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Abtra-erel, la joya de sangre por LaYoska

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Notas del capitulo:

si, lo sé, mucho tiempo no?

 

pero tenia que resolver muchas cosas antes de escribir

*suspira* muchas cosas

 

pero bueeeeeeeno, comencemos

El tiempo pasa, los siglos coleccionan historias, historias que se convierten en leyendas y luego en mitos, mismos que son abandonados, hasta ser redescubiertos, bendita sea la curiosidad humana que nos hace cuestionar todo.

 

Nuestra historia comienza en una era nueva, donde la humanidad ha sobrevivido un holocausto nuclear después de pelear entre ellos por los recursos que habían sobre consumido innecesariamente, tanto ganadores como perdedores se vieron obligados a abandonar su planeta, sus ojos se abrieron a novedosas formas de vida, a la ciencia e incluso la magia, generación tras generación muchos prejuicios se fueron perdiendo, los nuevos niños fueron criados por una comunidad reducida y golpeada, más de dos milenios de vagar por el universo, buscando refugio en planetas distantes, siendo marginados por no tener un lugar al cual llamar hogar les había enseñado el respeto a la vida, uno renovado y reforzado, aprendieron a amar aquello que les faltaba pero alguna vez sus ancestros tuvieron; regresaron al planeta tierra, que se había regenerado gracias a la ausencia de “la vieja humanidad”, crearon comunidades y ciudades, pero dejaron las ruinas, un eterno recordatorio de lo que no debería volver a suceder.

 

La tierra había cambiado, las arenas habían dejado descubierto ciudades y culturas que se creían un mito, esta nueva humanidad descubrió el mito de una Diosa y su amante Guerrero, una tragedia digna de ser contada e investigada, un adinerado empresario se propuso un objetivo: Era hora desenterrar Abtra-erel.

01.

 

El sol de despedía en el cielo, los colores rojos y naranjas hacían un hermoso contraste con la arena del desierto, el movimiento de los trabajadores en la excavación era entusiasta, bajo la arena de milenios se encontraba la meta, la ciudad perdida.

 

Entre los trabajadores una chica corría, usaba pantalones y una blusa de manga larga blanca, las telas estaban algo desgastadas y manchadas por estar todo el día laborando, llevaba una bolsa de mensajero y sujetaba con fuerza el sombrero que estaba sobre su cabello rizado color chocolate, llegó frente a una de las tiendas más grandes y tomó aire, no, correr en el desierto era sin duda una mala idea, mala, mala idea, se recuperó un poco para después entrar, vi el catre vacío, las maletas en un rincón bien guardadas, en la mesa había mapas, reportes de exploración y cartas, este hombre era un desastre, camino a la tienda adjunta, sabía desde un principio que estaría ahí, Nikhel de nuevo estaba trabajando en “su pintura” miró al chico que estaba de espaldas a ella, el cabello rubio llegaba hasta media espalda en una gruesa trenza, la piel bronceada y espalda ancha por horas de trabajo, Nikhel era su amigo y hermano adoptivo, ella había estado enamorada por años del chico, sin embargo se había rendido, no había modo en que le ganara a “ella” o a “él”, miró fascinada la pintura, parecía ser el interior de un palacio, cortinas rojas bordeaban una ventana desde la que se veía una colorida ciudad y al lado de los cortinajes recargada en la pared estaba una silueta delicada, las facciones aún no terminadas dejaban ver unos profundos ojos dorados, largos cabellos azul noche enmarcaban bellamente un rostro andrógino, ese o esa era el verdadero amor de Nikhel.

-puedo sentirte- dijo él, volteando su rostro, ojos celestes brillaban con determinación y alegría

-¿volviste a soñar con ella?

-ya te dije que no sé si es una ella o un él- dijo el rubio, limpiando el pincel que había estado usando, miró su obra y sonrió, desde niño había soñado con esa persona, siempre le mostraba el desierto por la ventana, pidiéndole que fuera a encontrarle, eso le había llevado a ser arqueólogo, ansiaba encontrar a su amor, la necesidad de conocerle lo hacía arder en desesperación

-llegó una carta de Issacar- dijo Iara y el miró a su amiga, pequeña y femenina, era una muñeca de enormes ojos miel, la recordaba de niña, con sus vestidos llenos de holanes y eso le hacía sonreír, aún así, cualquiera que molestara a la aparentemente frágil chica lo pensaría dos veces después de sentir una rodilla de hierro en sus partes nobles, recibió e sobre con una mueca, odiaba las cartas de Issacar, su “benefactor”, al terminar la carrera Nikhel se dedicó a buscar quién le ayudara a saber más de Abtra-eel, la cuidad de sus sueños que se suponía era sólo una leyenda, cuando había perdido la esperanza, de la nada un joven empresario le había dado todo lo que necesitaba para su investigación, ahora él era un famoso arqueólogo que había demostrado que una ciudad de sueños era real, miró la carta, la angulosa y elegante caligrafía de Issacar le saludó y le exigió encontrar el templo de la montaña, aquel del que hablaba el cuento de “La Diosa y El Guerrero”, ¡lo que daría por encontrarlo!, hasta ahora apenas tenían indicios de dónde podría estar, el desierto donde estaban era rodeado por rocosas montañas, la búsqueda era una tarea titánica

-ah, no quiero volver a escribirle que no la hemos hallado, así que no le escribiré absolutamente nada- dijo arrojando la carta al montón sobre la mesa

-¿y esta vez no trae propuestas indecorosas?- bromeó su hermana

-claro que si, no entiendo a ese hombre, a le dije que no hay modo de que yo corresponda a sus intenciones- dijo estremeciéndose, desde que se habían conocido Issacar siempre parecía querer meterse en sus pantalones, no, eso si que no, reconocía que el hombre era deslumbrante con esa piel morena e inexplicable cabello plateado per na-nah, él vivía para su amor, aunque sólo existiera en sus sueño y dibujos, además… Issacar le daba la impresión de que miraba “a través de él”, como si viera en sus ojos a otra persona, eso era simplemente raro

-también habló papá- Iara se sentó en una de las cajas de madera que había por todo el borde de la tienda

-¿Qué te dijo? ¿Cómo está Safiro?- su voz expresaba una clara preocupación

-mal, hay que cambiar su corazón de nuevo- dijo la chica con angustia, retorciéndose sus pequeñas manos, Nikhel suspiró, Samuel había adoptado a Safiro, Iara y Nikhel, los había criado con amor junto con su esposa, Marleen, ella había fallecido hace tres años, algo que aún dolía en su corazón, pero la pareja había hecho un gran trabajo. Él era arqueólogo, Iara enfermera y una maravillosa administradora y Safiro era escritor, su hermano menor era dulce, gracioso, terco como él sólo y tremendamente hablador, había sido abandonado por sus padres en el hospital al nacer porque no tenían dinero para atender su enfermedad, una malformación cardiaca que afectaba el tamaño del órgano, había pasado por varias cirugías hasta que se desarrolló la tecnología para hacer un corazón bio- nano-robótico, por lástima la cosa debía ser cambiada periódicamente y el chico de 18 años se debilitaba cada vez que el ciclo se completaba, podrían darle otro corazón, pero la lista de donantes era muy corta, su hermanito tenía un tipo se sangre demasiado raro, hasta ahora no habían encontrado a alguien que fuera realmente compatible, suspiró, aun así no perdía la esperanza, no podía resignarse y su padre tampoco lo haría el médico dedicaba sus investigaciones a desarrollar innovaciones que ayudaran al más joven de sus hijos, estaba perdido en sus pensamientos cuando escuchó un vehículo anti gravedad aterrizar, dejó sus pinturas, viendo ingresar a Luke, su mejor amigo y socio.

-¿qué pasó?- dijo mirándolo con curiosidad

-¡Lo encontramos!, Joder, Nikhel, lo hallamos

-Luke, ese lenguaje- dijo el rubio riéndose y mirando a su hermana, que levantó las manos

-He oído cosas peores- respondió ella

-¿Qué encontraron?- regresó su vista a Luke, que también había desviado la mirada hacia Iara, ah ese estúpido brillo de enamorado, el chico reaccionó a su pregunta como si le hubiera dado un choque eléctrico

-¡el Templo!

-no bromees conmigo- dijo en shock

-No lo hago, verás, íbamos por una de las montañas, vimos que algunas rocas parecían suelta, así que

-dime que no las volaste- dijo temiendo a su pirómano amigo

-Oookey, no te lo diré- se rio- así que me salto esa parte- Comentó divertido, haciendo reír a Iara, Nikhel giró los ojos ante la desvergonzada admisión- detrás de las rocas hay una cámara con escalones, viejas antorchas, un grabado en la pared y hacia la izquierda un pasillo algo que parece ir al mismísimo infierno y justo mandaron a robots cuando recordé que debía venir por ti

-entonces vámonos- tomó su cámara y equipo, sintiéndose emocionado por el descubrimiento

-Yo también voy- dijo Iara, levantándose y corriendo al vehículo antes de que Nikhel le dijera que debía quedarse, su hermano era lindo pero era Oh, tan sobre protector

-bien, bien, creo que mejor me resigno- mencionó al subirse al vehículo, Luke se sentó en el asiento del piloto y arrancó, elevándose para conducirles a la montaña-si te fijas, aunque erosionado, hay un acceso desde el desierto a la montaña

-¡Joder, si!, no me había percatado- Luke parecía vibrar en su asiento- ¿sabes lo que significa?

- no quiero hacerme ilusiones, Luke, hemos encontrado grabados antes y nada tienen que ver con la leyenda o el templo mayor de la Diosa

-Oh, no seas aguafiestas, es como si fuera navidad y me dijeras que Santa no existe y los renos con chihuahuas con ramas en la cabeza- dijo con un puchero haciendo reír a su hermana, mientras descendía en la cámara de entrada de la montaña, Nikhel se sorprendió al ver la escalinata, había cuencos, piedras de colores en el piso, vio a un grupo a la derecha

-¿Qué encontraron?

-una armadura, está en muy mal estado, parece que un guerrero murió aquí, no hay restos, los huesos ya son polvo

-tomen fotos, al menos podremos hacer algunas impresiones 3-D para los museos- luego vio al pared del fondo, había un enorme grabado en la piedra, aún cubierto por arena, el personal tomaba fotos, sacaba medidas y empezaba a planear las tareas para descubrirlo- ¿Cómo está?

-hay huecos- dijo un chica que empezaba a limpiar la arena con las brochas suaves- creo que arrancaron las joyas- Nikhel hizo una mueca, la “vieja humanidad” solía robar cosas de los lugares arqueológicos para venderlos a museos o coleccionistas, ellos ya no hacían eso, protegían las ruinas, las visitas eran controladas una vez al año para los que querían ver el sitio, los objetos almacenados y replicas o impresiones 3-D eran exhibidas por el mundo, nada era mancillado o vendido, al historia debía respetarse, eran sus orígenes y estos eran invaluables

-¿que encontraron los robots?- dijo al desviar su atención al grupo que Luke dirigía

-trampas, navajas, planchas, ácido… nómbralo y lo tienes, debe haber algo muy importante al final de estos pasillos- dijo el chico con una enorme sonrisa, sus ojos esmeralda brillaban y el desordenado cabello rubio rebotaba mientras el daba brinquitos

-si- dijo, pero no lo sentía, sabía de algún modo extraño que no encontrarían nada ahí, su vista volvió al grabado, todos sus sentidos le indicaban que lo más importante estaba ahí, sin pensarlo más, sacó su equipo para ayudar con la laboriosa tarea de limpiar él mismo, había algo ahí que sabía podría cambiar su vida.

Notas finales:

y bueno aqui esta la primera entrega, ya escribo al siguiente


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