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ME CUESTA TANTO OLVIDARTE por lyra

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-No me gusta nada la idea-dijo Simone cruzándose de brazos.

Sentados delante de su madre, los dos hermanos la miraban con ojos suplicantes. Esa misma mañana les habían anunciado que para no tener que viajar tanto de casa al estudio de grabación podrían ocupar un pequeño apartamento que había en él, equipado con una gran sala de ensayos y muchas mejoras.

-Solo tenéis 14 años, sois muy pequeños para vivir solos-siguió Simone sin dar su brazo a torcer.

-Estarán Georg y Gustav, y somos más responsables de lo que piensas-se defendió Tom.

-Vamos cariño, será una experiencia buena para los chicos. Aprenderán a valerse por si solos, sin tener que depender de ti para todo-apoyó Gordon a los chicos.

-Vaya, parece que nos quieres echar de casa-se le escapó a Bill.

Tom dio un codazo a su hermano cuando escuchó sus palabras. ¿Qué le pasaba? Estaban intentando convencer a su madre de que les diera permiso y contaban con el apoyo de su padrastro…. ¿por que decía algo así solo para cagarla?

-No le hagas caso, mamá. Papá nos ha dado permiso, solo falta tu palabra-suplicó Tom sin mirar a su hermano.

Simone paseó la mirada por sus hijos. Al mayor se le veía muy emocionado, pero al pequeño como ido, distante,…y muy frío. En una semana su humor había cambiado radicalmente. En casa apenas hablaba y si lo hacía solo decía duras palabras, la mayoría dirigidas a su marido.

Tal vez había ocurrido algo entre ellos, una riña o castigo que su hijo pequeño no había visto bien. Decidió hablar con su marido antes de conocer la versión de su hijo, sabiendo que hacía un drama de una cosa tan insignificante como que se le hubiera roto una uña o acabado la laca del pelo.

-De acuerdo-cedió finalmente.

Dos gritos de alegría resonaron en la cocina. Los hermanos se miraron y rompieron a reír a carcajadas. Lo habían logrado, su sueño se haría realidad.

-Pero me tenéis que llamar todas las noches para saber que estáis bien-dijo Simone haciéndose escuchar ante las risas de sus hijos.

-Verás la factura del móvil-susurró Tom a su hermano sonriendo.

-Te he oído, Tom-le riñó su madre.

Echaron a correr escaleras arriba antes de hacer decir algo que hiciera cambiar de opinión a su madre, quien aprovechó que está a solas con su marido para preguntarle por el menor de sus hijos.

-Gordon, ¿ha pasado algo entre Bill y tú?-preguntó preocupada.

Gordon miró fijamente a su mujer sospechando que tal vez su hijastro le hubiera contado algo, pero a su manera. Estaba despechado, era lógico que actuara así.

-No-contestó con firmeza- ¿Por qué lo preguntas?

-Por nada, es que le noto muy raro, callado y como ausente, y no me gusta la manera en la que te habla últimamente.

-¿Si? No lo había notado-dijo Gordon fingiendo asombro-Serán cosas suyas, ya sabes, está emocionado por lo del grupo y tiene muchas cosas en la cabeza.

-Será eso, pero espero que cuando se le pase las cosas cambien. No quiero que te pierda el respeto, en esta casa eres su padre y te tiene que obedecer.

Gordon asintió en silencio y se excusó diciendo que tenía algo que hacer en el dormitorio, tratando de alejarse de ese tema que esperaba que no volviera a salir en ninguna conversación.





Los meses pasaron con rapidez y casi un año después el éxito del grupo es inminente. Se pasaban la mayoría del tiempo viajando de ciudad en ciudad, dando pequeñas actuaciones y conciertos en grandes salas llenas de sus numerosas fans que chillaban nada más ver salir al cantante, quien les dirigía una de sus dulces sonrisas antes de comenzar a cantar las canciones que él mismo componía.

Decidieron tomarse unos días de descanso y cada uno aprovechó para visitar a sus familias. Los hermanos se pasaron todo el viaje de vuelta a casa bromeando y riendo, haciendo planes entre los que se incluyó pasar más tiempo con su mejor amigo. Desde que se metieron con el grupo en serio y dejaron el colegio cada vez se veían menos.

Bajaron del coche y fueron recibidos por su madre, que les abrazó con fuerza mientras comentaba lo delgados que les encontraba, sobre todo al pequeño.

-Casi no come por los nervios, y en el escenario no para-le explicó Tom a su madre.

-Eso no es cierto, como más que tú-protestó Bill haciendo un puchero.

-Os alimentáis a base de comida basura. Estos días que estaréis en casa solo habrá guisados y verduras-les amenazó Simone.

-¡Mamá!-protestaron los dos a la vez.

Pero Simone negó con la cabeza y les señaló la casa con la mano, en la que entraron cargados cada uno con sus maletas. En el recibidor saludaron a su padrastro estrechándole la mano.

-Deja que te ayude-dijo Gordon a menor de sus hijastros.

-Puedo solo, no te molestes-contestó Bill sin mirarle.

Simone vio como sus dos hijos desaparecían escaleras arriba y miró preocupada a su marido.

-Está cansado del viaje-le excusó Gordon.

-No, sigue igual que antes. Tendré que hablar con él-dijo Simone empezando a subir por las escaleras.

-Cariño, ahora no-la detuvo Gordon-Espera a que sepan la otra noticia.

Simone asintió a regañadientes. No sabía como iban a reaccionar sus hijos ante su futuro embarazo, y no quería hacerlos enfadar nada más llegar.




Dejó las maletas en el suelo de su habitación y suspiró echando un vistazo. Nada había cambiado, ni sus sentimientos hacia su padrastro…

-Bill, ¿bajas a comer?-llamó Tom a su hermano.

-Dame unos minutos mientras me cambio-contestó Bill sin girarse.

Tom asintió y bajó de nuevo, entrando en la cocina donde su madre preparaba la comida.

-Baja enseguida-les explicó antes de que preguntaran por su hermano.


De pies todavía decidió que lo mejor sería no abrir la boca en esos días. Por más que se esforzaba en olvidar, no lo lograba. Y todas las noches era igual. Cerraba los ojos y volvía a esa en particular, cuando lavando los platos se dio cuenta de que sentía algo por su padrastro….

Le acaba de preguntar por su vida sexual, aunque no muy claramente. Hablaban de donde iba su hermano esa noche, y su padrastro le preguntó que si él no…..y le contestó que no.

Se sinceró con él sin saber porque. Ni siquiera hablaba de ese tema con su hermano, aunque fijo que él sospechaba algo.

Se quedó pensando en el porque de su actitud. Porque miraba a una chica y no sentía nada. Entonces todo ocurrió muy deprisa. Su padrastro extendió una mano para coger el plato que estaba aclarando, se giró y le vio bajo otra luz.

No soltó el plato, su padrastro se giró también y él solo tiró más del plato, haciendo que las distancias se acortaran y sus labios se rozaran.

-Bill, esto no está bien-le dijo su padrastro sonrojado.

-¿No?-preguntó avergonzado.

-No-le contestó más serio-¿En que pensabas? ¿Cómo has podido creer que tu y yo…?

-Dijiste que estaba guapo…pensé que…-tartamudeó a punto de llorar.

-Era un halago. Por Dios, eres mi hijo ¿en que estabas pensando?-le dijo ya muy enfadado.

-Lo siento….no volverá a suceder-dijo rompiendo a llorar.

Salió corriendo de la cocina y se refugió en su habitación, llorando por haber sido tan lanzado, por haber creído ver algo que solo su mente enferma vio…





Pestañeó con fuerza alejando las lágrimas que llenaban sus cansados ojos. Se pasó una mano por ellos y respiró hondo. Debía aparentar que todo era normal, que la vida le sonreía cuando todo le daba igual.

El éxito que conseguían cada día, las miles de fans que suspiraban por él…no le importaba, porque solo había una persona para él…

Salió de la habitación y bajó a la cocina donde habían empezado a comer sin él, una costumbre que él mismo comenzó la primera noche que se negó a cenar con los demás. No podía sentarse a la mesa sin verle a él, las sonrisas que le dirigía a su madre, haciéndole quedar como un bicho raro solo por haberse enamorado de su padrastro.

Se sentó al lado de su hermano, quien le miró extrañado.

-¿No te ibas a cambiar de ropa?-preguntó Tom al ver que llevaba la misma.

-He cambiado de opinión-contestó encogiéndose de hombros.

Negó con la cabeza cuando su madre le sirvió el estofado.

-¿No quieres nada?-preguntó Simone preocupada.

-No tengo hambre….el viaje, ya sabes-dijo Bill haciendo un gesto con la mano.

-Por hoy te lo paso, pero mañana prométeme que le lo comerás todo. Estás muy delgado-dijo preocupada Simone.

-No seas pesada-contestó Bill de malas.

-No le contestes así a tu madre-le riñó Gordon sin poder contenerse.

Se mordió los labios para no decirle lo que pensaba. Que era un cobarde, atacándole cuando no estaba solo, huyendo de un posible contacto, como si tuviera miedo de que estando a solas le volviera a besar en los labios.

Cogió el tenedor con fuerza y jugó con lo poco que le había servido su madre, hasta que todos terminaron y se pudo levantar suspirando aliviado. Sintió la mirada fija de su hermano, pero la ignoró y salió al vestíbulo cogiendo su cazadora.

-¿No vas a deshacer la maleta?-preguntó Tom al verle abrir la puerta de la calle.

-Necesito tomar aire-contestó en un susurro.

Cerró la puerta tras de si sin girarse. Sabía bien el camino que debían seguir sus pasos, y se metió las manos en los bolsillos silbando por lo bajo…. ¡si su hermano supiera!



Decidió que era lo mejor que podía hacer su hermano, dar un largo paseo que le aclarara las ideas. Subió a su habitación y comenzó a deshacer su maleta. Tardó casi media hora, apartando a un lado la ropa usada que necesitaba ser lavada.

Una vez con la habitación ordenada, se quitó la gorra mientras caminaba hacia la ventana, en la que se asomó bostezando…miró hacia abajo y el bostezo se muere en sus labios…

Se frotó los ojos con ambas manos, asegurándose de no estar soñando. Pero por más que parpadea, la escena no desapareció como si de un espejismo se tratara… ¿su hermano besándose en los labios con Andreas?

No podía dar crédito a lo que veía. No era que le estuviera espiando, pero no podía apartar los ojos. Lo encontraba raro, nunca le había visto besándose con una chica, y menos aún se lo imaginaba con un chico.

¡Y encima era su amigo!

Se quedó con la boca abierta viendo como la pareja se abrazaba sin despegar los labios, como los brazos de su amigo recorrían la espalda de su hermano y se perdía más abajo, acariciándole las nalgas sobre los tejanos…

Corrió la cortina de golpe y se metió dentro. Ya había visto suficiente para comprender….

De ahí venía el extraño comportamiento que tenía su hermano en esos días. Se había fijado, siempre ausente y con la mirada perdida, suspirando mientras miraba al aire con las manos en su regazo.

Decidió hablar del tema con Andreas, saber cuales eran sus intenciones, para eso era el hermano mayor, ¿no?



-Te he echado de menos-dijo Andreas separando los labios.

Se quedó esperando una contestación, pero Bill solo inclinó la cabeza y se apoyó en su pecho suspirando con los ojos cerrados. También le había echado de menos…a su padrastro…

-Se te nota cansado-dijo Andreas cambiando de tema.

Le siguió frotando la espalda, sabiendo que era lo que más le gustaba. Le sintió estremecer entre sus brazos y logró sonreír a pesar de sentirse mal. Desde que llamara a la puerta de su casa y se abalanzara a sus brazos, le notó cambiado, y temía preguntar.

-Te acompaño a casa-dijo al ver que no le quería contestar.

-No, nos podrían ver-negó Bill separándose de golpe.

-Bill, solo verán como un viejo amigo os da la bienvenida tras mucho tiempo sin veros. Además, aún no he saludado a Tom….

-Como quieras-murmuró Bill echando a andar.

Andreas suspiró y le siguió unos pasos atrás. Llegaron a la casa de al lado, que era la de sus amigos y entraron.

-Ya has regresado-dijo Gordon al verle.

-Es mi casa, no podrás echarme de ella también-murmuró Bill pasando a su lado.

Andreas se quedó en la puerta sin saber que hacer. Nunca había visto a su amigo hablar a su padrastro de esa dura manera.

-Venía a ver a Tom-dijo carraspeando.

-Sube, estará en su cuarto-dijo Gordon de igual manera.

Casi huyó escaleras arriba por donde el cantante desapareció sin despedirse siquiera. Llamó a la segunda puerta y la abrió cuando le dieron permiso.

-¡Andreas!-exclamó Tom levantándose de golpe de la cama.

-Yo también me alegro de verte-dijo Andreas con una sonrisa.

Se quedó mirando a su amigo, estudiando su comportamiento, tan extraño como el de su hermano.

-¿Estás bien? Parece que el viaje os ha afectado a los dos, porque Bill actúa de una forma muy rara…

-¿Ah, si?-no puedo evitar preguntar Tom enojado.

Andreas lo notó y decidió dejar para otro momento la bienvenida. Estaba claro que ese no era el día de los hermanos.

-Mejor os dejo descansar a los dos, ya os veré mañana-se despidió abriendo la puerta.

-Te he visto, desde la ventana-estalló Tom sin poderlo evitar.

Sabía a lo que se refería. Cerró la puerta de nuevo y se volvió ofendido por su comportamiento.

-¿Es que acaso nos espiabas?-preguntó poniéndose a la defensiva-¿Qué te da ese derecho?

-Soy su hermano-afirmó Tom-Velo por su bienestar. Estás enterado de los rumores que corren acerca de su homosexualidad, y tú no haces más que alimentarlos. ¡Besándoos en plena calle! Os podía haber visto alguien, da gracias que he sido yo y no mi madre, la daría algo.

-Eso es lo que tú piensas, parece como si te avergonzaras de tu hermano, solo porque ha salido raro-dijo muy serio.

-Nada de eso, solo que no quiero que nadie le haga daño-dijo Tom ya más calmado.

-Yo no le hago daño-le aseguró Andreas.

-¿De que va todo esto? Vamos, te conozco, o eso creía. Te he visto tontear un día con una chica y al siguiente con otra…. ¿a que juegas con mi hermano?

-A nada, eso ya lo hemos hablado. …l se sentía mal y de repente comenzamos a besarnos. Solo son besos, nada más.

-¿Desde cuándo…?

-Creo que ya he dicho demasiado. Si quieres saber algo más, pregúntale a Bill-dijo Andreas negando con la cabeza.

Salió de la habitación y bajó las escaleras, encontrándose con la madre de los gemelos abrazada a su marido. Corrió y abrió la puerta de la calle antes de que se dieran cuenta de su presencia.





Tras la cena del día siguiente, Simone dirigió una cómplice mirada a su marido y les pidió a sus hijos que no se levantaran de la mesa.

-Os tenemos que dar una buena noticia-anunció Simone sonriendo.

Los hermanos se miraron extrañados y se encogieron de hombros. No tenían ni idea de lo que podía ser…

-Vais a tener un hermano-dijo Simone conteniendo el aliento.

La cara de sus hijos era un poema. Mientras que el mayor rompió a reír emocionado, el más pequeño se cruzó de brazos resoplando, echando un leve vistazo a su padrastro.

-Estupendo, nos dais la charla de que siempre usemos preservativos y parece que a alguien se le ha olvidado ponerse uno-dijo Bill sin poder contenerse.

-¡Bill!-le llamó Simone enojada-¿Cómo has podido decir eso?

-¿Y tú como has podido quedarte embarazada? Mírate, te crees una colegiala, no tienes edad para…

-Bueno, ya está bien-intervino Gordon molesto por las palabras de su hijastro pequeño-Tu madre y yo no lo buscamos, sucedió y nos alegramos…

-¿Os alegráis? Pues yo no, creo que es un error y nada me hará cambiar de opinión-dijo Bill levantándose.

Salió de la cocina antes de que nadie se lo pudiera impedir y corrió hacia la puerta de la calle, que cerró con un sonoro portazo.

-Yo me encargo de él-dijo Tom levantándose también.

Antes de salir en busca de su díscolo hermano, dio un fuerte abrazo a su madre y le susurró al oído que él estaba encantado con la noticia.



Le vio cruzar la calle y sabía con certeza a donde se iba a desahogar. Corrió tras él y le cogió con fuerza del brazo, haciéndole volverse con brusquedad.

-¿Eres imbécil? ¿Cómo has podido decirle eso a mamá?-preguntó muy enfadado.

-Suéltame, me haces daño-protestó Bill forcejeando.

-¿Yo te hago daño? ¿Y mamá? Te podías alegrar por ella y no comportarte como un niño chico-dijo Tom soltándole.

-Que sabrás tú-murmuró Bill girándose.

Se dio por vencido, su hermano era muy testaduro.

-Vas a verle, ¿verdad?-preguntó Tom caminando tras él.

-¿Y ahora de que hablas?-preguntó Bill con cansancio sin volverse.

-De Andreas. Vi como os besabais en mitad de la calle-le soltó parándose.

Se giró y miró a su hermano con los ojos echándole chispas. En otras circunstancias le pediría consejo, interesado en saber su opinión al ver que en verdad era gay tal y como se rumoreaba. Pero estaba muy furioso y no pudo evitar gritar a su hermano.

-Que bonito, espiando por la ventana-dijo enojado.

-Fue por accidente, pero no te pares por mí. Corre con Andreas, a ver si un beso suyo te calma los ánimos-ordenó Tom empujándole.

-Esta noche habrá mas que besos, tenlo bien claro-escupió Bill molesto.

Se dio la vuelta de nuevo y echó a correr hacia la casa de su amigo, dejando a su hermano parado en mitad de la calle con la boca abierta y sintiendo como el corazón se le rompía en mil pedazos…
Notas finales: Y en el


Y en el próximo capítulo:





-¿Qué haces?-preguntó Andreas dejando a un lado la revista.

Pero no le contestó. Se descalzó con los pies y desabrochó los pantalones, bajándoselos y echándolos a un lado de una patada. Caminó descalzo y se subió a la cama de rodillas quedándose mirando a su amigo jadeando.

Andreas carraspeó nervioso y se incorporó. Pensaba que lo suyo solo serían un par de besos, pero ver como se le quería entregar, verle medio desnudo con esa expresión en la cara, una mezcla de lujuria y tristeza…verle así no se podía resistir.

Solo asintió con la cabeza, y antes de que se diera cuenta ya le tenía a horcajadas sobre su regazo, apoderándose de sus labios y desabrochándole los pantalones con temblorosas manos.

Trató de relajarse y disfrutar del beso, pero algo le decía que su amigo no estaba pasando por un buen momento, más al asentirle sollozar contra sus labios.

Levantó las manos y las puso en su pecho, separándole con esfuerzo.

-¿Estás bien?-preguntó cuando consiguió que le deje de besar.

-No, pero lo estaré-contestó Bill con voz ronca.

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