Kohinata An se encontraba cerca de aquella mansión donde obviamente un escándalo está siendo llevado a cabo, observar ese lugar envuelto en polvo le hacía recordar cosas sin sentido.
—No es como si me opusiera sabes, pero deberías considerar que estas yendo en contra de la familia…— Tsumori era una persona calmada, en cuanto a su grupito respectaba la única que claramente destacaba era An-chan, una chica sumamente ambiciosa llena de remordimientos, culpas y otras cosas de las que él personalmente no sabía.
—Tsumori… a veces pienso que Hiroki-chan es muy peculiar — ahí estaba de nuevo ese tema.
— ¿De verdad? — debía desviar el tema ya o quería hablar más o si no las cosas no terminarían bien.
— ¿A quién escoges? ¿A mí o tu amiguito? — ante el comentario el solo podía poner un gesto de disgusto, debido al pasado que compartía con la chica era muy difícil que le fuera a traicionar.
— ¿No es obvio?, Ahora vamos que ya todo está dicho — su semblante se endureció lo suficiente para que la chica se subiera al auto, debían ir rumbo a su destino, disfrutaba poner en un dilema a las personas, cada vez más se acercaba a su objetivo, de solo recordar todo lo que había hecho una sonrisa le cruzaba el rostro.
Todo lo que había planeado estaba saliendo mejor de lo que esperaba, desde el principio pensó en acabar con todos los escalones que le estorbaban
Asahina, el tono que le daba tanta pena, enamorado de un inútil florista, fue tan fácil amenazarlo, tan fácil deshacerse de él, pero prefería tenerlo de aliado, pues quien contaba con los mejores recursos era él.
Pues sabía que con la amenaza de que su amado fuera cruelmente lastimado había accedido a casarse con ella, todo para que en un futuro otro de los escalones callera.
Kirishima, fue un poco más difícil pero lo consiguió a base de una mentira, esa mujer que decía amarlo en realidad ella la había contratado para acabarlo y lo logro, con el solo propósito de darle algo que amar, porque no había alago que te derruyera mejor que el amor, el plan salió mejor de lo que esperaba. Ahora tenía a un engendro que le daba grandes beneficios.
Sintió como el coche se paraba, al bajarse podía ver que se estaba armando todo un desastre en ese lugar.
—Aun puedes arrepentirte —
—No, tú eres el único que está a punto de arrepentirse si no sigues mis instrucciones—ya no tenía más que decir en ese mismo instante entraron al lugar en busca de lo que necesitaban.
Cuando Yukina estaba a punto de darle la mano a su hermano para asegurarle que ambos saldrían vivos de esas situación, pero de pronto escucho algo que lo dejo helado.
Uno, dos, tres… solo pudo ver el cuerpo de su hermano desplomarse en la nada, hasta hace unos instantes todo parecía ir bien.
— ¿Qué esta pasado? — le pregunto as u hermano una vez que estaba lo suficientemente cerca como para tomarlo de la mano.
—Lo… siento— le costaba respirar — al parecer fui envenenado sin que nadie se diera cuenta, ¿Ves? Te dije era buena, no sé en qué momento fue — le costaba trabajo pasar la saliva.
Su cara demostraba que su respiración acortada, sus ojos comenzaban a tonarse rojos.
Sus empleados corrieron a ayudarle, mas sin embargo ya no pudieron hacer nada, el sonido existente de la perdida quedo grabado el corazón de Yukina, apenas había podido encontrarlo cuando sin pensarlo ya lo había perdido.
—Haru… ¡Haru!— grito lo mas que pudo en el lugar, algunas lagrimas cayeron de sus ojos esperando no ser vistas por nadie.
—Ah…— Miyagi iba a decir algo pero su jefe lo detuvo, ese no era el momento, aun no era el momento, y sinceramente no sabía cuando seria el momento.
—La viuda negra…— se escucho una voz que provenía de enfrene suyo, una chica de largo cabella conservaba la situación — si quieres venganza debes saber su nombre: Kisa Shota, si te preguntas como lo sé, es simple yo también fui su víctima — en ese momento no sabina que decir, al ver a An no la reconocían en la lista de los más buscados, ni siquiera parecía tener un perfil criminal.
Así como llego se fue, pensando en que las cosa no podrían salir mejor, y con eso el cuarto escalón estaba superado, Yukina Haru y toda la culpa la cargarían los inútiles de los asesinos, tres escalones menos, ahora solo faltaban los ladrones.
Hiroki, Misaki, Shinobu, tres más que pronto caerían cuando se anunciara que Ijuuin era el nuevo líder, de solo pensar en sus caras le daba demasiada risa, en realidad nada de lo había pasado era culpa de su amigo , sin que ella estaba detrás de cada uno de los incidente.
Todos sus objetivos se estaban cumpliendo y no podía sentirse en mejor forma, pronto pasaría uno mejor, Hatori y el único que podía destronarla de su ahora reino: Chiaki, si tan solo se pudiera deshacer de ambos a la vez, estaría completamente realizada, no le tenía miedo a Shinobu mucho menos a Kisa, que con lo recién ocurrido estaba segura de que la policía se encargaría de ellos.
Chiaki era su único problema.
Debía dirigirse a donde estaba el piano e ir corriendo con su adorable esposo ya el era quien conocía la historia del piano, pero antes de eso debía hacer algo.
—Tsumori, mata a Hiroki quieres — sonrió mientras abría una enorme puerta, dentro de ella el piano original-
—Si es lo que quieres — anuncio lleno en otra dirección. Este dio un gran suspiro, realmente aunque esa mujer le daba miedo, con esa cara de inocente que al parecer no rompía ni un maldito planto, ya había roto la alacena entera.
Camino no muy seguro de lo que estaba a punto de coocurrir pero fuera lo que fuera jamás se lo perdonaría.
Todos estaban a la expectativa de lo que podía pasar a continuación, el piano ya no estaba y eso solo quería decir una cosa: Les vieron la cara.
—Ya habrá tiempo para pensar positivamente, ahora hay que buscar el maldito piano — se levanto totalmente histérico Hiroki quien ya estaba harto de que los asésenos idearan un plan.
—Por favor calma — pidió Ritsu — es obvio que alguien nos tendieron una trampa, nuestra misión se suponía en robar el piano que estaba escondido en este lugar.
—Pues vaya formad e hacerlo — Kisa se río de sus compañeros.
—Cállate Kisa — le dijo Hiroki.
—Ahora no hay tiempo de eso, de todas formas nosotros llegamos primeo, a si que a quien molestaron fue a nosotros y pronto obtendremos nuestra venganza — auguro Shinobu quien ya estaba más que harto de la situación, trabajo tanto para nada.
—Debemos tener cuidado — la voz de Chiaki resonó en la habitación, ese chico cuando se tornaba serio era porque eventualmente algo malo pasaría.
— ¿De qué hablas? — pregunto Kisa de igual manera preocupado.
—An está en ese lugar — todos se pudieron en guardia, ella no aparecía en ningún lugar sin haber planeado algo ya hora que lo pensaba esos últimos días se los había pasado relajada, principalmente después de haberle quitado a Kirishima uno de sus más preciado tesoros.
—Veo que todos están reunidos en este lugar — para disgusto de casi todos alguien conocido apareció.
—Tsumori — dijo Hiroki impresionado por la aparición de su amigo, porque ambos compartían una buena amistad, siempre habían estado él una para el otro sin importar las circunstancia, pero por lo visto esto ya no se aplicaba mas.
Todos observaron como este se acercaba al castaño quien cubierto con lo de siempre solo pude sentir como un aquella mirada fría junto al metal de esa arma que ahora estaba en su frente le calaba la piel.
—Duerme bien mi querido Hiroki — con algo de miedo todos observaron la escena, una en la que posiblemente muchas cosas se desatarían.
—Chiaki…—susurro uno de ellos.