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Gakuen Life por Glax Trancy

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Notas del capitulo:

Este capítulo va dedicado a todas

las Fans del SaiGaa<3

(Con mucho amor)

 

 

 ><(Regalo en las Notas Finales)><

 

 

¡Yaaa! En serio sé que me tardé un montón, pero las excusas se las dejo para el final. Además de un pequeño regalito c: ¿va? 

 

 

Naruto no me pertenece (obviamente Gaara tampoco) por lo tanto seguirá tal cuál está. Kishimoto verá qué hacer, pero mientras tanto, Gakuen Life seguirá siendo la "comedia" romántica amateur barata que es. 

 

P.D.: Lean las notas finales, en serio. <3

 

 

 

Cambios

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

No sabría decir con exactitud, en qué momento preciso se enteró que él existía. Como a su vez, no sabría responder a ciencia cierta si ese momento fue real o no. Solo podía recordar vagamente a un personaje nada parecido a lo que él estaba acostumbrado a ver diariamente, sentado sobre su regazo. Parpadeó varias veces buscando adaptar sus ojos a la oscuridad de la habitación, y lo primero que sus negras orbes divisaron, se trataba de otro par de ojos; que parecían destellar en una amarillenta tonalidad. Mirándole fijamente. Pensó, ahora —aún más— que se trataba de un sueño extraño. Uno, donde ese sujeto, mucho más extraño se refregaba contra sus partes nobles a medida que acercaba su pálido rostro hasta dar con el oído de un confundido moreno.

 

 

Los labios del chico rozaron su lóbulo, enviando corrientes eléctricas que fueron a parar a la punta de sus dedos. Todo esto, mucho antes de que el sujeto susurrara en su oído:

 

 

—Sai… Sai —dijeron, señalando la cantidad de lujuria y posesión que ese par de simples palabras ocultaban. Más que señalando, estaban dejándole en claro que era así.

 

—Yo soy de ustedes —dijo. Estando más feliz de lo que debería, puesto que se trataba de un sueño algo perturbador y cruel. Y sí, Sai se estaba comunicando con dos personajes, porque tal vez era el cuerpo del pelirrojo el que se cernía a él con tanta aprehensión. Pero, y he aquí el dichoso pero: esa actitud no le pertenecía a Gaara en ninguna realidad que conociera. Solo en sus más oscuros deseos y sueños, claro.

 

 

Joder, ese pelirrojo que le provocaba tales —e igualmente nunca antes exploradas— sensaciones, estaba realmente encima suyo. Frotándose sin pudor alguno sobre él, besando desde su tórax hasta la línea de su mandíbula. Bajando de nuevo, se detuvo sobre su cuello dejando una marca de posesión. Una que al pasar de los segundos, cambió su tonalidad de un rojizo a un morado casi enfermo. Le estaba marcando como su propiedad, y joder que le gustaba. Oh sí.

 

 

Cuando pensó llegar a un prematuro orgasmo, sucumbiendo ante el rítmico movimiento que el otro imponía sobre él, el golpe incesante de las pesadas cortinas contra la pared del lugar le hizo abrir los ojos con inocente confusión. Estaba desorientado. Aun cuando se encontraba repentinamente despierto, su vista estaba demasiado nublada como para permitirle asimilar su entorno con facilidad. Y cabe destacar que los rayos del sol, no ayudaban demasiado. Restregó su ojo derecho con su mano izquierda, puesto que su brazo derecho estaba algo adormecido, cosquillaba y dolía dejándole una movilidad, pues, nula. Giró el rostro aún adolorido y desconcertado, sentía ser víctima de una posible torticolis. Desagradable. Muy desagradable. Claro, que encontrar una cabecita roja recostada en su brazo, le parecía una razón poco más que encantadora. Ya no le molestaba tanto que la sangre no circulase por sus venas, poniéndole aún más pálido de ser eso posible. Mientras el cuerpo semidesnudo de Gaara se pegaba de una manera intimidante al de él, le resultaba como mínimo una razón para gastar aquellas diez cajas de toallitas desechables que le había regalado en uno de sus cumpleaños como broma pesada.

 

 

Por todas las santísimas barbas que Merlín se haya afeitado. ¡Qué era real, joder! ¡No era un sueño! No era un simple sueño erótico más, no como había pensado. Bueno, al menos el dormir junto al pelirrojo era bastante real.

 

 

Pero…

 

 

¿Cuánto de lejos habían llegado realmente? Porque si mal no recordaba —si es que de verdad recordaba—, los ojos de Gaara eran como mar en arribo a la orilla y sereno. No amarillos. ¿Sería acaso que el pelirrojo usaba lentillas? Ya decía él, un color tan bonito no podía ser realmente natural. De seguro Sakura también las usaba. Aunque claro, ella seguiría siendo fea con o sin lentillas.

 

 

—Las lentillas no cubren la frente… —exclamó al aire, casi en un susurro mientras hacía un intento bastante pobre de liberar su adormecido brazo. Pasó su palma desde la mejilla hasta su frente. La curiosidad le picaba aún más que la hiedra venenosa en la que cayó preso hacía ya un par de años. Y joder que picaba.

 

 

Se acercó lento, como el que no quiere la cosa y con ayuda de sus dedos pulgar e índice, abrió lentamente el ojo de Gaara, tirando con cada dedo, cada extremo de sus párpados. También para cerciorarse de que no era maquillaje lo que cubría casi la totalidad de las cuencas de sus ojos.

 

Y allí estaba. Sip, era ese bonito color que tanto le gustaba, aquel que le rendía tributo al agua de mar en su más calmos momentos. Y a menos que Gaara fuese un demente, dudaba realmente que se atreviera a dormir usando las dichosas lentillas.

 

 

Abandonó la cama con una sutileza bastante nula, para dirigir su adormecido cuerpo —porque no solo era su brazo— hasta el cuarto de baño. Vaya suerte tenía de que Gaara fuera dueño de su propio baño. Así se ahorraría tener que bajar y, posiblemente, encontrarse con Temari. Su mentira sería descubierta y estaba al máximo seguro que Gaara no se mostraría feliz, ni mucho menos divertido de oírlo.

 

 

Mientras el agua fresca bañaba su rostro, y usaba descaradamente el cepillo de dientes del pelirrojo. (Vamos, que Gaara no tenía que enterarse). Se miró al espejo que colgaba en la pared, descubriendo la marca que coloreaba la pálida piel de su cuello, era real. Mierda, es real. Real como esa mancha pegajosa que adornaba su ropa interior de color negro. Lo que le llevaba de nuevo, a cuestionarse: ¿qué tan lejos habían llegado? ¿Realmente pasó algo entre ellos? ¿Por qué todo parecía tan confuso, incluso ahora? —Tan… Distorsionado—. Susurró. Gaara tampoco parecía estar consciente al momento, así que quedaba una solo forma de saberlo.

 

 

—Gaara, Gaara, despierta —comenzó a llamarle, y mecerle de un lado al otro a penas se hallaba a sí mismo al lado del cuerpo del pelirrojo sin obtener una respuesta—. ¡Gaara, despierta!

 

—¡¿Qué quieres?! —Gritó el menor, exasperado y con una mueca de confusión. Exaltado.

 

—Que despiertes, Gaa. Al parecer tienes el sueño pesado.

 

—Sai… —suspiró, un poco cansado—. Te escuché desde la primera vez. ¿Qué sucede?

 

En un movimiento casi imperceptible, Gaara tomó las sábanas tirando de ellas hasta cubrirse por completo. Solo una mata alborotada de mechones rojos se divisaba por encima del bulto que ahora era el pelirrojo.

 

—¿Qué sucede, Gaara? ¿Te encuentras bien? ¿Tienes frío? —cuestionó el moreno, totalmente ignorante de la forma tan descarada que se mostraba aquella marca de posesión en su cuello. Obviamente, no recibió respuesta—. ¿Gaara? —dijo, de nuevo, a medida que retiraba aquellas estorbosas mantas del cuerpo de su preciado Gaara.

 

 

Parpadeó varias veces, intentando asimilar bien con su cerebro, la imagen que sus ojos estaban captando.  Intentando poner en orden sus pensamientos mientras la imagen de un Gaara sonrojado hacía mella en él, colándose hondo en su ser, y otras partes. Aquel adorable sonrojo, que gracias a su falta de ropaje superior, le permitía ver como llegaba desde sus mejillas bajando por su cuello, rodeando sus orejas hasta bajar finalmente a su pecho. El cuerpo de Gaara era verdaderamente sensible a las vergüenzas.

 

 

Sai sintió su ropa interior hacer presión. Demasiada, diría él.

 

 

—Gaara —dijo, a medida que se acercaba lentamente.

 

 

—Qué… ¿Qué sucede? —respondió, aún sin atreverse a mirar al moreno.

 

 

—Yo creo que… Pues… Tengo hambre.

 

 

Y se sumergieron en un profundo silencio.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

—¿Ahora sí me dirás a qué se debe tu visita? —Cuestionó el rubio comenzando a fruncir el ceño—. Escucha Sasuke, la única razón por la que no te saqué a patadas anoche, es porque realmente luces mal. Pero sabes bien que has perdido el derecho de llamarme amigo, y aún más de venir hasta acá. Aún estoy considerando si fue buena idea dejarte entrar.

 

 

Sasuke, que recién terminaba de tomarse una enorme taza de café bien cargado, bajó la mirada con un deje algo confuso de melancolía. Él sabía eso perfectamente, pero a fin de cuentas Naruto era de las pocas personas en las que de verdad podía confiar. Incluso luego de ser el bastardo más grande de Konoha, éste le había abierto las puertas de su casa.

 

 

—Gracias por dejarme dormir aquí —dijo secamente. Ignorando lo dicho anteriormente por el rubio—. Dentro de poco tendré que irme, falta poco para el inicio de clases. No quiero llegar tarde, y tú tampoco deberías hacerlo.

 

 

Se levantó arrastrándose prácticamente hasta llegar al sofá donde había dormido. O donde había estado intentando dormir. Las enormes bolsas purpúreas bajo sus ojos eran una señal clara de que ni siquiera había podido dejar de llorar hasta la mañana. Pero claro, siendo un  Uchiha, como lo que era, no permitiría que alguien como Naruto supiese de ese rasgo tan impropio de él.

 

 

—Sasuke… —el tono en la voz de Naruto mostraba cansancio. Probablemente, según los pensamientos del moreno, Naruto tampoco habría podido pegar un ojo en toda la noche ni aunque lo deseara—. Sasuke.

 

 

Repitió el nombre. Y el tono que estaba usando ahora dejaba claro que no estaba de humor para bromear. Que aunque fuese Uzumaki Naruto, esta vez no estaba de ánimos para bromas. Mostrando que aunque resultara difícil de creer, sí tenía algo de seriedad guardada en su interior.

 

 

—Ya, tienes razón. Tengo poco o nada de derecho de venir hasta acá, lo sé. He hecho cosas terribles, y sí. Itachi sí asesinó a mis padres. Está perdiendo poco a poco la visión, y tuvo además, un romance con Gaara —finalizó, apretando la mandíbula hasta que las líneas se hiciesen mucho más visibles.

 

 

—Wow, espera… ¿Qué?

 

 

—Difícil de creer, ¿no? Naruto, la verdad es que no tengo intenciones de pedirte disculpas —observó el rostro de Naruto pasar de la incredulidad, a la confusión y por último al enojo. Y antes de que éste pudiese interrumpirle, prosiguió—. No considero que haya hecho algo malo. Sí, los encerré en el baño, pero eso derivó a la relación que mantienes ahora. Es algo bueno, ¿no?

 

 

—Peleamos —dijo el rubio.

 

 

—Siempre hacíamos eso de amigos. No le veo gran importancia. Además, gracias a mí, ahora Sakura te ama.

 

 

—Eso no cuenta —dijo de nuevo el rubio, agachando la mirada—. Aún le gustas. Sé que intenta negarlo y ocultarlo, pero puede ver ese brillo que solía tener antes cuando te miraba.

 

 

Sasuke suspiró.

 

 

—¿Crees que eso me importa? —espetó serio, casi con amargura. Naruto alzó una ceja, aparentemente ofendido—. No es… No me refiero a que ella no me importa. Joder, ustedes son lo único cercano a un amigo que he llegado a tener. Pero créeme cuando te digo que me da igual si le gusto a ella, a Ino o a quién sea. Estoy recién descubriendo la verdadera causa de la muerte de mis padres, y el por qué murieron. Si le gusto a una chiquilla de secundaria o no, me tiene sin el más mínimo cuidado. Sin embargo, sonaré egoísta, y lo soy, pero eso también me tiene sin cuidado, ¿sabes? La verdad no me importa que ellos hayan muerto, ni que Itachi esté o no, ciego. Me molestó, sí. Pero justo ahora solo puedo pensar en cómo será mi vida de ahora en adelante luego de salir de aquí, Después de todo esto, ¿y sabes? No encuentro nada que me parezca lógico. Ya no puedo verme a mí mismo lejos de Suigetsu, Juugo e incluso Karin, Sakura y tú. No puedo ver mi vida más allá de ustedes y de… De…

 

 

—Gaara —dijo el rubio. Sasuke le miró sorprendido, como si no entendiese exactamente a qué se refería. ¿Acaso él…?—. Lo sé, todo. Sé lo que pasó, y te conozco lo suficiente para notarlo también. Claro que nunca imaginé que tú… —se aclaró la garganta para continuar, pero le fue imposible.

 

 

—¿Qué? ¿Qué me guste un hombre? —Soltó una risilla entre dientes, pasando una mano por entre sus cabellos. La situación le parecía irremediablemente hilarante—. Ni yo mismo lo creo.

 

—Debes saber, Sasuke —interrumpió Naruto—, que Gaara es muy unido a Sai. Y éste no va a dejar que te acerques a Gaara después de lo que… Bueno, de lo que ha pasado. Incluso yo me opongo a ello. Alguna vez te llegué a considerar mi mejor amigo, ahora esos términos van dedicados a ellos. Sai es mi amigo.

 

 

—No necesito su permiso. Ni el tuyo. Me atrevo a decir, incluso, que no necesito el permiso de Gaara, tampoco. No estoy pensando en él como algo a futuro ni nada parecido.

 

 

—¿Qué quieres decir? —Sasuke sonrió, le gustaba el rumbo que estaba toando esta conversación, y ver el rostro desfigurado de Naruto en completa confusión, le parecía mucho mejor.

 

 

—Lo deseo profundamente. ¿Entiendes?

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

—Sai —advirtió el pelirrojo justo al momento de notar la proximidad del cuerpo del moreno. Sai se estaba subiendo a él.

 

 

—¿Qué? —sonrió, ladeando el rostro.

 

 

Gaara suspiró. Los ojos de Sai estaban sobre él, reflejaban todo excepto mala intención. ¿Podía realmente confiar en Sai? ¿Quería confiar en él? La respuesta era simple: sí, claro que quería confiar en él. Ya lo hacía.

 

 

Sintió el peso de los codos del moreno hundir cada lado correspondiente de la cama, y tuvo una sensación de intranquilidad. Ya no veía a Sai como al muchacho que pintaba, y al que le gustaba ver pintar. En ese justo momento, le veía como un hombre, y ese hombre; le gustaba. Le gustaba el modo en que sus músculos se tensaban cada vez que cambiaba el peso de su cuerpo de un brazo al otro. Le gustaba la forma en que sus ojos le miraban casi echando chispas. A veces creía, que podría encenderse; literalmente. También le gustaba la forma tan infantil en que el chico solía comportarse. Casi como si salir al mundo de esa manera le resultara algo nuevo, como si realmente no fuese experimentado. Le gustaba, también, la forma en que sus pieles casi se confundían la una con la otra. Le gustaban muchas cosas, y esta vez en definitiva no podía culpar a Shukaku, pues se podría decir que fue él quién realmente le hizo ver lo agradable que era Sai. Solo a veces.

 

 

Sonrió ladino, posando sus manos en las caderas del otro, que le miraba ahora entre sorprendido y emocionado. Tomando con la punta de sus dedos el dobladillo de la camisa negra de Sai, la fue apartando dejando espacio suficiente para colar sus manos a través de ésta y poder tocar finalmente la piel desnuda del moreno. Era cálido al tacto, y podía sentir cada músculo tensarse, cada fina línea marcada por el ejercicio. Sí, definitivamente le gustaba ese cuerpo.

 

 

Sus manos se encontraban aún en su cuerpo, las sentía subir por su abdomen y él alucinaba al ver la expresión en el rostro de Gaara. Era tan fresca y pasiva, como si no estuviese haciendo nada realmente. Le encantaba eso del pelirrojo. En general, le gustaba todo de él y su existencia. Se inclinó, pensando en besarle, pero sus labios se desviaron hasta su frente y luego hacia el Kanji finamente tatuado. Siempre quiso preguntar a qué se debía, pero su libro decía claramente que bajo ninguna circunstancia debía preguntar cosas del pasado en un momento de intimidad. ¿Por qué?

 

 

 

Siguió esparciendo besos suaves por la frente, ojos, mejillas y nariz del pelirrojo. Giró su atención luego al cuello y subió delineando con sus labios y su lengua el contorno de la barbilla del menor, haciendo que éste cerrara sus ojos. La rodilla de Gaara se flexionó rozando —esperaba él— sin querer la cara interior de sus muslos y suspiró lleno de emoción. Una emoción poco normal en él. Terminó de recargar su peso en el cuerpo del pelirrojo, y rozando su pelvis con la contraria de decidió finalmente a besarle. Tomó su rostro entre sus paliduchas manos y le atrajo con una desesperación tan palpable que incluso Gaara podía saborearla. Primero se dedicó a presionar sus labios contra los del pelirrojo, tanteando la zona, no quería apresurarse y terminar siendo echado por la ventana de nuevo. Pero fue cuando sintió a Gaara despegar sus labios un poco, y luego delinear los de él con aquella suave lengua, que finalmente perdió toda duda.

 

 

Gaara se sentía extremadamente extraño. Parecía estar flotando en una densa nube de neblina inestable. No sabía cuándo podría caer, pero eso, en vez de resultarle atemorizante le alentaba incluso aún más. Levantó la camisa negra de Sai por todo su cuerpo, y cuando éste logró sacar los brazos sin apartarse de sus labios la dejó guindando de su cuello. Por ningún motivo quería abandonar aquel contacto.

 

 

Sai sintió las manos de Gaara rodearle el cuello, y luego sus brazos halarle hacia abajo, profundizando el beso. Estaba jadeando cuando se separaron, casi sin aliento. Los labios de Gaara estaban rojizos y sus mejillas volvían a tener aquel casi imperceptible sonrojo. Eran tan claro, que de encontrarse él más apartado de seguro no lo habría notado. Y le encantaba. Besó las mejillas sonrojadas de Gaara antes de bajar entre besos hasta su pecho, sin detenerse ni un segundo. Estaba seguro de lo que quería hacer y definitivamente lo haría. Con su mano agarró una almohada colocándola bajo las caderas del pelirrojo, para continuar con su recorrido, dando besos y olisqueando todo aquello.

 

 

—Sai, no…

 

 

Hizo caso omiso, y relamiéndose los labios apretó sus dientes contra la dureza que sobresalía entre el bóxer del menor. En cierta parte, creía que hubiese sido mejor poder desvestirle estando en sus cinco sentidos, pero tenerle así, tan dispuesto y accesible era algo maravilloso de igual manera. Besó las ingles con aire juguetón y sonriendo volvió a erguirse en su antigua posición, atrapando nuevamente los labios de Gaara. Dirigiendo su ansiosa mano hasta las partes nobles del pelirrojo, haciéndose espacio entre la ceñida prenda. Unos toques suaves pero firmes en la puerta le alteraron un poco, haciendo que por acto reflejo se desprendiera de aquellos labios.

 

 

—¡Gaara! ¿Estás despierto? ¡Gaara, qué se te hace tarde! —Esa era la voz de Temari, sin duda alguna. Observó como el menor dirigía sus ojos con un poco de frustración en ellos hasta dar con la puerta, para luego devolver su mirada aguamarina hasta sus ojos. Sonrío, como si recién le hubiesen contado el peor chiste de la historia. Y luego habló:

 

 

—Será mejor que bajemos a desayunar. Temari es estresante a veces —dijo, y se inclinó solo un poco hasta besar el lóbulo del moreno, quién a ese punto, le miraba anonadado—. Vamos, Sai.

 

 

El pelirrojo le apartó, levantándose y caminando en dirección al baño. Mientras Sai le observaba, comenzó a sentirse extrañamente preocupado y nervioso.

 

 

—Eh… Gaara… —dijo, mirando a otro lado. Escuchó un sonido breve por parte del otro, y continuó—: Bueno que… Temari quizás no me dijo nada anoche. Mentí para que me dejaras quedar —finalizó, tragando en seco.

 

 

Gaara le miraba ahora desde la puerta del baño, tenía una expresión seria, dura. Pero bajando la cabeza, Sai pudo identificar una baja risilla mientras negaba con la cabeza sonriendo. Por un momento ignoró el comentario del moreno y se quitó la única prenda que le cubría, dándole la espalda al moreno y sonrió.

 

 

—Ya lo sabía —dijo, mientras se adentraba al baño aún sonriendo. Cerró la puerta, y en menos de un segundo la abrió de nuevo—. ¿Vienes?

 

 

Gaara seguía sonriendo, y por primera vez, Sai no sabía qué pensar.

 

 

 

 

Notas finales:

¡HOOLAA! Bueno, ya sé que siempre dejo el capítulo a medias, que éste estuvo bastante pobre en cuánto a contenido, y que además fue corto. (Sin mencionar el hecho de me volví a tardar siglos).

 

Bueno la razón por la cual me tardé milenios, es que mi hermana se fue de viaje y se llevó la laptop. Y como podrán saber, sin ella se me hace imposible escribir. Además de que mi celular ya no admite el copy-paste en la página de AY así que tampoco podía actualizar desde allí. Pero ya ven, estuve 1 mes tras mi hermana repitiéndole toooodos los días "por favor trae la Mac, la necesito, por favor". Hasta que se hartó de mí, y la trajo. ¡Yay! De todos modos, si me vuelvo a tardar es porque estoy trabajando... O haciendo el intento, al menos.

 

De verdad espero no haberlas decepcionado (tanto) con este capítulo, y que aún sigan leyéndome. xD

 

Por lo tanto, acá abajo les dejo el regalo. Lo prometido es deuda. Lo hice yo con ayuda de una página, y de verdad espero que les guste. xD

 

El regalo está clickeando este súper largo Link :DDDDD

 

Sí, es algo relacionado al SaiGaa. Adivinaron :C

 

En fin, si les gustó (al menos el regalito), ¿me dejan un Review?

 

Si no, pues será... Igual me pueden dejar sus quejas en un Review. xD

 

 ¡Ah!, casi olvidaba mencionar que la ganadora del concurso, fue mi... Mmm... "Amiga" Elle Trancy. Pronto subiré la historia y todo eso. Y como Gakuen ya está por terminar, pronto haré otro "concursirijillo" porai. (:

Hasta pronto~~~


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