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Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Un amor que cicatriza heridas por gabbana

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Notas del capitulo:

Estoi muy animada escribiendolo e intentando llenar poco a poco la intenret con fanfics yaois en español de Sengoku Basara XD ya hacen falta!

Aqui el segundo capitulo! disfruten :)

Su cuerpo estaba entumido, ya ni siquiera sentía la punta de sus dedos. Su yukata negra ya había llegado a formar parte de su propia piel por lo apegada que estaba a esta y sus oídos habían dejado de escuchar las fuertes gotas de agua que chocaban contra su cuerpo y a su alrededor. Ya no le importaba nada. No le importaba estarce congelando ahí o ensuciándose con el barro que salpicaba a su lado, lo único que deseaba en ese momento, era recibir un golpe de Oyakata-sama, un reto de Oyakata-sama, un “bien hecho” de Oyakata-sama, una fuerte risa de Oyakata-sama… pero en cambio, no había nada más que una lapida en frente suyo, una lapida con el nombre de su señor…

No podía dejar de traer a su mente ese momento en el que estaba entrenando con Oyakata-sama, por petición propia. Entrenaban en el Dojo solo a golpes y ni siquiera pudo darse cuenta del gran esfuerzo que su señor estaba haciendo, no pudo darse cuenta que tras esa sonrisa había una especie de despedida. Por qué!? Porque no se detuvo!? Porque Oyakata-sama no le dijo algo!? Por qué él no se pudo dar cuenta!? Verlo caer lentamente sobre el piso de madera y no responder a su llamado… había corrido hacia él y en su rostro solo vio una sonrisa.

“Oyakata-sama! Oyakata-sama!? Está bien!? Por favor dígame algo, Oyakata-sama!!”

“Yuki-mura… te has… convertido en un… gran guerrero”

“Oyakata-sama por favor no se esfuerce! Traeré ayuda!” se levantó pero fue detenido por el mismo tigre de Kai. “Oyakata-sama?”

“No es… necesario… Yukimura… recuerda todo lo que… te he enseñado, recuerda… que eres un gran hombre, no importa… cuándo ni… dónde……” y con esas últimas palabras, sus ojos se cerraron lentamente, soltando el agarre que había hecho en el brazo del menor.

“Oya… Oyakata… sama??... Oyakata-sama… Oyaka… OYAKATA-SAMA!!!!! OYAKATA-SAMAAAA!!!!”

 

Ya no sabía si lo que caía por sus ojos eran sus lagrimas o la lluvia, ya no sabía cuanto tiempo llevaba ahí, ya no sabía qué haría de ahora en adelante… sin Oyakata-sama a su lado se sentía perdido, tenía… tenía miedo…

Y no supo si fue su imaginación o el delirio… pero escuchó que alguien lo llamaba con insistencia, repitiendo su nombre una y otra vez.
Levantó su cabeza hacia la lápida con ojos incrédulos y aun seguía escuchando ese llamado que se confundía con la lluvia que caía a su alrededor.

Yukimura.

- O-Oyakata-sama?- preguntó el pelicafe con sus ojos algo empañados, no pudiendo ver con claridad más que manchas borrosas, pero en ese especie de delirio sintió que había alguien detrás y con lentos movimientos se giró sobre el fango, pudiendo distinguir una figura parada frente a él.

- “Yukimura!!”

La voz se escuchaba distante, casi inaudible dentro de su cabeza y la visión borrosa no lo ayudaba distinguir quién era, por lo tanto su mente jugó cruelmente con él. 
Frente a sus ojos un destello rojo apareció, dándole la forma de Takeda Shingen, quien tenía su traje de guerra puesto con los brazos entrecruzados sobre su pecho y una mirada severa.

- OYAKATA-SAMA!- le llamó su aprendiz con alegría, no pudiendo creer lo que veía o lo que creía ver.

- “YUKIMURA! QUE CREER QUE HACES AHÍ SENTADO!? SI SIGUES ASÍ NO LOGRARÁS NADA!”

- P-pero Oyakata-sama! Yo haré todo lo que me pida! Siempre y cuando no me abandone!- dijo con vacilación al mismo tiempo que se levantaba del suelo con un movimiento tembloroso.

“Yukimura, que acaso no has aprendido nada!? Demuéstrale a todos de lo que eres capas! Demuestra que eres un tigre con los colmillos afilados! Los colmillos que yo mismo forje!”

- Oyakata-sama…!- nuevas lagrimas surcaban por sus mejillas al escuchar las duras palabras de su señor y alargaba uno de sus brazos para poder alcanzarlo inútilmente.

“Ahora es tú turno… Yukimura… ”

- Oyakata-samaaa!

“Hazme sentir orgulloso…”

Y frente a esas últimas palabras, la imagen del gran tigre de Kai comenzó a disiparse frente a los ojos del pelicafe, quien caminó con una lenta desesperación hacia aquella figura que se desvanecía, pero el fango y la mojada yukata que se enredaba en sus pies provocó que se tropezara y a punto estuvo de caer sobre todo ese lodo si no fuera por que alguien lo sostuvo con fuerza, abrazándolo de manera protectora, sintiéndose por un momento a salvo de todos sus miedos.

- Yukimura!

Aquella voz lo llamaba nuevamente, pero sabía que ya no era la voz de su señor. Levantó la mirada hacia arriba con gran esfuerzo, intentando divisar de quién se trataba, quien lo sostenía, quien lo hacía sentir así, pero no vio más que una figura borrosa y ya no pudiendo mantener los ojos abiertos se dejó caer en un profundo sueño en donde el dolor, la angustia y la lluvia desaparecían.

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Llevaba ya dos días en las tierras de Kai junto al convaleciente cuerpo del único hombre que le hacía sentir una especie de desesperación en esos momentos. 

Verlo delirar bajo la lluvia, llamando al viejo Takeda como si estuviera ahí mismo y ver como sus ojos se cerraron y no volvieron a abrirse tras su llamado le hicieron sentir una gran desesperación, y por qué negarlo? También algo de miedo.

Sabía que Sanada Yukimura estaría mal por la pérdida de su comandante, ya que había sido testigo de la caída del tigre cuando luchaban contra el rey demonio y de como eso había afectado de gran manera las decisiones del joven guerrero, pero ahora el caso era diferente, ahora lo había perdido para siempre.

Shit… esto no pinta nada bien…- susurró Masamune mientras permanecía sentado a un lado de Yukimura quien aun no había despertado a causa de la alta fiebre que le produjo estar bajo la lluvia toda la noche y madrugada.

Miró de soslayo aquella lluvia. 
Realmente la detestaba, no dejaba de caer en ningún momento. Cuando parecía que finalmente acabaría se largaba a llover otra vez.

Un leve quejido hiso que su vista se girara otra vez al futón donde estaba Yukimura y pudo ver como este se removía entre sueños con el entrecejo fruncido. Inconscientemente llevó su mano hacia su frente, comprobando que la fiebre aun hacia mella en él y tomando un paño que se encontraba en una cubeta a un lado, lo estrujó y lo colocó sobre la frente del menor, apaciguando un poco sus quejas.

Se demoró más de lo que hubiese deseado al retirar su mano de la frente del otro y sintió una extraña sensación en la boca de su estomago al comenzar a analizar todo lo ocurrido.

En cuanto Kojuurou le dijo que Takeda había perecido, no lo pensó ni dos segundos y partió a las tierras de Kai, dejando a sus hombres el cuidar de sus tierras y dejando cualquier duda atrás, y ahora llevaba días ahí sin hacer nada más que velar el sueño del otro. 
Se empezaba a cuestionar acerca de qué era lo que lo hacía ir constantemente hacia Sanada Yukimura, qué era lo que le atraía tanto de ese hombre tan diferente a él.

No conocía mucho de Yukimura, en realidad no conocía nada, lo único que sabía es que era el mejor guerrero con el que había combatido y el único que le hacía sentir una emoción desmesurada al pelear. Le gustaba ver como sus ojos y hasta su propio cuerpo parecían transformarse en vívidas llamas, como cada palabra que salía de sus labios y cada gesto estaban llenos de fortaleza y de un idealismo puro, como el de un chiquillo que está decidido a hacerlo todo en la vida y de seguir con sus sueños con la misma fuerza inextinguible que profesa en sus peleas. Sabia que aunque su cuerpo se cansara en batalla, su alma ardía cada vez más y era eso lo que más le entusiasmaba de Sanada Yukimura. Tiene un alma ardiente, incluso más ardiente que el mismo sol, y es ese fuego interno que lo estremece en cada encuentro, el mismo fuego que lo perseguía a todos lados aunque Sanada no se encontrara serca. 

Sentía una gran admiración hacia su forma de ser y a su espíritu de batalla, pero al mismo tiempo le temía, por que un guerrero tan bondadoso como él no tenía muchas esperanzas de vida en esa era llena de batallas sangrientas, pero perderlo no era una opción ya que simplemente no se imaginaba su vida sin el pequeño tigre de Kai.

Era extraño, había pensado en eso un millón de veces, pero nunca lo quiso creer. No se supone que no quieres que alguien muera cuando ese alguien es una persona querida? El miedo de perderlo por el simple echo de no poder volver a ver sus flameantes ojos o su vibrante fuerza… acaso era solo eso? Pocas habían sido las veces que estuvo con él sin una pelea de por medio o peleando ambos en el mismo bando y había descubierto al gran guerrero que él era y el puro corazón que poseía, y tal vez era esa pureza lo que lo hacía débil en algunos momentos. Para ser un gran guerrero se debe ser de sangre fría, como lo era él, pero pensar en que Yukimura pudiera comportarse fríamente era algo que no podía ni quería imaginar, ya que el calor de su corazón era su propia esencia, la cual se potenciaba cada día que pasaba y se hacía más fuerte.

La forzada respiración del menor comenzó a regularse poco a poco, lo cual le izo despertar de sus pensamientos y volver nuevamente a la realidad. 

No supo qué era lo que le pasaba a su cuerpo, ni en que momento se movió mientras estaba sumido en sus pensamientos, pero ahora que su mente estaba despejada se sorprendió al ver que tenía el rostro de Yukimura justo frente al suyo. Su cuerpo se había inclinado hacia él y estaban a escasos centímetros. 

Sintió su acompasado y cálido aliento sobre su rostro y sentía como el calor de su cuerpo afiebrado lo envolvía, viendo como las mejillas del menor se encontraban sonrojadas por la fiebre y sintiendo como  las suyas se sonrojaban por tenerlo tan cerca, tentándose de una manera que nunca pensó sentir al mirar directamente a sus labios entre abiertos. 
Como si hubiese sido hipnotizado, cerró su ojo y se dejó llevar por completo, pero justo antes de rozar los labios del otro, el joven tigre dejo escapar un leve suspiro con un nombre en especial que se le había escapado entre sueños, provocando que el dragón volviera a abrir su ojo desmesuradamente al no creer lo que oía.

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Sasuke se acercaba a la habitación con una bandeja de té entre las manos. A punto estaba de deslizar la puerta de la habitación de su Danna cuando ésta se deslizó fuertemente, sorprendiéndose al ver a Date Masamune salir rápidamente de aquel cuarto con el rostro algo perturbado y… sonrojado?

Lo miró con una ceja arqueada, sin entender muy bien el por que de su comportamiento, pero al voltear su rostro hacia la habitación pudo ver a su señor aun dormido y una sonrisa discreta apareció en su rostro.

Se introdujo a la habitación con sumo silencio, cerrando detrás de si para acercarse al chico tumbado en su futón, dejando la bandeja con té a su lado.

Divisó el paño húmedo sobre la frente del otro y con alegría comprobaba que la fiebre estaba bajando y que ahora la respiración de Yukimura era regular. 

Ya llevaba siete días en ese estado, el médico le había dicho que necesitaba descansar, que era lógico que enfermara después de casi no comer y de haber estado expuesto a tal desgaste emocional y a la intensa lluvia, aunque ciertamente en ningún momento dejó de preocuparse, ya que era la primera vez que Yukimura enfermaba. Desde niño siempre fue muy sano, y tenía miedo de que esta fiebre fuera el comienzo de algo peor. Existía el miedo de verlo despertar y ya no encontrar a la misma persona que era antes. Pero tenía esperanzas en que volvería a la normalidad, ya que junto a ellos se encontraba un dragón tuerto que al parecer sería de mucha ayuda.

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Masamune caminaba sin rumbo fijo por los establecimientos de Kai, sin pensar y pensando mucho al mismo tiempo. 
Se detuvo al no saber a donde ir y finalmente se sentó en el piso de madera del corredor. 

Se sentía molestamente nervioso y confundido. Aun sentía ese ardor en las mejillas y ya se imaginaba lo rojo que debía de encontrarse su rostro en esos momentos, pero, por qué estaba tal alterado? por qué su corazón latía así de fuerte? por qué no podía dejar de recordar el momento en que Yukimura susurró su nombre entre sueños como si fuese la cosa mas increible y especial del mundo!? 

“Masamune-dono…”

Cerró su ojo con fuerza y se llevó una mano a su rostro para ocultarlo al sentir sus mejillas arder.

Yukimura lo habría llamado dormido, acado había estado soñando con él? Y de ser así, qué estaría soñando?

- Qué demonios…!- se maldijo a si mismo al no tener el control de la situación. Es que simplemente no sabía qué era lo que le pasaba con Sanada Yukimura! por qué se pondía así de idiota por algo tan minimo y banal como eso!?

- Masamune-sama? – le llamó una voz  a sus espaldas, haciendolo sobresaltarse levemente.

- Eh? Kojuurou?- se volteo a mirar a su sub comandante, pero en seguida giró su rostro hacia adelante, recordando que aun tenía sus mejillas rojas.

- Qué es lo que le ocurre Masamune-sama? Se encuentra bien?

- Si, si! Todo bien! – dijo rápidamente con un tono de falsa molestia. Quería evitar ser descubierto por su ojo derecho.

- Masamune-sama?

- Qué ocurre Kojuurou? No ves que estaba… meditando?

- Oh, lo siento Masamune-sama, es solo que llegó una carta desde Oshuu.

- Ha? Una carta?- finalmente se volteó a ver a su sub comandante con el ceño fruncido- Qué ocurre?

- Al parecer unas tropas extrañas andan rondando nuestras tierras. Sus soldados los han mantenido al margen y no han atacado, pero aun así es peligroso, creo que lo mejor es que regresemos para evaluar la situación.

- Regresar?- preguntó exaltado el dragón al mismo tiempo que se levantaba y miraba directamente al otro- No deben de ser mas que unos simples bandidos, nada que mis hombres no puedan solucionar!

- Pero, Masamune-sama…!

- No voy a regresar para lidiar con un grupo de débiles!- dijo molesto a la vez que se volteaba y se alejaba del otro por el corredor.

Kojuurou miró a su comandante muy confundido y asombrado. Había pensado que su señor accedería de inmediato al escuchar que sus tierras estaban siendo vigiladas por tropas extrañas, pero había reaccionado de manera opuesta.

- Algo no anda bien… -  a la mente del mayor llegó el recuerdo de cuando su señor llevó en brazos a Sanada después de que éste se desmayara y cómo Masamune mostró una preocupación tan impropia de él. En su momento lo dejó pasar por toda la conmoción, pero ahora que lo había recordado, mas la extraña actitud de su señor, lo hacía creer que ahi algo mas profundo estaba pasando- Masamune-sama… - Susurró Kojuurou al ver como su comandante se alejaba por el pasillo con pasos pesados- Acaso todo esto es por el joven tigre…?

Notas finales:

Espero sigan leyendo mi fic! :o espero comentarios *.*


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