- ¡Hey Yuu! ¡Ya levántate maldito vago que vas a llegar tarde!
- ¡Ya voy! ¡Dios, no puedes esperar ni 5 minutos!
- ¡Te quiero abajo en 2 minutos!
¡¿Qué?! No lo lograré… ah como odio a mi padre, lo único que sabe hacer es gritarme, beber e ir a revolcarse con cuanta prostituta se le ponga enfrente… como deseo cumplir los 20 y largarme de aquí.
Me llamo Shiroyama Yuu, pero todos me dicen Aoi. Tengo 18 años y en unos meses cumpliré 19. Hoy es mi primer día de clases e iré a una escuela nueva. Aquí en Tokyo apenas comienzan las clases y yo el gran Aoi no puedo faltar.
Salí de mi cuarto y me metí a bañar. Cuando terminé me vestí y me arreglé para quedar bien sexy a ver si conquisto a alguna chica o algún chico. Mi nueva escuela está un poco lejos de mi casa así que debo salir YA si quiero llegar temprano. Pasé a la cocina, tomé un pan y salí de mi casa en dirección a la estación de tren.
Llegué a la escuela con mucho tiempo de sobra… que aburrido. Pero bueno, es mejor que llegar tarde. Mi salón era el 24. Seguí los letreritos y llegué hasta él. Cuando entre no había muchos alumnos, y los que estaban al parecer dormían o algo así. Me fui a sentar en uno de los lugares vacíos… eran de 2 personas, espero que me toque con alguien amigable.
Pasó un buen rato y solo habían llegado como 3 alumnos más. Esto es tan aburrido… mañana llegaré 5 minutos antes de la hora… Me disponía a ponerme los audífonos de mi reproductor de música para entretenerme un poco, cuando la puerta del salón se abrió. Primero entró un chico alto, rubio y con un trapo en la cara… me miró y luego pasó a mi lado para sentarse en el lugar de atrás de mí. Después entró un chico chaparrito, de cabello negro con unos mechones rojos y al parecer buscaba al chico del trapo porque cuando lo vio casi casi voló para ganar el asiento al lado suyo. Una vez más iba a ponerme los audífonos, y la puerta se abrió… pero esta vez creo que había un ángel parado ahí…. Un chico de cabello castaño, un poco más alto que yo, observaba todo el salón desde la puerta. Ahora solo puedo quedarme viéndolo como tarado en lo que él se mueve. Al parecer se dio cuenta de mi súper mirada pues él también me miró… tiene unos ojos muy bonitos, según lo que alcanzo a ver desde aquí... que realmente no es mucho pues no tengo la vista muy buena.
Él seguía ahí parado… tuve que apartar mi mirada de sus bellos ojos y me fijé en todo el salón. El único lugar vacío era a mi lado; pero estaba ocupado por mi mochila. Oh Kami-sama! Me has enviado a un bello angelito para mí solo ¿verdad? Yo sé que sí… ¡Por fin mis ruegos fueron escuchados!... Ok, basta de hablar! Quité mi mochila del asiento para darle a entender que podía sentarse ahí y lo volví a mirar. Un poco dudoso se acercó y al final se sentó a mi lado… Justo iba a decirle hola cuando llegó el profesor.
- Muy bien chicos, primeramente; buenos días. Sean bienvenidos a ésta su institución educativa que tiene por objetivo instruirlos en el camino de la vida y lograr que sean personas de bien con una profesión y que sean tan exitosos como… - bla bla, discurso de maestro. Dejé de ponerle atención y me fijé más en el hermoso niño a mi lado… no sé cuánto tiempo pasó hasta que el profesor dijo algo que me hizo volver a escucharlo – Quiero que sepan algo, los lugares en los que están ahora, serán los definitivos por todo el año – ¡GENIAL!
Después de su súper discurso, el viejo se largó del salón y nos dejó solos de nuevo. El chico al lado mío y yo estamos sin decir nada… los dos callados cada quien en nuestras cosas, aunque admito que me gustaría saber cómo se llama. En cambio los dos de atrás están hable y hable.
- Hey Uru! – Uru?... ¿El niño bonito se llama Uru?.. Supongo que si pues se volteó a hablar con los raritos de atrás.
- ¿Qué pasó?
Luego de eso no escuché nada. No me gusta ser de esas personas metiches que escuchan las conversaciones ajenas, prefiero escuchar música y tocar mi guitarra de aire.
Me puse los audífonos y me perdí un rato hasta que entró otro profesor. Era el de química. Así estuvieron todo el día entrando y saliendo profesores de todas las materias y presentándose con nosotros, diciendo sus formas de evaluación, etc., etc., hasta que llegó la hora del receso. El tal Uru se fue con los dos niños esos con los que platicaba y yo me quedé solito dentro del salón.
Tampoco soy de los que hacen amigos muy fácil… supongo que saldré al patio.