03.
EL DIOS Abriena
Los hombres se detuvieron a descansar al segundo día, entonces Abriena se acercó a su guerrero elegido.
- hay una cascada cerca… ¿me acompañaras?- dijo al oido del guerrero, su cabello cayendo en una cascada nocturna casi ocultando sus ojos
- Por supuesto su alteza - sin saber exactamente porqué Nabeun le siguió a una hermosa cascada, observó los alrededores, asegurándose de que no hubiera bandidos, cuando regresó la vista a Abriena le descubrió desnuda, su piel brillaba dorada aún con la luna, su silueta era delgada y graciosa con movimientos perfectos cuando, dándole la espalda entró al agua- ah… Mi Diosa…
- ¿qué pasa?- dijo sumergiéndose más en el agua
- … nada- bajó la mirada,tratando de no mirar a la Diosa que se bañaba con toda calma Nabeun solo suspiró para después de un rato tomar la tela que Abriena había llevado para secarse- creo que ya debería salir
- …si...- fue entonces que se dio la vuelta y Nabeun notó algo que no cuadraba mucho con sus creencias, sin embargo Abriena ni siquiera se inmutó por la mirada sorprendida y se envolvió con la tela
- … usted es… ¿varón?
- … yo nunca te dije ni les dije a tus ancestros que yo fuera mujer- sonrió de manera hasta cierto punto inocente, se acercó al guerrero, abrazándole del cuello con sus largos brazos- ¿hay algún inconveniente? ¿ya no me vas a cuidar sólo por eso?
- Nunca dije eso- defendió el guerrero, recibiendo una sonrisa del Dios- yo le seguiré protegiendo por siempre, aunque tenga que dar mi vida por usted
- …- se acercó y besó muy suavemente los labios del hombre- voy a vestirme- se alejó, tomando otras túnicas que habían comprado los guerreros para “ella” en un pueblo cercano, mientras Nabeun procesaba y digería la noticia ¿cómo lo tomarían los hombres si se enteraran? … no, era mejor que no lo hicieran.
- Creo... que deberíamos regresar su alteza…
- … tal vez si- dijo ladeando su cabeza, sacando su cabello húmedo de dentro la túnica, como una serpiente cayendo por su espalda, se dio la vuelta, sus movimientos, fluidos y casi antinaturales, estiró sus delgados brazos, para engancharlos alrededor del cuello de Nabeun, mirándole a los ojos con sus indescriptibles orbes doradas, Nabeun se tensó completo, después de su descubrimiento lo que más le impresionaba es que Abriena le siguiera pareciendo la visión más hermosa de toda su vida, una mano dubitativa se acercó al bronceado rostro, Abriena tomó esa mano entre las suyas para llevarla a su rostro, su piel cálida y húmeda aún, suave y dulce- tócame- dijo en un susurro tan etéreo que a Nabeun le pareció producto de su imaginación- sienteme...- no, definitivamente no había sido su imaginación, Abriena siguió conduciendo esa mano por su cuello, esbelto y suave, hasta las clavículas, bajando por su pecho, delgado y dulce, inspirando, la punta de los dedos casi dolían, eso era demasiado perfecto, su mano bajó, aún a través de la tela la humedad de su piel era incitante, el Dios se acercó a él, ondulando contra el guerrero- ... yo quiero sentirte ... - voz como terciopelo, la expresión en su rostro, exquisita por el contacto, la mano de su guardián en su cintura, sosteniéndole, acariciando sus costados, ya sin necesidad de un guía, sujetandolo, la cadera morena contra la del rubio en un danza casi irreal, Nabeun profirió un jadeo- gemido, pero decidido le separó de él.
- … su alteza… será mejor que nos vayamos…- dijo dándose la vuelta,la voz grave, pastosa por la excitación, su naciente erección pulsando en agonía, se controló, caminando de regreso al campamento, Abriena le miró con sus ojos imposibles y tranquilos
- Si…- y sonrió, entre pícaro y divertido, pero sumamente sensual, para tomarse del brazo de Nabeun, camino al campamento.