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Sexy Mother Fucker por Ziz

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Notas del capitulo:

Primeramente quiero agradecer por sus maravillosos reviews en verdad que son el mejor pago que una autora mediocre puede tener, sniff sniff me hacen tan feliz! en verdad gracias. En fin... pues aquí el segundo cap. espero que les guste! no me maten por favor! me costó demasiado hacerlo, pienso que es malísimo pero aaah! en verdad fue tan difícil, es como el cap. de transición cuando decidí escribir el fic no recorde que tenía que escribir algo así y mejor me callo! sólo disfrutenlo y no sean muy duros conmigo

Una de las muchas ventajas de ser füher era que podía disponer de una enorme y privada oficina, lejos del parloteo y los molestos ruidos, necesitaba tranquilidad, necesitaba relajarse, necesitaba pensar y despejarse un poco. Abrió la enorme ventana a espaldas de su escritorio y se sentó en el borde, una suave brisa le dio de lleno en el rostro, cerró los ojos disfrutando de la sensación. Como amaba los días como ese, las nubes grises se arremolinaban en el cielo dibujando formas extrañas, el viento soplaba trayendo consigo un agradable aroma a tierra húmeda, el clima ligeramente fresco y la ausencia de los molestos rayos del sol hacían una mezcla perfecta, justo lo que necesitaba en ese momento. Sacó del bolsillo una elegante pitillera y  saco un cigarrillo, lo colocó entre sus labios y con un chasquido lo encendió. No acostumbraba fumar pero esa ocasión realmente lo ameritaba. Todo era tan extraño.

 

El tiempo pasaba tan rápido, pensar que hacía seis años apenas era teniente coronel y ahora… ahora era el gran führer. Seis años… también hacía seis años de haberlo conocido… ¡maldita sea! y allí estaba, otra vez pensando en él como una maldita colegiala enamorada, era patético, todos sus pensamientos siempre desembocaban en Edward Elric, ¿cómo era posible? Cada miserable momento de su vida tenía que pensar en él, ¡ah! Todo era tan complicado. “¿Por qué?” otra vez la maldita pregunta sin respuesta, “¿Por qué?” . Por más vueltas que le diera al asunto, por más que lo pensara no tenía una respuesta lógica, simplemente no tenía sentido, ya había aceptado que estaba enamorado de el alquimista de acero pero ¿por qué ese maldito sentimiento lo tenía que perseguir todos los malditos días? Simplemente no podía soportarlo, pareciera que su cerebro no pudiera registrar más que la imagen  de aquel hermoso joven rubio; ya no lo soportaba más, se estaba volviendo loco. Con un movimiento brusco tomó lo que quedaba del cigarrillo y lo arrojo con fuerza al suelo. Maldita la hora en que había conocido a Elric, ¡carajo! Cuánta frustración, cuánto… de repente sus pensamientos fueron interrumpidos por el insistente sonido de la puerta siendo golpeada.

 

—Adelante— gritó molesto.” Maldita sea, justo lo que me faltaba” pensó cuando el objeto de sus más grandes temores y frustraciones emergió azotando la puerta y cruzando la oficina a grandes zancadas.

 

—Acero— saludó con frialdad el führer.

 

—Mustang— respondió el alquimista mirando a su superior a los ojos — ¡oh! Perdón lo olvidaba, pero que imbécil soy, de repente olvidé que usted era el grande y maravilloso führer— añadió con sarcasmo ganándose una mirada hostil de su superior — y dígame oh gran führer ¿no me invitará a sentarme?

 

Mustang lo miró con frialdad y señaló una de las sillas frente a su escritorio. Caminó hasta su propia silla y con un elegante ademán se sentó en ella.

 

— ¿Qué quieres? —fue la pregunta cortante.

 

—Parece que no estamos de buenas hoy, yo sólo venía a entregarle los… informes— contestó el rubio haciendo una pausa sugestiva. Cosa que no pasó desapercibida por su superior quien le devolvió una mirada atónita la cuál rápidamente convirtió nuevamente en hostilidad en su más puro estado.

 

— No necesitas sentarte para entregarme tus malditos informes, sólo déjalos en el escritorio y lárgate, no tengo tu tiempo—

 

—Pero no necesita alterarse, Señor— dijo Edward enfatizando la última palabra mientras se sentaba la silla frente al escritorio con un elegante movimiento, movimiento que dejó sin aire a Roy, no podía creer que algo tan simple como sentarse pudiera ser tan… sugestivo.

 

—Yo no me estoy alterando acero, pero lo empezaré a hacer si no te largas de una maldita vez— espetó Mustang  en un tono peligrosamente calmado mirándolo a los ojos. Grave error.  De repente el tiempo pareció detenerse, todo el universo se desvaneció  y lo único que existía era ese par de maravillosas orbes doradas. Todo el autocontrol del cual se había hecho desde que Elric entró a su maldita oficina se fue por el desagüe, todo por lo que había estado luchando se derrumbó allí, frente a él y todos sus temores se confirmaron, estaba completa y absolutamente perdido; estaba llegado a su límite. Y eso lo aterraba.

 

Finalmente usando toda su fuerza de voluntad, pudo romper el contacto visual.

 

—Lárgate Elric—  las palabras fueron tan frías que Edward ni siquiera se atrevió a contestar, dejó la carpeta sobre el escritorio y se fue  sin más.

 

*

 

Las cosas no habían podido salir mejor, lo tenía, tenía al bastardo de Roy Mustang comiendo de la palma de su mano.  Sólo habían bastado unos segundos para quitarle todo el autocontrol del que presumía, nunca pensó que sería tan fácil.

 

Algo que había aprendido desde muy pequeño había sido a “leer a las personas” podía interpretar a la perfección el lenguaje corporal, había aprendido a observar y a analizar de forma tan precisa, tan detallada que casi podía leer la mente de las personas con una simple mirada. Aprendió que los ojos de la gente eran la ventana del alma, los ojos nunca mentían y esos segundos de contacto visual con Roy le habían dicho todo y más de lo que necesitaba saber. Ahora, como si de un juego de ajedrez se tratara, tenía que pensar su próxima jugada. Tenía que ser cuidadoso, sabía que estaba jugando con fuego, estaba arriesgando todo lo que tenía y  con el más mínimo error todo se podría ir al carajo, pero no le importaba. De repente el oscuro ser que vivía en su interior resurgió desde lo más profundo de sus entrañas, cegándolo con una ira absurda, la sed de venganza despertaba en él sus más bajos instintos, el maldito bastardo iba a sentir un poquito de lo que Edward había sentido y aún sentía. Y él iba a ser el causante de todo. Una sonrisa sádica deformó su hermoso rostro. Nadie podía detenerlo.

 

*

 

Otra vez allí estaba, sentando en el borde de la ventana pensando en Edward Elric, de repente sentía que su vida entera era un deja vú. Pero hoy había sido el colmo, “maldito seas acero” se repetía una y otra vez. Lo había desarmado por completo, con una sola mirada. Todo se había ido a la mierda. Esa mirada… parecía que la hubieran grabado con fuego en sus retinas. Su insana mente estaba jugando con él. Le hacía pensar que Edward intentaba “seducirlo” o algo así. No lo soportaba, necesitaba largarse de allí en ese momento. Tomó su chaqueta y salió rápidamente de la condenada oficina.

 

Caminó, prácticamente corrió por las calles, perdió toda noción del tiempo y la distancia. Caminó hasta que sus piernas no pudieron más. Cuando volvió a la realidad se dio cuenta que se encontraba en un pequeño parque, si sus cálculos no fallaban se encontraba en las afueras de la ciudad aunque honestamente no le importaba, estaba lejos de la central y eso era lo importante. La amenaza de lluvia estaba latente pero tampoco le importo, se sentó en una pequeña banca y enterró el rostro en sus manos. Realmente era patético.

 

Las primeras gotas de lluvia empezaban a caer cuando un ruido lo sacó de sus pensamientos, sintió como alguien se acercaba y se sentaba junto a él.

 

—Definitivamente esa no es una pose digna del gran fürer— dijo una voz bastante conocida. “Maldita sea” pensó Roy “¿Por qué a mí?”. Se enderezó y vio por primera vez a su acompañante.

 

— ¿Y ahora que quieres acero?

 

— Saber ¿por qué demonios saliste huyendo?

 

— ¿Realmente quieres saber? —inquirió Mustang viéndolo directamente a los ojos sin poder aguantar más.

 

—Sí. — contestó Edward regresándole la mirada.

 

Y sin pensarlo  el führer se inclinó y besó su subordinado en los labios. En ese momento, la inminente tormenta se desató con furia.

Notas finales:

Ok tomatazos para Ziz! es muy muy malo? por favor comenten! si les gusto o si quieren que me retire y me dedique a pedir dinero en las esquinas háganmelo saber. Se aprecian demasiado sus comentarios.


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