, sin emoción aparente en la voz. Pero no miraba a su hija, sino a su sobrina, quien parpadeó.

 

Rico obedeció, pero solo se inclinó hacia el frente, adoptando una postura cortés, aún con las manos sobre su regazo, sosteniendo un sombrero. Su cabelló rubio cayó por su frente, en este entonces, largo. La muestra duró solo un segundo. Luego, Rico se irguió, se dio media vuelta y siguió a sus padres por el pasillo con prisa, quienes ya habían comenzado a marcharse.

 

Nunca la miró a los ojos y por mucho tiempo T/N creyó que había hecho algo incorrecto. Gastó mucho tiempo pensando en lo que podría haber sido, pero algo que si llegó a comprender fue el hecho de que aquel evento había sido un mero reconocimiento.

 

Lo habían hecho con el propósito de que T/N reconociera el aroma de Rico, antes de apartarla de su lado.

 

Le tomó varios meses acostumbrarse a la ausencia de su prima porque no la volvió hasta el día de ayer, salvo por un breve momento en el funeral de sus padres, pero ni siquiera hablaron porque Rico se negó a hablar con nadie. Y, por supuesto, fingió que jamás la vio, de pie del otro lado del agujero de tierra.  

 

-Tengo otra pregunta – Dijo, interrumpiendo sus pensamientos. T/N se mantuvo en silencio y Rico lo interpretó como un “Adelante” - ¿Por qué te uniste al ejército? ¿También fue porque yo lo hice?

 

-No en realidad – Respondió – Pero no me apetece decírtelo – Apartó la mirada de Rico. Es probable que ella se diera cuenta de que acababa de tocar un punto sensible, porque la siguiente pregunta que hizo, la hizo con delicadeza.

 

- ¿Mi tía lo sabe? – T/N parpadeó.

 

-No – Apenas fue un susurro.

 

Se quedaron en silencio varios minutos más, hasta que T/N decidió que era tiempo de que le confesara algo que llevaba ocultándole desde que habló de su madre por primera vez.

 

-Mi madre no está en casa – Dijo, un poco abatida. Decirlo en voz alta fue como aceptarlo y llevaba mucho tiempo evadiendo el tema, incluso a sí misma – Cuando me uní a la Legión le rompí el corazón, así que se mudó con su hermano. No he hablado con ella desde entonces. Tampoco responde mis cartas.

 

Mientras hablaba, no se atrevió a mirar a Rico, pero después lo hizo y vio la expresión de su prima, compungida y perpleja apartada del alfa.

 

-No lo sabía – Susurró, apenada. Luego volvió la mirada de vuelta a la ventanilla – Lo lamento.

 

T/N no dijo nada, pero entendió que Rico de verdad lamentaba no haberlo sabido antes.

 

Después de eso, regresaron al silencio, salvo por el sonido de las ruedas del carruaje al andar por el camino de tierra, el ocasional muido de una vaca en la distancia y el ruido de los cascos de los caballos. Asimismo, el tiempo era perfecto; el cielo en ningún momento se oscureció y no había nubes que aplacaran el vehemente calor de mediodía.

 

Un par de horas después, T/N por fin pudo visualizar los campos que rodeaban la propiedad.

 

Habían vuelto a casa, después de tanto tiempo.


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