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Mi cuento de hadas por JuneProductions

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Notas del capitulo:

Amane: sabemos que no es domingo
Maname: pero la semana aun no termina, aunque ya vamos por la mitad
Amane: aun así, nosotras cumplimos y aquí les traemos el capitulo 6
Maname: espero que lo disfuten

— ¿Pero llegan hoy o no?—

—No sé—

—Pero Nancy, por la cresta, si te dijeron a ti cuando llegaban—

Llevo media hora intentando convencer a mi hermana para que me diga si mi hermano y mi primo llegaban hoy, pero no me quería decir. La llamaron a ella, y no sé porque a mí no, y a ella le dijeron cuando llegaban y por mucho que intente rogarle para que me diga, no quiere. Éste sería el fin de semana más movido en esta casa, porque para éste fin de semana deberían estar llegando todos, entre el sábado y el domingo, también nos tendríamos que organizar con las habitaciones. Esta casa tendrá muchas habitaciones, pero nosotros somos más. Y aun con eso en mente, las únicas personas que me importaban que llegaran eran mi primo y mi hermano.

—Pero Nancy, hazme el favor—Le seguía insistiendo a mi hermana.

—Ya te dije que no sé—Me volvió a decir.

—Antipática—Masculle entre dientes volviendo a mi habitación. Abrí la puerta de mi habitación molesta, enfadada con mi hermana por no querer decirme. Me quedé congelada en la puerta, de seguro con mi cara roja de la sorpresa, al encontrarme con Lily y que esta se estaba vistiendo. Nos quedamos mirando un largo rato, hasta que mi cabeza hizo “clic” y cerré la puerta de golpe, saliendo de la habitación— ¡Lo siento!—Le grité desde afuera, pegándome a la puerta y aun sorprendida.

Aun no era capaz de pestañear y de respirar, aun sostenía el aire que había tomado al cerrar la puerta. Mi cara estaba roja, porque la sentía arder. Es que... ¡¡Oh por dios!! Lo que vi fue increíble. Es decir, quizás no mucho. Pero es la primera que la veo casi sin ropa. Ahora no me lo puedo quitar de la cabeza. Me di vuelta a la pared y comencé a golpear mi cabeza contra ella. Sal imagen, sal, sal. No te quiero, o sea sí, pero no. La puerta se abrió dejando ver a una extrañada Elisabeth.

— ¿Qué sucede? ¿Te encuentras bien?—Me preguntó, mirándome con sus ojitos tan tiernos. ¡Serás la causa de mi muerte. Dios!

—Pe...Pero por supuesto—Le respondí, nerviosa, en pose de héroe y sonriendo como tonta. Pasa con los nervios, no lo niego.

—El hermoso moretón de tu frente no dice lo mismo—Me dijo apuntando a mi frente.

—Olvidemos lo que acaba de suceder ¿Sí?—Le sugerí nerviosa y ella asintió— ¿Ya desayunaste?—Le pregunté para cambiar de tema.

—Pues, no. Aun no—Me respondió saliendo de la habitación y cerrando la puerta tras de ella.

—Bueno, entonces vamos a comer. De seguro tienes hambre—La tomé del brazo, con algo de fuerza, pero fue sin querer, y la llevé hasta la cocina.

Llegamos a la cocina y la senté frente a la mesa que estaba ahí. Busqué algo de pan y algo para acompañarlo. Unas tazas, aprovechando que el agua estaba caliente todavía, y le serví un té. Me senté a un lado de ella y también serví una taza de té para mí. Lily miró por toda la mesa y tomó la mermelada de moras. Esa que hace mi madre. Mermelada de moritas natural. Me encanta como le queda a mi madre.

—Espero que esto les guste—Susurró acariciando su vientre con una sonrisa.

Me quedé mirándola un rato, me pareció tierno eso que hizo. Comió con lentitud y se tomó el tiempo para disfrutar del té—Te preocupas mucho por ellos—Comenté al notar el silencio que se nos formó mientras la observaba. Me volví una experta en mirarla detenidamente.

—Claro que sí—Fue lo único que me respondió. Llevó su pan a la boca y volteó a verme—Tienes...—Quitó el pan de su boca sin haberle dado un mordisco— ¿Tienes curiosidad sobre que son, no es así?—Me preguntó, descubriéndome.

—Pues sí, ¿Cómo lo supiste?—Pregunté yo, mirándola curiosa.

—Era obvio—Respuesta sencilla—Son mellizos. Aunque uno es varón y la otra es mujer—Respondió a mi curiosidad, con una sonrisa adornándole los labios.

—Debes estar feliz—Susurré para ambas. Respiré profundo, de repente sentí una paz y una inquietud al mismo tiempo. Habíamos quedado en que yo le daría alojo, supuestamente, hasta que encontrara donde vivir, pero no la puedo dejar ir. No quiero pensar que ella sola cuidará de dos pequeños, no porque no la crea capaz, sino porque sencillamente no la quiero dejar sola en eso.

º/º/º/º

 

A eso de las doce de la tarde estábamos reunidos, algunos, en el patio trasero. Las damitas de la casa organizaban el almuerzo, con ellas estaba Lily, mientras yo me encontraba con mi padre y mi tío. Dorian también estaba con nosotros, al pobre lo estaban acosando  y yo no podía dejar de reír. El pobre hombre no tenía donde meterse y no tenía como responder a las preguntas de mi padre, estaba asustando al pobre hombre. Al menos hasta que la campana lo salvó.

—Dorian, mi amor ¿Me puedes ayudar con algo?—Gritó desde la cocina mi queridísima hermana.

— ¡Ya! ¡Ya voy mi amor!—Gritó asustado, levantándose del asiento en donde estaba y corriendo a la cocina.

—Bien tímido el niño ese—Comentó mi tío con una sonrisa.

—Es que ustedes dos dan miedo—Les dije ambos antes de retirarme.

Iba entrando a la casa para dirigirme a la cocina, pero unos bocinazos de afuera me interrumpieron en mi recorrido. Al parecer alguien más había llegado. Salimos todos a ver de quien se trataba y yo no reconocí el auto. Quizás alguna de mis primas. O uno de mis tíos se compró un auto nuevo. Quedamos todos esperando a que salieran del auto y cuan grande fue mi sorpresa al ver a mi primo y a mi hermano salir de ahí. Corrí a abrazarlos, a ambos, gritando de la felicidad, estrechándolos en mis brazos con fuerza. Si hasta me brotaron las lágrimas de la felicidad, por fin tenía conmigo, a los dos juntos, a mis dos idiotas.

—Jorgito, Palomo—Les saludé una vez me separé, un poco, de ellos—Mis idiotitas, ¿Cómo han estado?—Sí, así soy yo de cariñosa.

—Y yo que pensé que con el tiempo se te iba a quitar eso de llamarme “Palomo”—Comentó mi primo revolviéndome el cabello.

—Eso jamás. No me lo perdono nunca—Le dije yo, acomodándome el cabello después de que él me lo desordenó.

Estaba más alto que yo, y pensar que soy la mayor de los tres. Estaba más buen mozo también, de seguro todo un conquistador como yo. Claro, cuando estaba en mis años buenos. Esos ojitos miel suyos venían más seductores que nunca, realmente había pasado tiempo desde la ultima vez que nos vimos. Si hasta se veía bien elegante, aun con lo que llevaba puesto. Lo abracé una última vez y miré a mi hermano.

—Jorgito, ¿Cómo te ha ido en “Gringolandia”?—Le pregunté con una sonrisa, llevando mi mano a su hombro.

—Me...me ha ido bien—Me respondió un poco nervioso y sonrosado. Si la ternura no la perdía nunca.

Estábamos casi de la misma altura, aunque viéndolo bien no ha cambiado mucho. Ha mantenido su corte de pelo, ese que le hice yo cuando éramos niños, le dije que le iba a gustar. El mismo color negro azabache en el pelo, tan brillante como siempre. Esos ojos suyos, tan tiernos con ese color chocolate. El mismo color que el mío y el de nuestro padre. Sigue siendo mi pequeño mocoso adorable. Lo abracé con fuerza, no lo quería soltar. No quería que se me fuera nunca más. Menos tan lejos.

—A ver, a ver. Que también son familia mía—Me gritó mi hermana acercándose a nosotros.

Saludaron ambos a mi hermana y seguimos nuestro camino a la casa para que pudieran saludar a los demás. Yo no dejaba de sonreír cuando llegué a un lado de Lily. Casi se me olvidaba mi pequeña dulce princesa.

—Lily, quiero que conozcas a mi Jorgito y mi Palomo—Le dije rodeándola con mi brazo y llevándola hasta donde mi primo y mi hermano—Oigan, ustedes dos—Les llamé llegando al lado de ellos.

— ¿Qué pasa?—Me preguntó mi hermano volteando a ver a Lily, al igual que mi primo.

—Miren, ella es una amiga—Presenté con una sonrisa, en un disimulado tono de advertencia por si les llegaba a interesar, para que supieran que es para mí—Su nombre es Elisabeth—Dije a ambos—Lily el es mi hermano Jorge—Le dije señalando a mi hermano—Y el es mi primo Paolo—ahora señalando a mi primo.

—Mucho gusto—Dijo mi hermano sonriéndole con ternura y amabilidad. No me pude resistir y le pellizqué las mejillitas tan adorables suyas.

—Señorita Elisabeth, ¿Está soltera?—Preguntó mi primo tomando su mano, como todo un príncipe, y besándola con delicadeza. Los celos me invadieron, pero me los tuve que tragar toditos. Tantas preguntas que le pudiste hacer y escoges esa.

—Eh, ¿Sí?—Le respondió Lily cohibida, algo nerviosa e incomoda. Claro está.

— ¿Estás interesado?—Le pregunté intentando disimular mi tono lo más que pudiera. Aunque mi primo y mi hermano, que me conocen tan bien, lo notaron y notaron los celos. Asique sé, o espero, que lo que hizo solo lo hizo para molestarme.

—Pobre damita, debe sentirse algo sola. ¿No es así?—Le preguntó en un tono amable, atreviéndose a acariciarle la mejilla. 

—La verdad es que no mucho. Daniela me ha brindado mucho apoyo y también alojo—Le respondió con una sonrisa, como si aquella extraña actitud insinuante de mi primo ya no le incomodara más.

Ambos me miraron, sorprendidos al parecer, y volvieron a mirar a Lily— ¿Usted está viviendo con mi hermana?—Se atrevió a preguntar mi hermano.

—Sí, ¿Por qué? ¿Pasa algo malo?—Preguntó Lily

El miedo me invadió por completo. Ambos me miraron y luego a Lily, luego nuevamente a mí. Negué desesperada con la cabeza, rogándoles en silencio que no le dijeran nada. Volvieron a mirar a Lily—No, no pasa nada—Respondieron al mismo tiempo.

— ¡Jorge! ¡Hombre! ¡Ven para acá!—Gritó mi padre desde el living. De seguro desde de su sillón.

Entre los tres vimos como mi hermano se marchaba y luego mi primo volteó a vernos— ¿Ya le mostraste el manzano?—Preguntó retrocediendo un par de pasos. Yo negué con mi cabeza—Muéstraselo, de seguro le encantará a la señorita—Me sugirió antes de marcharse y alcanzar a mi hermano. 

º/º/º/º

Llevarla hasta el manzano era algo que no se me había ocurrido, si hasta creo que se me había olvidado y eso es algo que no me pensaba en perdonar. Claro que antes de salir fui por mi guitarra, quizás será una costumbre mía, pero fue como sino fuera capaz de ir hasta allá sin llevar mi guitarra.

—Está muy lejos de la casa—Comentó Lily cuando íbamos llegando.

—Ya casi no se ve ¿Verdad?—Le dije con una sonrisa, tocando el viejo tronco del manzano.

—Me gusta—susurró asombrada.

No sé porque fue que se me ocurrió la grandiosa idea de escalar el árbol, hasta alcanzar la rama más firme que pude encontrar y que me soportara y sentarme ahí. Lily se preocupó por mí, me pidió que bajara o sino podría caer. Claro que le pedí que no se preocupara, me he caído miles de veces de los árboles y una más no me iba a matar. Le pedí mi guitarra, la que había dejado apoyada en el tronco, y la tomé entre mis manos. La acomodé y me aproveché de acomodarme yo también en la rama. Saqué notas al azar, tocando despacio, dejando vibrar las cuerdas. Lily me miraba curiosa, se cansó de estar de pie y se sentó al pie del manzano, apoyando su espalda en el tronco. Respiré profundo, inhalando ese dulce aroma a manzana y ese rico olor a pasto, a tierra, eso que no se logra sentir en la ciudad. Me sentí en mi infancia. Cerré los ojos, recordando de a poco una canción que creí se me había olvidado. Puse mis dedos en las cuerdas y rasgaba las cuerdas hasta encontrar el ritmo que necesitaba para la canción. Algo se me vino a la cabeza con esta canción, pero era una persona, más específicamente una niña de más o menos unos diez años, incluso quizás menos. Son recuerdos de cuando yo era pequeña, sigo tocando la guitarra para ver si recordaba algo más. Es una niña adorable, lleva puesto un tierno vestido color crema, el que se mueve con la brisa al igual que su cabello. Es castaño, hermoso, como dorado, ¿O será la luz del sol? La veo de espaldas y voltea a mirarme, me sonríe. Creo que voy recordando quien es. Me sonríe con gracia, con ternura y amabilidad. Una adorable sonrisa amistosa. Tiene unos ricos ojos verde esmeralda, tan llenos de vida e inocencia. Sus mejillas sonrosadas producto del calor. Ah, ya sé quien es. Estamos aquí mismo, en el manzano. Bueno, en realidad ella me mira desde el suelo y yo estoy aquí, en la misma rama, con la guitarra de mi padre, la cual no tiene ni idea que tomé. Yo estaba descalza, arriba en el árbol, llevaba unos pantalones cortos y una camisa vieja, con las mangas cortas, muy de verano, y en mi cabeza un sombrero de paja. Miro a la niña en el suelo, la que me mira tan llena de alegría, también le sonrío. Son recuerdos viejos, pero la recuerdo perfectamente. Es mi primer amor.

— ¡Daniela!—Me llama Lily, sacándome de mis pensamientos, asustándome con el grito.

— ¿Qué pasa?—Le pregunté en un tono normal, neutro.

— ¿En qué tanto piensas que no me escuchas?—Me pregunta mirándome desde el suelo, desde el mismo lugar que la niña de mis recuerdos.

—Yo...—Lo pensé un poco y luego le sonrío—Yo solo recordaba, eso es todo—Le respondí.  Le pasé mi guitarra para que me la sostuviera, es la primera vez que hago eso, nunca dejé que nadie más la tocara. Bajé del árbol, aun algo perdida ya que no volvía totalmente de mi mundo. Miré al árbol con nostalgia. Fue el primero que vio el momento en el que me enamoré y casi me había olvidado de él—Perdóname amigo—Susurré para mí y para el árbol.

— ¿Dijiste algo?—Me preguntó Lily pasándome la guitarra.

—No, nada—Dije yo, recibí la guitarra y me quedé mirándola un rato— ¿Te gustó el lugar?—Ahora era mi turno de preguntar.

—Pues, la verdad es que sí. Es bastante tranquilo aquí—Me respondió con una tierna sonrisa, bajando su vista al suelo.

Nos quedamos aquí por un largo rato, cantamos un rato. Tenía una voz tan agradable y encantadora, daba gusto escucharla. En un momento la brisa comenzó a pasar tan apacible, nos quedamos en silencio un rato, disfrutando de la fresca brisa que pasó. Es encantador estar aquí con ella.

º/º/º/º

 

—Tiki Tiki Ti. Tiki Tiki Ti—

— ¡Se armó la fiesta!—

— ¡Familia, llegó la música!—

¡Oh, por dios! Pero es que esas voces son imposibles de olvidar. Creó que fui la primera en salir, o volar mejor dicho, de la cocina hasta la puerta de entrada y saltar encima de mis tíos. Me abrazaron, o me estrecharon hasta dejarme sin aire, entre los tres y nos saludamos.

— ¿Cómo ha estado nuestra pequeña?—Me preguntó el tío Daniel, el mayor de los hermanos de mi padre.

—Aquí estoy todavía. Tan alegre como siempre—Le respondí con una amplía sonrisa. Sí la felicidad se me notaba a kilómetros de distancia.

—Eso es bueno, cariño—Me dijo el tío Edgar, el que sigue de mi padre, con ese tono tan amable suyo.

— ¿Trajo su guitarra?—Me preguntó el tío Eduardo, revolviéndome el cabello. Él es el menor de los hermanos y padre de mí Palomo.

—Pero por supuesto que sí, ¿Cómo se me iba a olvidar?—

— ¡Hermano!—Gritó mi tío Daniel extendiendo los brazos para que mi padre lo fuera a abrazar. Ellos siempre fueron tan unidos.

Los dejé solos para que se saludaran después de tanto tiempo y yo me fui con los demás. Llegué al lado de Lily y mi hermana con una sonrisa de oreja a oreja. Lo sé porque las mejillas ya no las sentía de los calambres.

—Que felicidad la tuya—Comentó mi hermana con diversión al ver mi cara.

—Pero por supuesto, tengo a la familia reunida de nuevo—Le respondí yo sentándome a un lado de Lily.

—Ojala estuvieran las tías, son las únicas que faltan—Dijo Nancy con una triste sonrisa.

—Disculpen mi intromisión, pero ¿Puedo preguntar que sucedió?—Quiso saber Lily, curiosa.

—Claro, no creo que haya problema—Dije yo mirando a mi hermana.

—Mira, yo te digo—Le dijo Nancy y ambas enfocamos nuestra atención a ella—Nuestra tía Lucy, la esposa del hermano mayor de nuestro padre, falleció hace unos años por una enfermedad. Mi tío hizo todo lo que pudo hasta el último segundo. Pero siempre se quedó a su lado—Pobre tío Daniel, sufrió mucho con la perdida de su querida esposa—Todos la querían tanto, era una buena mujer—Agregó mi hermana algo deprimida—Nuestra tía Helena falleció en un trágico accidente, ella era la esposa del tío Edgar, el que sigue de nuestro padre, y no solo se llevó la vida de nuestra tía, también la de nuestro primo—Mi hermana me miró un poco preocupada, pero yo no entendí que significó esa mirada. Quizás una de las peores desgracias de esta familia, al menos, todos estuvimos ahí para nuestra prima y para nuestro tío, porque aun seguíamos bien unidos para ese entonces—Y por último, nuestro tío Eduardo. Él es divorciado, nos apenó un poco porque parecían llevarse bien. Su hijo, Paolo, ha sabido llevarlo bien ya que nunca fue muy apegado a su madre, sino más a su padre—Le terminó de resumir nuestra hermana.

—Vaya, eso es triste, pero...-Lily iba a decir algo, pero como que se lo guardó y se calló.

— ¡Oigan! ¿Y mis hijitas no han llegado?—Preguntó nuestro tío Daniel a todos los presentes.

Mi hermana se levantó con una sonrisa y fue a saludar a nuestros tíos. Yo sé que habían llegado ambas, pero no sé donde se metieron. La Marcelita y la Gabrielita son muy cercanas a mi hermana, yo casi nunca me juntaba con ellas, les tenía miedo. Me usaban de barbie, así que intentaba mantenerme alejadas de ellas. Eran los que nos faltaban para que se armara la fiesta al menos. Ahora sí estábamos todos.

— ¿Y quién es la nueva?—Preguntó mi tío Eduardo, dirigiéndose a Lily.

— ¿Tu nueva conquista, Daniela?—Preguntó mi tío Daniel, con una pícara sonrisa.

En ese mismo instante se me fue el aire, creo que sufrí un infarto ahí mismo. Se me fueron los colores del rostro, la cara de espanto de mi hermana me lo dijo. Quedé pálida, el miedo me cubrió por completo. Quedé congelada y con los ojos bien abiertos mirando a mí tío, solo de la sorpresa y el miedo. Mi primo, mi hermano, mi hermana, mi padre, mi madre, mis primas, dios, todos los presentes, a excepción de mis tíos, se quedaron callados ya que eran los únicos que entendieron que no debían decir nada. Nadie decía una sola palabra, nadie tenía como reparar el error. Se me vino el mundo abajo, ahora sí Lily me descubre. De repente Nancy comenzó a reír, con nerviosismo, pero para quitar el silencio que se formó. Golpeó a mi tío en la espalda, con fuerza para regañarlo, pero haciéndolo ver como un gesto de diversión solamente. Todos le siguieron el juego a mi hermana y comenzaron a reír, parece ser que tenía una idea.

— ¿Pero que clase de chiste es ese, tío? ¿Es qué acaso nos querías asustar?—Preguntó entre risas de nervios.

Mis tíos no parecían entender, pero los demás sí—Hubieras visto tu cara, Danielita—Comentó mi primo, riéndose también—Estabas pálida como fantasma—Agregó.

Lily comenzó a reír, aliviada—Dios, y yo que me la creí—Comentó también entre risas. Comentario con el todos se miraron aliviados y luego a mí.

Yo también comencé a reír, mientras las lágrimas del miedo se me escapaban de los ojos—Que...que susto que me diste, tío—Dije yo mientras me limpiaba las lágrimas con la palma de mis manos.

Mis tíos aun no entendían mucho de lo que pasaba pero comenzaron a reír también, ya se lo explicaríamos después— ¿Verdad qué sí?—Dijo entre risas mi tío Daniel. Lo quiero mucho, pero que ganas me dieron de matarlo.

Lily se levantó del sofá y fue al baño. Todos cesamos nuestra risa y miramos al tío Daniel. Yo estaba aliviada y quitaba el miedo de mí. Mientras los demás se encargaban de regañarlo.

—La señorita no sabe nada sobre la orientación de mi hija—Le dijo mi madre, un poco molesta, pero también aliviada.

—Es una “amiga” a la cual ha ayudado mucho—Dijo mi hermana, dejando en claro lo de “amiga”.

—Tío, perdóname, pero aun no soy capaz de decírselo—Le dije yo, levantándome también del sofá—Asique me gustaría que por esta semana esto se mantenga en secreto frente a ella—Le pedí, no solo a él, a toda mi familia.

—Lo siento, no tenía idea—Se disculpó mi tío Daniel, realmente arrepentido.

—Vaya, nunca creí que viviría para ver éste día—Comentó mi tío Edgar, al cual todos volteamos a ver curiosos—Que la segura, decidida y terca Danielita se enamoraría y no es capaz de decirlo—Todos analizaron lo dicho y luego me miraron, riendo.

—Por dios, Daniela, ¿Qué pasó contigo?—

— ¿Dónde quedó esa seguridad tuya?—

— ¿Tienes miedo?—

Las preguntas iban y venían, todas como burla para diversión, ninguna iba con malas intenciones. Menos para hacerme sentir mal. Pero por alguna razón sentí como cada pregunta suya me golpeaba con fuerza en la cara. Lo mismo me estoy preguntando yo. Es decir, a estas alturas ella ya sabría sobre que soy lesbiana y que estoy enamorada de ella. Pero no es así. Dios, si esa mujer vino a revolverme la cabeza y acabar con todo lo mío, eso que tanto me costó forjar. Esas barreras de seguridad. Se vinieron abajo desde la primera vez que la vi. Esas espadas de una actitud decidida. Las hizo añicos con solo verme. El miedo que me invade cuando pienso en decírselo. Es el silencioso ataque con el cual se defiende. Las ganas que tengo de besarla. Es como me atrae a una trampa mortal. El pensarme dos veces la cosas con ella, lo que le voy a decir y lo que voy a hacer. Es la complicada y tortuosa forma en la que me resisto a caer. ¿Quién crees que eres para venir y destruirme? Es la pequeña princesa de mis sueños. Un arma mortal.

º/º/º/º

 

Para el día lunes ya estábamos todos. Afuera en el patio trasero se estaba haciendo el fuego en la parrilla. Empezábamos la previa del dieciocho con todos reunidos. Mi madre hizo juguito de manzana natural y otro de durazno para los que no quisieran chicha, o cerveza, y para los más pequeños. Lily bebió con gusto, parece ser que nunca había probado jugo natural. Yo me fui con los varones y nos pusimos a tomarnos nuestros vasos de chicha, esa que hace mi padre. Había dulce también, para las damitas de campo. Mis tíos sacaron sus guitarras y yo fui por la mía. Mientras mi padre hacía la carne junto a mi madre, yo y mis tíos nos dedicábamos a cantar sus buenas cuecas. Ahí estaban bailando mi hermana y Dorian. Mi hermana era una experta, mientras Dorian parecía baile de escuela. Pero que risa me daba.  Mi primo y mi hermano sacaron a bailar a alguna de nuestras primas que se animaran. Otros tenían a los pequeños, que mucho se divertían. Lily solo miraba y aplaudía. Parecía más feliz. Hasta que vas recuperando tú encanto, tu alegre sonrisa que me enamoró. Me pusieron a cantar a mí porque mis tíos tenían las gargantas algo gastadas y me dieron la excusa que las estaban dejando descansar para mañana. Sí, claro. Lily me sonreía al escucharme cantar, parece que le agradaba mi canto.

—Permiso vecino—Se anunciaron unos visitantes sorpresa

Mi padre fue a saludar a la pareja que venía llegando. Eran los vecinos. Tienen casi la misma edad que mis padres, o era la de alguno de mis tíos. El hombre era amigo de mi padre, de pequeños, y la mujer se hizo amiga de mi madre con el tiempo. Los invitaron a pasar y disfrutarla bien con nosotros un rato. Entre más somos, más mejor se pasa.

—Venga “mija”—Gritó el hombre—Venga a saludar a los vecinos—Tiene un divertido acento de huaso ese hombre. Y como no, si de pequeño que se crió aquí.

— ¿Trajeron a la Andrea?—Preguntó mi madre, mirándome con disimulo.

Hice una mueca de extrañeza. ¿Dónde he oído ese nombre antes? Me miró mi hermana también. Me sonrió con disimulo. También me miró mi hermano, con una adorable sonrisa. Por supuesto también lo hizo mi primo, quien me sonrió con picardía y me levantó las cejas. Y yo aun no sé lo que pasaba. Como un escalofrío me recorrió la espalda, supuse que me estaban mirando todos. Me siento observada, esto es malo. Del ventanal, o puerta de vidrio, lo que sea, apareció una joven como de más o menos mi edad, sino es que menos. Traía un adorable vestido color crema y unos zapatitos blancos. Su tono de piel era exquisitamente tostado. Llevaba un sombrero de paja, para cubrirse del sol de esa hora. Con él se ocultó el rostro. Traía su cabello largo y suelto, hasta la altura de sus codos, sino es que más, era un tono castaño tan cálido y se veía dorado en donde tocaba el sol. Levantó la vista y observó a todos los presentes. Sonrió y saludo a todos con un encanto increíble. Se encontró conmigo y sus ojitos verde esmeralda chocaron con los míos. Algo se estremeció en mi interior. Un fuerte latido me recordó que estaba viva, porque el aliento ya lo perdí. Me asaltaron los recuerdos de la infancia nuevamente. La niña que miraba desde el manzano todos los días, estaba aquí nuevamente. A la que tanto me costó llamar su atención. Ahí estaba, parada en la puerta, mi primer amor.

—Andreita...

 

Notas finales:

Maname: chan chan
Amane: no te pongas estúpida
Maname: bueno, bueno. Eso ha sido nuestro capitulo de hoy
Amane: recuerden que actualizamos todas las semanas, al menos que por alguna extraña razón
Maname: como secuestro alienigena....
Amane:...no podamos venir... ¿Por qué secuestro alienigena?
Maname: no sé. Y cualquier cosa, no olviden mandarnos un review
Amane: gracias por leer, nos hace tan felices!


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