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ROBARE TU CORAZÓN por Aria Kimiharu

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Alemania

Observaba la ciudad con cierto recelo, tomaba con calma todos esos comentarios que había escuchado, se tomo la molestia de mirar de nuevo al porta retrato que estaba sobre el escritorio, pensó en muchas maneras de olvidar ese suceso en su vida que comenzó con un poco de culpa.

Camino varios minutos por toda la oficina, en cualquier momento llegarían los implicados en ese horrendo matadero lleno de ambición y crueldad. Aun así la poca conciencia se fue a donde jamás volverá. La soledad estaba carcomiendo su alma, lentamente,  como si tuviera tanto tiempo como para saborearla, el mundo en el que creció le enseño que si no era quien atacaba primero inmediatamente perdería.

Recordaba poco de su infancia, recordaba poco de lo buenos momentos que había vivido con sus padres, todo eso se termino cuando la maldición llego hasta el, cuando todos aquellos  quienes amablemente confesaron una verdad sobre el pasado, una de la el que tendría que hacerse responsable.

Escucho como alguien tocaba la puerta, seguramente era su secretario, a quien conocía desde hace años, al único que le tenía confianza, al único…

—Pase… — se escucho decir y enseguida la puerta de la oficina se abrió.

— ¿Aun aquí?, debería ir a descansar, se acerca un  pesado día — menciono al quedarse parado a una distancia considerada de su jefe.

—Vamos Mino, ¿No deberías tratarme con tanta familiaridad?...— sonrió al decir lo último, el otro simplemente se quedo pensando un momento.

—No creo que sea posible señor, usted debe saber mejor que nadie que no puedo hacerlo — lo entendía perfectamente, después de todas esa cosas malas que había hecho, merecía que su amigo lo tratara tan indiferentemente.

—Entiendo, ¿Ya  está todo listo? — volvió a ser más serio con el asunto que estaban tratando.

—Sí, solo falta que llegue el piloto del helicóptero, le avisare cuando estemos listos para partir, con su permiso   — dio media vuelta y estaba listo para salir, hasta que escuchó una especie de murmullo que no alcanza a oír.

En cuanto cerró la puerta de la oficina dio un suspiro para luego decir en voz baja:

—Ojala hubiera otra  manera… Haitani-san — con ese último dio un respiro enorme, muy pronto se enfrentaría a la maldad que había en el corazón de su jefe, aquel pasado que como historia de terror había llegado para atormentar a todo aquel que se interpusiera en su camino. Sin dejar de sonreír se encamino a terminar unos pendientes, no quería que el trabajo se le hiciera pesado cuando volviera.

Aunque no tuviera uno al cual volver.

Haitani Shin, empresario que residía en Alemania desde hace algunos años, dueño de una empresa prospera  que su familia heredo; Actualmente líder de la Organización criminal “El Imperio”. Nadie en su círculo social lo sabía, ni si quiera la misma organización conocía a su jefe, era relativo en como él quería comunicarse con ellos, siempre había un intermediario de por medio.

Su vida se la paso coleccionando objetos que son de gran importación para lo que estaba a punto de ocurrir. El hombre sabía lo que pasaría en cuanto tomara la decisión de sacrificara  quienes una vez estuvieron involucrados en un fatal  incendio, un incendio del que aparentemente casi nadie tenía memoria pues sucedió hace muchos a los, en un pueblo alejado de la ciudad.

Contemplo por un momento el retrato que estaba en su escritorio. Solo verla era una pérdida total de su tiempo. Era como intentar regresar  aun pasado el cual no puede cambiar, pero pasara lo que pasara en definitiva cambiaria su presente.

Ahora que lo recordaba era obvio que las terminarían de esa manera. Siempre lo fue.

—Es hora de partir — Haitani no sintió las horas pasar, perdió noción de lo que lo rodeaba en cuanto se sintió melancólico.

—En definitiva no hay plazo que no se cumpla — ya todo estaba listo, ya todo está tomando su lugar. Ciertamente para él era como un viaje de campo, solo que implicaría el des fortunio de muchos.

— ¿Está seguro de que esas personas vendrán a nosotros? — pregunto Mino al ver a su jefe tan convencido de sus decisiones.

—Por supuesto, las trágicas historias de amor siempre terminan de las misma manera, una y otra vez   — no podía dejar de sonreír, con ansias caminaba por el edificio hasta llegar al elevador.

El y su acompañante entraron, debían ir al techo para poder subir al helicóptero que los llevaría a donde el destino comenzaría su rumbo de nuevo.

Haitani guardaba silencio mientras estaba en el elevador, por ahora no había palabras para describir sus sentir, no tenía nada que hacer más que cumplir con sus objetivos.

Es ahí donde comienza la historia, alguien quien primeramente invoco al espíritu de la pintura, alguien quien tuviera tanta ira dentro de sí acumulado que los últimos años de su vida decidió incendiar un pacifico pueblo. Alguien que seguramente estaba molesto por los acontecimientos que sin precedentes formaron nubes grises sobre alegrías que no pensó en ningún momento fuera real.

Hallen –Hill podía describirse como un pueblo lleno de misterios que nadie se atrevía a descubrir, lo único que sabían era que en algún momento la historia daría un final sobre el por qué se tomaron ciertas decisiones que acabaron con la felicidad de personas que no tenían culpa de nada.

El elevador se detuvo y las puertas se abrieron dejado ver el cielo estrellado, el helicóptero ya estaba fusionando por lo que la hélice creaba un viento lo bastante fuerte que movía sus cabellos de forma horizontal.

Su acompañante salió primero, pero él se quedo de pie un momento.

—Señor. Es la hora — Mino se quedo en blanco cuando su jefe le tomo la mano, a decir verdad no creía que el pudiera cambiar de opinión pero aun así…

Espero un momento a que este le dijera algo, se notaba que tenía ganas de decirle algo, mas el silencio se hizo incomodo. Enseguida quito su mano, Haitani solo camino en dirección al artefacto, ya era el momento, no quería creerlo.

Subieron siguiendo las órdenes del piloto, el copiloto, y un ayudante extra que les ayudaría.

—Muy pronto nos volveremos a ver…. Ritsu —

 

 

Hospital General

No sabía cómo había llego a ese lugar, sentía su cuerpo partirse en dos, tanto ruido hacina las enfermeras al pasar que no se dio cuenta cuando el hombre a su lado se acerco.

—Jefe ¿Está bien? — al verlo tan cerca este le indico que se alejara con la mano.

—Si sigue vivo, vaya jefe nunca pensé que fuera tan atrevido — ¿A que se referían, el no recordaba ser atrevido ni  mucho menos? — Pero aun así lamentamos que no pudiera salvarla…—esas últimas palabras no fueron gratas para él, ¿Salvarla?, ¿Salvar a quien?

— ¿Qué paso? — sintió un horrible dolor en el hombro,  al verlo noto claramente que le dispararon, pero no recordaba quien ni como.

—La hija de Kirishima, intento protegerla entre el alboroto de la mansión. Lo sentimos jefe no pudimos hacer nada — por primera vez en mucho tiempo Yokozawa vio a su subordinado sentir una cumpla que claramente no era suya.

—Yo debí saber que aliarnos con ellos era mala idea, no tienes la culpa… solo hay que resolver esto cuanto antes, ¿Dónde están los otros tres? — ahora que los veía solo estaban sus subordinados.

—Lo sentimos jefe murieron en el incendio…— el jefe de la policía se quedo de piedra ¿Cómo pida ser eso posible?, estaba a punto de decir algia cundo…

—Oh ya despertó, será mejor que esté listo pues ya nos vamos…— Akihiko iba a avisarles que era el momento de irse cuando vio sus cares de risa y otra de odio presintió que estaba interrumpiendo  — ¿Interrumpo algo? — les dijo caundo sintió un aura asesina en el aire.

—Enseguida bajo — aseguro el jefe, Akihiko lo medito un momento pero no dijo nada.

—Lo siento jefe pero tenía que hacerlo…— Yokozawa le lanzo un fuerte almohadazo a su subordinado.

—Miyagi… — antes de que se diera cuenta su otro subordinado quien generalmente le seguía la corriente a Yukina estaba perdido en su mundo— Lo que estés ocultando será mejor que me lo digas ahora —

—No es nada, solo creo que posiblemente  no los encontremos—

—Eso ya la veremos, Oh me dejo de llamar Yokozawa Takafumi, ahora mueve tu trasero y dame mi ropa, nadie se escapa de mi — ambos sonrieron, ese era su tan amado jefe.

En cuanto término de vestirse bajaron a la sala de espera, no entendía quien había pagado la factura de hospital, pero eso no era importante.

—Últimamente en los hospitales nos gusta reunirnos — dijo amablemente Nowaki quien en realidad no estaba para nada feliz, quería saber quiénes se habían llevando a su Hiro- San y quería saberlo pronto.

—Deberíamos hacerlo como personas normales en un café — Takano le siguió la corriente, el estaba recargado en la pared.

— ¿Alguna pista? — pregunto Yukina, pero los tres negaron.

Al parecer la casa quedo completamente reducida a cenizas, sin contar claro la infestación de cadáveres que había en el lugar, la escena era escalofriante, incluso para los más experimentados, aun podía sentir el olor de la carne de las personas quemándose, fue una horrible experiencia que esperaban no repetir pronto.

Tan concentrados estaban en el siguiente paso a dar que cuando sintieron la presencia que se acercaba voltearon a verle con desconfianza.

—Tal vez yo pueda ayudarlos — un sujeto vestido de negro se acerco a ellos, los seis lo miraron con cierta desconfianza.

— ¿Quién eres tú? — se puso en guardia Akihiko, no dejaría que ningún extraño se acercara.

—Calma o posiblemente no podrán ayudarlos — enseguida de él otra persona llego, para sorpresa de todos era Aikawa.

— ¿Por qué...? — se quedaron paralizados al verla,  según recordaban había sido capturada.

 —El me ayudo a salir, tenemos poco tiempo, seguramente no lo saben pero el líder de tras de todo esto está planeando terminarlo que se empezó hace muchos años en Hallen-Hill — aseguro ella sintiéndose algo culpable por lo ocurrido — Realmente no queríamos llegar a este punto —

Varias preguntas se formaban en su cabeza, desde hace un tiempo que todo giraba en torno a ese lugar, seguramente lo que tenían en mente era algo realmente perverso.

—Por cierto mi nombre es… Hatori Yoshiyuki — al escuchar el nombre todo reaccionaron, según también sabían el estaba muerto o en coma o algo así.

— ¿Cómo? —

—Desperté hace unos días, no esperaba que las coas se pusieran peor de lo que ya estaban, nos queda poco tiempo y desde ahora prepárense por que sin lugar a dudas no todos podremos salir vivos del lugar al que iremos. Aun tienen la oportunidad de irse — al escuchar lo último se sintieron ofendidos, de ninguna manera dejarían que algo tan insignificante como la muerte los detuviera. Si no luchaban ahora posiblemente se arrepentirían toda su vida.

—Advertencias a los cobardes, aquí todos llegaremos al final — aseguro Yukina, no dejaría que nada se le escapara, ya paso una vez con su hermano, jamás volvería a pasar.

—El Hallen-Hill que conocieron no era el verdadero fue creado para probarlos de cierta manera. Sin embargo la localización exacta solo lo sabe una persona… debemos irnos ahora o tal vez ya sea demasiado tarde —

—No hay otra manera, será mejor que nos pongamos en marcha. Lo que sea que tenga que ser será — menciono sintiéndose algo subastado, no por el si no por aquel que ahora estaba en manos de esas personas que obviamente estaban más locas que una cabra.

Takano se preguntaba en el fondo si era buena idea seguirlo, nada bueno Salía de seguir a esos tipos, sin embargo tenía una meta y sin duda la cumpliría. Miro atentamente al hombre frente a él, parecía estar bastante seguro de lo que hacía o al menos eso aparentaba, lo que fuera seguramente mente terminaría mal.

Todos se pusieron en marcha aun sabiendo que lo que les esperaba, que seguramente el final feliz estaba demasiado lejos como para ser cierto y aún si estaba dispuestos a enfrentarse a todo lo que les pusieran enfrente, tan solo para volver a ver a esa persona.

“Prepárate para sufrir, prepárate para ver tu corazón dejar de latir. Empieza a hacerte la idea de que no puedes hacer algo el respecto… tu destino ya está escrito”

Notas finales:

 

Gracias zephirad y Jasmin-56 me ahcen feliz jaja 

 


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