— ¿Por qué? — pregunto Haitani cuando este le miraba algo intrigado.
— ¿Qué? —Ritsu no tenia animo de jugar o si quiera a pretender que no entendía lo que le decía.
— ¿Por qué no pudiste amarlo? — refiriéndose a su antecesor, el otro le miro algo intranquilo por su pregunta, esperaba un poco de misterio.
—El amor es así supongo —
—Has estado entre nosotros tantos años y esta es tu mejor respuesta — se sentía un poco decepcionado de que el otro solo tuviera una justificación bastante cliché.
—En todo este tiempo no pude ver que mas podía hacer más que esperar, al día solamente será a él a quien ame y ni siquiera su reencarnación pudo lograr que olvide al hombre que fue mi primer y único amor. Quieres saber porque no puede amarlo… esa es una pregunta que aunque quisiera responder jamás entendería del todo —Ese era el mayor secreto de Ritsu, ya que él fue traído de nuevo a la vida debido a la maldición hasta que esta se rompa vagaría por el mundo esperando a que le dieran un fin a esa existencia que se basaba en tofo el dolor causado a tan buenas personas.
—Yo quiero entender lo imposible que fue que mi antecesor aceptar tu muerte y por eso hizo todo lo que hizo — quería interrogarlo, siempre lo deseo desde que supo quien era realmente...
—Hoy amas a otra persona, tu quieres saber porque no pude amarlo, pero se sincero contigo mismo, si él fuera a quien yo amaría, incluso tu lo harías — esa era una verdad que no podía refutar.
Haitani sabía que no le amaba, ni si quiera se sentía atraído hacia él. ¿Entonces Porque?
—Como sea, todos aquí confrontaran el destino que se supone debieron tener o pude que no sea así del todo — escucho de nuevo el sonido de disparos preguntándose quién de todos había caído, entonces comenzó a buscar entre la obscuridad el objeto que le daría la victoria: El libro de Hallen-Hill.
Afuera las cosas no estaban tan bien como deberían, de alguna manera se sentía la tensión en el ambiente, los estaban esperando y estos lo sabían pero no esperaban que no pudieran hacer absolutamente nada contra ellos.
Akihiko se metió entre uno de los callejones de ese lugar esperando que no lo encontrarán.
—Te ves bastante agitado — de inmediato reconoció la voz de su viejo amigo.
— ¿Takahiro? — sorprendido le vio como este parecía estar bastante calmado para el tipo de situación que estaba enfrentando.
—Pasa, esta noche será la mejor de mi vida — aseguro entrando a por la puerta del edificio, Akihiko supo que tenía que seguirlo debido a que exclusivamente se había presentado frente a él, no podía ver más que aquella tenue luz que lo guiaba por las escaleras, intento subir cerca suyo pero por alguna razón decidió quedarse a unos pasos más lejos.
— ¿Qué intentas? — no resistió el preguntar antes de entrar a uno de los tantos cuartos o departamentos.
—Ya lo sabrás — aseguro abriendo la puerta, al entrar como era debido todo estaba obscuro.
Sintió como algo de angustia recorría su cuerpo.
— ¡Misaki!— el verlo en esa situación contuvo las ganas de ir y abrazarlo, principalmente cuando noto la enorme pintura en la chimenea encendida.
— ¿Por qué estás aquí? — si esperaba esa reacción pues debido a la trampa planeada por ellos le pidió que si no volvía, no le seguirá pero sabia en el interior que no la cumpliría.
—No lo sé — aseguro, porque en realidad no lo sabía, tenía en mente muchas cosas que quería decirle en cuanto lo tuviera enfrente, pero al parecer el momento no era el adecuado. Ni si quiera para hablar.
—Bien hermanito, Akihiko ¿Por qué no te sientas? — le dijo al verlo intentado hacer algo impropio de él.
Akihiko vio que justamente detrás de él estaba una silla, algo le decía que debía hacer lo que su amigo le dijera, respiro un poco pesado pues notaba lo grave de la situación.
—Misaki, ¿Sabes porque te odio tanto? — pregunto a su hermano cuando el otro se sentó. Su hermano negó con la cabeza — ¿Ni una ligera idea? — la insistencia indicaba que quería una respuesta.
—No tengo idea, después de la muerte de nuestros padres te dedicaste a odiarme — aseguro mientras seguía en la misma posición — ¿Debería saber el porqué? — agrego para que sintiera que le estaba tomando en serio.
—Observa el cuadro que detrás de ti — ordeno, cuando Misaki giro su cabeza para ver el cuadro sintió un peculiar sentimiento. Detenidamente pensó que solo podía significar una cosa y esa era.
—La pintura — pronuncio esas palabras para después escuchar el sonido de la risa de su hermano. — ¿Qué significa esto? — ahora estaba seguro que lo que sea que fuera a decirle marcaria el porqué de muchas cosas que en su vida hasta ese momento no tenían sentido.
—Tu mi querido hermano eres el protagonista de esa historia — Misaki sintió la presión en su pecho, eso no era del todo posible, es decir ¿Cómo podría ser él? —La mayoría cree que la maldición de este pueblo comenzó cuando el antecesor de Haitani hizo lo que hizo, pero quien realmente inicio esto fue…— sonrió con un poco de incredulidad.
—Fuiste tú — tenía un mal presentimiento cuando se dio cuenta de un poco de la verdad.
—Yo no exactamente, mi antecesor… pero todo comenzó con el — su mirada se detuvo en Akihiko, este abrió los ojos pensando en que ahora se metió en un gran problema.
—Eso no es posible — medito un momento en sus palabras, según lo que él había escuchado de la historia el principal protagonista era un pintor y buen a él. ¡Ni si quiera le gustaba pintar!
—Déjame contarte algo interesante sobre el pasado de la pintura…—
El amigo del Pintor “La Pintura”
Era una persona humilde, buena y sobre protector con su hermano, su padre junto a su madre lo criaron de manera dulce, siempre dándole un buen ejemplo de la clase de persona que debía ser. Debido a esto el pueblo de Hallen-Hill comenzó a tomarle un cariño especial, las personas amables suelen atraer a personas que buscan algo de paz de en su rutinaria vida.
Al crecer el amor por su familia creció de igual manera, siempre intentaba ser eso de un buen ciudadano, hasta el día en que conoció a su mejor amigo; Un joven rico y apuesto que lo tenía todo en ese rustico pueblo. En su vida pensó en tener dinero, su apariencia era normal, no es que tampoco le molestara no ser tan guapo, era feliz con la simpleza de su vida.
Hasta que conoció lo cruel que podía ser, el no ser lo que siempre deseo.
El como cualquier persona pensaba en ¿Por qué no era como cierta persona que conocía?, aunque no quisiera reconocerlo era algo que en si le estaba comenzando a molestarle.
Miraba los días pasar y como su empleo era algo aburrido, el ser un sirviente de la casa mayor del pueblo no era el trabajo que en ese momento quería pero le daba cierta estabilidad, mas cuando tenía que cuidar de su hermano menor , aun con eso sabia que debía hacerlo.
El estar en esa casa le dio un panorama diferente acerca de las posibilidades en la vida, principalmente cuando le toco limpiar un enorme cobertizo, el polvo, la suciedad y todo aquello que era desagradable estaban juntos en ese lugar. Tardo varios días en si quiera limpiar un poco de todo el desastre que había.
Un día sin quererlo encontró una extraña caja que a la vista era aterradora pero tenía esa sensación de que debía ser abierta, no se detuvo a pensar en las consecuencias que una simple decisión podría traer.
—Solo será un vistazo — menciono para sí cuando abrió la misma, con cuidado saco el libro de cubierta negra que en la primera página decía:
“Si puedes soñar, ¡Que mejor que hacer esos sueños realidad!”.
“Hasta que esos sueños se conviertan en pesadillas”