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GREENHOUSE por Sakurako

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Notas del capitulo:

La historia continua... 

Capítulo 2

 

Al salir de la oficina, Kazuya se soltó del agarre e intentó vestirse, apenas se puso los calzoncillos Yamashita lo tomó de nuevo del brazo y tiró de él. -Rápido, podrás vestirte en tu habitación.

-¿Keiji está allí?, ¿Nos quedaremos aquí?- preguntó con inocencia. Entre sollozos.

Seguían las preguntas. Pero Yamashita aún no podía decirle, conocía de sobra la reacción que tendría el chico cuando le dijera que su propio padre lo había llevado allí, que lo había vendido a una casa de citas y que pasaría gran parte de su vida, tal vez toda su vida, brindándole placer a otros hombres. Lo sabía porque siempre era lo mismo; los chicos lloraban, gritaban, peleaban, intentaban escapar; al darse cuenta que no lograban nada, finalmente se resignaban.

-¿Cuál es tu nombre?   

-¿Mi nombre?- repitió el rubio en tono inocentón. El moreno asintió enternecido. Este chico le parecía demasiado irreal, muy inocente como para terminar allí. –Kazuya, Kamenashi Kazuya… ¿y el tuyo?

-No importa. Vamos…- le hizo un gesto con la mano y ambos comenzaron a caminar rumbo a los escalones. Kamenashi, con la ropa apretada a su pecho, miraba todo a su alrededor, la casa era impresionante, grandísima. Llegaron a un segundo piso, era como un salón gigantesco, con pequeños cubículos al fondo y una barra al otro extremo. Kamenashi agudizó la vista y creyó ver a un chico y un hombre besándose, se volvió enseguida, aunque no sin antes sonrojarse por completo.

-¿Estás bien?

-S-sí, sí…- respondió con el rostro bajo, rogando porque el otro no notara su sonrojo. Siguieron el camino, escalera arriba. Alcanzaron la tercera planta y se encaminaron por un pasillo largo lleno de puertas. Llegaron a la última, llevaba el número 30 grabado en letras negras, y se detuvieron.

-Bueno, ésta es tu habitación.- le señaló la habitación al lado derecho, la que llevaba el número 29. –Esta es la mía.

-¿No me dirás tu nombre?- le preguntó de nuevo en tono contenido.

-Yamashita...

-¿En dónde está Keiji-san?

-Él no está.- Kamenashi le miró sin entender. –De ahora en adelante te quedarás aquí, este será tu hogar y la planta anterior tu lugar de trabajo.

-No entiendo…

-¿Por qué no entramos en tu nueva habitación? Así te explico todo…

-¿Mi… habitación? No, te equivocas, yo tengo un hogar, una habitación…

-Será mejor que entres por favor no quiero un escándalo.

Kamenashi recordó al tipo que había entrado a la oficina y entonces aceptó no muy seguro. Además, quería saber qué demonios estaba pasando.

-De ahora en adelante vivirás aquí, y trabajarás aquí.- le dio un segundo para que comprendiera lo que estaba diciéndole. -Keiji-san te vendió… ahora le perteneces a Kitagawa-san….

Y así comenzó. Kamenashi se quedó atento a cada palabra sin poder entender y/o creer lo que escuchaba. En medio de la perorata Kamenashi comenzó a temblar de nuevo sin darse cuenta. Yamashita calló, dándole tiempo para que el otro digiriera lo que acaba de decirle. Kamenashi estaba pálido, se notaba mareado, enfermo, además del temblor un sudor frío comenzaba a recorrerle la espalda y era normal.

-Tu padre…- intentó continuar.

-No es mi padre.- le corrigió. Y por un segundo Yamashita pensó que comenzaría a llorar. –Ese tipo, no es mi padre…- pero se contenía.

Yamashita esperó otro poco, ya vendrían los reclamos, los gritos, los lloriqueos, las pataletas… pero no. pasaron los minutos y el chiquillo flacucho se negaba a quebrarse, era más fuerte de lo que parecía.

-¿Alguna vez te tocó?- preguntó luego de un largo rato.

-¿Qué? No, no él…

-Recuéstate y quítate la ropa interior.- ordenó de manera fría. Kazuya se asustó mucho.

-¿P…para… para qué…?

-Keiji-san dijo que tú eres puro y es mi obligación cerciórame de que es verdad.- Kamenashi se le quedó mirando con terror, con desprecio.

-Vamos, rápido, haz lo que te digo.

-Por favor… no.

-No hay otra manera de averiguarlo y créeme no querrás que el propio Kitagawa-san te examine. Créeme, no es nada agradable, así que si tú…

-No te mentiré, lo prometo. Jamás he estado con nadie… no de esa forma…- interrumpió, la voz resignada.

-¿Cuántos años tienes?

-Dieciséis…

-¿Alguna vez tuviste novia o novio?

-Jamás. Ni siquiera tengo amigos… tenía…

Era extraño este chico, no actuaba como se supone que debía actuar un joven de diez y seis años al que su único pariente, o lo más cercano a eso, acababa de abandonar, no, de vender para que fuera prostituido. Tal vez esa casa era muy elegante, tal vez los clientes allí eran muy exclusivos, tal vez ellos eran tratados casi como de la realeza…. Tal vez, pero no dejaba de ser un simple prostíbulo y él, él ya no sería nada más que una simple fuente de placer.

-¿Es eso lo que va a pasarme? ¿Tendré que acostarme con…?

-Sí, con cualquier hombre que pueda costear tu precio…- Kamenashi se tapó el rostro con ambas manos. No lloraba, pero se notaba cansado, o abrumado, o asustado, o molesto, o tal vez todo a la vez… –No importa lo que estés planeando, jamás podrás escapar de este lugar, créeme han intentado de todo y…

-Así que este es mi castigo…- susurró para sí mismo, sin darle importancia de lo que el otro le advertía. Su mirada perdida en algún punto inexistente a sus pies descalzos. Yamashita quiso preguntar a qué se refería con eso pero no dijo nada. Sentía algo de pena por ese chico. Luego de un par de horas, el castaño se quedó dormido, así de fácil.

-“Este chico sí que es extraño… y muy lindo…”- Pensó, y se golpeó mentalmente por ello. Esos chicos eran mercancía, y él era el simple encargado del aparador…

 

 

Notas finales:

Espero les guste 


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