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Bajo mi protección y cuidado por neka19

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Notas del capitulo:

Hola! Gracias por llegar al segundo capítulo. 

 

Como ya era costumbre, mi alarma me deleitó puntualmente a las 5:30 am. A pesar de estar acostumbrado a madrugar debido a mi experiencia militar, esta noche en particular apenas pude conciliar el sueño, mi insomnio causado por los apasionados gritos del amante de mi jefe que resonaron durante gran parte de la noche. Sin perder tiempo, me dirigí al gimnasio de la casa para entrenar y luego tomé una refrescante ducha, como si los sonidos nocturnos no hubieran sido suficientes para despertar mis sentidos.

 

 Al salir, me enfundé en mi uniforme de trabajo, un elegante traje negro a medida con camisa, y que, afortunadamente, no requería corbata. Acomodé mi cabello castaño con monotonía, notando en el espejo que mi físico no tenía nada de extraordinario, salvó por mi estatura y músculos. Con piel trigueña, ojos negros y labios tan normales como el clima de mi ciudad natal, no hay nada como ser un ejemplar de la mediocridad facial. Terminé por agregar a mi apariencia mis piercings en las orejas antes de salir de mi habitación, que se encontraba a dos puertas de la de Agustín. Como si fuera muy emocionante escuchar todo lo que hacía mi jefe. 

 

Mire la hora de mi reloj, eran las 6:50 am, estaba perfecto en la hora. 

 

Comencé mis tareas en aquella casa al mismo tiempo que tomaba un desayuno ligero. Mi primera misión: organizar la agenda de Agustín. Luego, a las 7:30 am, recibí a Martha, la maravillosa dama de la cocina y la limpieza, la cual muchas veces me ha salvado de aprietos. 

Eran las 8:50 am, y me dirigí al cuarto de Agustín para despertarlo con una bandeja con su desayuno. 

 

Una vez dentro de su habitación, coloqué la bandeja a un lado y procedí a descorrer las cortinas. En ese instante, se reveló ante mí, el causante de mi insomnio, un hombre alfa, que ocupaba la cama de Agustín con una majestuosidad innegable, deslizando las sábanas con la gracia de un rey. 

Dirigí mi mirada molesto hacia él. 

 

—Señor, su taxi lo espera afuera, no se preocupe por el costo de su viaje, será pagado de forma automática — le dije con una sonrisa mecanizada. 

 

Parte de mis deberes era además sacar a estos hombres desagradables de la casa. 

 

—Pero si el día recién comienza, ¿por qué no mejor te retiras y nos das privacidad? — dijo entre risas aquel hombre rubio mientras tomaba una copa de vino que tenía al lado suyo. 

 

—¿No escuchaste a mi asistente?, ya vete — dijo Agustín mientras lo empujaba con su mano al alfa, y se sentaba en la cama. 

 

—El taxi lo está esperando señor, le solicitó nuevamente que se retire del lugar — dije de forma calmada haciendo una leve mueca en el labio. 

 

— ¿Esto es una broma? — preguntó desconcertado el hombre.

 

— Mira, pase una buena noche contigo, pero no voy a desperdiciar mi mañana con tu presencia, así que… lárgate. — Agustín se levantaba de la cama completamente desnudo y se dirigía al baño, caminando con mucha gracia cuál modelo de pasarela. — Y no me llames, yo te llamo Héctor — cerró la puerta del baño. Tuve un ataque de risa interna, porque ¿quién en su sano juicio pensaría que iba a quedarse más allá de una simple noche con Agustín?

 

— ¡Maldito Omega de mierda y me llamo Camilo! — decía en insultos el hombre, seguramente con su orgullo muy herido. 

 

Yo lo acompañe a la puerta hasta que lo ví tomando el taxi, se veía absolutamente irritado. 

Al darme la vuelta ví a Agustín con la taza de café en la mano, ya estaba vestido con una camisa blanca y shorts de tela negros. 

Se arregló su cabello negro y tomó del café. 

 

— ¿Qué es esto? — me dijo haciendo una mueca de disgusto en su rostro, mientras apuntaba la taza. 

 

— Pues es café, el mismo que le sirvo cada bendita mañana. — me lanzó una mirada de fastidio mientras le hablaba. 

 

— Está helado, es asqueroso, que no vuelva a pasar— decía dejando la taza en un mueble. 

 

— Si joven Agustín — «esto no hubiera pasado si no hubiese tenido un amante en su cama… »

 

— ¿Me vas a decir mi agenda o solo te quedarás parado ahí como estúpido? — me dice con prepotencia. 

 

Respire llenándome de paciencia, restándole importancia a sus encantadores modales, y comienzo a recitar su agenda, desde su almuerzo con la directiva de Neos company, hasta sus juntas de trabajo en la noche. 

 

De inmediato ya nos encontrábamos en el auto; yo, demostrando mi habilidad al volante, mientras que Agustín se encontraba como una chimenea fumando en el asiento trasero. No entendía como le gustaba tanto ese vicio autodestructivo, después de todo, fumaba prácticamente una cajetilla al día.

Igual esto me preocupaba, no quiero terminar sin trabajo tan pronto porque a mi pequeño jefe le de por irse a un viaje hacia el cáncer de pulmón. 

 

— Alex, tienes una hora y media libre, estaré comiendo con los viejos de “Neos company”, te quiero acá mismo cuando vuelva — me decía Agustín en la entrada del hotel de cinco estrellas llamado “Celestial”, el cual poseía un restaurante de comida mediterránea bastante lujoso. 

 

Asentí de inmediato y decidí dirigirme al comedor del hotel para comprar algo de comer, eligiendo un lugar más acorde a mis modestos gastos.

Me deleitaba con arroz y carne, entreteniéndome con mi celular, cuando recibí una llamada de Agustín. 

 

—¿Hola? — le pregunté ligeramente angustiado, suponiendo lo que podría ocurrir. 

 

— ¿Cómo qué hola? ¿Dónde estás? 

 

— Pues comiendo, aún me quedan 45 minutos libres ¿Ocurrió algo? 

 

— Tráeme un traje ahora mismo, tienes 15 minutos y te veo en la entrada. 

 

— ¿Un traje? ¿De gala? ¿Algún color en específico? 

 

— Te quedan 14 minutos — me dijo para luego cortarme. 

 

Dejé la comida tirada, y salí corriendo, buscando donde había tiendas de trajes cerca. Agradeciendo a todos los dioses, encontré una sastrería en una calle cercana al hotel, como alma que lleva el diablo, compré un traje azul marino, de la talla precisa de Agustín, todo pagado por la tarjeta de crédito de mi jefe. 

 

Llegué todo sudado a la entrada, Agustín ya se encontraba ahí mirándome molesto con el ceño fruncido. 

— Te ves horrible — me dijo para quitarme la bolsa con el traje. 

 

«¿Y cómo esperas que este, mocoso malcriado? » pensaba en mis adentros. 

 

Lo mire ligeramente molesto, pero él sabía perfectamente que yo haría todo lo que me pidiera, necesitaba el dinero… 

 

— No hay una corbata, ni tampoco zapatos — me dijo luego de revisar la bolsa. 

 

«mierda, olvidé por completo esos detalles.» 

 

— Me pidió solo un traje joven Agustín, si quería zapatos y corbata me lo hubiese pedido. — dije con una sonrisa totalmente falsa, ya me sentía completamente molesto, simplemente no lo había pensado, el tiempo que me dió fue muy corto para pensar en todas las cosas. 

 

Agustín se acercó molesto hacia mí, y me puso la bolsa fuerte en mi pecho, la agarre por reflejo en mis manos. 

 

—Tíralo, no lo quiero, y cancela mi agenda del día hoy, iré a beber. — dijo mientras se arreglaba su cabello negro ofuscado. 

 

Al poco rato nos encontrábamos en un bar de los más caros, y Agustín más ebrio que el infierno, a la vez que yo estaba a su lado fielmente sin tomar ni una gota de alcohol. Él llevaba casi toda la botella de whisky tomada. 

 

— Debería dejar de beber así joven Agustín. — dije mientras le intentaba quitar el vaso. 

 

— No me vas a venir a dar órdenes, yo beberé lo que me dé en gana, y un estúpido asistente no me dirá que hacer. — dijo bufando. 

Logré quitarle el vaso de sus manos con rabia. 

 

— Vamos a casa Agustín, ahora. — le termine ordenando. Estaba haciendo una total locura, pero no iba a permitir que Agustín terminará con un coma etílico, me contrataron para cuidarlo, y eso haré. 

 

Agustín me miró con el ceño fruncido, sus mejillas estaban rojas a causa del alcohol. 

Pero por alguna razón, aquella orden si funcionó, se bajó del taburete, y yo lo ayudé a que no cayera al suelo, él estaba muy mareado. Así que pagué la cuenta. 

 De camino al auto, un alfa se acercó, interponiéndose en mi trabajo. 

 

— ¿Tú amiguito necesita ayuda? — preguntó con un leve tono morboso, el hombre miraba atento a Agustín, mientras nos sonreía, sus dientes se veían amarillos, no era el ser más horrible del planeta, pero al estar borracho se veía grotesco con toda su cara sudada y enrojecida.  

 

— Estamos bien, yo lo llevo — le dije con una sonrisa forzada, no tenía intención de ponerme a pelear en este lugar y con Agustín borracho a mi lado, el cual no podía mantenerse en pie sin tambalearse. 

 

— Oh… tú también eres un omega — dijo invadiendo un poco nuestro espacio personal — ¿Quieren una habitación del hotel y tener un polvo conmigo?, soy un buen amante. 

 

Solté una risa burlesca de inmediato.

 

—Si no te alejas de inmediato, te partiré la cara, y te van a cambiar todos tus amarillos dientes por una placa nueva. — yo llegaba a temblar de la irá. 

 

— ¡¿Qué has dicho hijo de puta?!— dijo el hombre, enseguida empuje a Agustín al lado, él cuál cayó con su trasero al suelo, «eso me va a costar caro después», el hombre en un intento ridículo intento golpearme con un gancho, lo evite con facilidad, propinando un golpe directo en su rostro, pude sentir su tabique romperse contra mi puño, y un chorro enorme de sangre cayó sobre su horrible boca. En vez de irse atrás, se abalanzó contra mí intentando propinarme otro golpe, el cual nuevamente logré esquivar dando un gancho en su mejilla. Él alfa ahora tambaleaba hacia atrás, para terminar sentado en el suelo. 

 

Esperaba que nadie hubiera presenciado esa escena. Temía que llamaran a la policía, ya que ser despedido sería inevitable si Agustín acababa en una comisaría; su padre de seguro me mataría y tiraría al río en pedazos. Tomé el brazo de Agustín con la suficiente fuerza para levantarlo, pero no tanta para dañarlo, él apenas prestaba atención a la situación. Parecía no estar afectado por el golpe que se había dado, así que eso me relajo bastante. Abandonamos al hombre en el lugar y lo ayudé a subir al auto, recostándolo en la parte trasera.

 

— Peleas muy bien Alex… gracias por eso — soltaba Agustín recostado en la parte trasera del auto. Una de las pocas veces que me agradecía por mi trabajo, y siempre era por estar ebrio, si fuese así siempre y no tratara como la mierda a todo el mundo, definitivamente me caería mejor. 

 

 — Es parte de mi trabajo joven Agustín, mi deber es cuidarlo siempre. — le solté antes de cerrar su puerta, me di un pequeño masaje en mis nudillos, que ardían a causa de los golpes, y me puse a manejar camino a casa.

 

 

Notas finales:

Espero que les hayas gustado ;) 


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