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Abtra-erel, la joya de sangre por LaYoska

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Nikhel estaba trabajando, tenía frente a él algunas de las piezas de la excavación, el orgullo que sentía era indescriptible, su trabajo le había enviado directo a la fama, ya había sido entrevistado por 3 revistas científicas, había aparecido en un par de noticieros locales, no quería ir lejos con el nacimiento de la bebé en cualquier momento, Abriena ya iba por el décimo mes, Kratos decía que todo estaba perfecto, pero la espera lo estaba matando, se retiró los lentes y frotó el puente de su nariz, saltaba por cualquier pequeña expresión de Abriena, no dormía bien, estaba preocupado y distraído, casi gritó cuando algo saltó a sus piernas, no era más que Cleo, su gata, que ronroneó fuerte y le dedicó una mordida gentil en la barbilla.

 

-hey, Cleo, vamos a darte de comer- la llevó en brazos a la cocina, el ruido de la misma le hizo sonreír, su hermano había vuelto, estaba mucho más sonriente que antes, brillaba, tenía en su mirada la certeza de una vida plena, era una imagen que se grababa en sus ojos, Issacar estaba con él, abrazándolo y besando todo su rostro- ew, hay niños presentes- se refería claro a los gatitos que estaban atentos a ellos, aunque era más por la posibilidad de que dejaran caer un pedazo de pollo que por lo que estaban haciendo

-oh, vamos, yo te he visto con Abriena y hacen más que besarse- Safiro reviró

-las hormonas del embarazo- se defendió, aunque sentía el calor subir hasta sus orejas, Abriena se acercó entonces, su vientre realmente abultado, últimamente lucía más cansado que nunca durante el embarazo

-no sólo es mi culpa- sonrió y se acercó a ellos, hizo un gesto de malestar

- ¿todo bien amor?

-sí, siento algo de presión, pero creo que estoy bien, y regresando al tema, son las hormonas, sí, pero tu hermano tiene el 70% de la culpa

-bueno, ya nosotros comprobaremos si eso es cierto en algunos meses- Safiro soltó la bomba sin dejar de preparar el sándwich, hubo dos segundos de silencio total

- ¿¡Qué!?- su hermano lo miró con los ojos bien abiertos

-entre algunas de las habilidades que adquirí como medio dragón, está el… bueno… poder darle un hijo a Issacar- quería reírse a carcajadas y fuerte por la cara de Nikhel, oh, era pura poesía

-Oh, por todos los cielos- Abriena exclamó

- ¿de verdad es tan sorprendente? - lo volteó a ver, pero la deidad no lo miraba a él, miraba el suelo

-acabo de romper mi fuente- dos segundos más de silencio y se desató el infierno

-Trae la pañalera, Nikhel, voy por el auto- Issacar olvidó por completo su emparedado y fue por las llaves, Nikhel corrió hacia la habitación de la bebé y él tomó la mano de su cuñado, abrazándolo de la cintura, haciendo que se apoyara en él para ir al auto

-espera, Cleo no ha comido y los gatitos tampoco- Abriena señaló a sus mascotas, Safiro quiso girar los ojos

-yo me encargo, primero preocúpate por ti- Issacar le ayudó cuando estaban cerca del auto, su hermano salió con la pañalera, se montó rápidamente en el carro, Safiro les sirvió pienso seco a los gatos, tomó el celular, cerró bien la puerta, una vez dentro del auto arrancaron hacia la clínica, llamó a su padre y a su hermana para darles la noticia, Abriena respiraba en brazos de Nikhel, no grito, no hizo gestos de dolor, aunque sudaba y a veces se quejaba suavemente, él había pensado que gritaría de dolor o algo así como en las películas, pero no, estaba completamente tranquilo, vio la clínica particular, en cuanto ellos llegaron les atendieron unas enfermeras, llevaron a Abriena y a Nikhel a una habitación mientras ellos esperaban, vieron a Kratos llegar, él sólo hizo un gesto de reconocimiento al verlos, entrando directo a hacer su trabajo, Safiro miró su teléfono, era la 1 de la tarde, su padre llegó 30 minutos después, su hermana unos 15 minutos más tarde, iba acompañada de Luke, su ahora esposo, después de saludarse y compartir la alegría se sentaron a esperar.

 

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Nikhel no recordaba estar más nervioso, ni siquiera cuando era guerrero y había enfrentado terribles peligros, las enfermeras le dieron un traje para entrar al parto, se quedó mirando la tela azul como si se lo fuera a comer

 

-deja de sorprenderte amor, te quiero ahí adentro- la voz de su pareja le hizo despertar, así que obedeció, Kratos entró dando órdenes a las enfermeras que se movieron lo más rápido posible, el doctor hizo unos chequeos rápidos y confirmó que estaba más que listo, Nikhel tomó su lugar al lado de su amado, le tomó la mano, en el último mes Abriena se había quedado en una forma femenina, decía que le era más sencillo y también esa forma le ayudaría a alimentar a la nena de manera natural, a Nikhel le importaba poco eso, lo amaba en cualquier forma y con cualquier apariencia, pero verle así le había inspirado a pintarlo de nuevo, pasaron algunos minutos, esperando a que la naturaleza hiciera su trabajo.

 

-Hora de pujar- Kratos declaró imperturbable, si alguien le preguntara qué pasó después, Nikhel no sabría explicarlo bien, sólo sabía que había sido maravilloso, estando ahí, abrazando a Abriena, ayudándole a respirar, limpiando su frente y presenciando cómo se sobreponía al dolor, la debilidad y el llanto, se enamoró aún más, el mundo desapareció, escuchaba como si estuviera bajo el agua, presenciando ese momento, mirando a sus ojos de oro puro, quería decirle tanto, agradecerle tanto, quería expresar cuanto le admiraba, pero las palabras habían desaparecido, Abriena sonrió, no necesitaba palabras, lo sabía, lo sentía, agradeció al destino por su conexión, hasta que un llanto, un grito de vida y fuerza resonó en el cuarto fue capaz de apartar su vista de él, Kratos le hizo una seña, entre la bruma recordaría cortar el cordón umbilical, ver como se llevaban a su pequeña para limpiarla y hacerle una rápida evaluación, le envolvieron en una tela suave y la regresaron a ellos, Abriena la tomó en sus brazos, esa imagen se marcaría en su mente, abrazo a ambos, mirando a su bebé, tenía la piel tostada de Abriena, su pequeña perfecta nariz, los ojos aún tenían un color indefinido pero el mechón en su frente era definitivamente rubio.

 

-Bienvenida Marleen- Abriena miraba a la pequeña que ya no lloraba, solo parecía escuchar, mirando a un punto indefinido, abriendo y cerrando sus ojos

-Bienvenida- susurró cuando por fin pudo hablar- bienvenida mi amor- miró a Abriena, compartieron un segundo de silencio- te amo, más aún que nunca- le besó

-sostenla- se sintió invadido por el temor un segundo y después lo único que existía en su mente era el amor y la adoración

-Marleen, mi pequeña, mi amada niña, no sabes cuánto te esperamos- le dijo mirando su rostro- y prometo frente a los Dioses protegerte, cuidarte y hacerte saber cada día cuan amada eres- como si le escuchara ella lo miraba atenta, ese momento fue mágico, más allá del poder de Abriena, de los hechizos, los dragones, esta era la verdadera magia para él

-Descansa Abriena, hiciste un gran trabajo- la voz del Doctor le hizo voltear, Nikhel ni siquiera se percató del tiempo que había pasado, su pareja dormitaba agotado, Kratos se acercó a él, vio a la niña- Felicidades

-Gracias… Gracias por todo- el hombre le dedicó una de sus escasas sonrisas

- te daré unos minutos y avisaré a tu familia

- oh, cierto- se sonrojó avergonzado, se había olvidado por completo de ellos, el doctor se rio, retirándose; se acercó a Abriena, acarició su rostro con ternura- ¿cómo estás?

-cansado, pero bien- dirigió su mirada a la niña que parecía compartir su opinión

- es perfecta

- lo es, está hecha de amor- y por muy cursi que eso sonara para el mundo exterior, estuvo de acuerdo.

 

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-Ew, ¿cómo una cosa tan bonita hace algo tan apestoso?- Iara se quejó cuando fue su turno de cambiar pañales, Abriena se rio, pero agradecía infinitamente la ayuda de la chica, le habían dejado estar con su esposo y bebé por una semana entera, algo sobre el vínculo que debían desarrollar con su niña, después de esa semana todos se turnaban para ayudar, incluso Issacar, aunque el hombre sostenía a la niña como si fuera de cristal, era hilarante ver a un hombre tan grande intimidado por una pequeña bola de energía como era Marleen

-ve el lado bueno, te sirve de practica- la chica refunfuño, pero sonrió al final, había hecho junto con su esposo los trámites para adoptar

-es poco probable que me den un bebé, pero no me importa, yo misma estuve en el sistema y sé lo terrible que puede ser, quiero darles la oportunidad a cuantos niños pueda de tener una familia, crecer y ser fuertes e independientes- la chica mostraba seguridad en sus palabras, mientras terminaba de ponerle un pañal limpio a su sobrina, Abriena sonrió, ya había superado el rencor que antes sentía por ella, ahora quedaba una camaradería, su compañía le era agradable.

-Hola- Safiro se asomó por la puerta- ¿cómo están?

-Bien- respondieron al unísono

-excelente, mi hermano no debe de tardar en llegar- se acercó a Iara y a la bebé, Nikhel seguía yendo a entrevistas, su carrera había despegado y lo querían en otros sitios arqueológicos para que dirigiera investigaciones, pero él no quería, él mismo había dicho que esta sería su última entrevista por al menos un año, siempre llegaba directo a jugar con la pequeña y atenderla, en cuanto la niña se dormía, se desvivía en atenciones hacia Abriena, era adorable, se encargaba de que no hiciera ni el mínimo esfuerzo, eso ya empezaba a cansarlo, era una deidad, en una semana más estaría como nuevo en todos los sentidos, sin embargo, Nikhel insistia en tratarlo como si fuera de cristal

-wow, ¿estás molesto? - Safiro le miraba con la niña en brazos

-si- se sorprendió un poco, pero había notado que Safiro era muy bueno para leer a la gente

-¿con…?

-tu hermano

-¿te trata como cristal?

-exacto

-lo mismo me pasaba con Issacar- soltó unas carcajadas suaves- asegúrate de decirle lo que piensas o no dejará de tratarte así- miró a su hermana

-a mí me gusta que me mimen- batió sus pestañas de manera encantadora, por lo cual se soltaron a reír.

 

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Nikhel estaba arrullando a su princesa, con cuidado la había envuelto en una cobija suave, besó su frente y la puso en la cuna que estaba en la misma recamara que compartía con Abriena, le observó por unos segundos mientras dormía y se alejó en cuanto estuvo seguro de que estaba cómoda, camino a la cama y se recostó, Abriena estaba tomando un baño, había pedido algunas hierbas para hacerse un baño con ellas, según decía le ayudarían a recuperarse mejor después del parto, tenían un aroma fuerte, pero agradable, suspiró, sintiéndose dichoso, recordaba su primer encuentro, en sus vidas pasadas, cuando le vio por primera vez, la manera en que su belleza le había deslumbrado, esa fascinación no había disminuido, seguía presente, decidió que su esposo ya se había tardado mucho, tocó la puerta y entro al baño, Abriena estaba secando su cuerpo, de nuevo se sorprendió al verlo desnudo, su cuerpo estaba como si nada hubiera pasado, simplemente se había recuperado usando su magia, lo único diferente era que aún en su forma masculina sus pechos estaban ligeramente inflamados, recordándole que la deidad insistía en alimentar él mismo a la niña.

 

-¿necesitas ayuda?- preguntó cuándo salió del baño, Abriena lo miró un poco sorprendido, luego tenso en entrecejo y se cruzó de brazos, ok, estaba molesto, eso era obvio- ah… ¿qué hice?

-me estás tratando como si no pudiera hacer nada por mí mismo, Nikhel

-oh- lo proceso por un par de segundos, sintió su cara calentarse- lo siento, juro que no lo hago de un modo para ofenderte, amor, sólo, quiero cuidarte- se acercó a abrazarlo

-está bien que quieras cuidarme, gracias, pero estás exagerando, cielo- dijo menos molesto, respondiendo el abrazo

-lo lamento, realmente te amo

-y yo a ti- respondió el abrazo y se dirigió a la cama, para ponerse en el cuerpo una loción de almendras que le habían regalado

- ¿sabes? Estaba recordando cuando te vi por primera vez

- ¿de verdad?

-sí, recuerdo tus ojos de oro, hermosos pero frios, también el modo en el que detuviste a los guerreros desleales, recuerdo cómo poco a poco tu mirada fue haciéndose más suave, realmente me sorprendías cada día, siendo un “alma vieja” que ha renacido tantas veces, hay cosas de las que estoy cansado, recuerdo en especial la guerra, en cualquier época dejó huellas en mi mente, a veces en mis vidas pasadas me sentía tan cansado de todo, pero a través de tus ojos vuelvo a descubrir el mundo- el rubio se sentó a su lado, ayudándole con la tarea, disfrutando de tocar su piel y compartir un momento tan íntimo- el asombro que veo en ti, la manera en la que admiras a la nueva humanidad y la sabiduría que hemos adquirido, sé que aún nos queda mucho por avanzar, pero haces que quiera vivir y ver lo que nos depara el futuro, porque si estás a mi lado, creo que puedo con todo lo que el destino nos arroje

-oh, sabes decir justo las palabras correctas- lo jaló para darle un beso, disfrutando el sabor como si fuera la primera vez, Nikhel acarició sus costados, se acercó más a él, dispuesto a tener un momento de pasión con su hermosa pareja, justo entonces su hija decidió llamar la atención con un fuerte llanto, ambos se miraron a los ojos y rieron- creo que será después

-sí, será después- con una sonrisa amplia se levantó a atender a la niña, mientras Abriena cerraba los ojos y agradecía al universo por las bendiciones que había recibido.


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