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La fuga. por nezalxuchitl

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Notas del capitulo:

Que tal mon petits enfants!

Aqui les traigo el segundo capitulo. Reitero: es un fic medio salvaje y con mucho porno, asi que si buscan algo profundo e intelectual o delicado y empalagoso, pues busquen en otro lado.

En este capi Lucius viola a Theodore con todo lo que esto implica: relacion adulto-menor, un poco de sado, definitivamente non con, etc...

Sin embargo, sin son perversas como yo (y comprenden que esto es arte, ficcion, no la vida real) lo entontraran, ejem, interesante.

Lucius cargó a Theodore a esa habitación, la sala de los juegos, una mazmorra perfectamente equipada para sesiones sado y demás practicas extremas. En el centro estaba una gigantesca cama redonda con un espejo encima. Depositó al lindo jovencito ahí, sobre las resbalosas sabanas de color negro. Se desnudó con movimientos estudiados, dirigidos a provocar, pero los ojazos azules no le prestaban atención a él, sino a la habitación.

Theo buscaba alguna salida por donde fugase pero el único acceso a aquella cámara de torturas sexuales era la puerta principal, detrás de Lucius. Le echó una hojeada anhelante, pero apartó la mirada. El sr. Malfoy estaba quitándose la camisa y pese a detestarlo en esos momentos no podía negar que estaba muy bueno.  Volteó  la cabecita para mirar en torno, un poco ausente, quería irse pero a la vez su voluntad estaba contenida. Se estremeció al observar la colección de consoladores de diferentes formas y tamaños alineados en un estante.  Odiaría que le metieran algo de eso porque, aunque le gustaban los chicos, le gustaba ser el quien metiera, el activo.

Desafortunadamente para él Lucius Malfoy había terminado de desnudarse y siguió la dirección de su mirada.

-Vaya vaya… ¿con que te intrigan los juguetitos? No son para niños… - avanzó desnudo hacia el estante, completamente impúdico. La tensión de Theo aumento al ver el tamaño de lo que le colgaba entre las piernas, totalmente rígido y apuntando adelante, recto, sin torcerse. - … pero igual tu vas a dejar de ser un niño dentro de poco.

Lucius se dio su tiempo para seleccionar dos y regreso a la cama. Theo lo veía acercarse con pasos elegantes, gráciles: el largo cabello le flotaba detrás y supuso que cualquiera lo encontraría seductor, no solo el, pues a pesar de sentirse amenazado mas que nada, lo encontraba seductor.

Lucius se arrodilló a su lado y le acaricio la carita, pasando sus finos dedos una y otra vez sobre la boquita antes de tomarla en un beso codicioso, hambriento, que a pesar de tomar tanto advertía que eso solo era el comienzo.

Theo tembló, a pesar del miedo, de la rabia, sentía deseo. Era algo puramente físico, muy intenso, un calorcillo que se expandía desde su bajo vientre. El sr. Malfoy  comenzó a desnudarlo como quien desenvuelve un regalo. El chico sintió mucha vergüenza cuando le quito la última prenda y revelo su miembro medio despierto.

-Vaya vaya… que hermosura. – Lucius frotó el miembro un par de veces antes de chuparle la puntita. Theo se sonrojó rabiosamente – No tienes de que avergonzarte, encanto. Eres perfecto. Tan bello como mi hijo. – la mano lujuriosa sobo todo el muslo, hasta la cadera – Voy a liberarte de esa estúpida maldición para cooperes.

El mago adulto finalizó  la maldición imperdonable y Theo sintió que volvía a tomar posesión de su cuerpo. Se sentó con las piernas dobladas, cubriéndose y mirando ceñudo a Lucius.

-No quiero hacerlo con usted.

Lucius se rió y lo jaló de una pierna, poniéndose sobre el como un felino que ha atrapado a su presa.

-Es natural que te sientas cohibido… - la mano volvía a recorrer su muslo – Después de todo es tu primera vez, ¿verdad?

-¿Y que diablos le importa?! ¡Aaah! – el chico se arqueo de dolor al sentir la brusca irrupción en su cuerpo. Lucius le había metido un dedo en seco.

-Umh, si, que estrecho… - Lucius giró el dedo dentro de Theo, causándole mucho dolor- No cabe duda de que nadie te ha tocado ahí antes. – siguió penetrando con su dedo mientras besuqueaba el cuello del chico. – Vales mucho más que el montón de oro por el que tu padre te ha vendido…

Aquello dolía; era su padre, después de todo, y lo había vendido.

-Y vas a ser solo mío. - con una expresión de avidez Lucius tomo los labios del jovencito, primero el de abajo y luego el de arriba, apretando los frescos y carnosos labios entre los suyos, pasando su lengua entre ellos y colándola sin pudor, invadiendo su boca del mismo modo que invadía su culo: posesivo buscando catar, degustar, recrearse en su más reciente adquisición.

Theo se sentía excitado, y no se explicaba porque, si estaba muerto de miedo, furioso, se sentía como un animal acorralado y eso era exactamente lo que era en brazos de Lucius Malfoy, un animal acorralado, un ser sin derechos que estaba a su merced. Un juguete como los que atiborraban los estantes.

“¡La bebida!” pensó el jovencito “¡Fue la bebida!” Theo cayó en cuenta de que el trago que le ofreciera su padre no era de licor, sino de alguna poción, alguna parecida a la amortencia, concluyó  con amargura, pues le olía como lo que a el mas le gustaba: libros nuevos, madera… Draco.

El padre era como una versión vieja de Draco, trato de imaginarse que esos ojos grises eran los de su noviecito pero no pudo hacerlo. Draco jamás lo hubiera mirado con esa expresión de lujuria y maldad. Los ojos de Draco para el siempre estaban llenos de cariño y de inocencia… ¡Inocencia! Su pobre novio debería estar sufriendo lo mismo que el a manos de Regulus Black.

El dolor en su trasero se hizo mas punzante: Lucius le había metido otro dedo, esta vez mojado por algo que se sentía gelatinoso y frio. Se trataba de un lubricante que prometía sensibilizar a la pareja.

Theo cerró los ojos e intentó desesperadamente desconectarse, ignorar ese hormigueo entre sus muslos, esa sensación como de querer hacer pis en su miembro duro… maldita fuera la poción afrodisiaca que le había dado su padre.

Lucius se comía con los ojos al pelicastañito, se lo comía a besos y estaba a punto de comérselo por completo, de un bocado. Era precioso. Bellísimo. Encantador. Sus mejillas frescas y tersas estaban coloreadas por un rubor que lo hacia lucir mas candoroso. Beso sus labios con fuerza solo para vérselos enrojecidos, húmedos de saliva. Su lengüita rosada se adivinaba en la penumbra del interior de su boca.

Le sacó los dedos del interior, lo hizo arrodillarse y se paró sobre la cama.

-Chupa.- le ordenó.

Con una mano hacia que su erección rozara las mejillas ruborizadas.

El jovencito volteó el rostro y quiso alejarse. Lucius lo sujetó por los cabellos y tiró de las hebras sedosas hasta pegar el rostro de Theodore a su entrepierna. Con su otra mano le cacheteó  el rostro con su grueso trozo de carne y frotó la punta contra su boca, tratándosela de meter.

-¡Que chupes! – le ordenó soltándole los cabellos para darle una fuerte nalgada.

El chico cayó sobre la cama, sorprendido. No era la primera vez que le pegaban, ni mucho menos, pero si la primera que alguien que no fuera su padre se atrevía a hacerlo. Lo miró con los ojos encendidos de rabia.

Lucius sonrió como un sicópata y levantó de los cabellos al jovencito, para plantarle un beso lleno de saliva. Por las barbas de Merlín que le encantaba ese niño, que temple, que mirada tan asesina; iba a ser delicioso domarlo, como si de un caballo fino se tratase, hasta que fuera tan modosito y sumiso como un gatito. Como su hijo.

-O me la chupas o te daré una azotaina que no podrás sentarte en una semana. – Lucius le empujó  la cabeza a su entrepierna.

Theodore mantuvo la boca obstinadamente cerrada.

-Tú lo has querido, pequeño. No me culpes cuando te arda ese apetitoso trasero.

Lucius se sentó en el borde de la cama y jalo al jovencito sin ningún trabajo pues era un hombre fuerte, con los músculos bien cincelados. Puso la cadera del chico sobre sus muslos separados, y su miembro que apuntaba  hacia delante se rozaba contra el miembro que pendía para abajo del pelicastaño.

Con una expresión concentrada el hombre frotó las nalgas del jovencito; eran firmes, carnosas, redondeadas… la curva que unía su nalga a su muslo era perfecta, la mas hermosa que hubiera visto jamás. Lucius se relamió, había salido ganando con el trato por que su hijo no se cargaba un culo así de bueno.

Con el primer azote las nalgas se bambolearon deliciosamente y su manota quedo estampada, pintada en rojo sobre aquella blanca piel. La frase era de rigor y no podía omitirla:

-Eres un niño malo, Theodore, y tengo que castigarte.

-¡Vete al diablo! – le espetó el jovencito, que se revolvía rabioso sobre los muslos de Lucius. El hombre lo sujeto bien clavándole el codo sobre el final de la columna y le dio otra recia nalgada.

-Que boquita tan sucia. – azotó de nuevo- Tendré que enseñarte buenos modales. – el sonido de la siguiente nalgada solo fue acompañado por la respiración agitada del mago pervertido.- Y disciplina.

Theo dejo de remolinearse pues el dolor que le provocaba el codo sobre su huesito solo competía con el que sentía en sus nalgas. La piel le ardía y el viejo depravado seguía dándole nalgada tras nalgada.

-Cuando te diga que me la chupes lo harás pequeño. – el rubio le hablaba con dulzura y le sobaba el trasero- Y lo harás con ganas porque eres mío. Solo mío. Mi esposo.

Lucius levantó las rodillas  y se agachó para lamer la piel enrojecida. Se sentía caliente, su miembro seguía rozándose de manera exquisita con el del muchacho. Había hecho muy bien en escoger a un pequeño varoncito para su segundo conyuge. A su edad y con su experiencia un adolescente varón y con pinta de seme era lo mas excitante que podía tener en su cama. Lo hacia sentirse rejuvenecido y poderoso.

Chupeteó  aquellas nalgas castigadas y les dio de mordiditas, sobre todo mordisqueó  la enloquecedora curva que unía cada nalga a cada muslo delgado y suave. Acarició su interior, subiendo ladinamente, hasta llegar a sus bolas. Las apretó y las masajeo mientras pasaba la lengua una y otra vez por la hendidura entre las nalgas. Sus cabellos largos acariciaban la espalda del jovencito, estaba seguro de hacerle cosquillas. Le separó las carnosas masas y se deleitó mirando el rosado ano, tan pequeño, tan suave. Le pasó la lengua encima varias veces, lamiendo también el terso interior de sus nalgas. Ni un vello las afeaba. Tenía un culito precioso: hasta parecía la cosita de una señorita. Lubricó su dedo con mas gel y lo hizo desparecer por el agujerito. El jovencito pujó, y el rubio, en su degeneración, pensó que de placer. El dedo corazón se unió al índice en la tarea de penetrar a Theodore, preparándolo.

Lucius jadeaba y sentía su miembro endurecerse aun mas: era demencial estar viendo como el culito se abría dando cabida a sus dedos. Le introdujo uno más y Theo volvió a pujar de dolor. Lucius enloqueció y se paró con el cargado, lo arrojó  bocabajo contra la cama y le jalo las piernas, separándoselas, sosteniéndolo firmemente por los muslos mientras adentraba su cadera entre ellos. Ubicó el hoyito con su puro pene y presionó para entrar, ¡por las bragas de Circe!  Era delicioso.   Se felicitó por haberlo lubricado tan bien o de lo contrario no hubiese podido entrar. Tenia que batallar por cada centímetro, pero cada centímetro ganado, cada centímetro que podía introducirse era como un centímetro en el paraíso. Las paredes del recto del chico eran suavísimas y presionaban su miembro de tal modo que parecía que iban a exprimirlo apenas estuviera por completo dentro suyo.

Theodore mordía las sabanas con fuerza para no gritar. Dolía horrores aquello, dolía lo indecible y era humillante. Si creía que el ardor de la nalguiza no podía ser peor se equivocaba de parte a parte. Aquello ardía todavía mas, punzaba, iba en aumento. Malfoy no terminaba de entrar, la tenia enorme se sentía como una espada desgarrando sus entrañas.

Cuando finalmente entró todo Lucius le apretó las caderas y empezó el vaivén. Theo rompió las sabanas de lo fuerte que las mordió, las lagrimas corrían por sus mejillas humedeciendo la tela brillante. Malfoy estaba en la gloria y el en el infierno.

-¡Oh, si, oh, si! – Lucius echaba la cabeza para atrás y penetraba vigorosamente al jovencito – Se siente tan bien, siii… completamente nuevo… ¡incluso estas sangrando pequeño!

Lucius le dio la vuelta sin salirse de él. Sus bolas y su pene semierecto estaban adornados con unos hilillos de sangre provenientes de atrás y que la gravedad había atraído por ahí.  El jovencito se tapó la cara con los brazos pero Lucius se la destapó.  Aquello era mejor de lo que había esperado, el chico estaba llorando y eso lo excitaba con ganas.  Lo penetró con mas fuerza, manoseando su joven, flexible cuerpo. Los ojos azules estaban hinchados y las largas pestañas contenían un segundo las lágrimas antes de dejarlas correr por las mejillas, por las sienes.

-¡Umh! Pequeño… - hablaba entre jadeos- … eres delicioso… vamos, córrete para mi.

Sus manos, ocupadas en frotar los pezoncitos bajaron y una se cerró en torno a su pene, endureciéndoselo a fuerzas con sus caricias. De alguna manera la poción lo hacia disfrutar de todo aquello. Aun dolía en su trasero pero ahora que estaba bocarriba el miembro del rubio rozaba algo en su interior, un punto que con cada toque mandaba oleadas de placer a su vientre, a sus muslos, a todo su cuerpo. Las fricciones en su pene eran placenteras, dolorosamente placenteras de lo recias que eran. De ningún modo podían ser llamadas caricias: eran apretones, fricciones.

-Hermoso… simplemente hermoso… - Lucius lo contemplaba, embelesado.

Theo tenía la boquita entreabierta y soltaba quedos pujiditos entre el dolor y el placer. Sus ojos seguían húmedos y la piel de su rostro y cuello estaba ruborizada. Su pechito esbelto subía y bajaba, y ese par de capullitos de rosa que tenia en el pecho estaban duros. El vientre liso se contraía cuando el chico experimentaba una punzada de placer.

-Hermoso, ¡oh si! Exquisito… - Lucius lo embestía de tal modo que toda la cama se movía y el chico era sacudido sobre ella. Sus bolitas se movían adelante y atrás a cada embate, su miembro era frotado como si quisiera prenderle fuego. Theo ladeó la cabeza, mirando sin ver hacia un lado. Se sentía peor que nunca a pesar del placer que hacia temblar su cuerpo. Se sentía derrotado y utilizado. Un juguete, una posesión de Lucius Malfoy. Lo escucho gritar incoherencias mientras se corría dentro de el: el liquido caliente le escocía en los desgarrones internos.  Se le quedó adentro y Theo sentía como perdía firmeza. El rubio no dejaba de frotar su pene.

Se salió de el y se inclinó a besarle la mejilla.

-Vamos Theodore… córrete para mi. Quiero ver su semen manchando mi mano.

Lucius descendió, lamiendo y besando. Theo seguía con las piernas abiertas, su maltrecho culito chorreaba semen mezclado con sangre. Lucius hundió la cara entre sus piernas, chupo las bolitas y lamió el agujerito, estremeciendo a Theo con el impuro contacto.  Cogió uno de los juguetitos que había escogido al principio, uno morado, cilíndrico, y con la superficie llena de bolitas. Lo lamió antes de meterlo en el culo del jovencito. Lo activó y el consolador se movió solo, adentro y afuera, a un ritmo medio.

-¡Ah!- gritó Theo, adolorido- ¡No! ¡Saque eso! – las lagrimas se asomaban de nuevo a sus ojos, y no sabia si de dolor o de vergüenza – Es asqueroso, duele.

-No lo sacaré hasta que te corras, pequeño. – advirtió Lucius.

“¡Como jodidos voy a correrme si me esta doliendo!” – pensó Theodore enojado. Nuevamente hizo el exfuerzo de fugarse de si mismo para dejar que su cuerpo reaccionara. La poción vino en su ayuda, lo mismo que la lengua de Lucius recorriendo su pene, prestando especial atención a la puntita. El líquido blancuzco salió proyectado de esta cuando Lucius tenía la boca abierta y la lengua de fuera. El chorró baño su cara y el rubio lamió sus labios y su barbilla.

-Fantástico.- exclamó el hombre- Delicioso. – y se limpió la cara con la sabana negra y lustrosa. Sacó el objeto impregnado de fluidos rojizos de entre las nalgas del jovencito y lo lanzó a un lado, donde siguió moviéndose absurdamente.  Se acostó sobre Theodore y le cogió la cara con ambas manos, besándolo de lengua antes de pararse. Una ultima caricia del hombro hasta el tobillo y abandonó la cama.

-Eres exquisito, pequeño.- aseguró mientras aseguraba su capa- Y pensar que de no ser por tu padre yo iba a esperar hasta la boda para poseerte.

Lucius abandonó la habitación y Theo se sentó, abrazándose las rodillas, cerrando con fuerza los ojos para evitar el llanto. Permaneció así aunque estar sentado le dolía horrores, ese desgraciado del padre de Draco le había destrozado el culo. Por el bien de todos esperaba que Regulus Black hubiera tratado menos brutalmente a Draco. De eso dependía el tipo de muerte que iba dispensarles a cada uno, al Black, al sr. Malfoy y a su propio padre.

 

Notas finales:

Y continuara...

Comentarios, felicitaciones, dudas, sugerencias: en el cuadrito de abajo que pone Review.

Besitos del ecchi y nos estamos leyendo!


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