Hiyori: Una niña bastante dulce y peculiar, vive con sus padres en Paris, una ciudad de múltiples colores, a lo largo de su vida ha sentido que el mundo es una bola dulce de algodón. Su padre es la persona más importante para ella, su madre por otra parte ocupa un lugar en su corazón, mas siempre se ha preguntado ¿Por qué la ignora? Cada vez que intenta acercarse siempre recibe desprecio o una que otra palabra amable.
Ahora está en su cuarto mirándose al espejo, pesando, agradeciendo que mañana sea su cumpleaños. Por tercera vez vería a su abuelo, porque siempre le habían dicho que ese hombre era su abuelo, por lo que lo acepto sin problemas. Cepilla su cabello muy suavemente, las sirvientas le han enseñado a ser un tanto independiente, mira a su alrededor, su cuarto color rosa y su cama con un bueno numero de oso que le ha regalado su padre.
Se siente algo intranquila, sabe que mañana será un día importante, pero aparte de esos no le da un buen presentimiento el hecho de que la fiesta será sin ninguno de sus amigos, puesto que era una reunión familiar, no se permitiría que extraños llegaran sin avisar, además de eso, sabía que en realidad la fiesta estaba más enfocado en que el líder de la familia estaría en esa fiesta.
En realidad no le importaba, solo quería un momento a solas con su padre y madre, aunque la última no hubiese estado en ninguna de sus otras fiestas de cumpleaños.
Le daba curiosidad de vez en cuando el por qué no se parecía a sus padres, le parecía interesante como es que a veces pueden no parece serse a otros familiares. Con eso en mente comenzó a pensar que tenía que ir a dormir, no debía estar despierta tanto tiempo o no podría rendir bien en ninguna de sus actividades del día de mañana.
— ¿Aun despierta? — noto cuando su padre entro por la puerta para dale un beso de buenas noches.
—Lo sé, son los nervios, nunca había tenido una fiesta tan grande — aseguro sintiéndose muy feliz de que su padre siempre pensara en ella a pesar de tener mucho trabajo.
—Ven, vamos a la cama, mañana es tu cumpleaños y lo menos que queremos son ojeras — sonrió dulcemente cuando Hiyori inmediatamente obedeció, no cabía duda de que era una buena niña, dentro de sí la culpa iba creciendo, pues tan buena niña era testigo de uno de los acontecimientos más horribles, todo por culpa de ese libro.
— ¿Me lees un cuento? — pido sacando a Hatori de sus pensamientos.
—Claro, ¿Cuál quieres?...— espero la respuesta de la pequeña hasta que esta menciono.
—La Ada y el Rey — un cuento bastante infantil pensó.
—Buena elección, por cierto…— no pensaba en otra cosa más que desde que entro a la habitación de que la pequeña estaba demasiado tranquila, generalmente le preguntaba bastante sobre el libro de “Hallen-Hill”, mas nunca obtenía respuestas clara, ese era su trabajo , mantener a salvo el libro y de paso a Hiyori.
— ¿Algún día me leerás este? — hay estaba, ese pequeño artefacto de tapa dura que contenía un misterio más que revelar.
—Me temo que no, sabes que fue un regalo especialmente para ti — intentaba sonar como un padre comprensivo que espera que su hija entendía el por qué no podía tocar ese libro.
—Está bien, pero algunas partes no las entiendo — resignada volvió a poner el libro cerca de su cama, por petición de su abuela ella no tenia permitido salir sin su libro — ¿Mamá cuando vuelve? — a Hatori le partía el corazón el simple de echo de mentirle a una niña. Mas cuando se trataba de su madre, esa mujer se había encargado los últimos años de ver a su pequeña niña como un objeto, porque en realidad era eso, el objeto con el acabo con su enemigo; Kirishima, suspiro queriendo mantener la compostura.
—Pronto…— An no estaba preparada para ser madre en ningún sentido, simplemente le quito a la bebe a Kirishima para hacerle sufrir, fue una total sorpresa cuando esa pequeña fue entregada precisamente a él, aun recordaba el dolo en la mirada del padre de Hiyori, aun podía sentir la impotencia que se apoderaba de él, como había deseado poder ayudarle, pero no podía, en lugar de eso se encargaría de que la pequeña siempre tuviera amor.
—Mañana es mi cumpleaños, ¡Ya quiero pastel! —la emoción que emanaba de sus ojos le hacían sonreír, en definitiva amaba él como pudo había logrado que ella creciera en ese ambiente lo más normal posible, sin embargo sabia que eso pronto acabaría, si en definitiva pronto pasaría. Entonces seria cundo era posible que aquella criatura lo odiara por convertir su vida en una pesadilla.
—Me encantaría probar el pastel, pero hay que ser pacientes hasta en la noche para comerlo, por ahora será mejor que te acuestes y duermas — le dio un beso en la frente para luego salir de la habitación con calma.
Sentía un dolor en su pecho, mañana seguramente todos esos sueños que una niña puede tener se desvanecerían, a veces los sacrificios implican que debas ser el peor. Enfrentaría algo que nunca pensó que podría hacer, vio crecer a esa niña, era parte de su vida, pero no podía permitir que siguiera creciendo en la equivocación, algún día fuera él o no le dirían la verdad. Y aun era tiempo de que pudiera ver aunque se una vez a su verdadero padre.
En la habitación de Hiyori, en realidad no estaba dormida ,esperaba a que todas la luces se apagaran para poder prender la pequeña luz que estaba en su buro , suspiro algo cansada , desde hacía algún tiempo había notado cosas extrañas en casa, cosas que siempre había visto normal , pero que ahora no entendía realmente.
Tomo entre sus manos el libre que le fue confiado, aun recordaba cuando su abuelo se lo dio, aunque a él le guste mucho su regalo, al parecer a su padre no le agrado la idea, mas cuando el hombre le dijo que no podía enseñárselo a nadie más. Aunque anciano era astuto, pues sabía que si en algún momento Kirishima y compañía decidía revelarse, la niña ser un instrumento lo suficientemente valioso como para que fuera a tacado a la fuerza.
Hiyori seguía mirando el libro que comenzaba a hojear de nuevo, en realidad le parecía interesante, pues el libro estaba completamente en blanco, a excepción por algunas hojas de la parte de en medio, en ella una historia era contada, a ella personalmente le encantaba esa historia, aunque su final no fuera totalmente feliz, le agradaba pensar que en algún momento podría ser que los protagonistas de la historia fueran a superar los obstáculos para estar juntos.
Releyó sus partes favoritas.
— ¿Me perdonas por intentarlo de nuevo? — menciono con una voz tímida, en su corazón sabía que había sido perdonado por su traición. Quería decirle que los nuevos comienzos no son lo que prometen, pero que aun debía intentarlo, aun así debía intentarlo…
Le agradaba, se sentí bien el leerlo, aun a su a veces le gustaría ser mas como una niña normal, no es que no quisiera a su familia solo que en ese momento, no se sentía como parte de la misma.