-¡Son unos malditos!- gritó furioso Hunter
-No te alteres, relájate, no es para tanto- intentaba calmarlo el consejero
-¿Cómo me pide eso? ¿Es que no se ha dado cuenta de lo que le acaban de hacer al pobre de Jon? Son unos miserables, y eso que es su mejor amiga… ¡zorra!-
-Es una simple historia, no creo que sea necesario que te pongas así-
-No puedo evitarlo…- la voz le falló, comenzaba a quebrársele- ¿puede imaginar lo difícil que fue para él confesar su amor, y ahora ver a su mejor amiga besando al chico que tanto quiere?- al finalizar sus ojos brillaban por el cúmulo de lágrimas atoradas.
-Veo que te impresionó mucho lo que le ocurrió a Jon-
-Sí, el pobre sufrió mucho… pero qué más pasó-
-¿Estás seguro que quieres seguir escuchando?-
-Completamente-
-Bien, pues Jon cerró los ojos fuertemente…-
CONTINUACIÓN DE LA HISTORIA
No podía soportar ver lo que veía, tenía aún en su corazón la micro esperanza que Andrew lo tomara enserio, sin embargo ésta se terminó por extinguir, el amor de su querido ya tenía dueña. Como pudo guardó sus cosas y caminó rumbo al baño para esconderse y salir cuando ya no estuvieran los tórtolos, no haría absolutamente nada para desbaratar ese romance, pero al dolerle tanto tampoco soportaba mirar al dueño de su corazón con otra.
Media hora estuvo dentro, contenía el llanto para no llamar la atención, se asomó cautelosamente y al no verlos, avanzó lo más rápido posible, no deseaba hablar con nadie, solo quería desaparecer por el momento.
Su lugar, su espacio, esa alcoba que testigo mudo era al saber todas las ilusiones que Jon se formó con el rebelde, ahora contemplaba el derrumbe del chico…
-Es lo mejor, ambos son excelentes personas, serán muy felices- gruesas gotas rodaban por sus mejillas, estaba sufriendo como nunca, antes se fijo en otros muchachos, pero a ninguno le tuvo la suficiente confianza para decir lo que sentía, Andrew era el primero y muy probablemente el único-Creo que cuando llegamos a este mundo, somos como monedas de barro que al caer se parten en dos y esas mitades se van por rumbos diferentes para volverse a encontrar después, algunas no se rompen y quedan enteras, no necesitan una mitad puesto que están completas, yo soy una moneda completa. Siempre soñé con tener a alguien a quién amar, a quien decirle todos los días “te amo”, darle besos hasta que nos hartáramos, ahora pienso que mi destino no es ese, tal vez la vida quiera que sea una persona que ayude a las demás a ser felices, y me parece bien, creo que así voy a estar bien, yo soy una moneda completa…- ya no pudo más, hundió la cara en la almohada, estaba muriendo de amor, sabía que Andrew no era para él, pero verlo, constatarlo lo martirizaba, ahogaba sus alaridos para no molestar a su familia, no quería que nadie supiera de su dolor, ése iba a quedarse con él. Esa noche no pudo dormir, su imaginación volaba, aunque se lo prohibía, imaginaba a su rebelde aceptándolo, conquistándolo… amándolo.
Al día siguiente, en la escuela, rogaba con todo su ser no encontrarse con él, miró por todos lados, no lo vio, pensaba que iba a estar bien, cuando respiraba tranquilo, el otro apareció, salía de la biblioteca cargando un par de libros…
-No puede ser… por qué… por qué- se decía, Andrew ya lo había visto, pero Jon, no queriendo molestarlo, dio la media vuelta y huyó al baño-No debes inquietarlo con tus cosas, deber respetarlo a él y su relación con Celite, ni se te ocurra ser impertinente- abrió el grifo y se lavó la cara, necesitaba serenidad para aguantar las ganas de ir corriendo tras él y preguntarle cuando menos cómo le fue en el día.
-¿Puedo hablar contigo? tengo algo que pedirte- le dijo su amiga
-Eh… mira llevo un poco…- contestó el joven, no pretendía escuchar que era feliz con el fortachón.
-Será sólo un momento, necesito que le entregues esto a Andrew- le acercó un sobre, obviamente era una carta…
-“No… no puede ser”- pensó su amigo- qui… quieres que se la entregue- cuestionó von miedo.
-Sí, entrégasela por favor-
Él asintió, recordó su autocompromiso, si podía ayudarlos a ser felices lo haría, les apoyaría aunque muriera de dolor por hacerlo. Después de aceptar, escudriñó la explanada, lo encontró, comía plácidamente al momento que platicaba con un grupo de amigos…
-“Debes hacerlo Jon, no te preocupes, es por ayudar a que estén bien, hazlo, hazlo…”- apenas dio un par de pasos cuando se detuvo, miró el sobre, por un instante le pasó por la mente tirar el mensaje a la basura- “¡No! aceptaste, ahora cumple”- como nunca antes su caminata se tornó terriblemente angustiante, no tenía alternativa, y además quería serle de utilidad a la pareja, aproximadamente un metro antes de llegas hasta él, paró…
-“Qué bien luce hoy”- Andrew vestía una playera de licra azul rey, como pocas veces ésta era ajustada, mostraba su muy bien torneada y masculina figura- Andrew… puedes venir un segundo, disculpen chicos es un momento- el guapo rebelde se levantó de su asiento aproximándose, la respiración de Jon se volvió agitada, tenerlo cerca lo impresionaba a tal grado que se quedaba estático, con granes ojos lo miraba, incapaz de retirar su vista de aquel atractivo hombre pensaba que nunca sería para él…
-Mira, esto es de Celite, me pidió que te lo diera- estiró su mano para dar la carta.
-Ah… ya- un gesto de incomodidad se dibujó en su rostro
-No te preocupes, ya me voy, que tengas un buen día…- no miró que el fortachón hizo un ademán para que se detuviera.
Salió de la facultad, frente a ella había un parque el cual a esa hora se mantenía solo, corrió para buscar el sitió más escondido, una vez encontrado lloró, necesitaba desahogarse, no tenía a nadie para desahogar sus penas, su mejor amiga yo no era opción, estaban enamorados del mismo chico.
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-¡Eso es una infamia!- una lágrima de rabia se escapaba de Hunter- ¿Cómo pueden ser tan crueles?-
-Muchas veces los humanos no comprendemos los sentimientos de los demás, es natural en nuestra especie…-
-Es que- la voz del alumno se cortó, ya no podía articular palabra alguna, estaba completamente identificado con ese joven.
-¿Quieres que continúe o prefieres que sea otro día?- negó con la cabeza, deseaba seguir escuchando.
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Repuesto de su dura tarea, Jon regresó a la escuela, tenía que continuar su vida, no todo iba a girar en torno a Andrew.
-¿Se la entregaste?- fue lo primero que preguntó Celite cuando lo vio
-Sí, se la di- su mirada reflejaba tristeza
-¡Muchas gracias amigo! En verdad te lo agradezco-
-Para eso estamos lo amigos- dijo con desánimo, el querer es una cosa, el poder otra, quería ayudarlos, le costaba poder hacerlo.
-¿Te ocurre algo Jon? Desde hace días te noto retraído, triste sobre todo-
-¿Yo? No, no te preocupes estoy bien-
-Te repito lo que me dijiste, para los momentos difíciles estamos los amigos-
-“¿Qué pasaría si supieras mi realidad? ¿Me seguirías brindando tu amistad?”- pensó, no sería bueno que le contara su verdad a aquella mujer ilusionada
-Mmm… no sé pero a ti algo raro te sucede, pero está bien, dímelo cuando quieras hacerlo- se acercó y lo abrazó mientras al oído le decía- ¿Sabes que te quiero mucho?- Él asintió, su cabeza ya estaba recargada en el hombro de su amiga, en ese instante no pudo más y se desmoronó, lloró sobre Celite.-No te preocupes, todo está bien, puedes confiar en mí- los ojos de ella se cristalizaron, sentía la pena de su amigo y supo en ese instante cuánto dolor guardaba en su corazón.
-Gracias… muchas gracias…- se mantuvieron así por un rato, hasta que él se separó- espero algún día te lo pueda decir, en verdad eso quiero-
-Te esperaré… soy muy paciente-
Ya en la tarde, Jon salía de su jornada escolar, por fin era libre, ese día en especial fue uno de los más difíciles de su vida, pero ya, por lo menos terminaba en ese rato, nuevamente y como si fuera una maldición, el fortachón estaba recargado en el barandal de la escalinata de la entrada. Charlaba con unos amigos, fingiendo no verlo, el tímido chico se apresuró a pasar. En la parada del transporte público aguardaba, de la nada, un hombre en motocicleta se estacionó frente a él. Andrew, disimuladamente miraba al extraño sujeto que se posó frente a Jon.
El motociclista, se quitó el casco dejando salir sus cabellos lacios y un poco largos, vestía unos jeans algo desgastados y rotos, de moda, y una chaqueta de piel color negro, al verlo, le dijo…
-Hola Jon, ¿cómo has estado?-
-¿Eh? Eres tú… ¡Iván!- el extraño se bajó de su vehículo y abrió sus brazos
-¿Qué? ¿No me vas a saludar?- para ese instante Andrew vigilaba que nada fuera de lo común ocurriera…
-¡Claro que sí!- saltando de gusto lo abrazó, era visible que se conocían, un extraño y desagradable sentimiento aconteció en el fabuloso y rebelde Andrew….