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Crónicas del Cielo y del Infierno por chibiichigo

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Capítulo 2. Comida humana

 

El sol había comenzado a elevarse en el horizonte cuando llegaron al corazón de aquel monstruo llamado Tokio, y con él, el ruido ininteligible de los automóviles y los habitantes que corrían de un sitio a otro los había alcanzado.

--Estúpido ruido, no lo soporto-- la queja del pelirrojo reverberó en los oídos del exasperado Demonio. Había momentos en los cuales le entraban ganas de decirle algo, pero desistía al pensar que Gaara pudiese volver a su estado Demoniaco y poner en riesgo no sólo la misión, sino su vida. Convertido en humano no podía regenerarse, así que era presa fácil para alguien tan voluble como su compañero.

--Calma-- recomendó, rodando los ojos --pronto llegaremos al sitio donde viviremos. Qué problemático…

En ese momento el turquesa se dio cuenta de su craso error: Había estado tan fastidiado por tener que viajar con los humanos que no había ultimado esos detalles con Orochimaru. O probablemente, pensó, el reptil le había  ocultado deliberadamente esa información.

 La sola idea le generó molestia, pero se reprimió a sabiendas que no era capaz de utilizar su arena en forma humana.

--Por cierto, ¿dónde será eso?-- podía ahorrarse los recatos en ese momento. El ruido lo ponía tan irritable que temía colapsar.

Escuchó el bufido exasperado de Shikamaru.

--Vaya que eres problemático, Gaara- se metió las manos en los bolsillos --…Por órdenes del jefe viviremos en una casa de huéspedes. Es una vivienda donde generalmente hay estudiantes universitarios, que es nuestra coartada.

--Ah, eso somos-- era evidente que aquel taheño no lo escuchaba más de lo estrictamente necesario. Aquello, en ocasiones normales, le daría exactamente igual pero no en ésa. Era importante saber que poseía toda la atención del Cazador.

--Gaara, eso significa que viviremos con humanos-- especificó, tomando en consideración que pronto su acompañante tendría un acceso de ira.

Y no se equivocó.

 

 

Espero un tiempo pertinente a que las amenazas de muerte cesaran, y a que los transeúntes que pasaban a su lado estuviesen lo suficientemente lejos como para no estar curioseando.

--Eso lo indicó específicamente el Primer Consejero para poder esconder más nuestras auras. Es una manera de despistar al enemigo si es que  se alerta de nuestra presencia. Además, teóricamente nosotros somos humanos por el momento.

--Juro que mataré a esa víbora ponzoñosa-- siseó el pelirrojo con un tono por demás amenazante.

--Hades, sí que eres problemático-- optó por dejar de hacerle caso al más pequeño. Era la manera más sencilla de librarse de repercusiones por sus ataques de cólera. --“A mí tampoco me hace mucha gracia vivir contigo, pero no voy montando escenas por donde paso”-- pensó contrito.

No pasó mucho antes de que notara un incremento considerable de energía proveniente del hombre de tez marmolea que seguía agregando Demonios a su lista de venganzas. Volteó a mirarlo con un poco de desaprobación.

Algo que siempre había sabido, por mucho que le hubiera restado importancia, era que la fuerza y el poder de Gaara sobrepasaban a los de cualquiera de su condición. Podía percibir de lo que era capaz aquel ser, incluso si él mismo no parecía tan consciente de su estado como debería. De hecho, era justamente eso lo que más inquietud le provocaba.

--Deberías controlar un poco tu carácter-- recalcó --Tu aura va a acarrearnos muchos problemas con los ángeles si no guardas la calma y no podemos darnos el lujo de ser perseguidos si no formulamos antes un plan.

Sí, eso era lo que necesitaba hacer. Era su única ventaja frente a Gaara, y lo sería por todo el tiempo que permanecieran en aquel disfraz de mortales. Debía urdir un plan lo más pronto posible.

--El único plan es matar al ángel estúpido que hizo que me enviaran aquí…-- devolvió el de ojos claros, aparentemente más tranquilo e indiferente. Esa pequeña distracción había bajado el nivel de las ondas demoniacas que emitía, aunque seguía siendo elevado.

--…se es precisamente tu problema. En esta ocasión se requiere un plan y no solamente del deseo de eliminar la existencia de un pobre infeliz-- no le hacía particularmente dichoso hablar del tema a media calle, pero no podía postergarlo --De momento somos humanos y no poseemos el poder que tenemos habitualmente; debemos concentrarnos en más cosas que sólo eliminar.

--Por eso eres débil. El valor de la existencia de un demonio se mide en la cantidad de ángeles que mate, por eso yo tengo mi vida es más importante que la tuya. Sin ese deseo de matar a alguien sencillamente no vales nada.

Shikamaru comprendió entonces que en aquella psique retorcida de su compañero había un elemento que no había tomado en consideración: El impulso de asesinato que reinaba las acciones de Gaara eran más que mero ego; eran una manera de embotarse en sí mismo. Aquello era algo que debía reprimir antes de que el otro perdiera los estribos.

 

 

 ---

 

Sasuke escuchaba atento aquello que Kiba le explicaba sobre la forma de vida de los humanos. Permanecía callado, intentando asimilar tanta información como le fuese posible para favorecer su estilo de vida como humano. A final de cuentas, no era lo que se consideraba un experto en esa “Tierra del Medio” puesto que, si bien acudía con frecuencia, lo hacía para pelear. Kiba y Akamaru tenían más experiencia en ello, puesto que como Recolectores estaban ahí por periodos más largos.

--Y ésas son las tiendas donde los humanos adquieren sus nutrientes esenciales-- señaló un local que exhibía una enorme M amarilla- Se llama comida rápida y en apariencia a los humanos los vuelve felices. Según me ha dicho Lee es balanceado y ayuda a las personas a vivir- la perorata del chico seguía mientras el Uchiha tomaba nota de todo.

Sasuke se acercó un poco al sitio, dispuesto a mirar aquella supuesta comida mortal. Posó sus ojos en el extraño bollo con carne dentro, sin poder reprimir una mueca de desagrado.

--Creo que no querré comer esto-- informó, mientras que su acompañante lo veía extrañado --Esto parece algo que devoraría uno de esos asquerosos demonios.

Kiba volteó a ver a su perro, casi como si esperara comprensión por su parte. Agradeció que nadie pudiese verlos, o de lo contrario el poseedor del pan circular se habría molestado por tal indiscreción.

--Bueno-- se revolvió el cabello --Quizás sí encontremos algo menos desagradable…

 

Se detuvieron unos momentos en una zona arbolada, donde el frescor de la mañana se impregnaba, contrastando con el sol sofocante.

--Me sorprende que te hayan asignado a ti-- le confió Kiba, intentando romper el hielo con alguna conversación trivial. Hacerle la plática al Uchiha era bastante complicado --Debe ser por tu impecable historial… Se ve que el Superior Baki confía en ti. Has matado a muchos demonios.

--…se es mi deber. Mi razón de existir es eliminar a todas esas criaturas.-- dijo el otro parco. No se encontraba especialmente interesado en intercambiar información personal en aquel momento.

--Vaya… eres raro Sasuke-- comentó el otro al aire, pero dando por descontado su decepción debido a la reticencia de su compañero. El moreno ni siquiera se inmutó ante aquel comentario tan poco atinado.

--Humpf-- gruñó por respuesta, al tiempo que analizaba a los humanos que pasaban cerca de él. Era su manera de darle a entender al Recolector que, aunque se conocieran, no deseaba que el otro creyera que lo conocía.

  --¿Quieres un poco de comida humana? Hay unas cosas que se llaman pizzas bastante buenas… No es como nada que hayas probado-- sonrió de pronto el otro, cambiando rápidamente de actitud. Lucía emocionado.

--Bueno, si insistes... Me dieron dinero humano para esas cosas-- mostró unos billetes de colores y moneditas como si fuesen chucherías inútiles, poco merecedoras de su atención. Realmente no tenía mucho apetito, pero dudaba de su resistencia como humano así que supuso debía hacerlo. Sólo rogó porque no se vieran como esos panes con pedacitos de vaca dentro.

 

Se acercaron a una calle vacía para pasar a su aspecto humano. No podían  entrar a uno de esos sitios de comida rápida y alimentarse sin ser visibles para los mortales.

Posteriormente, entraron a un lugar apretado y lleno de ruido, que el castaño había señalado. Era bastante pequeño, por lo que al azabache le sorprendió que pudiese alojar a tantas personas, sin contar a los meseros maniobrando. Mientras se abrían paso a las mesas del fondo, la mezcla de olores desconocidos que inundó la nariz del más alto lo dejó absolutamente maravillado por toda esa gama de sensaciones olfativas desconocidas. Claro, procuró ser discreto y no mostrar su extraña y desconcertante euforia.

--¡Vaya!  A esta hora el lugar está lleno. Por lo general más tarde se desocupa, ¿no es verdad, Akamaru?-- el castaño volvía a sostener su monólogo, aunque en ese momento iba dirigido a un perro que sólo ellos dos podían ver.

--Intenta no hablar con él, Kiba, o pensarán que estás loco-- recordó frío el de ojos oscuros a su extrovertido compañero --A sus ojos, solamente nos encontramos tú y yo.

--Es verdad-- convino el otro, un poco avergonzado por aquel desliz antes de confesar con un poco de picardía --, por ello elegí estos asientos. Nadie notará que un pedazo de pizza se está comiendo solo.

--Ya veo…-- procuró guardar silencio.  Analizaba a los demás con la mirada, estudiando todo a su alrededor; mezclándose con el ambiente que necesitaba tan desesperadamente comprender.

 

 

---

 

 

 

--Shikamaru-- llamó Gaara inflexivo, logrando captar la atención del castaño mientras caminaban entre la multitud --. Tengo hambre, ¿dónde consigo a alguien para matar?

--Pues-- comenzó el castaño utilizando un tono cansino; ¿en verdad era tan difícil de entender que no podía matar a nadie? --…Aquí no matan gente para comer. Si tienes hambre tendremos que comer como los humanos.

Gaara se sobresaltó un poco. No cabía en su psique que las palabras del Regenerador pudiesen ser tomadas por ciertas.

--Asumiré que bromeas, porque de lo contrario te asesinaré a ti.

--Utiliza tu problemático cerebro y considera que por el momento eres humano-- apuntó el otro de manera perezosa.

Gaara apretó sus puños fuertemente, pero se esforzó por controlarse. En realidad sentía deseos de explotarlo hasta que no le quedaran ganas de reaparecer, pero permanecer con aquel aspecto de mortal consumía mucha energía y su arena no le respondía.

--Se me revuelve el estomago de solo pensarlo. Quiero un alma en este momento.

Shikamaru lo vio y suspiró harto. Gaara era voluntarioso y obstinado, demasiado entregado a sus caprichos incluso para tratarse de un demonio. En ocasiones, le parecía un chiquillo idiota, pero no por eso perdía cautela al estar con él.

--Lo mejor que te puedo ofrecer es pasar a comprar alguna cosa a esa tienda-- señaló un lugar con puertas de vidrio en la acera de enfrente. Gaara gruñó un poco --Seguramente encontraremos algo que sea de tu agrado- hablaba con un tono condescendiente poco habitual en él, pero si aquello le evitaba los problemas de escuchar despotricar a su compañero no tenía reparos en utilizarlo.

--En cuanto recupere mi forma demoniaca te desmembraré de poco en poco…-- lo amenazó mientras le lanzaba una mirada mortal y cruzaba la calle en dirección al sitio. El hambre lo ponía de un pésimo humor.

El castaño lo siguió discretamente enfurruñado. Aquel taheño era mucho más complicado de lo que le habían asegurado.

--Maldita sea-- murmuró con los dientes apretados --le hubieran encargado esta misión a Temari...Gaara simplemente nos ocasionará problemas.

 

Salieron poco tiempo después con un paquete de papas fritas en la mano, dispuestos a engullir el contenido del extraño empaque metálico. Para el de coleta había resultado extraño, casi patético, que el único motivo por el cual el Cazador se había inclinado por ese producto era porque sonaba si se le agitaba.

 Por lo demás, Shikamaru había tenido que hacer todas las transacciones. Gaara había amenazado con matar al tendero y se había referido ocasiones a los demás compradores como “sucio humano” tantas veces que temía que los echaran de ahí.

--Creo que no volveremos a ese sitio por algún tiempo-- suspiró, mirando el onigiri que él había adquirido.

El turquesa no le hizo caso. Estaba demasiado interesado en averiguar cómo se abría esa bolsa con lo que había denominado como “extraño alimento humano” como para siquiera notar que el otro le hablaba. Miraba molesto aquel empaque brillante, como si quisiera atemorizarlo hasta que se abriera solo.

 El castaño se limitaba a ver la cómica escena mientras se quejaba en su fuero interno de tener que pasar tiempo con ese extravagante sujeto.

--Dámelo-- pidió  extendiendo la mano hasta la bolsa. Gaara lo miró receloso --Venga, qué problemático…te enseñaré como se abren-- indicó.

--No necesito ayuda-- contestó terco el otro, para nada dispuesto a humillarse a pedirle ayuda.

--Si tú lo dices…-- se dedicó a mirar con un poco de burla impresa en los labios la primitiva manera en que el otro pretendía abrir la bolsa. En apariencia, esa empresa requería de todo su esfuerzo, aunque finalmente no lo conseguía.

 Cuando, para alivió del castaño, se hartó de intentarlo, lanzó la malaventurada comida al piso, irritado. Shikamaru simplemente se agachó para recoger la bolsa metálica, mientras miraba como las personas que pasaban los veían extrañados y murmuraban. Decididamente, Gaara debía aprender una cantidad increíble de cosas para poder vivir encubierto.

Haló los bordes con suavidad.

--Toma…-- le extendió la bolsa con frituras después de abrirla --Y vámonos de aquí.

 Gaara desvió la mirada, y tras percatarse del alboroto curioso que habían desatado en sólo unos segundos, tomó irritado el empaque y siguió a su compañero. Su indignación era perfectamente palpable, ya que había puesto en evidencia que aquellas costumbres de seres tan inferiores le resultaban complejas. No habló en todo el camino, puesto que se estaba desquitando infantilmente con Shikamaru en la mente.

Pero ya vería ese idiota cuando regresara a su forma demoniaca. Con seguridad lo haría explotar hasta que quisiera morir…

 

 

---

 

 

Tan  pronto llegó la pizza, los calculadores ojos de Sasuke la examinaron con un discreto atisbo de recelo. La forma redondeada y plana de ese platillo humano no le generaba confianza. Tal vez era un truco de un demonio para matarles…

--Toma un trozo-- habló con dificultad Kiba, quien se encontraba engullendo ya una rebanada.

Sasuke le dedicó una mirada de extrañeza, y tras cavilar que, de tener algún veneno ya su compañero habría sucumbido, lo imitó.

--Agárralo de esta forma-- instruyó el castaño, sintiéndose como todo un experto en comparación con el Guerrero. Era más que obvio que para Sasuke esas actividades eran muy poco usuales. Se preguntó si alguna vez habría hecho algo más que pelear en ese territorio que separaba a los dos bandos.

El Uchiha miró un momento la pizza antes de hacer lo propio y metérsela a la boca. Masticó unos momentos, intentando encontrar relación a todas esas sensaciones que estimulaban su paladar. En realidad, esa masa aplanada sabía bastante bien.

 

 

---

 

 

--Muy bien Gaara… es aquí donde viviremos de ahora en adelante.

La casa que Shikamaru señalaba era grande y parecía en muy mal estado. Por un momento, el aludido creyó que aquellas condiciones imposibilitarían a cualquier humano para vivir. Todo, además, señalaba que estaba abandonada.

El musgo y la maleza crecían sin control por las paredes internas y se asomaban hasta la calle, donde ellos la miraban. La reja, medio vencida por el pasar de los años, rechinaba de vez en vez indicando que estaba abierta (o forzada, en el peor de los casos).

--No me parece que haya humanos-- apuntó el pelirrojo, entre aliviado y fastidiado por la precaria condición de la que habría de ser su morada --. Esto es inmundo inclusive para ellos. 

 --Pues, según Orochimaru, es una concurrida casa de huéspedes. A saber…

Se dispusieron a entrar para registrarse en aquella sucia propiedad, aún sin percibir sonidos o vibraciones humanas. Para Gaara, que se encontraba bastante cabreado incluso para sus propios estándares, lo único que resultaría medianamente interesante era exterminar a cualquiera que se le atravesara.

Al cruzar el umbral de la gran casa, pudieron percibir casi como una bofetada la actividad humana. Ninguno de los dos habló, aunque era suficientemente extraño que no hubiesen sentido esas vibraciones antes, y dudaban férreamente que su condición de humanos pudiese afectarlos de tal manera.

No tuvieron mucho tiempo para reflexionar sobre el hecho, ya que una joven se apareció en el pasillo del recibidor.

--Buenas tardes. Nos estaban esperando-- se adelantó el castaño, intuyendo que Gaara no era la persona más indicada para interactuar con los mortales.

--¿Cuáles son sus nombres?-- sonrió la chica formalmente.

--Sabaku no Gaara y Nara Shikamaru-- prefirió no voltear a ver la expresión del Cazador. Si por azares de la vida él había registrado aquellos apellidos falsos, se habría vuelto más problemático de lo que había sido  el resto del día.

Por fortuna, el pelirrojo estaba embotado en sus indiferentes pensamientos. Para él resultaba una experiencia totalmente nueva el estar en una madriguera humana.

--Ahh…es correcto-- la morena de cabello corto le extendió la mano --Mi nombre es Shizune y soy la administradora de la casa. Les daré un recorrido y luego…

--En realidad-- la interrumpió el de coleta con disimulado desdén, dando un vistazo rápido al irritado Gaara --preferiríamos descansar un rato. El viaje ha sido largo…

--Oh, comprendo. Entonces lo dejaremos para después de la cena.

Los condujo a sus respectivos dormitorios, tras indicarles dónde estaban los baños y pedirles que llamaran a su extensión si se les ofrecía algo. Los otros asintieron, desinteresados.

 

Tan pronto estuvo a solas, Gaara se tumbó en el lecho. Shikamaru había realizado una extraña especie de  magia y aislado las habitaciones de ambos con unos cristales. De ese modo, podían volver a su forma cuando estuviesen solos y nadie podría percibir las vibras que emitían.

--“Lo único sensato que ha hecho hasta ahora”-- pensó, recuperando un poco la fuerza que había invertido como humano. Esas conversiones requerían mucho más de él de lo que había previsto.

Gruñó molesto, mientras hacía que su arena revoloteara por la reducida pieza. Odiaba el mundo humano, su incapacidad de explotar cosas; detestaba a todas esas almas que, teniendo tan cerca, no podía consumir. Pero odiaba más a Orochimaru, al Consejo y a ese desgraciado ángel sin rostro que era el culpable de que estuviera ahí.

Sucumbió ante el sueño, intentando idear una manera para encontrar al estúpido ángel.

Escuchó unos golpecitos en la puerta, que lo hicieron volver en sí. Las palabras de Shikamaru, informándole que la cena estaba lista, reverberaron en su cabeza. No contestó. No sentía la necesidad de hacerlo.

Se incorporó de mala gana y se dispuso a bajar hasta el comedor. Dudaba que el platillo fuerte fuesen almas humanas corrompidas, así que tendría que contentarse con aquella rancia e insípida comida que consumían los mortales.

Bajó a paso lento pero firme, mostrándose ausente a todo lo que ocurría a su alrededor. Sentía asco y repulsión por esa madriguera de ratas donde vivían los humanos, cosa que procuraba disimular. Sabía que para el éxito de aquella encomienda debería fingir lo mejor que podía… incluso si aquello representaba convivir con esas larvas – que se proponía comer al término del trabajo. Orochimaru se lo debía –.

Encontró el comedor, guiado por la bulla de los demás inquilinos. Se preguntó qué sabor tendrían… No. No era momento de pensar en ello.

Se dio con la sorpresa de que el comedor estaba lleno de personas que acaparaban a Shikamaru con conversaciones triviales sobre equipos de futbol y materias de la Universidad. Aprovechando eso, se sentó lo más apartado posible de aquel foco de atracción. Sin embargo, casi todos pararon al verlo entrar.

Las miradas fueron hacia él casi con la misma rapidez pasmosa que habían iniciado a hablar con el de orbes marrones. Una chica con los mechones teñidos de rosa codeó indiscreta a una  de largo cabello rubio, señalándolo y murmurando algo que él no se interesó por comprender. Estaba comenzando a incomodarle esa actitud, pero se enfocaba en su bol de arroz hervido intentando dilucidar cómo comerlo.

De pronto, un olor conocido llegó a su nariz. …l sabía lo que era aquello, es más, le gustaba demasiado como para confundirlo con algo más.

--Huele a sake-- murmuró para que sólo Shikamaru pudiese escucharlo. Acto seguido, se levantó siguiendo el aroma hasta el patio junto a la cocina.

--¿Quién eres?-- habló una enorme mujer que arrastraba las palabras. Junto a ella, un hombre canoso sostenía la botella con elixir.

--Gaara-- se dignó a hablar por fin --Dame sake, humana sarnosa.

Comprendió por el gesto que le dedicaron los dos comensales, que aquel no era un término socialmente aceptado si deseaba obtener algo. Estaba a punto de agregar algo para suavizarlo cuando los dos estallaron en carcajadas.

--Ven a beber con nosotros-- el hombre lucía lleno de algarabía. Asumió el Demonio que se encontraba ebrio, pero lo siguió.

Comenzó a beber con aquellas personas, procurando parecer lo suficientemente agradable como para ser un humano. Estaba mucho más interesado en ingerir aquel delicioso elixir que en atender lo que le explicaban, con su nula coherencia debido al alcohol, los dos viejos, sin embargo escuchó que ella era la propietaria de la casa y él su esposo. Le daba enteramente igual ese hecho.

Poco a poco los sonidos del comedor se fueron extinguiendo. Quedaban sólo Shikamaru, la administradora y una de las jóvenes que diligentemente había comenzado a arreglar el cuarto.

--Disculpen…buenas noches-- saludó alguien desde la entrada, dudoso. Gaara no hizo ni esfuerzo por voltear --Somos los nuevos inquilinos. Nos esperaban. Somos Kiba y Sasuke.

Shizune se levantó rápidamente y con un tono cordial inició --Ahh sí, ahora les muestro las habitaciones.

El pelirrojo sintió una extraña punzada que le obligó a detenerse mientras bebía. Era casi como si hubiese peligro cerca, pero no sabía a qué atribuírselo.

Volteó lentamente a la estancia, donde Shikamaru veía con desconfianza a los recién llegados y la chica de cabello rosa escrutaba a uno de los dos hombres.

Se fijó en dos pares de piernas a la entrada del comedor, pero tuvo que entrar para poder ver algo más. Reparó en uno de los hombres, al que miraba la joven, y fue subiendo poco a poco hasta encontrarse con un par de ojos negros, que lo miraban fijamente a él también.

 

Notas finales: Bien, espero que hayan disfrutado del capítulo 2.

Los quiero invitar a formar parte de Friction-Awards. Es un foro donde se comentan y almacenan las historias que no volveríamos a leer. Se la pasarán bien: http://friction-awards.foroactivo.com/

Las autoridades médicas advierten que la falta de Reviews afecta gravemente mi salud, mi disposición para escribir y, sobre todo, hace que a ustedes les dé artritis. Ahora, dejen uno xD

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