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Acromatopsia por aisaka-san

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Notas del capitulo:

Hola!

Lamento la tardanza en ete fic, apenas termine un gran proyecto de mis fanfics y bueno, me siento como nueva para seguir escribiendo :3

Espero les guste!

Nos leemos!

Rara vez algo solía atrapar la atención de Joseph al grado de sentirse un poco entusiasmado y curioso por lo que podría pasar.

 

La mayoría de las cosas que le sucedían día a día solían ser demasiado obvias para él y por lo tanto, aburridas para su joven edad. Muchos podrían pensar que se estaba perdiendo de la flor de su juventud al ser alguien tan apático, pero nadie lo podía culpar a decir verdad.

 

Quizás nadie lo admitía o simplemente la gente no se daba cuenta, pero cada día parecía estar más apagado que el anterior, las personas caminaban lentamente, con la mirada apagada y sin mirar a nadie en particular, incluso los días parecían ser casi eternos y las noches eran tan cortas que el agotamiento era común para todos.

 

Incluso una persona como él, con una energía desbordante de vitalidad desde su infancia y con intereses comunes, fue incapaz de oponerse del todo a esa marea gris que parecía llegar a todos por igual en cierto punto de la adolescencia.

 

No podía hablar diferente del día de hoy, había sido tan igual y terriblemente cotidiano como los otros, después de una cena que cada día saboreaba más insípida decidió que era momento de retirarse a su habitación. La mirada preocupada que su abuela le dirigió era el pan de cada día pero últimamente ya no le interesaba mucho.

 

Lo último que escuchó al irse a dormir, fue un rayo retumbar en su habitación.

 

Inevitablemente llegó el día siguiente, las cosas continuaban igual que el día anterior y eso parecía no asombrar a nadie. Un poco antes de salir escuchó la voz de su abuela llamarlo desde la sala.

 

—Joseph, espera un momento —El mencionado acató la orden sin rechistar, a los pocos segundos su abuela llegó con él y lo examinó de pies a cabeza—. No piensas ir así al museo, ¿verdad?

 

Joseph levantó una ceja en signo de que no entendía a qué se refería la abuela Erina, ella lo notó de inmediato y continuó explicando.

 

—Hoy no irás al instituto, irás al museo de reliquias antiguas.

 

Está vez Joseph lo entendió todo y se examinó a si mismo rápidamente, usaba unos pantalones de mezclilla un poco viejos con botas de una baja plataforma, acompañando con una blusa blanca simplona debajo de uno de sus muchos abrigos a cuadros gris.

 

—Pero abuela, no voy tan mal vestido además que es solo un museo aburrido y ya, ¡Ouch! —exclamó al sentir una leve reprimenda de su abuela, pues ella le dio un jalón de orejas con muy poca fuerza.

 

—No me importa que no sea un vestuario vulgar, pero irás al museo de amigos íntimos de la familia —dijo ella con total seriedad, acomodándose sus lentes—. Deberías usar uno de los trajes de tú abuelo, te quedarán perfectamente.

 

—Abuela Erina, pero la impuntualidad es mucho peor que usar una ropa poco formal, además que ellos ya son conocidos de la familia y saben que está es una reunión casual —respondió con calma para no alterar a su abuela, está dudo un momento y antes de que pudiera responderle, Joseph se dio la media vuelta y abrió la puerta—. ¡Aaah! Es tarde, debo irme ya.

 

—¡Jo-Joseph!

 

—Nos vemos en la cena abuela.

 

Se despidió el más alto sin darle oportunidad a su abuela de responder. Está negó en desaprobación y miró a uno de los retratos en la sala, al más grande a decir verdad en donde una joven pareja posaba para el retrato, el vestido de ella y el traje de él dejaba muy en claro que se trataba de una imagen matrimonial. Acarició con cariño la joya incrustada en su collar y susurró con nostalgia

 

—Oh querido Jonathan, ojalá estuvieras aquí. Podrías ayudar a nuestro querido nieto Joseph —Apretó con fuerza el collar entre sus manos hasta que un líquido oscuro empezó a brotar de su piel, ella suspiro ante el dolor y continuo—. Quizás nos ayudarias a romper está maldición que corrompe al mundo, pero ahora soy la única que apenas puede recordar. Se que vendrán detrás de mí para terminar el trabajo, pero eso no me aterra tanto como pensar que buscaran a Joseph y lo utilizaran como hicieron contigo y con nuestro hijo.

 

Ella se inclinó, bajó la cabeza poniendo las manos que envolvían el collar sobre ella, su sangre oscura se derramaba a cuentagotas sobre su blanquecina cabellera pero eso no le importaba tanto a ella.

 

—Últimamente he tenido malos presentimientos —continuo—. Por favor, ayuda a Joseph con la determinación de la estoica alma que le has heredado en caso de que algo malo suceda. Protegelo, querido Jonathan.

 


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