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"Entre la Cocina y el Espacio Estelar" por Ddai

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Notas del capitulo:

No le puse tpitulo porque no pesnsé en uno, pero creo que eso es lo de menos, despu´s de años ¡¡He vuelto!!!

Y ahora solo faltan 12 capítulos para que acabe.

]=)

“Entre la cocina y el Espacio estelar”


 


Capítulo XI


 


Renji había llegado a la casa de su tío apenas para dormir unas pocas, todo el cuerpo le dolía horriblemente. Ese riquillo malcriado no era un inútil después de todo, vaya que se sabía defender, no logró darle ni un solo golpe y recibió algo así como la mitad del total que se dirigió a su persona, gracias a dios que le dio prioridad a proteger su rostro por encima de lo demás, porque estaba seguro de que Shawlong no lo dejaría trabajar sin llegaba con algún moretón en la cara o en alguna parte visible.


Urahara estaba despierto cuando su sobrino llegó, él estaba terminando con el inventario de su tienda, notó que el chico se movía más lento de lo habitual y le preguntó por lo que le había pasado. Se rio escandalosamente cuando escuchó que Renji había perdido una pelea con un riquillo mimado, en serio, era lo más gracioso que había escuchado en todo el mes. Pero su risa se detuvo abruptamente cuando escuchó que su sobrino había dicho el nombre del sujeto que lo apaleó.


Kuchicki Byakuya, nada menos. Urahara suspiró con frustración,  ya no era gracioso, porque si los “matones” se presentaban para “terminar el trabajo” estarían más que bien jodidos. Y no, Kuchiki no era un amala persona, él lo sabía, pero era un hermano sobreprotector y nunca se tomaba a juego que alguien, o algo, lo amenazara a él o a su familia,  especialmente cuando había quien se atreviera a acercarse a su hermana menor. Tal vez debería pensar en mover su negocio a otra ciudad, quizás a otro país, algún lugar lo bastante lejano.


Renji sonrió de lado, conteniendo las ganas de reírse de las ocurrencias de su tío únicamente porque le dolía reírse a carcajadas. Él estaba casi seguro que ningún matón se aparecería para “acabarlo”, Urahara veía muchas películas de mafiosos sin duda.


—      Kuchiki es uno de los hombres más ricos y poderosos de la región, Renji, sería mejor que de ahora en adelante te cuidaras las espaldas — dijo el mayor con mucha seriedad.


—      No me importa si es, incluso, el emperador de China, tío ¡Eso no le da derecho de tratar a su hermana como si fuera una cosa! ¡Rukia tiene todo el derecho de ser su propia persona! — después de decir eso él simplemente fue a su cuarto, murmurando maldiciones hacia ese estúpido rico prepotente.


—      Creo que voy a tener que intervenir — dijo Urahara cansinamente para sí mismo, no le cabía duda de que su sobrino tenía el corazón en el lugar correcto, era un buen chico, pero un día ese temperamento iba a matarlo y si no, lo dejaría muy cerca de estar muerto.


En el departamento de Ulquiorra, él y Grimmjow ya salían del baño, tapados únicamente con una toalla atada sobre las caderas. Después de su “pequeño” intercambio de palabras se habían quedado callados, el pelinegro porque no tenía nada más que agregar y el peliazul porque no quería decir nada más. Grimmjow siguió a su hospedador a su cuarto, ambos ingresaron y se dirigieron a la cama, el pálido chico se giró hacia su huésped, tomando su rostro con ambas manos, besándolo inesperadamente.  El más alto reaccionó casi de inmediato, tomando al pelinegro por la cintura, pegándolo a su cuerpo, con fuerza.


—      ¿Estás seguro de que quieres esto? — preguntó Grimmjow, sabiendo que estaban en la cuerda floja, un paso en falso y seguro que los dos iban a lamentarlo.


—      ¿Tú? — su mirada se dirigió a los irises azules, demostrando seguridad, comprensión, lujuria.


Ninguno de los dos dijo nada después de eso. Se besaron mientras caían sobre el colchón de agua, frotando sus cuerpos ansiosamente, dejando que el calor los consumiera por completo.


El día siguiente llegó sin mayores contratiempos, aún no llegaba la claridad por completo y el calor ya había comenzado, pero esto no significaba nada para un hombre como él. Byakuya ya se había levantado rato atrás, el trabajo no podía esperar. Se dirigió al comedor principal, en donde el desayuno ya estaba sirviendo, su hermana menor, sorprendentemente, ya estaba esperando por él, completamente arreglada y vestida, casi lucía como si ella fuera un maniquí. Él sabía que todo eso era porque estaba enojada, Rukia por lo general desayunaba con él, pero apenas medio despierta y todavía en bata las más de las veces, después de todo sus clases comenzaban hasta las once de la mañana y aún faltaba un buen cuarto de hora para que dieran las siete.


—      Buenos días, Rukia — él saludo con su formalidad habitual, dirigiéndose a su lugar en la mesa, ella  lo miró y solamente asintió a su saludo, dispuesta a darle el trato silencioso pero con respeto.


Él evitó suspirar, sabía que esto iba a ocurrir y todo por un mocoso muerto de hambre como ese, si tan solo su madre estuviera con vida las cosas serían más fáciles. Por su parte, Rukia, no estaba por dar su brazo a torcer, no esta vez. O su hermano aceptaba que Renji era su amigo o no le volvería a hablar jamás en la vida, solo le daría esas dos opciones y él escogería la que mejor le pareciera.


Eran casi las nueve de la mañana cuando Grimmjow despertó, adolorido, cansado, se sentía perezoso. Tenía un horrible dolor de cabeza, peor que cuando había sufrido de resaca. Se talló los ojos y miró a su alrededor, estaba en un cuarto prácticamente impecable, salvo algunas prendas regadas por aquí o por allá, todo estaba en tonos blancos y grises, había un único poster en la pared frente a la cama, era un cuadro completamente negro con un par de destellos blancos un poco hacia la derecha, abajo tenía algo escrito que no podía entender, bueno, eso era un tanto extraño pero no era lo peor, no, lo peor del lugar era el estilo minimalista, frío, que tenía.


¿Qué había pasado? Oh sí, Ulquiorra, eso había pasado.


Grimmjow miró a su derecha, ahí estaba ese muchacho, dándole la espalda. Su pálida piel hacia un maravilloso contraste con su cabello negro, la tentación de estirar la mano y deslizar uno de sus dedos sobre la línea de su columna vertebral, para ver cómo se estremecería, era enorme, también quería rozar su noca, tocando su cabello superficialmente, para mirar en qué momento se le erizaría la piel.


En ese momento Ulquiorra se movió, abriendo la boca apenas lo necesario para bostezar silenciosamente, pasó su mano izquierda sobre su cabello, rascando su nuca lentamente, parecía completamente ajeno a la presencia del peliazul, aun cuando éste estuviera a solo medio metro de él en la cama. El pelinegro se estremeció ligeramente, de dolor, al poner presión en su mano izquierda sobre su cabeza, sus nudillos estaban amoratados, “perfecto”, pensó sarcásticamente, ahora trabajar sería una tortura y no podía darse el lujo de estar faltando. Se levantó y fue a su armario para sacar, y poner, su ropa interior de color negro. Todo ante la atenta y desconcertada mirada del peliazul.


Grimmjow se quedó recostado en la cama, no podía creer que ese “tipo” ni siquiera se dignara a reconocer que estaba ahí.


—      Es hora de desayunar — Ulquiorra dijo sin mirar a su “invitado” — Puedes venir si quieres. Y no tengo ropa de tu talla — agregó como si se le acabara de acordar — Pero tengo unas batas que deben quedarte, están en el armario del baño — se puso una camisa larga,  azul grisácea, que tenía un dibujo abstracto en la espalda. Salió del cuarto, yendo a su cocina, pensaba que tenía suficientes ingredientes como para preparar algo.


El peliazul miró el techo antes de levantarse, con el ceño fruncido, no le gustaba ser ignorado, tendría que hacer algo para cambiar eso o las cosas se iban a poner de verdad mal.


Ichigo se despertó gracias al timbre de su celular, el cual llevaba al menos un par de minutos sonando. Cuando él finalmente estuvo lo suficientemente lúcido para contestar el timbrado se detuvo, miró la pantalla, para saber quién demonios le estaba marcando a la impía hora que eran las nueve de la mañana.


—      ¡Demonios! —  se sentó en el acto, completamente despierto ahora — No poder ser, él debería estar trabajando — se dejó caer pesadamente sobre la cama, ahora tenía un motivo más para preocuparse. Su celular comenzó a timbrar de nuevo  y él lo tomó para contestarlo antes de que el segundo timbre terminara — ¡Buenos días! — sonrió sin ser muy consciente de ello, realmente no se le ocurrió nada mejor que decir que un saludo.


—      Para ti es prácticamente de madrugada y para mí es como medio día, Kurosaki —“Kurosaki”, mierda, el hombre al otro lado de la línea estaba enojado, Ichigo trató de no suspirar.


—      Ok, buenas tardes entonces — dijo el pelinaranja, tratando de no sonar sarcástico.


—      Kurosaki ¿No se suponía que deberías aquí? Es decir, ahora


—      Sí, lo siento por eso… — Ichigo sabía que esto iba a ser difícil, su novio era comprensivo casi todo el tiempo, pero había veces en que accidentalmente cruzaba el límite de su paciencia, en serio pasaba de esa forma y era enteramente su culpa.


—      ¿Qué sucedió? — porque él sabía que, sin duda, algo tenía que haber pasado para que Ichigo no hubiese cumplido su palabra.


—      Verás, cuando vi a Renji fuimos a comer a un restaurante regular — le era imposible no calificar ese lugar de esa forma — ¿A quién crees que vi ahí? — no espero a que le diera un respuesta, la pregunta no estaba destinada a ser contestada — Grimmjow Jeagerjaques — ese nombre era por sí mismo una explicación, de alguna manera.


—      … ¿Te encuentras bien? — él conocía la historia entre ellos, una rivalidad profunda, hasta cierto punto él podía decir que eran el equivalente de “rivales” o “Ex novios”, cualquiera de los dos podría ser conveniente según como se viera.


En el departamento de Ulquiorra las cosas no estaban mejor que cuando despertaron. Grimmjow había sido orillado a preparar algo para desayunar, nada del otro mundo, apenas arroz con huevo cocido y algunas verduras, no era la mejor combinación y tampoco estaba tratando de impresionar a su anfitrión, él sabía que no estaba en un buen lugar, de cualquier forma la mirada de Ulquiorra fue terrible, su gélida mirada era peor que cualquier crítica.


—      ¿Por qué haces esto? — el pelinegro preguntó de la nada, sin referirse a algo en particular, el peliazul se le quedó mirando, con el ceño fruncido — Tienes el peor “toque” en la cocina que haya visto pero insistes en cocinar — aclaro en su tono monocorde — Si no puedes manejarlo deberías rendirte — declaró, mirándolo directo a los ojos.


—      Me gusta cocinar — declaró con determinación, ignorando el insulto de Ulquiorra hacia su talento culinario, principalmente porque era verdad. No importaba lo que pasar o cuanto lo intentara, no podía simplemente no tratar de preparar algo cuando tenía ingredientes y una estufa a la mano.


—      ¿Realmente lo haces? — él preguntó con un tono distinto, hiriente — Esto sabe a lo mismo que si lo odiaras — se limpió la boca con una servilleta, dejando su plato a la mitad — Por lo que has dicho sé que hay una historia detrás de esto, pero no me importa — aclaró por si hacía falta — Sólo tienes dos opciones ahora. Seguir adelante y superar cualquiera que sea tu problema con tu familia o rendirte y dejar todo atrás, quedarte en medio solo te hace patético — él se puso en pie sin dejar de mirarlo.


—      ¡¡¿Cómo te atreves?!! — él también se puso en pie, listo para golpearlo pero se contuvo de hacerlo, entender al pálido mesero era complicado en ese momento — ¡No se trata de algo que pueda dejar solo porque sí! ¡Nunca! ¡Nunca me daría por vencido! — lo dijo aunque estuviera contradiciendo lo que había pensado antes, mientras estaba en aquel callejón.


—      Entonces tienes mucho que probar, a ti mismo y a los demás ¿No es cierto? — Ulquiorra no parecía ni remotamente intimidado, aún con su mano izquierda lastimada él era perfectamente capaz de defenderse.


—      ¡¡No tengo que probarle nada a Nadie — gruñó, el acento francés que se le había pegado en sus pocos años en aquel país salió a relucir por sí solo, haciendo que su voz sonara como si estuviera vibrando.


—      Deja de actuar como un patético desperdicio de basura humana entonces — él cambió su postura ligeramente, solo para darle más énfasis a sus palabras — Puedes quedarte el tiempo que gustes siempre y cuando estés dispuesto a llegar a algún lado — dijo de repente, cortando cualquier réplica del peliazul, tenía que ir a atender a ese monstruo peludo y luego tendría que ir a la clínica para asegurarse de que no se había roto la mano.


—      ¡Espera! — eso había sido sorpresivo por decir lo menos. Él había hablado antes de que Ulquiorra se girara por completo — ¿Qué hiciste tú? — quería saber, Ulquiorra no había dicho casi nada de su pasado mientras hablaron, apenas había mencionado que se había separado de sus padres por que no significaba nada para ellos el que él existiera o no, ahora quería saber la historia detrás de eso, sonaba algo parecido a lo que a él le había pasado pero al mismo tiempo era muy diferente.


—      Venganza — una sola palabra que iba cargada de resentimiento y Grimmjow quería saber qué había detrás de esa simple palabra que hacía ver los ojos de Ulquiorra como el más vil de los venenos, fue un destello intenso apenas duró un par de segundos para ser remplazado por una vacía lejanía, el peliazul había llegado a una conclusión sobre este chico, él se mantenía alejado de todos como un medio de defensa.


Shaw Long llegó al restaurante y trató de no pensar en su joven amigo, se había visto tentado a no abrir para seguir buscándolo pero no podía hacer eso, Grimmjow no era un niño que no supiera lo que estaba haciendo, se trataba de un hombre crecido que sabía lo que hacía, o se suponía que lo sabía. Él ingresó para limpiar y tratar de no pensar, lo único que podía hacer era pedirle a Buda, junto con todas las deidades habidas y por haber, que lo cuidaran. Shaw Long ciertamente no esperó que hubiera alguien dentro de su restaurante, casi le había dado un infarto ahí mismo. Esos ojos verdes lo intimidaban casi tanto como lo hizo Grimmjow años atrás, podían parecer apacibles pero por debajo de la tranquilidad la promesa de dolor venía impresa, ya tenía meses que él no veía esos bellos ojos en particular.


—      ¿Dónde está Grimmjow? — ella preguntó esperando una respuesta que le gustara, de lo contrario alguien iba a sufrir por mantenerla esperando.


—      Él no está —   el jefe trató de mantener las cosas en zona neutral, pero al ver como ella fruncía el entrecejo supo que sería imposible.


—      Te pregunté en dónde está, no me interesa saber en dónde no está — ella se aceró a él un par de pasos — Volveré en tres días — ella era una persona muy ocupada y en un principio no debió de estar ahí, pero Grimmjow la necesitaba y ahora se encontraba con esto — Y más le vale estar en algún lado, de lo contrario te aseguro que van a lamentarlo — ella caminó hacia la puerta, pasando del hombre de cabello trenzado — Si está tan mal por perder contra Kurosaki debiste haberme llamado — ella se detuvo junto a la puerta, sin mirar a verlo — Me lo llevaré a Estados Unidos, no permitiré que vuelva a estar vagando como si fuera una persona sin hogar — ella giró la cabeza apenas lo indispensable para ver a Shaw Long — Trata de encontrarlo — eso último sonó casi como una súplica, sus ojos se veían tristes ahora — Nos vemos en tres días —


Shaw Long suspiró resignado, eso pudo ir peor, Tia Hallibel* tenía los recursos y el poder para hacer lo que quisiera, después de todo su esposo era uno de los tipos más ricos de Europa, por no mencionar que también era uno de los líderes de la mafia de su país natal. Ella era una mujer peligrosa.


Ulquiorra había visto al conejo, dejándolo encerrado en el departamento de Ichimaru y Aizen, entre más lejos estuviera ese monstruo felpudo mejor. Su mano no estaba fracturada, solo golpeada, estaría bien en unos pocos días, según el doctor. En el camino de regreso pasó por unas calles que hacía tiempo no recorría. Le recordaba el tiempo en que era bastante pequeño, cuando pensaba que era normal la forma en la que su “familia” era, cuando, a pesar de todas las cosas, era feliz. Él se detuvo solo un segundo para mirar una de las tiendas en donde vendían pasteles y postres. No se arrepentía de lo que había hecho, incluso lo haría de nuevo si se diera la ocasión, ellos, sus padres, no merecían perdón.


Grimmjow se había quedado pensando en las palabras de Ulquiorra, reconocía que tenía razón en algunas cosas, solo en algunas. Lo principal era que no sabía lo que estaba haciendo, le gustaba cocinar, no quería abandonarlo, realmente no. Él tenía que encontrar su camino de vuelta o alguna “mierda” como era.


¿Por qué le gustaba cocinar? Esa era la pregunta real y esperaba hallar una respuesta pronto.

Notas finales:

Bueno. Han pasado años, pero, finalmente, tengo la continuación de este y lo concluiré este año, faltan 12 capítulos aun así que…  Un poco de suerte para que no me olvide de actualizarlo xD


Tia Hallibel* -Le he dejado ese nombre porque es el que le había puesto originalmente aunque sé que ya se ha corregido y revelado su nombre real.  


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