Ver las luces desaparecer como un pequeño destello era lo único que quedaba. Takano podía sentir la sangre que en ese momento salía de su cuerpo. No entendía cómo es que todo había terminado de esa manera, simplemente era como si de pronto todo quedaran en esa pregunta que comenzó a rondar su cabeza tiempo atrás. ¿Por qué sentía que no partencia e este mundo?, era tan feliz, que ni si quiera se tomaba en serio esa pregunta, hasta que de la nada aparecieron esos tres ladrones en especial Ritsu, que a pesar de solo conocerlo un par de días decido desesperadamente perseguirlo hasta el fin del mundo si fuera necesario.
Y ahora estaba muriendo con él a su lado.
— ¿Me dirás que es lo que está pasando?— esta vez lo miro fijamente.
—No…—acaricio suavemente su cabeza, recordaba hacerlo cada vez que se volvían a ver—Pero esta era nuestra última oportunidad, como siempre la arruinamos… Tsukishima. No olvides ese nombre, lo vas a necesitar — sonrió mientras seguía pasando su mano por su cabeza.
— ¿Quién es el?, ¿Qué es Hallen-Hill?, ¿Por qué siento que esto ya ha pasado antes?— Takano no tenía fuerzas para hacer ningún movimiento. Ahora recordaba cómo es que termino de esa manera.
Llego donde ese tipo y Ritsu estaban, Haitani lo acorralo gritándole un sinfín de cosas que el realmente no entendía mientras comenzaba a defenderse, de un momento a otro se escuchó un disparo, al parecer no podía ser el héroe ya que recibió un disparo.
Pero al mismo tiempo se escuchó otro, esta vez provenía de otra persona y esa persona no era otra más que Ritsu, según recordaba estaba atado, pero en ese momento ya nada tenía sentido era como si los planes que en ese momento estuvieran hechos para terminar de esa manera.
—Hallen. Hill ya no es un lugar, puede estar donde sea, mientras esos objetos estén en él, donde estén ahí es Hallen-Hill… sin embargo este lugar debido a su naturaleza cambiante lo a echo demasiadas veces —dijo mientras miraba hacia la puerta. —Ya no puedo quedarme… mi tiempo al igual que el de ellos ha terminado—
— ¿Qué quieres decir?—
—Esta vez tendrás que recordar esta vida — sonrió, al menos por una vez lo recordaría —de nuevo volvió a hablar— No dejes que muera esta vez, porque ahí es donde comienzan las pesadillas.
— ¿De quién hablas? —Takano se sentía tan frustrado de no entender, de sentirse cada vez más inútil.
—Te amo…— entonces al ver el eclipsé llegar, al ver la luna roja tocar el cuerpo de Ritsu sintió pánico, aquel chico se había convertido en cenizas que se esparcían lentamente por la habitación.
—Yo también te amo — y ni idea de cómo ese sentimiento podía ser tan fuerte.
Chiaki seguía sin entender absolutamente nada, recordaba ver pelear a esos dos, de repente un golpe y ya eran los mejores aliados del mundo. Ella dijo que ese era otro lugar y que pronto todo cambiaria. Pero no entendía como habían demasiados cosas que no encajaban en ningún lugar. Para empezar todo aquello de la despedida.
Al alzar la vista noto como Tori se alejaba, An de igual manera se alejó, pero el parecía no poder seguirlos, era como si supiera que su lugar no estaba más ahí.
—Esto no es un sueño Chiaki— la luz roja apareció por la ventana y con un nudo en la garganta pudo ver cómo es que ambos se hacían cenizas. ¿Cómo fue que paso eso?
Misaki se encontraba tan confundido cuando llego el eclipsé que solo pudo sentirse perdido cuando salió de aquel lugar y no vio más que cenizas, parecía que el lugar estaba cubierto de fuego pero no le quemaba, Usagi-san y su hermano ya no estaban con él, de pronto con una sonrisa desparecieron quedándose solo y sin darle explicación alguna del porque estaba viviendo esa situación. Solo pensaba en lo confundido que estaba con todo eso.
De pronto como si todo cobrara color vio formarse una figura obscura en el centro del pueblo. Aquella mujer era. Ella le sonrió extendiendo su mano.
—Tu eres la chica de la pintara — dijo cuando estuvo lo suficientemente cerca.
—Lo soy—
— ¿Qué haces aquí?— de pronto se sentía demasiado tranquilo como si todo careciera de preocupación.
—Hace mucho que no nos vemos ¿Y es lo único que puedes decir?— escucho decir, porque aquella mujer no tenía rostro.
—Si porque no entiendo cómo es que esto llego al punto de no tener algo de sentido — no estaba asustado, sabia, en el fondo sabía que ese momento llegaría — ¿Voy a morir?— no pudo evitar preguntar.
—Tú ya estás muerto, solo que no lo habías sentido… todos los que se quedaron es porque ya están muertos y como dice la maldición deben regresar — movió su sombrilla para poder ser observada mejor.
— ¿A qué te refieres?, Mi hermano y Usagi-san no…— ella se acercó y lentamente extendió su manos hasta tocar su rostro bastante satisfecha.
—Rumell-Hill… lo que buscas está ahí— no tenía rostro pero Misaki casi podría jurar que vio una sonrisa en aquella cosa vacía.
— ¿Qué es eso?— cada vez se sentía más cansado, era como si tuviera la necesidad andante de morir como nunca lo había hecho.
—“Hay sueños que pueden destruir el mundo…— escucho — Y ese es uno de ellos. Takahashi Misaki”— entonces grito, porque recordó todo, Rumell-Hill, Rumell-Hill, ¿Por qué?
Miro a todos lados, sintiéndose exasperado.
—Cuando rompan tu corazón, tú puedes confiar en mí. Yo te protegeré — entonces entendió porque había aceptado esa noche irse con aquel espectro. No opuso resistencia porque pensó que era su castigo. No te elección, no tenía opción.
—El mundo se está rompiendo —hablo de nuevo— Ahora es momento de romperlo por completo si quieres salvar algo de lo que queda—
—No puedo hacerlo — ya no tenía fuerzas para intentarlo.
—Eso es lo mejor, esta es su última oportunidad, no dejes que suceda de nuevo, busca lo que falta de este lugar — respondió mientras bajaba su sobrilla.
— ¿Por qué nos estas ayudando?—
—Para mí su amor es para siempre— hizo un esfuerzo por preguntar. ¿Cómo es que lo sabía? Misaki sonrió y al dijo.
—Esta vez seré yo quien robe tu corazón —
El lugar comenzó a verse envuelto en un mar azul, el rojo había desaparecido dejando solo un mar de recuerdo que inundó todo el lugar. Una maldición puede que dé inicio a algo que ni si quiera sabía que podía existir.
Solo sabía una cosa.
No es un sueño. Nunca lo fue.