Kakashi se interpuso en su camino pues planeaba irse, --Eso ya lo veremos—dijo emulándolo sin saber pues el le había dicho lo mismo a Naruto. Luego le dejo irse.
No estoy segura de esa idea suya sensei—dijo la pelirrosada al que le miraba con un solo ojo.
Hacemos lo correcto. Naruto es capaz de cambiar a las personas y por lo que he oído un nuevo médico nos haría bien—dijo Hatake.
¿Qué has oído?—preguntó curiosa la Hokage.
He oído lo de la rara enfermedad del hijo de Naruto y que mejor oportunidad para volver a Yakushi a nuestras filas que por un hijo—dijo Kakashi con su ojo feliz.
Olvidas con quien tratamos. Kabuto Yakushi es un tramposo y un embustero y si por jugar con fuego nos quemamos toda Konoha arderá—dijo Haruno seria.
Hokage. Yo no olvido a mis enemigos solo me gusta tenerlos cerca por si quiero atraparlos—exlamó el peligris.
Gaara caminaba por las calles de Konoha acompañado de sus inseparables compañeros, Kankuro y Temari cuando un niño de pelo gris y ojos azules se le acercó observando obnubilado su frente.
Amor. Que palabra rara para tatuarse en la frente. Como “oso” o “blabla”. No entiendo porque tatuarse una palabra en la frente—dijo el jovencito.
El pelirrojo sonrió.
¿De que se ríe?—preguntó Uzumaki.
Te pareces mucho a tu padre—dijo el Kazekage, los otros dos asintieron, a Kitsune le sonaba la cara de la rubia de algún lado pero no lograba recordar de donde. –Por cierto. ¿Dónde esta Naruto?—pregunto el de ojos cielo.
¡Oka san esta ahí!—dijo para sorpresa y confusión el menor mientras apuntaba a una casa con un patio delantero en donde se veía al susodicho rubio.
Todos se le acercaron y saludaron a Naruto. –Tienes que explicarme que tiene ese chico en la cabeza, recién te llamo mamá—dijo Kankuro molesto.
Tu hijo se ve bien y fuerte—le dijo Gaara sonriente.
Naruto lo miro detenidamente, Kitsune ya estaba más alto y fornido. Aparentaba ser mayor que hace unos días.
¿Naruto?—preguntó Gaara al ver como este observaba al niño con los ojos entrecerrados y con su dedo pulgar aplastaba su dedo anular en el aire.
¿Esta pensando?—preguntó Kankuro sorprendido.
A veces me da por pensar lo mismo pero para mí que esta estreñido—dijo el menor para sorpresa y regocijo de Kankuro y Temari que empezaron a reír.
¡Kitsune!—grito el rubio de pronto enojado.
Me gusta el ingenio del chico—dijo el castaño.
Lo heredé de mi oto san. El es considerado todo un genio—dijo el menor con la personalidad Yakushi a flor de piel.
Ahí Temari y Kankuro se carcajearon de lo lindo.
¿Qué mentiras le cuentas a tu hijo? ¿Qué eres considerado un genio? Jajajajaja—dijo Kankuro rojo de la risa.
El no es mi oto san. Es mi oka san, bakka—dijo el joven molesto con ese tonto.
Yo también soy un genio—dijo el rubio por ser tenido en menos por su propio hijo.
Claro. Por eso intentaste hacerme creer que los niños salen de los repollos. Yo sé muy bien de donde salí y no fue de ningún repollo—dijo ofendido en su inteligencia el peligris haciendo reír a su audiencia, menos a su madre que estaba muy abochornado.
Mira, mira un Uchiha ojos verdes a la vista, pero que sabandija tan rara—dijo Kankuro al ver al recién llegado.
Por lo menos debería decírmelo la vieja sin maquillaje—dijo el joven pelinegro.
Tu eres Uchiha Ishin ¿No es cierto?—pregunto el pelirrojo.
¿Quién eres tu para preguntar?—dijo en tono desconfiado el ojos verdes.
Tonto. El es el Kazekage—dijo Kankuro molesto de que no lo reconociera.
El otro se encogió de hombros. –No tengo por que saberlo. Yo no soy ninja por lo que Kages me cansan—dijo Ishin.
No es lo que hemos oído—dijo Gaara con su mirada mas penetrante y su ronca voz.
¿Y tú vienes? Dijiste que viniera por ti a clases y ahora te haces el interesante—dijo el azabache al peligris.
Cierto. Adiós oka san. Adiós gente—dijo el joven de ojos azules y se fue con su amigo.
Todos miraron a Naruto.
Definitivamente tienes que explicarnos eso de oka san—dijo Temari dejando con un nudo en la garganta al rubio.
Esta academia me gusta más que la otra—decía Kitsune a sus compañeros en el recreo.
¿Cuál otra?—pregunto Ourana interesada que también estaba allí.
La otra era muy aburrida, solo me enseñaban a leer y escribir—dijo el peloplateado.
¿Dices que no sabes leer y escribir? ¿Como harás entonces sellos e invocaciones?—exclamó una compañera horrorizada.
Claro que no sé, apenas tengo tres semanas de vida. Tú a mi edad no sabías ni gatear—dijo el joven herido en su orgullo.
Entonces Ishin recordó la conversación entre el padre del otro y su madre y se dio cuenta que el tiempo seguía su inexorable curso contra Kitsune sin que este lo supiera. Eso era cruel, pensó.