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Tienes pinta de uke. por nezalxuchitl

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Notas del capitulo:

Bitches we want our bunnies...

2° El conejito fuera de la casita.

 

Jaime llegó a su departamento, que no era bonito como los que uno se imagina cuando lee la palabra departamento.  En serio, no se porque, la gente tiene la fea maña de imaginarse un depa de lujo, como los que salen en las series gringas de TV cuando leen eso de departamento, a pesar de saber que el departamento en cuestión está en un pueblo rascuache mexicano.

En fin. Jaime llegó a su departamento, tiró su maletín junto a la puerta y se dejó caer en el sofá cama de la estancia que hacia las veces de dormitorio, sala, cocina-comedor y estudio. Lo único que estaba separado por una puerta y un muro era el baño. En caridad de Dios, porque el drenaje hedía en aquel fraccionamiento, uno de tantos malconstruidos de prisa para hacer frente a la explosión demográfica.

Fraccionamiento Lomas, era su nombre. Lo-mas jodido de San Miguel, era su apodo. Y le sentaba como un guante. La ratonera de Jaime estaba en territorio comanche: entre el fuego cruzado del vecino de arriba que era regetonero y el vecino de abajo que era metalero.

Así que las pocas veces que llegaba a coincidir en el tiempo y el espacio que ambos estuviesen en sus domicilios el aire se convertía en un vehiculo de iniquidad. Fuego cruzado por todo su departamento entre el inicuo "chacachaca" del regeton, bajuno y calenturiento desde arriba y el insoportable "taztaztaz" como de martillazos de la revolución industrial del metal desde abajo.

De nada servia que se pusiera sus audífonos con Luis Miguel a todo volumen, aquellas batallas se libraban con artillería pesada. Jaime no se explicaba como unas bocinas podían sonar tan fuerte, pero maldecía al que las inventó. Y con la pinta que tenían ambos no reunía el valor civil necesario para pedirles educadamente que no lo hicieran más. Ni tampoco era tan ingenuo de creer que fueran a hacerle caso.

El que mas miedo le daba era el regetonero, pues tenia cara como de drogado, usaba unas rastas horribles que apestaban a la distancia, camisas de un tono anaranjado que ofendía la vista, además de pantalones, o mas bien, shorts (media como 1.50), de tiro exageradamente largo, que se ajustaba a media nalga mostrando sus infames bóxers amarillos.

El otro, el metalero, era mejor parecido, con su pelo largo y su ropa negra, pero le intimidaban las perforaciones que lucia en las orejas, la ceja izquierda y la nariz, además de las muñequeras de pinchos y la cadenota que adornaba su pantalón. Además, siempre iba medio borracho y fumando y le miraba descaradamente las nalgas mientras subía por la escalera.

En previsión de que cualquiera de los dos intentase algo guarro dormía con un bate de beisbol apoyado en la mesita de noche. Aquel barrio era poco recomendable por donde se lo mirase, lleno de chulos, putas y gente de lo peor, pura chusma, como decía su mamá antes de correrlo de la casa por gay.

Porque lo que explicaba la presencia de un empleado bancario tan correcto y educado en semejante puerto de piratas era eso. Salir del closet, como Ricky Martin. Jaime mantuvo oculta su prefencia sexual (hasta de si mismo) el mayor tiempo posible, pero cuando su madre le organizó una cita con una gordita diez años mayor que era compañera del coro de la parroquia y del circulo de estudios bíblicos dijo basta.

Le confesó a su madre, frente a la aterrada Susy, que el, como el hijo de su comadre Margara Francisca, tenia otras preferencias. Que le gustaban grandes y con pene. Los ciento veinte kilos de Susy cayeron sobre el sofá, hiperventilando y que no lo rompieron de milagro, y su madre, luego de abanicarse con el libro de oraciones le dijo que tenía dos opciones: abjurar de su depravación o irse de la casa.

Jaime, que andaba ligando con un varonil guardia de seguridad, recogió sus cosas antes de que su mamá se las lanzara por la ventana salpicadas de injurias, como hizo la vecina con el marido cuando se divorciaron. Salió tristemente diciendo que cuando encontrara casa regresaba por sus muebles.

Se dirigió a la dirección donde una vez el varonil guardia de seguridad lo había llevado para desvirgarlo analmente, solo para que sus ilusiones se destrozaran contra la cara de la perra cachetona que sostenía un crio y un evidente embarazo, y que luego de preguntarle quien era confirmó sus peores temores al gritarle:

-Gordito, te buscan.

La palidez cenicienta que cubrió el rostro de Ernesto le dio nauseas a Jaime. Quedó completamente asqueado de ver como el otro, que se las daba de muy macho, casi vomitaba de la angustia de que le fuera a decir algo a su mujer. Corto su retahíla de ruegos y explicaciones para mandar por primera vez a alguien a la mierda.

No lo había vuelto a hacer. Ni mandar a la mierda ni tener sexo. Ya iba a cumplir el año de aquello, y los cambios mas dramáticos en su existencia eran dos: la dirección y el tipo de hombres que le gustaban.

Siempre se había sentido atraído por los tipos grandes y fuertes, musculosos, para sentirse protegido entre sus brazotes. Pero ahora que sabia que esos brazotes eran de papel mache no le gustaban más. Hasta antiestéticos los consideraba ahora. Trato de que le gustaran las chicas pero nada. Sabia apreciar a las que eran bellas pero esa belleza la deseaba poseer en si mismo, no para el.

Se aficionó a los rasgos finitos, los físicos esbeltos, los modales amanerados. En una palabra: le gustaron los ukes, sin dejar, por eso, de ser uke.

Jaime dejó el maletín junto a la puerta, se dejo caer sobre el sofá cama y se masturbó pensando en el perfecto chico asistente de aquel güero engreído.

 

***

 

Los muertos de las computadoras, frescos y no tanto, resultaron  indiferentes a las maldiciones de Manolito el Sevillano. El pobre hombre, que había comprado su titulo de Ingeniero en Sistemas Computacionales en la plaza de Santo Domingo, en el DF, por la módica cantidad de cinco mil pesos, se encontró sin saber que hacer. Presentar la dimisión era inimaginable, pero llevar todas las computadoras a escondidas al cybercafe de sus amores no era factible...

Una semana después las computadoras seguían infectadas como sidosos y el ayuntamiento en pleno estaba al borde del motín. La presidenta municipal recibía mas quejas ahora que no había internet en el edificio administrativo que cuando cambio el sentido de todas las calles del centro.

Marcel era el único que continuaba impertérrito, pues en su avanzado Smartphone descargaba pornografía como siempre, por medio de su banda ancha. El viernes volvió a Banco Águila, como lo prometiera, y llego preguntando por Jaime Fernández, para celos de Iván y sonrojamiento de Jaime.

-¿Estas preparado? - le preguntó Marcel en tono sugerente.

Ivan respingó y el conejo agacho las orejas.

-¿Perdón?

-Que si estas listo para empezar.

-Un momento... - Jaime tecleaba sus claves. Marcel se puso maliciosamente detrás de el y el miro a Iván como implorando piedad.

Pero Gutierritos le dedicó su cara de hastío mas fresa. A sus ojos no era más que un rogón que de Marcelito pedía su limosna. Y Marcel que no podía ver cola sin querer meterse.

-¿Esta vez me dejaras que yo mismo le mueva? - dijo con su voz ronca, sexy, en el oído de Jaime, pero mirando a Iván.

Le divertía horrores ponerlo celoso. Y si de paso chiveaba a otro uke, mejor que mejor.

-Lo siento mucho, no puedo dejarle hacer eso. - respondió lo mas firme que pudo Jaime.

-¿Por qué no? Es solo cuestión de querer...

-No, no es así, no puedo hacerlo...

-Vamos, yo se que tu quieres... - le guiño el ojo - ¿Si? ¿Me dejaras? - casi se le subía encima para acceder al teclado.

-Noo... - dijo con voz desmayada - ya le dije que no puedo.

-Gutierritos, ayúdame a convencerlo, quizá si somos dos se anime.

Jaime lo miró lánguido, volteando el rostro, y Marcel pegó su mejilla a la suya, mirándolo de un modo que le proponía montar un trío ahí mismo.

Pero Gutierritos no estaba para tríos, menos con conejos resbalosos. Lo exasperaban las constantes bromas pesadas de su pareja.

-Licenciado, haga el favor de sentarse para que ese hombre haga su trabajo.

Marcel hizo un puchero: ese chico se pasaba de aburrido. Se sentó al lado de Iván y empezó a dictar en tono monótono. Como estaba en alerta permanente, cuidando que Marcel no le fuera (tan) infiel, no ignoro los esfuerzos que el cuatro ojos hacia por llamar la atención de Marcel.

Cada miradita lo ponía mas molesto y cuanto mas se ponía sus moños mas le gustaba a Jaime. Deseo con vehemencia que el güero engreído recibiera una llamada urgente, que recordara que tenía una cita, que le diera un paro cardiaco: cualquier cosa con tal de que se fuera de ahí y lo dejara a solas con el morenito hermoso.

Estaba seguro de que lo que lo molestaba era el rubio acosador, como a él mismo. Conforme pasaban las horas comenzó a sospechar que lo acosaba también a él, cosa que lo lleno de rabia. Malditos machos que creían poder tomarlo todo.

Cuando terminaron, poco después de la hora del cierre del banco, estaba dispuesto a despedirlo con la más glacial de las miradas, para mostrarse solidario con Gutierritos. Sin embargo a cada intento suyo de romper el hielo terminaba engrosándolo. Pero cuando Marcel le ofreció un aventón a su casa acepto espontáneamente, con una alegría desbordante que le mereció una mirada de muérete de parte del objeto de sus amores.

¡Oh, de que manera podría decirle que detestaba al rubio tanto como el! Que quería conocerlo mejor...

 

Continuara...

 

Notas finales:

Como ya he comentado, la segunda parte de este fic esta dedicada a Evilgackt. Pero como este no es el lugar para contarles lo genial amiga que es, solo les dejo el enlace a su trabajo en DeviantArt.

Se trata de un calendario yaoi-metal para este año.

link: http://evilgackt.deviantart.com/#/d38wfq8

Kiitos!!!

PD: pueden seguirme en el twitter, estoy como _Nezal_


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