Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Intentos por Mc-19051

[Reviews - 2]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Quería que lo enterraran vivo en un cofre y que alguien tirase la llave, no podía tener tanta mala suerte en un solo día. Con una bestia encima suyo, acorralado contra un escritorio y en la puerta con alguien que se volvía un demonio que lanzaba a velocidades de espanto todo lo que tuviese cerca.


Lo que le hacía preguntarse si Ryan era capaz de levantar el macetero de aquella planta artificial y lanzárselo por creer que estaba coqueteando con su consolador humano.


Aunque dicho consolador fuese quien lo estaba empotrando contra un escritorio.


—No, ya estábamos terminando—explicó Segundo separándose cómo si nada—. Era una discusión de pareja, ya sabes que siempre hay altos y bajos—¿Qué?


—¿Ustedes están saliendo? —preguntó Ryan totalmente confundido, él también lo estaba, pero a diferencia del rubio, él ni siquiera sabía qué cara tenía en esos momentos, pero debía ser parecida a la de Ryan en la cual había dolor, confusión, sorpresa y tristeza combinados en algo sumamente tóxico.


—Sí, me mantuve el secreto porque Javier temía que te fueses a enojar—hijo de perra—. Pero si nos ves así no hay forma de negarlo, ¿Cierto, cariño? —ojalá tu maldito auto explote en la aseguradora.


—Sí —intentó seguirle el juego por miedo a una reacción violenta, Ryan estaba lo suficientemente desorientado cómo para siquiera poder decir algo más, ya que después de eso el silencio se extendió dónde pudo ver cómo parecía querer procesar lo que estaba delante de él y fallar estrepitosamente en el proceso.


Esa incomodidad duró demasiado hasta que finalmente Ryan murmuró algo y se dio la vuelta para desaparecer de la escena con tanta rapidez cómo si quisiera ser borrado de ésta.


Si no tenía el corazón roto, sería otra de las sorpresas que ese día tenía para ofrecerle, y eso que eran apenas las dos de la tarde.


—Heh—suspiró aquel idiota con una sonrisa—. Reaccionó mejor de lo que esperaba.


—¿Decirle que estamos saliendo a ese demonio es tu plan maestro de conquista? —no pudo aguantarse el odio en su voz, quería tumbarle los dientes con una grapadora.


—Sólo el comienzo, sí —confesó tranquilo—. Esta vez sí voy a hacer las cosas bien, además ¿No demuestra eso lo mucho que te quiero?


—¿A qué mierda te refieres?


—Estoy sacrificando mi trabajo por ti.


[…]


Tras aquella infalible explicación por parte del saco de anabólicos ese, finalmente lo dejó ir, no sin antes decirle un par de palabras melosas y mostrándose sorprendentemente neutral ante sus insultos. ¿Acaso durante las dos semanas que lo ignoró tomó un curso sobre el manejo de ira? Quizá era porque los insultos iban más a cómo deseaba que se muriera en vez de cómo era un muermo en la cama.


Sí, tal vez era eso.


¿Y honestamente? De todo eso, lo que más le preocupaba era Ryan, que simplemente se había desvanecido, ya que Segundo lucía cómo una animación de fondo, buscándolo por todo el edificio. Sólo esperaba que Segundo regresase a su casa, con todas sus cosas prendidas fuego mientras Ryan amenaza con tirarle cuchillos.


Sería un desenlace lindo para todos.


Y el destino, finalmente apiadándose de él, le dejó tener el resto del día cómo un día de oficina normal. Nada de sorpresas extrañas, ni de dramas raros, sólo llenando celdas de Excel mientras fantasea con regresar a su departamento en el cual no pasaba nada malo.


[…]


¿A quién estaba intentando engañar? ¿A si mismo?


Claro que no podía tener un día tranquilo, porque al llegar al departamento después de un larguísimo día en aquel infierno de concreto, el lugar lucía cómo una película de terror.


Con sangre por todos lados y un sujeto desconocido, ensangrentado de paso, escondido debajo de su cama.


Antes de siquiera poder procesar bien lo que estaba pasando, aquel sujeto le estaba suplicando entre señas y susurros que no dijese nada, que guardase silencio, y a todas esas ¿Dónde se suponía que estaba Alex? ¿Acaso estaba muerto?


Hizo el amago de buscar su teléfono en el bolsillo y llamar a la policía, pero la puerta de su cuarto se abrió de golpe, con un Alexander bañado en sangre y una mirada completamente de desquiciado parado debajo en el marco de ésta.


—Ah, llegaste—desearía no haberlo hecho—. Tuve un problema con un par de ratas que se colaron, creo que una está debajo de tu cama—o sea, que había posiblemente otro sujeto ensangrentado en algún lugar del departamento, eso explicaba toda la sangre.


Estaba en un dilema moral, entre si dejar que Alexander terminase lo que sea que estaba haciendo con ese par de diablos, o llamar a la policía. Aunque eso implicaba muchísimo más problemas en ese día tan caótico.


Y él sólo quería descansar y borrar de su mente, al menos por siete horas, todo lo que había vivido ese día.


—Sí, ahí está, yo iré a dar una vuelta, no soporto los soniditos que hacen cuando sufren—Alex sonrió ante su respuesta, sólo esperaba no estarse volviendo un cómplice de algún asesinato.


Aunque con su suerte, dudaba que eso pasase. Así que se retiró del sitio, tomó las llaves y salió rumbo a la calle con esperanzas que lo golpease un auto. Pero cómo todos sus planes, éste simplemente no se cumplió, y tuvo que regresar al departamento después de tres horas de dar vueltas sin rumbo.


Al regresar, encontró a Alex limpiando y a los dos sujetos maniatados, curados e inconscientes.


—Sólo fueron unos cortesitos de advertencia —explicó Alex a la par que limpiaba con una solución mágica los restos de sangre en la pared, él pudo ver cómo la pierna de uno tenía puntos tomados, ni siquiera supo qué pensar más allá que, aparte de haber descubierto una capa más siniestra en Angello, descubrió una peor en Alexander—. Nos intentaron robar ya que se habían dado cuenta que paso la mayor parte del día aquí solo.


El pelirrojo aparte de hacer la compra por ellos, también hacia de perro guardián.


Increíble.


[…]


Ante todo pronóstico, las semanas de cortejo versión dietética de Segundo pasaron sin mayores acontecimientos que los de aquel día que no quería ni mencionar.


No sabía si era porque aquel mastodonte finalmente entendió que el amor no se consigue a través de sexo y extorsión, o por la ausencia total de Ryan, o porque había decidido sanamente alejarse de Angello y Alex.


El caso es que su salud mental parecía estar mejorando al tener después de tanto, días normales de oficina con la eventual intervención de Segundo, que le recordaba el marrón en el que estaba metido.


Con todo siendo relativamente normal, se dio el lujo de ir hacia la máquina expendedora donde encontró casualmente a Angello, el cual lucía terrible pero las botas se notaban a kilómetros que eran nuevas.


Jamás lo imaginó cómo el tipo de persona que se endeuda por usar cosas de marca, pero ya ni sabía que esperar de la gente, porque Agatha un dia decidió llegar con un flamante pelo rojo, que le quedaba bien y le había dicho que había sido recomendación de Ryan.


Y recordando a aquel rubio una vez más, decidió preguntarle a Angello sobre él, ¿Qué era lo peor que le podía decir? Sería una charla breve de—


No, no debía planificar.


—Hola —lo saludó lo más natural que pudo, el hombre sólo le regresó la mirada, lucía derrotado—. Lindas botas —intentó hacer conversación.


—Gracias, fueron un regalo—explicó sin muchos ánimos de tener una conversación, él entendió el gesto, y fue directo al grano.


—¿Sabes algo de Ryan? —por la mueca que hizo, parecía que muchas cosas estaban pasando fuera del edificio, bueno, que se quedaran afuera, no necesitaba más drama.


Entonces una duda le asaltó.


—Por tu cara, me queda claro que no quieres hablar de él —levantó las manos ligeramente—. Mensaje recibido— pensó un momento las palabras—. El día en el closet, cuando me fui con Segundo —tomó una pausa, era difícil ponerlo en palabras y que tuviese sentido— ¿De casualidad le dijiste a Ryan que nos fuimos juntos?


—¿Por qué habría de hacer eso? —preguntó de regreso, bueno, no era un no. Se estaba acostumbrando demasiado a las respuestas ambiguas de Segundo.


—Ryan normalmente no persigue a Segundo aquí, y parece que últimamente le gusta más hablar contigo sobre el color del hielo que estar deambulando entre las oficinas atormentando a todos —empezó a decir—. Y no sé, que, al rato de habernos ido, mágicamente aparezca abriendo la puerta de la oficina, cómo si nos hubiese estado buscando, es raro, no sé—se arqueó de hombros, intentando disimular estar tranquilo con el tema.


Pero Angello había pasado de ser el bedel amable a ser el bedel peligroso del cual era mejor no saber demasiado.


—Pudo haber sido una coincidencia.


—¿Así cómo del auto de Segundo?


—Exactamente.


Y allí terminó esa conversación, se despidió de la forma más humana posible haciéndose la idea que Angello, en una forma de mostrar preocupación; le comentó a Ryan, el único que podía intervenir en cualquier negocio que tuviese Segundo, que los vio irse juntos y que Segundo parecía estar que escupía veneno.


Bueno, un poco ortodoxo el gesto, pero lo apreciaba.


Y si la intención era buena, entonces Angello y él tenían algo en común; los planes nunca se les daban bien.


 

Notas finales:

Gracias por leer <3


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).