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Un Camino Construido Sobre Ruinas Perdidas En El Tiempo. por HikSon

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Notas del capitulo:

En un mundo en el que Massiel nunca conoció a Lucy, en un día de invierno a los 8 años, Massiel perdió la oportunidad de comenzar a llamar a Sandra "mamá Sandra".

A ese Massiel que jamás te vio en su vida, vamos a llamarlo «Massiel Original», él y yo compartimos los mismos recuerdos de nuestros primeros años de vida, así que todo lo que te escribí al principio de esta gigantesca carta sirve para describir la vida de Massiel Original, te preguntarás entonces, ¿en qué momento Massiel Original y yo empezamos a convertirnos en personas distintas? Pues en realidad deberías saberlo, ¿recuerdas cuándo fue la primera vez que yo te vi a ti?

Lo sé, te emociona recordar que escribí que tú fuiste mi primer amor, yo tenía 8 años, seguía triste por haber perdido a mi cochecito, y tú tenías 24 años, tenías frío luego de esperarme por horas en el basurero con una bolsa con tres pares de guantes, unas vendas y un desinfectante. Ese día, el día en que me enamoré de ti, el día que comencé a llamar a mamá Sandra «mamá Sandra», el día que la nombré a ella y a César mi familia de corazón, fue el día que Massiel Original y yo comenzamos a diferenciarnos.

(Universo 2, E1, 56 años desde el nacimiento de los hijos de Junuem)

Massiel Original fue al basurero para buscar a mamá Sandra y a César, cuando llegó, miró su reloj y vio que eran las 3:37 de la tarde, se preguntó por qué esos dos no estaban ahí si a esa hora normalmente estarían pepenando. Subió a una montaña de basura para buscarlos con la vista desde la cima, pero no pudo encontrarlos, pensó que quizás estarían en una zona más alejada de la que acostumbraban pepenar, tal vez por la época, no había mucha basura útil y ellos debieron buscar en otras partes del basurero, en parte también decidió caminar que quedarse parado ahí, porque si no se movía, sentía que el frío lo iba a congelar.

Bajó de la montaña de basura y no escuchó tu voz llamándolo, porque tú no estabas ahí, tú ni siquiera habías nacido, faltaban 32 años para eso, y empezó a caminar por zonas que él desconocía del basurero. Por supuesto, como tú no estabas ahí, nadie le advirtió a César que mamá Sandra estaba herida, y para cuando se dieron cuenta, la herida se había vuelto enorme y se había comenzado a infectar, luego de que regresaran a su casa, César rompió una tira de tela de su pantalón y con esta amarró el brazo de mamá Sandra para evitar que siguiera saliendo el chorro de sangre con el que se había pintado toda su ropa, y luego con un trozo de tela sucia trató de detener la hemorragia, presionándolo sobre la herida.

Mamá Sandra agradeció que aquel día fuera especialmente frío, gracias a eso había perdido un poco de sensibilidad, y el dolor de su herida era hasta cierto punto soportable, sin embargo, sentía, que estaba por desmayarse y no veía cómo salir bien de esa situación.

—César…

—No hables —dijo mientras buscaba con la vista algo en su casa que pareciera útil en esa situación, pero no pudo encontrar nada, así que volvió a acercarse a mamá Sandra y se sentó en el colchón en el que ella estaba acostada.

—¿Recuerdas cuando tenías 3 años y yo te traje un pollito como regalo?

—… No…

—Se llamaba Mantequilla, tú lo adorabas… hasta que se convirtió en un gallo y te comenzó a dar miedo. ¿Recuerdas cuando cumpliste 4 años y yo te cociné carne por primera vez?

—… Tampoco.

—Era carne de pollo.

Él cerró los ojos por un momento, asintió y luego se giró hacia mamá Sandra—… ¿Cocinaste a Mantequilla?

—Sí.

—Bueno… ni siquiera lo recuerdo, así que está bien.

—¿Recuerdas cuando cumpliste 5 años y yo cacé a un conejo para dártelo de regalo?

—¿Algodón? —recordó con una sonrisa.

Ella asintió—. Algodón.

—Sí, a ese creo que sí lo recuerdo.

—¿Y recuerdas que cuando cumpliste 6 años, algodón desapareció y para animarte un poco te cociné carne?

—Sí, era la primera vez que comía algo tan rico, pero igual seguí triste porque aún extrañaba a Algodón.

—Qué bueno que te gustó… era carne de conejo.

César volvió a cerrar los ojos, esta vez frunciendo un poco el ceño, pero luego decidió hacer como si nada y se encogió de hombros—… Oh… bueno, Algodón… estaba delicioso.

—¿Recuerdas que cuándo cumpliste 7 años, te traje un tlacuache?

—Pepe —susurró.

—Sí, Pepe…

—Ay… no… Pepe no.

—¿Recuerdas que a los 8 años volví a cocinarte carne?

—… Era… ¿era Pepe?

—Sí.

—¡No! —gritó él dramáticamente.

—¡Si! —gritó ella dramáticamente también.

—¡Me comí a Pepe!

—¡Te lo comiste!

—Agh… demonios —se talló la cara con las manos—, creo que voy a llorar… A los 9 años no me trajiste nada.

—Te deprimiste tanto luego de que desapareciera Pepe, que ya no te traje nada por temor a que volvieras a llorar del mismo modo, aunque recibiste un mejor regalo que un animal, ¿lo recuerdas? A los 9 años conociste a Massiel.

—¡¿Me voy a comer a Massiel!? —preguntó asustado.

Mamá Sandra soltó una carcajada con dificultad—. No, no, nada de eso… todo esto salió a colación porque quería decirte esto: perdiste a Mantequilla, luego a Algodón, y por último a Pepe, a los tres los quisiste mucho, pero al final los superaste y continuaste con tu vida… ¿por qué lloras?

—¿Me vas a decir entonces que tú te vas a morir?

Ella sonrió—. César, ya tienes 10 años, no eres un adulto, pero sabes cuidar de ti mismo, conseguiste un trabajo, sabes cómo obtener comida, sabes cocinar, sabes cómo lidiar con animales peligrosos… sinceramente no necesitas mi ayuda para sobrevivir. Y allá afuera, hay un chico llamado Massiel que probablemente te necesite en algún momento…

Alguien tocó la puerta, interrumpiendo a mamá Sandra, y ese alguien era Massiel Original—. ¡César~! ¡Señora Sandra~! ¿¡Están ahí~!?

Mamá Sandra tomó la mano de César—. ¿Sabes? Massiel es como otro hijo para mí, tú y él se la pasan diciendo que son hermanos, me hubiera gustado decirle que me llamara «Mamá Sandra» … César… yo no quiero que ese niño me vea morir, yo he visto las marcas de golpes en su cuerpo, ha tenido una vida demasiado dura como para que yo la arruiné un poco más mostrándole mi lamentable estado, así que, por favor, no permitas que él me vea morir.

—… Bien. —César caminó hasta la puerta y se limpió las lágrimas antes de abrirla—. ¿Qué haces aquí?

Massiel Original jugueteó con sus dedos de forma nerviosa—. Em~… bueno… yo…

—¡Vete!

Tragó saliva—… ¿Están enojados conmigo?

César frunció el ceño—. ¿Y tú qué crees? Apareces en nuestra vida, compartimos la basura contigo para que ganes unos pesos como pepenador, y gracias a eso conociste al supervisor, consigues trabajo como cargador, compras tu estúpido juguete, y desapareces por completo. No sabíamos nada de ti, mamá y yo estuvimos muy preocupados, pensamos que quizás algo malo te había pasado, pero vi que estabas completamente bien luego de ir a buscarte a tu escuela a la hora de la salida. ¿A qué viniste otra vez? —Lo empujó, tirándolo al suelo—. ¡Dime! ¿¡Otra vez necesitas dinero!?

—… ¿Qué pasa contigo? ¿Pasó algo?

—¿Qué?

Massiel Original se inclinó hacia un lado y miró hacia dentro de la casa, aprovechándose de que César no había cerrado la puerta.

Pero entonces César lo pateó en el estómago—. ¡No mires! ¡No tienes el derecho de ver a mamá! ¡Ella no te quiere ver! ¡Lárgate!

Massiel Original se sujetó el estómago con ambos brazos y tras hacerse bolita, comenzó a llorar.

César se arrepintió de haberlo pateado con fuerza y su cuerpo casi se inclinó para abrazarlo y pedirle perdón.

—La señora Sandra… no está bien, ¿no es verdad? —adivinó Massiel Original mientras lloraba.

Y César ya no pudo más, cayó de rodillas, levantó la cabeza hacia el cielo y comenzó a llorar también, lo hizo más luego de que sintiera a Massiel Original abrazándolo y las lágrimas de éste mojando su hombro.

Al final, César también era un niño, y no quería pasar por eso solo, así que le pidió a Massiel Original que lo acompañara, y así, ellos dos se quedaron sentados afuera de la casa, con sus espaldas recargadas en la pared, esperaron en silencio hasta que dejaron de escuchar la respiración dificultosa de mamá Sandra, después ambos entraron a la habitación y admiraron el cuerpo inerte de ella. César caminó al lado de la cama y la jaló de un brazo.

—¿Qué esperas? —le preguntó a Massiel Original—. Tómala de los pies y ayúdame a sacarla.

—¿Qué vas a hacer?

—¿Tú qué crees? —preguntó con la voz entre cortada y se mordió la lengua para no volver a llorar—. ¡Enterrarla!

Massiel Original tomó los pies de mamá Sandra y entre él y César cargaron el cadáver hasta la zona del bosque en la que ella solía cazar animales para comer, hicieron un hoyo con ayuda de unas piedras afiladas que encontraron en el camino, demoraron mucho en hacerlo, la hora en la que Massiel Original debía marcharse llegó, pero él siguió cavando, pronto el cielo comenzó a oscurecerse, así que César buscó leña alrededor y armó una fogata para ahuyentar a los animales e iluminarlos un poco para poder terminar el hoyo, debían hacerlo lo más profundo posible si no querían que algún animal excavara y sacara el cuerpo de mamá Sandra para comérselo. Cuando por fin terminaron, Massiel original miró su reloj y vio que eran las 2 de la mañana.

—Tus manos están sangrando —le dijo César.

Massiel Original las levantó para verlas—. Sí… creo que me corté con la piedra que usé para excavar.

—Vayamos al río para que te laves las manos.

Negó con la cabeza—. Estoy bien.

—¡No lo estas! ¿¡Y si se infecta la herida!? ¿¡Y si mueres como mi mamá!?

—Cálmate… solo son rasguños —dijo para tratar de tranquilizarlo—, además, hace muchísimo frío, si nos alejamos de la fogata nos congelaremos, es mejor no movernos de aquí, al menos no hasta que salga el Sol.

—… ¿Entonces tienes frío?

Massiel Original volteó a verlo, dejándolo ver como se le estaban saliendo los mocos—. Sí…

—Le pondré más leña al fuego.

—Bien.

César se puso de pie y tomó algunos palos para aventarlos a la fogata. Después de eso se sentó al lado de Massiel Original y le pasó su brazo sobre los hombros—. ¿Qué harás cuando amanezca?

—Lavaré mis manos.

—No me refiero a eso… tu casa, ¿qué le dirás a tus padres? —inquirió preocupado.

—No lo sé. —Soltó una risa nerviosa—. Quizás mi madre me mate a golpes antes de que pueda decirle algo.

—… ¿No podrías simplemente quedarte aquí?

—¿Huir de casa…? Uhm… es tentador, pero… tú viste mi casa… mis padres tienen mucho poder, no descansarán hasta encontrarme. Si me quedo aquí voy a involucrarte, no quiero perderte a ti también.

—… Si yo consigo hacerme muy fuerte, entonces…

—César, para mí tú eres mi única familia —interrumpió luego de adivinar lo que César estaba por decirle—, creo que yo también soy la tuya, por ello debemos protegernos mutuamente. Justo ahora, ninguno de los dos tiene la fuerza para hacerle frente a mi familia, pero un día… yo seré lo suficientemente valiente como para oponerme a mis padres e irme de ahí, entonces espero poder contar contigo. Para ser sincero, estoy seguro de que una vez regrese a casa, me mantendrán encerrado y quién sabe cuándo nos volvamos a ver, pero estaré bien, confía en mí, así que espérame, ¿bien? —Puso su puño derecho.

César sonrió y chocó su puño con el de Massiel Original—. ¡Claro, hermano!

Aquella noche, ambos chicos trataron de dormir en vano, no sabría decirte si fue por el frío de perros que había esa noche, por la ansiedad que ambos trataban de suprimir por lo que le esperaba a Massiel Original cuando regresara a casa, o por la tristeza de que no habría más días futuros en lo que su mamá Sandra estuviera presente en sus vidas.

Notas finales:

Espero que lo hayan notado, generalmente, cuando escribo los años, utilizo (U2, E10, tantos años desde....), pero en este capítulo, como estoy escribiendo sobre aquel mundo original, en donde Lucy jamás intervino en la vida de Massiel, utilicé E1.

Poco a poco, a lo largo de estos capítulos irán viendo qué siginifica esa "E" y qué pasó para llegar hasta 10.

Gracias por leer.


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