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El hijo del coleccionista por Naniimine

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Notas del capitulo:

Nota: Y aquí es donde entra mi pareja favorita, Sasuke y Naruto. Lo siento señorita, aunque los protagonistas sean Sai y Gaara mis dos muñecotes no se podían quedar como "simples" personajes secundarios.

Y repito esto de nuevo:

Para mi querida señorita, Eruka Frog , porque te quise cumplir el capricho -a medias- por soportar ser mi beta todo este tiempo y aguantarte mis burradas. Porque te tomé muchísimo cariño, y porque ahora formas parte de las personas importantes de mi hoja personal a pesar de que estas lejos =).

-Y porque no me voy a dejar ganar de Rodo y su único capítulo, yo te doy siete-

Recordándoles siempre que: Naruto y todos sus personajes forman parte de la idea original de Masashi Kishimoto, todos los derechos quedan reservados a su persona.

 

 

Capítulo 2. Buscando conceptos.

 

 

-No me jodas ya, si tanto te molesta ¿Por qué sigues con ella? –preguntó Gaara a Sasuke mientras comía uno de los rollos de camarón que le habían puesto en el obento de ese día.

El mencionado sólo se encogió de hombros, bebía una lata de jugo de manzana mientras tenía la vista perdida en las nubes. Ambos chicos se encontraban en la terraza del instituto almorzando. Generalmente cuando estaban sólo ellos dos sin Naruto, no conversaban mucho y el hecho de estar hablando en ese momento, en si era una completa hazaña. Probablemente si su rubio amigo los hubiese visto lo más seguro era que se hubiese caído para detrás de la impresión.

-No hagas preguntas molestas, enano –le respondió Sasuke aplastando la lata entre sus dedos.

-Entonces deja de quejarte conmigo, no tengo la misma tolerancia que Naruto –bufó el pelirrojo tomando otro camarón- Y cuida tu manera de llamarme.

Sasuke chasqueó la lengua y terminó de aplastar la lata presionándola entre la palma de la mano y el piso.

-No puedo terminar con Sakura –dijo tras dar un suspiro de resignación luego de varios minutos en silencio-. Lo intenté antes de las vacaciones de verano, y entonces iba hasta mi casa llorando todas las tardes. El puto de Itachi le contó a mi madre y ella me dio el sermón de mi vida, y gracias a ella, Sakura sigue pegada a mí. El maldito de mi hermano se regocija de ello.

-Ah por eso es que sigues con ella.

-No es por eso, te dije que es ella la que está pegada a mí. Mi madre habló con ella y ahora está mucho más tranquila, pero aun así sigue siendo molesta.

-Búscate otra y ya.

Sasuke rió y lanzó la lata al cesto de la basura desde la posición que se encontraba, esta golpeó el borde de la misma y cayó dentro con precisión.

-¿Dónde está el cabeza de chorlito? –preguntó de repente el moreno.

-No lo sé. Supongo que entrenando, este fin de semana hay un torneo y va a participar en él.

-Ya lo sé.

-No hagas preguntas molestas entonces.

Luego de eso último que dijo el pelirrojo, ambos se quedaron en silencio mientras el primero terminaba de comer su almuerzo pacientemente. Sasuke se mantuvo con la mirada en el cielo, perdido en sus pensamientos y Gaara simplemente se concentraba en comer.

Probablemente ninguno de los dos se había percatado de que no se encontraban tan solos como creían.  

Sai estaba detrás de una pared, pero solo observaba a uno en particular: Gaara. Estaba analizando el comportamiento del hijo del coleccionista, buscando información útil para poder acercársele ya que después de aquella presentación del primer día de clases, no había podido establecer otro contacto con él. Y ya habían corrido tres semanas desde entonces. Pero la cuestión era que con la persona que el menor se encontraba no hablaba mucho, y eso no le favorecía en nada a obtener datos del susodicho.

¿Cuál sería la manera más sencilla de poder hacerse su amigo? Gaara era completamente diferente a todas las personas a las que él había conocido en su vida; no era alguien conversador, parecía molestarle la compañía de los demás y daba la impresión de estar siempre enfrascado en su propio mundo.

Ni por ser delegado había podido acercarse al muchacho. Vaya puesto más inútil, pensó Sai. Tenía que idearse una forma para poder relacionarse rápido con el chico, y sino, no le quedaría más ningún remedio que forzarlo. Había estado estudiando de todo, cualquier tema, cualquier cosa que le pudiese ser de utilidad para una conversación con el menor, pues había averiguado que el pelirrojo era alguien muy estudioso. Y aun así no había tenido ni una sola oportunidad para poderlos poner en práctica.

Cuando terminó la hora del descanso vio a los dos chicos levantarse, los siguió con la mirada paso por paso hasta que se perdieron por la puerta que daba a las escaleras del depósito del instituto, lugar por donde se accedía a la azotea. Y de nuevo, ninguno de los dos adolescentes había emitido palabra alguna durante el camino. Un comportamiento bastante inusual y diferente a los que había observado en el resto de los estudiantes, pues la gran mayoría era o muy ruidoso o demasiado habladores. Su impresión era que esos dos cuando se encontraban juntos parecían estar más a gusto en silencio que cuando hablaban. Pero la cosa cambiaba cuando estaban con el otro joven llamado Naruto, ambos parecían participar más en la conversación que este imponía.

La oportunidad de volver a hablar con el chico se le presentó cuando menos se lo esperaba.

Sai se dirigía hacia la parte trasera del instituto, un lugar al que le gustaba ir para alejarse del constante ruido que se imputaba sin tregua durante las horas del descanso. Los seres humanos en la etapa de la adolescencia eran las cosas más molestas e irritantes luego de los niños de cuatro y cinco años, pensaba.

Y entonces ahí estaba Gaara, tirado en el suelo, completamente desaliñado y golpeado. Sai se sorprendió bastante y se apresuró a llegar a su lado.

-¿Te ayudo?

El pelirrojo levantó la cabeza y bufó mientras intentaba ponerse de pie.

-No, no necesito ayuda. Estoy bien, gracias –gruñó con dificultad.

Sai le sostuvo de un brazo para evitar que este cayese contra el suelo y se golpease más de lo que ya estaba.

-Pues parece todo lo contrario –le dijo ayudándolo al final a ponerse de pie.

-Sempai, no necesito de su ayuda –insistió el pelirrojo soltándose del agarre del mayor, con lo que cayó nuevamente en el suelo.

-Yo creo que sí –insistió el moreno tomándolo del brazo nuevamente.

-¡Tú! ¡Aléjate de Gaara!

Y fue cuando recibió un empujón tan fuerte que lo arrojó contra el tronco de un árbol que estaba cerca. Pudo haber esquivado aquel golpe, ya lo había visto venir, pero prefirió recibirlo con el fin mantener ocultas sus habilidades.

-¡Naruto! ¡Espera! Ese chico no… -intentó decir Gaara pero el mencionado no pareció escucharlo.

El rubio tomó a Sai de la camisa y lo estampó contra el mismo tronco al que lo había lanzado al principio, levantó el puño y justo antes de que soltara el golpe contra el rostro del mayor, Sasuke lo detuvo.

-Pedazo de imbécil, podrías ser menos volátil y más observador ¿No? –dijo con tono obstinado- Deja de creer que todo el mundo quiere atacarlo, suéltalo ya. Es evidente que él no es el culpable.

-Pero si estaba…

Naruto observó a Gaara, estaba con la frente pegada al piso negando repetidas veces con la cabeza y murmurando palabras inentendibles, luego vio a Sasuke quien se tapaba los ojos con la mano también negando y luego vio a Sai, que simplemente le sonreía, bajó la vista hacia el brazo del mismo y se percató de la cinta que ahí traía.

-Joder un delegado… -susurró y lo soltó- Disculpa –dijo riendo nerviosamente y rascándose la mejilla-,  yo creí que…

-Solamente intentaba ayudarme, y yo le estaba diciendo que no necesito ayuda –interrumpió Gaara dirigiendo las últimas palabras al mayor.

Sai se arregló la camisa y el saco y se ajustó la corbata mientras le sonreía al rubio por la exagerada manera de disculparse con él; inclinando la mitad del cuerpo hacia adelante varias veces y diciendo “lo siento” como cinta pegada. Luego se quedó observando cómo éste peleaba con el pelirrojo para que se dejase levantar.

-¿Qué fue lo que sucedió? ¿Quién te golpeó de esa manera? –preguntó cruzándose de brazos y recostándose contra el árbol.

-Gracias por preocuparse sempai, pero de verdad que yo puedo encargarme –insistió el pelirrojo ignorando las preguntas. Se dejaba entonces levantar, ya resignado, por Naruto.

-Si, puedo ver lo bien que te encargas de ello –dijo viéndolo de arriba abajo, sin borrar un segundo aquella discreta sonrisa.

Gaara le atravesó con la mirada, ese  sarcástico comentario que había hecho Sai le chocó de sobremanera haciéndolo enojar más de lo que ya estaba. Le tembló el puño y lo apretó fuertemente para contenerse. Seguramente si a él lo hubiesen atacado entre cuatro personas, probablemente hubiese acabado como él, más bien se defendió bastante.

-Disculpa –habló Sasuke al notar la expresión iracunda del pelirrojo-, te agradecería no meterte en esto. Créeme que yo no soy tan amable como esos dos, así que por favor anda y mete tus narices en tus propios asuntos –espetó sin siquiera verlo.

-¡Sasuke! –exclamó Naruto entre dientes- ¡Es un delegado!

-¿Y qué? A ti no te importó mucho cuando estuviste a punto de golpearlo.

Naruto abrió la boca pero no dijo nada, se limitó a mirarle mal y no tuvo otra opción que cerrar la boca nuevamente. Gaara simplemente puso los ojos en blanco y suspiró buscando calmar su irritación un poco. De todos los momentos en los que su amigo tenía que hablar y ponerse altivo, tenía que escoger ese con el delegado de curso del segundo año en frente.

-Informaré al director que han agredido a un estudiante de primero, al delegado de curso para ser más precisos –dijo ignorando los comentarios del chico.

Sai los pasó de largo sin decir más ninguna palabra, e hizo una pequeña cuenta regresiva mental anticipando lo que venía.

-¡Espera! –exclamó Naruto.

El mayor sonrió victorioso jactándose internamente de cuan predecible era una persona con el tipo de personalidad de Naruto y se dio la vuelta, aun manteniendo la misma expresión. Sabía de antemano que precisamente él sería quien lo detendría.

-De verdad que nosotros podemos resolver esto –le chistó Sasuke al rubio tomándolo del brazo y apretándolo para que no dijera nada.

-Escuche –soltó el magullado pelirrojo llamando la atención de todos e interrumpiendo cualquier cosa que el rubio fuese a decir-,  deme tres días y hablaré con usted. Por ahora, le pido por favor –Naruto y Sasuke giraron sus cabezas hacia Gaara cuando le escucharon decir aquello-, por favor deje las cosas como están sempai, le agradezco la ayuda.

Sai adoptó una expresión seria y se quedó observando a los tres jóvenes, luego de unos segundos de meditarlo asintió y se hizo a un lado para que el trío regresara al interior del instituto.

-Ustedes… -susurró- ¿Ustedes son amigos? –dijo en voz alta.

Naruto le vio de reojo y se rió.

-¿Yo amigo de estos idiotas? Que va, estos dos son una espina en el culo que me gané por idiota –espetó Sasuke.

Naruto y Gaara rieron ante el comentario del chico y negaron con la cabeza.

-Puede ser –dijo entre risas el rubio volviendo a retomar el paso.

-Joder Naruto, si tú te consideras una espina en el culo de Sasuke pues bien por ti, pero en lo que a mi respecta yo no estoy incrustado en ninguna parte de la anatomía de ese imberbe.

-Cállate niñita, no estás en posición para retarme –gruñó el agredido a manera de defensa dándole un estirón a la muñeca del pelirrojo que tenía a su alcance.

-¡Grandísimo hijo de…! –masculló.

-Ah, no la nombres porque ahí si te la parto –le interrumpió ahora doblándole la muñeca.

Sai se quedó observándolos mientras se alejaban, los escuchaba discutir entre ellos hasta que los perdió de vista por una de las puertas del edificio. Se había quedado pensando en todas las cosas que le dijeron y las acciones que tomaron,  y a tal punto se enfrascó en aquello que se le había olvidado por completo el trabajo. Sai les había preguntado si eran amigos, y Sasuke le dijo que no, pero Naruto se había vuelto una fiera cuando creía que él había sido el culpable de los golpes de Gaara. Sasuke le dijo que eran una molestia en palabras un poco ortodoxas, pero se volvió arisco y no le importó que él fuese de un grado mayor para enfrentarse a él si se metía en los asuntos del pelirrojo. Y Sasuke y Naruto se fueron junto a él, que a pesar de ir peleando, era como si lo estuviesen protegiendo.

Sai se dio la vuelta y regresó hacia el árbol contra el cual anteriormente había sido agredido, se recostó en el tronco y se dejó resbalar por la corteza hasta quedar sentado en el suelo. Sacó un cuaderno de dibujo y un creyón, y se puso entonces a dibujar. Una de las cosas que más le gustaba hacer cuando se sentía confundido, o estaba cansado del trabajo, era el dibujar y pintar. La imagen que tenia gravada en la cabeza, tenía que plasmarla en papel para poder despejarse la mente.

Amigos… Seguramente esos tres conocían un mejor concepto del amor si eran amigos ¿Los amigos se amaban, no? Que complicado era entender todo aquel asunto de la amistad ¿No era más sencillo acercarse directamente al coleccionista que al hijo? Pensaba.

Ya quería terminar ese trabajo, nunca antes había dibujado tanto en su vida como en ese periodo que llevaba infiltrado en ese instituto. Pero lo que lo tenía más intranquilo era esa indecisión que mantenía, porque aunque quisiera terminar con todo eso, él quería quedarse y seguir experimentando más. Eran muchas sensaciones nuevas y abrumadoras, deseaba comprenderlas todas.

Quería conocer más a ese muchacho, tenía demasiada curiosidad por saber cómo era, tantos días teniéndolo en la cabeza, tantos días pensando en él, tantos días en eso ya lo tenían agobiado y solamente quería hablarle.

“Deme tres días y hablaré con usted”

Gaara le dijo aquellas palabras, y estas resonaban constantemente en su cabeza mientras dibujaba. Y de nuevo tenía esa necesidad de hablarle, era como si una fuerza interna en su cuerpo le obligara a acercarse a él para calmarse, esa extraña comezón interna que le causaba malestar de nuevo lo invadía.

Se quedó tan ensimismado dibujando que olvidó las clases de la tarde y faltó a todas; tres siluetas masculinas de espalda, la del centro apoyaba el brazo alrededor del cuello de la izquierda y la de la derecha, más alta, tenía la mano sobre la cabeza de la del centro. Aquella imagen que se le había quedado grabada en el cerebro, finalmente la drenaba sobre el papel y podía descansar de la misma. Necesitaba concentrarse, tenía que aprovechar la conversación que Gaara le había prometido para poder acercarse definitivamente al chico.

 

 

 

 

 

Tres días después del incidente en la parte trasera del instituto, Gaara fue directamente al salón de Sai para hablar con él tal como había fijado, y esperó afuera a que todos salieran para entrar al mismo. Tuvo que deshacerse de la molesta novia de Sasuke y su inseparable amiga Ino, quienes tenían acorralado al chico haciéndole quien sabe cuánta pregunta.

-¿Y mientras Sasuke piensa que darte para navidad, le coqueteas al delegado de tu curso, Sakura? –dijo mientras entraba al salón.

La chica se sonrojó por completo y se disculpó con Sai antes de darse la vuelta, luego se acercó al pelirrojo y le dio un fuerte coscorrón, le gruñó unas palabras que el segundo no pudo escuchar para después salir a grandes zancadas del salón de clases. Gaara rió por lo bajo cuando escuchó la puerta cerrarse y negó con la cabeza, Sakura era demasiado fácil de molestar.

-Vaya, eso si ha sido un golpe bajo –dijo Ino riendo.

-Para lo que me interesa –le dijo encogiéndose de hombros, luego dirigió su mirada al mayor- Sempai, disculpe ¿Esta muy ocupado? Necesito hablar con usted.

-Hum –bufó la rubia- ¿Qué quieres tú hablar con el delegado de “mi” curso? –inquirió la chica viéndolo con ojos entrecerrados.

-¿Y de cuando acá tengo yo que darte explicaciones a ti? No molestes, y piérdete de mi vista.

-Gaara, a una señorita no se le habla de esa forma, y menos si es mayor que tú –interrumpió Sai cuando vio que la chica estaba a punto de renegar las palabras del pelirrojo-. Por favor, Yamanaka-san ¿Sería tan amable de dejarme a solas con el joven? –le pidió y a su vez le sonrió.

La rubia rió y asintió. Se inclinó hacia Sai a modo de disculpa para retirarse y luego se dirigió hacia Gaara.

-¿Ves? Soy tu Sem-pa-i, deberías aprender modales de él –dijo la chica y  riendo, con un aura de triunfo alrededor, salió del salón.

Gaara quedó con el rostro desencajado en una mueca de desconcierto y luego le comenzó a temblar el párpado inferior izquierdo cuando comprendió mejor las palabras de Ino ¿Acaso Ino le estaba diciendo que debía comportarse como un maldito Casanova? Miró a Sai de mala gana.

-Pareces enfermo ¿Te encuentras bien? –preguntó Sai ladeando la cabeza al ver como el menor cambiaba de expresiones en menos de tres segundos.

-Claro que me… -exclamó con voz más alta de la debida pero se cayó de inmediato al notarlo y continuó con un tono más adecuado- Estoy perfectamente bien, sempai.

Si, Sai le caía bastante mal, esa cara de tonto sonriente definitivamente no funcionaba con él, pensó Gaara.

Sai, por su parte, sentía como una especie de cosquilleo en el pecho al ver al chico poner todas esas caras, y era tan intensa esa sensación  que le terminó por alcanzar la garganta. Y entonces comenzó a reír, no entendía por qué pero reía y le causaba una sensación tan agradable en el cuerpo que no podía parar.

-¿Qué es lo que te divierte tanto? –preguntó con brusquedad el pelirrojo- ¿Te estás burlando de mi? –le miraba con ojos entrecerrados.

-¿Divertirme? –respondió a modo de pregunta mientras buscaba parar la risa- ¡No lo sé! Pero es agradable –dijo intentando recuperar el ritmo pausado de su respiración- Discúlpame –Sai se tapó la boca como un vano intento de callarse.

Era algo completamente nuevo para él, era como si cada vez que intentase parar aquel extraño ataque de risa, éste pareciese hacerse más agudo. Y lo peor era que en la medida que Gaara se enfadaba en esa misma medida se hacía mucho más fuerte las ganas de reírse. El pelirrojo ahora si estaba furioso, la manera en la que se estaba comportando el mayor lo estaba sacando de sus casillas y antes de ponerse violento y amenazarlo con estrangularlo con la corbata del uniforme, decidió darse la vuelta e irse.

-¡Espera! –exclamó Sai levantándose y tomándole del brazo- Me disculpo por esto. No era mi intención hacerte enojar –dijo sonriendo abiertamente.

Gaara sintió que convulsionaría en cualquier momento, ese chico le había tocado de nuevo con esa confianza que tanto le molestaba de las personas no cercanas a él. Pero una vez más se contuvo, se había auto impuesto tener más control sobre sus emociones y no dejarse llevar más por impulsos como antes, y por eso mismo se dio la vuelta. Claro, le pediría de manera “amable” que le soltara, pero entonces le abrumó la sonrisa que el mayor tenía en el rostro. Las sonrisas de ese individuo, las veces que había tratado con él y cuando lo veía charlar con los demás, incluso esa que le daba a Ino y a Sakura hacia minutos, le causaban tanto desagrado y tanta molestia que le repugnaban. Pero ese gesto en su rostro le transmitió tanta confianza que por un segundo se sintió confundido.

-Como sea –respondió de mala gana luego de agitar la cabeza, no por esa sensación iba a dejar de estar tan irritado con el mayor-, hace tres días le dije que vendría a hablar con usted, pero antes ¿Podría soltarme?

Ahí fue cuando Sai se percató de que aun estaba deteniendo al chico del brazo e inmediatamente lo soltó murmurando una disculpa y luego le pidió que continuase.

-Bien. No voy a ahondar mucho en el problema, pero le pido que prometa no meterse en este asunto cuando le cuente entre líneas lo que sucede.

“¿Prometer?”

Un fragmento de su memoria le hizo traer al presente el concepto de ese verbo, cuando su abuelo le obligó a hacer esa promesa de silencio absoluto, de no revelar a nadie su verdadera identidad, a manera de protección para ambos.

“¿Qué es prometer?”

“Solamente cumple lo que te digo, y es todo”

Promesa, el diccionario tenía muchas definiciones como “expresión de la voluntad de dar a alguien o hacer por él algo”, o “augurio, indicio o señal que hace esperar algún bien” o también “persona o cosa que promete por sus especiales cualidades”, pensó Sai para sus adentros.

-De acuerdo –respondió sintiéndose un poco confundido por sus recuerdos.

-Tuve algunos percances en la secundaria, y por lo que parece me han seguido hasta la preparatoria. Siempre ando acompañado por los chicos, pero desgraciadamente me consiguieron solo ese día, y bueno, no pude hacer mucho al respecto –dijo encogiéndose de hombros-. Y eso que es aquí dentro –susurró lo último arrugando el ceño.

La atenta mirada de Sai evaluaba cada expresión y movimiento del pelirrojo mientras hablaba, y eso le causaba incomodidad al menor, pues la manera en como era observado hacía que comenzara a trabarse, sentía como si el mayor estuviese tratando de ver a través de las palabras que estaba diciendo.

-¿Y qué fue lo que sucedió en la secundaria? ¿Por qué tanto misterio?

Gaara rió.

-Lo siento sempai, pero eso ni mi familia lo sabe. Ahora, le recuerdo que me ha dado su palabra, y estoy confiando en que usted ni me vio ese día detrás del instituto, ni tampoco tuvimos esta conversación. Con su permiso –dijo Gaara inclinándose un poco a manera de reverencia y se dio la vuelta para salir.

-No me dijiste nada con eso que me has contado –dijo Sai sentándose en la silla de su respectivo puesto-, y simplemente no puedo dejar que cosas como esas sucedan, es decir ¿Cada vez que tienes oportunidad, te peleas con otros? Eso no me parece correcto –agregó.

El pelirrojo se detuvo en la puerta y dirigió su mirada hacia Sai.

-Usted no es nadie para juzgarme –susurró-. Acaba de darme su palabra, así que sólo no se meta en mis asuntos.

-Si sigues… -Sai detuvo súbitamente sus palabras y luego sonrió-, no ganas nada si sigues huyendo –continuó.

De nuevo aquella mueca en el rostro del mayor que tanto a Gaara le desagradaba le fue mostrada con todo el descaro.

-Estaré bien, gracias por preocuparse. Que tenga un buen día –se despidió y salió del salón del mayor dejándolo solo. Sasuke y Naruto lo esperaban afuera, vigilantes de evitar que algún invitado indeseado inoportunamente se acercase y escuchara aquella conversación, y se fue junto a ellos hacia la terraza.

Sai escuchó los gritos distorsionados de Naruto peleando con Sasuke, era obvio que si el pelirrojo no podía andar sólo esos dos siempre lo acompañasen. Mientras escuchaba la escandalosa voz del rubio alejándose, su mente se concentraba en las palabras que le acababa de decir a Gaara.

“No ganas nada si sigues huyendo”

¿Por qué se sentía tan extraño diciendo eso? Un sabor amargo en la boca y una especie de ahogo en el pecho le invadieron, era como si hubiese hecho algo incorrecto ¿Qué era esa sensación? ¿Por qué desde que había llegado a ese lugar experimentaba tantas cosas en el cuerpo y en la mente que aun su entendimiento no lograba comprender? ¿Se estaría enfermando? Se llevó la mano al pecho y sintió como su corazón latía más rápido de lo normal, dejó caer los hombros y suspiró apoyando la mejilla sobre el puño mientras recostaba el codo contra la mesa. Sai se quedó observando a los chicos del club de beisbol calentando alrededor de la cancha, ensimismado en la confusión de sus pensamientos y sensaciones.

 “Perdido”

“Desconcierto”

“Desorganización”

“Desorden”

-Caos –susurró como último sinónimo de entre los tantos que en su cabeza se mezclaban como sopa de fideos.

Sai recostó su frente contra la superficie de la mesa soltando otro suspiro mientras cerraba los ojos. Repentinamente una especie de sequedad intensa le embargó la garganta y por más que intentaba pasar saliva no parecía humedecerse, y además ahora comenzaba a dolerle. Cerró los ojos fuertemente y cuando intentó respirar se ahogó soltando un muy bajo sollozo. Se levantó y abrió los ojos sorprendido.

-¿Qué, qué es esto? –se llevó los dedos a las mejillas y tocó un hilillo húmedo que la atravesaba- ¿Lágrimas?

¿Estaba llorando? Se preguntó Sai ¿Por qué estaba llorando? Y entonces muchos recuerdos de su niñez atacaron su cabeza, se quedó estático en aquel momento que no sabía que había vivido hasta ese instante.

-Tus padres murieron –dijo Danzo-, fueron asesinados y ahora estarás a mi cargo.

Tenía cinco años y lloraba, lloraba a pesar de no entender lo que le decía ese hombre que jamás en su vida había visto. Pero lloraba porque jamás volvería ver a sus padres.

-Soy tu abuelo, estarás bien a mi lado. Ven conmigo…

¿Cuál era su nombre en realidad? ¿Por qué sus memorias solo veían a Danzo moviendo los labios pero no escuchando las palabras que le decía? ¿Por qué solamente sentía ese terrible dolor en el pecho que lo ahogaba? ¿Cómo es que esos recuerdos estaban en su cabeza y no los sentía parte de su vida?

Agitó la cabeza y se puso de pie limpiándose las lágrimas. Salió de ahí directo a la cafetería, necesitaba un poco de agua para pasar el dolor en la garganta, y se dijo así mismo que cuando llegase a la casa le preguntaría a su abuelo sobre esa memoria que almacenaba su cerebro.

 

 

 

 

 

Diciembre había llegado y con ello los exámenes de final de semestre por lo que la mayoría estaban estudiando muy duro para las pruebas. Sai, por su parte, dibujaba bajo aquel mismo árbol al que ya se había acostumbrado a ir, ya no solo cuando estaba abrumado por el ruido, sino también cuando sentía aquella opresión en el pecho junto al dolor en la garganta. A pesar del frío intenso que hacía, él estaba mucho más a gusto en ese lugar, podía evocar todos sus pensamientos en el papel a través de dibujos sin ser molestado. Se puso de pie para regresar al salón pero el sonido de pasos presurosos aplastando el césped con restos de nieve le hizo alertarse. Por el mismo instinto, se escondió cual ninja entre los arbustos y se quedó completamente quieto, incluso su respiración la detuvo.

Sasuke y Naruto aparecieron por la esquina y corrieron hacia el fondo de ese trecho quedando ocultos entre los arbustos. Sai estuvo a punto de salir para saludarlos, pero cuando vio como el primero estampaba al segundo contra la pared, y lo sacudía contra la misma, prefirió aguardar escondido y observar un poco más ese comportamiento tan raro de los dos. Eso le había extrañado ¿No que eran amigos? ¿Por qué se peleaban? La necesidad de querer saber que era lo que decían los chicos le ganó, y con el sigilo que su entrenamiento le había hecho acreditador se acercó lo mejor que pudo a ellos sin ser detectado.

-Desgraciado, no puedes hacer esa clase de comentarios frente a Sakura y Gaara ¡Eres un jodido inconsciente! –escuchó que Sasuke decía entre dientes.

Sai arrugó el entrecejo preguntándose qué era lo que le había dicho, y lo dejó mucho más desconcertado lo que escuchó a continuación:

-Pero te excitaste, así que cállate la puta boca y empieza a “desahogarte” –susurró Naruto entre risas.

Vio como Sasuke se acercaba al rubio al punto de casi tocarle los labios.

-Te la voy a dejar parada, y te vas a quedar con las ganas hasta las siete.

-Y yo te juro que te follaré en medio del salón si lo haces.

-Ni en tus mas salvajes sueños serías el activo.

-Sabes que todo lo que me propongo lo consigo, así que no me jodas con tus arrogancias.

-Maldito…

-Cállate puritano, sabes que amas hacerlo en lugares público. Así que empieza.

Sai sintió acalorada las mejillas cuando los vio ¿Se estaban besando? Había visto películas en las que las parejas se besaban como producto de ese tan complicado sentimiento que se llamaba amor, e incluso había visto parejas en los parques darse besos ¿Pero amigos? ¿Dos chicos? ¿Eso hacían los amigos? La forma en la que se besaban no se parecía en nada a aquellos besos tranquilos que en algunas oportunidades había visto. Y entonces la corbata le había comenzado a molestar cuando vio como Sasuke le besaba el cuello al rubio y le metía la mano en el pantalón, haciendo al otro morderse la mano mientras gemía por lo bajo.

Sai sintió su pulso acelerado, y le costaba mantener la frecuencia respiratoria baja. Debía irse de ahí lo más pronto que podía, su razón le decía que no era correcto observar aquello y que lo mejor era huir deprisa antes de que fuese descubierto. Así que con el mismo sigilo que se acercó, se alejó, y con suma rapidez atravesó el pequeño rellano que separaba los árboles de la pared del instituto, y se perdió hacia la esquina siguiendo directo hacia la entrada lateral del colegio.

El chico mantenía su mirada en el suelo caminando con suma rapidez, a pesar del intenso frío que hacía necesitaba echarse agua en la cara porque la sentía arder, y no precisamente por la baja temperatura. De camino al baño se tropezó con Gaara sin darse cuenta.

-Lo siento –susurró levantando el rostro y viendo a Gaara, lo que le hizo acelerar mucho más el pulso. El pelirrojo le miró con el entrecejo fruncido entre sorprendido y molesto.

-Sai-kun ¿Estás bien? –preguntó la acompañante de Gaara, que no era otra sino Sakura- Tienes las mejillas rojas y luces nervioso ¿Ocurre algo malo?

¿Qué hacía Sakura acompañando Gaara? Se preguntó.

-¿Nervioso? ¿Cómo que nervioso? Yo no estoy nervioso –dijo sin pensar, sacudió la cabeza para ordenar sus ideas y se disculpó-. El frío… está haciendo mucho frio. Todo está bien, sólo necesito ir al baño –se inclinó y les pasó de largo.

-¡Espera! ¿No has visto a Sasuke? –preguntó la chica dándose la vuelta.

Sai se quedó paralizado en ese mismo instante no sabiendo bien que responder.

-El idiota de Naruto le molestó y comenzó a seguirlo para golpearlo –rió-, pero ya llevamos rato buscándolos y no los hemos conseguido.

El mayor tragó duro cuando la imagen de ambos chicos besándose como si no hubiese un mañana le llegó a la cabeza, y lo primero que salió de su boca fue:

-N-no lo sé, lo siento, debo irme –y apresuró los pasos al baño.

-¿Qué le pasará? –preguntó Sakura viendo al chico perderse por uno de los correderos.

-No lo sé, el delegado de tu curso es extraño. A veces parece un muñeco vacío y otras veces parece un chiquillo, es demasiado excéntrico, y me molesta.

-¿Sai-kun? –preguntó ella viéndolo extrañado y luego rió- Sai-kun es el chico más respetuoso y simpático que he conocido, no veo como excéntrico a alguien que tiene nuestra edad y se comporta como todo un príncipe.

Gaara puso los ojos en blanco y negó con la cabeza llevándose la mano a la frente.

-Que superficial eres Sakura –susurró.

-¿Qué dijiste? –preguntó ella apretando la mano en señal de advertencia.

-Nada –bufó-, busquemos a tu estúpido novio y a su infantil amigo.

Sai llegó al baño bastante agitado y se dirigió directo al lavamanos, abrió la llave y comenzó a empaparse el rostro con agua repetidas veces, se vio en el espejo y observó su cara mojada.

-¿Por qué reaccionaste así? –preguntó a su propio reflejo- Debes mantenerte sereno ante situaciones que no conozcas –repitió las palabras que su abuelo le había dicho.

El chico cerró los ojos y respiró profundamente repetidas veces, mentalmente contaba hasta donde los números fuesen capaz de calmarlo. No tenía por qué alterarse, ellos no parecían estar peleando, ni tampoco disgustados por lo que hacían. Pero ¿Qué era aquello que había sentido? Ese calor tan repentino que le invadió el cuerpo y que le causó cosquilleos en sus genitales no le había pasado nunca viendo a alguna pareja besarse ¿Por qué al ver a esos dos si?

Cuando Sai llegó a casa se encerró en su habitación sin si quiera avisarle a Danzo que había regresado, de igual forma el hombre le había pedido que solamente le hablase si era de la misión, de lo contrario no quería ni ver su presencia cerca. Tampoco es que le importase mucho, ya había sucedido anteriormente cuando intentaba preguntarle sobre sus padres al viejo; siempre terminaba aturdido por los gritos de “no preguntes cosas innecesarias” y con un cardenal adornándole la mejilla.

Dejó sus cosas sobre la cama y se metió en su laptop, ahí comenzó a investigar en la red sobre lo que había visto.

Homosexualidad.

Claro, esa relación entre individuos del mismo sexo en la que comparten una filiación sexual o amorosa entre ambos. No era que los amigos simplemente se besaban y se tocaban de esa forma porque si. Cómo pudo haber olvidado ese tema, alguna vez había leído sobre ello cuando escuchó hablar a aquellas mujeres en un bus de San Francisco sobre cierta ley que permitía el matrimonio entre homosexuales, y esa palabra le había causado tanta curiosidad que había decidido buscar sobre ella. Le había parecido que era mas de lo mismo, solo que entre dos hombres o entre dos mujeres, y no le tomó mucha importancia dejándolo almacenado en su memoria, solo como conocimiento sobre cultura general.

Pero en ese momento le interesaba mucho más porque se trataba de los amigos del hijo del coleccionista. Aprovechó y buscó también sobre las molestias que estaba sintiendo, leyó sobre cosas como ansiedad, depresión y tristeza, la gran mayoría de esas sensaciones que experimentaba se asemejaban bastante a esas emociones que ahí describían, pero ¿Cómo era el capaz de sentir eso y no saberlo? Se suponía que él mantenía el control de sus sentimientos, y no ellos de él, eso era lo que le habían enseñado durante años. Arrugó el entrecejo cuando leyó sobre la excitación y toda aquella lectura fue llevándolo a un documento pdf sobre las fases sexuales humanas.

Entonces eso era lo que le había sucedido, la estimulación visual y psicológica que le produjo la imagen de Sasuke y Naruto besándose le había acelerado el ritmo cardíaco, pero no había tenido una erección de su pene, como explicaba ese documento, sino una especie de cosquilleo en el mismo. Vaya que su propio cuerpo lo sorprendía cada día más, definitivamente ese instituto estaba afectándole la razón, no solo a su mente, sino al propio control de toda su anatomía.

Fue entonces cuando aprendió más sobre esas palabras que había leído alguna vez; eyaculación, sexo y masturbación.

Pero lo que más había desconcertado a Sai fue a la mañana siguiente cuando despertó de aquel extraño sueño; estaba haciendo lo mismo que Naruto y Sasuke hacían pero con Gaara, estaba besándolo y le manoseaba sin pudor sus partes íntimas. Tenía el pijama manchado y su pene estaba más grande y más duro de lo normal, como cuando tenía demasiado frío pero un poco más grande. Se levantó e hizo una mueca al sentir aquella parte mucho más sensible de lo que solía estar, y caminando con cuidado se dirigió al baño para limpiarse y darse una ducha. Encontrándose desnudo vio su miembro erecto y enrojecido, se preguntó cómo rayos le hacía para que regresase a su estado de flaccidez. Se metió a la regadera y abrió el agua caliente con la fría para ver si con el agua lograba que se bajase.

Sai tomó con la mano derecha su pene y su respiración se cortó ante el contacto, aquel suave cosquilleo que partió de ese lugar y se le regó por el cuerpo le causó una sensación de bienestar bastante agradable. Y entonces recordó que en el sueño cuando tocaba a Gaara de aquella forma parecía estar disfrutándolo, tal como Naruto parecía hacerlo. Deslizó los dedos alrededor de su miembro con suavidad mientras aquellas corrientes seguían diseminándose por su cuerpo, e involuntariamente movió su mano más rápido y de arriba hacia abajo. Su respiración se aceleró y los ojos se le cerraban solos a medida que ese cosquilleo se hacía más intenso, y una especie de desesperación por sentir más, comenzaba a embargarle el cuerpo. Se dejó guiar por sus instintos y aceleró el movimiento de su mano, ligeros sonidos como suaves gemidos salían de su garganta y la imagen en su cabeza del sueño con Gaara se reproducía mientras se tocaba de aquella forma.

Cerró los ojos fuertemente, soltó todo el aire que había contenido en sus pulmones y se recostó contra la pared cuando una intensa oleada de corrientes y calor envolvió todo su cuerpo, y mientras, sentía como su pene palpitaba entre sus dedos. Cuando recuperó nuevamente el control de su cuerpo vio un líquido blanquecino disolverse en el agua e irse por el desagüe junto a ella, vio que su pene recuperaba su normal estado poco a poco y ahí fue cuando notó restos de ese mismo líquido en la punta.

En ese instante fue cuando todo lo que había leído esa noche le llegó de golpe a la cabeza, lo que había expulsado por el pene era semen, había eyaculado, se había masturbado y había experimentado lo que era un orgasmo.

-Intenso –murmuró parpadeando varias veces y respirando profundamente. Se metió por fin bajo el agua para mojarse el resto del cuerpo.

Pero el haber hecho todo eso junto al sueño que había tenido, le había inyectado poder a su curiosidad, y ahora tenía necesidad de saber que se sentía si tocaba a Gaara de esa forma en la realidad ¿Se dejaría? ¿Y si le preguntaba? ¿Se enojaría? Naruto y Sasuke también eran amigos y ninguno estaba enojado por tocarse entre ellos ¿Por qué Gaara y él no hacían lo mismo?

Claro, aun no soy su amigo, pensó Sai.

¿Y si le decía a Gaara que le gustaba? ¿Se enojaría? ¿O accedería?

Muchas preguntas rondaban en la cabeza de Sai, su curiosidad estaba al máximo y quería satisfacer todas sus dudas con correctas respuestas. Quería experimentar todo aquello, era una extraña sensación, era como si no lo hiciese no estaría completo.

Ansiedad. Tenía de nuevo ansiedad.

Notas finales:

¡ESQUIZOFRENIA PARANOIDE!

¡Señorita! ¡Mis errores! No los veo pero... ¡Sé que ahí están!

*Se va al rincón*

 


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