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Gakuen Life por Glax Trancy

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Notas del capitulo:

Naruto no me pertenece, pero Gaara sí <3

 

Ok, que creo que este capítulo dejará muchas dudas, pero en las notas finales espero poder aclarar algo.

 

 

 

 

TID

 

 

 

Detestaba encontrarse en situaciones absurdas como aquella. Normalmente, para Sasuke Uchiha, la mejor opción sería desechar su creciente obsesión por ese chico y fijarse en alguien completamente diferente. Pero es que Gaara tenía ese algo que le ponía a mil y le hacía sentirse estúpidamente contento. Por eso, aunque deseaba mandar todo a la mierda y continuar con su vida, sentía la necesidad de saber más sobre el menor y de tenerle consigo siempre. Gaara había aceptado su mano, le había seguido y ahora estaba nuevamente con él. Pero sabía que el pelirrojo lo hacía solo para fastidiar a Sai, y eso a su vez, le fastidiaba a morir a él. Joder, si tan solo fuera atacado desde el inicio Gaara no se encontraría en esa estúpida situación.

—Maldita sea Gaara —golpeó de nuevo la puerta del sanitario, esperando obtener ahora una respuesta—. ¡Abre la maldita puerta!

Gaara estaba actuando como un crio estúpido y eso le ponía de los nervios. Desde que habían entrado a la mansión Uchiha, viendo como Sai partía con el resto de su grupo en aquel ridículo vehículo, el menor salió disparado hacia el baño cerrando la puerta con llave y rehusándose a conversar con el Uchiha. Casi dos horas habían sucedido desde ese momento, Sasuke se tomaba intervalos para comer, ir al baño superior o revisar su móvil esperando alguna señal de vida por parte del otro. Pero nada sucedía.

Estaba, pues, perdiendo la paciencia.

Cuando se disponía a tocar nuevamente la puerta, la misma se abrió dejando ver la silueta cabizbaja de Gaara. El mismo tenía la mirada perdida en una parte del piso y le veía negar varias veces mientras sonreía de una manera un poco peculiar. Balbuceó una sarta de cosas inentendibles para Sasuke hasta que finalmente el pelirrojo fijó sus orbes en el mayor. Le miraba sosteniéndose del umbral del baño sin ánimos de decir algo, aparentemente no llevaba prisa y el Uchiha perdía la poca paciencia que tenía. Gaara miró a su alrededor antes de fijar de nuevo sus ojos en la descolocada figura de Sasuke y hablando bajito, se fue acercando a él.

—A Gaara le gustas —sentenció, dejando muy confundido a Sasuke. ¿Por qué hablaba en tercera persona? —. A él le gustas, y a mí me encantas. Pero debes saber que el corazón de Gaara le pertenece a Sai. O al menos eso es lo que él piensa en lo profundo de su mente. Tú me gustas, Sasuke, y si quieres algo con nosotros, no la tendrás fácil.

 — ¿A qué te refieres? —Replicó ante el prolongado silencio de Gaara. Estaba jodidamente confundido—. No logro…

—Shh —el pelirrojo colocó su dedo índice en los labios de Sasuke antes de negar repetidamente con la cabeza y luego echarse a reír—. No logras entenderlo aún —dijo, como leyendo el pensamiento de Sasuke, quien miraba sorprendido al menor. Aquella expresión en el rostro del Sabaku No era la misma que había visto aquella vez en la fiesta, aquella que fue su primera vez juntos—. Pronto lo sabrás. Pero no la tendrás fácil.

El pelirrojo se inclinó en la punta de sus pies, rodeando el cuello de Sasuke con sus brazos, tomándole fuertemente del cabello y dándole un agresivo beso mientras mordisqueaba sus labios. El moreno intentaba corresponder como podía, acariciando los glúteos del otro. El beso se tornó más salvaje y cuando pensaba que pasarían a más, Gaara se separó mirándole con aquella expresión diferente en su rostro. Casi se podía decir que era otra persona. Le vio alejarse y antes de susurrar otro “deberás luchar por él, por nosotros” vio como el pelirrojo tomaba sus cosas y abandonaba el lugar dejándole con la mente confundida, los labios ardiendo y su entrepierna palpitando.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

—Sai, no puedes seguir así. ¿Entiendes eso, cierto? —El moreno le ignoró por completo, trazando figuras con su pincel—. ¡Sai!

— ¿Qué?

—Escúchame cuando te hablo.

Sai suspiró fastidiado, pensó sería buena idea llamarle para hablar, pero la chica era bastante molesta. Casi le recordaba a Sakura. Desde que puso un pie en su casa, la pelirroja no había dejado de recriminarle por la escenita que montó el día anterior en la playa. Y es que, desde que la chica se había enterado que él y el pelirrojo que tanto se parecía a ella, pasaba día y noche reclamándole por usarla y lastimar al otro chico. Desde esa vez que Gaara les había descubierto no volvieron a  tener ningún tipo de intimidad, pero siendo aún compañeros de clases, compartían días enteros charlando y pintando uno en compañía del otro.

—Maldición, eres peor que mi hermanito. Joder, deja de darle tantas vueltas tío, la cagaste de una manera monumental —la chica le manoteaba con cada palabra y Sai no podía dejar de pensar en lo increíblemente diferentes que eran Amaru y Gaara. La chica resultaba muy habladora y vulgar la mayoría del tiempo—. Te juro que a veces te odio. ¿Por qué demonios no solo te disculpas y ya?

—Gaara no aceptaría mis disculpas —agregó finalmente posando su atención en la chica, dejando de lado sus pinceles que aún goteaban pintura roja—. Creo, si le conozco bien, que ni siquiera me escucharía. Lo que no entiendo es por qué se enojó tanto; solo fue sexo.

—Voy a intentar hacer de cuentas que no dijiste eso —frunció el ceño levemente enojada por el comentario del pelinegro—. Pero, no evitará que te diga que eres un imbécil. Sai, no solo me engañaste a mí alegando que ustedes eran amigos, le fuiste infiel, ¿entiendes?

El moreno pareció caer en cuenta de algo, mirándole demasiado atento y con un leve deje confuso en su semblante. Amaru a veces no lograba comprender cómo Sai podía ser tan obtuso y continuar viviendo. Y menos en pleno siglo veintiuno con tanta tecnología. Joder, ella conocía la historia de Sai y lo horrible que era con eso de los sentimientos y las relaciones interpersonales, pero vamos, ¡que para eso existía Google! Suspiró algo cansada, se preguntaba sinceramente cómo ese chico, Gaara, había hecho para soportarle por tanto tiempo.

— ¿Le amas? —Preguntó tras un rato de silencio—. Sai, ¿tú lo amas?

Sai parecía algo confundido ante tal pregunta. Le vio vacilar, abrir la boca varias veces antes de volver a cerrarla. El moreno se pasó una mano por el cabello mirando a un punto muerto, y finalmente posó los ojos sobre ella. Mirándole con una decisión casi infantil. Tomó aire y realizó la gran pregunta:

— ¿Cuándo amas a alguien no puedes acostarte con otra persona?

Y entonces Amaru supo que, efectivamente, Sai era un idiota.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Se encontraba medio acostado en su cama, su teléfono móvil vibraba incesante en su bolsillo pero él acaba de entrar en razón. No sabía cómo había vuelto a casa ni a qué hora para ser exacto, eran alrededor de las seis de la mañana cuando supo que estaba en su propia habitación y no en la del Uchiha. Se extrañó pues recordaba haberse quedado con él, pero se lo atribuía a Shukaku, y a esas altura ya daba igual realmente. Se movió un poco sintiendo sus piernas totalmente dormidas, y sus brazos entumecidos. No recordaba a qué hora había llegado, pero estaba seguro no haberse movido ni un centímetro desde que se acostó en aquella posición. Bostezó, quitándose los zapatos y la camiseta, necesitaría una ducha antes de enfrentar la realidad.

Al salir chorreando agua, decidió dejar que el viento le secara. Abrió la ventana y ubicó su móvil. Tenía al menos unas dos decenas de mensajes, entre ellos figuraban los nombres de Temari, Naruto, Sakura, Ino, Kankuro, e incluso un mensaje de Baki. Los ignoró hasta que sus ojos captaron dos nombres que realmente deseaba olvidar. Sasuke y Sai le habían dejado varios mensajes.

—Maldición.

Lanzó el aparato sobre la cama sintiéndose miserable mientras se colocaba una ropa lo suficientemente cómoda. No respondería a nadie, no aún.

Terminando de colocarse la camiseta, abrió la puerta de su cuarto bajando las escaleras, al llegar a la planta baja se encontró con Temari que tenía un semblante cansado y preocupado a la vez. La rubia al mirarle, sollozó llevándose las manos a la boca.

— ¡Gaara! ¡Por Dios, Gaara, estás bien!

—Temari, por favor cálmate —espetó algo abrumado por la reacción exagerada de su hermana mientras ésta le apretaba entre sus brazos llorando como cuando era una niña.

— ¡Gaara, Gaara! —Repetía una y otra vez poniendo más fuerza en su abrazo—. ¡No sabíamos dónde estabas o qué te pudo haber pasado! Imaginé lo peor, por favor no vuelvas a hacer esto. Estábamos tan preocupados.

¿Estábamos? —Pensó el pelirrojo, claramente confundido—. ¿Pero de qué demonios habla?

—No contestabas el teléfono ni ninguno de nuestros mensajes, llamé al instituto y Tsunade nos informó que habías regresado al salir. No aparecías y simplemente imaginé lo peor —la chica hablaba ahora un poco más calmada y fue entonces que Gaara cayó en cuenta de su error mientras veía a su hermana limpiar los rastros de lágrimas de sus mejillas. Llevaba varios días fuera de casa y a parte de ese inútil mensaje que pegó al refrigerador, no se había tomado la molestia de escribirle a ninguno de sus hermanos.

—Lo siento Temari, salí con los chicos a un viaje a la playa y creo que olvidé escribirte.

—Gaara —habló ahora Kankuro, quien hasta ese momento se había mantenido al margen—. Vives con nosotros ahora, somos una familia tú ya no estás solo. No debes darnos explicaciones ni mucho menos pedir nuestro permiso, pero entiende que tanto Temari como yo nos preocupamos por ti porque eres nuestro hermano y te queremos. Si vas a desaparecer así, por lo menos avisa. Temari estuvo cerca de tener un infarto y si eso sucediese yo no sabría hacer el desayuno —finalizó sonriendo. Gaara estaba descolocado con todo aquello, y a pesar que la actitud madura que había tomado su hermano le sorprendía, su último comentario le hizo sonreír a todos por igual.

—Lo siento —dijo colocando su mano sobre el hombro de Temari—. No sucederá de nuevo.

Temari sonrió aliviada y tras varios minutos de interrogarle sobre su viaje y todo lo que había hecho, la rubia se excusó diciendo que iría al mercado temprano a comprar algo para el almuerzo. Gaara se negó a acompañarle, pues estaba cansado, así que a rastras Temari se llevó a Kankuro alegando que ella sola no podría cargar todas las bolsas. O mejor dicho, que no quería hacerlo ella sola.

Gaara sonrió ladino al verles marchar, pero su sonrisa se borró instantáneamente al encontrarse solo de nuevo. Subió a su habitación y se dispuso a contestar a cada mensaje. Le agradaba la sensación de saberse reconocido por sus amigos a tal punto que se preocupasen por él, pero se dijo a sí mismo que esa preocupación era infundada y totalmente obligada cuando vio que ninguno de sus amigos respondía a sus mensajes.

«Ellos tienen una vida, Gaara. Una vida en la que no pintas nada. ¿Crees que de verdad les importas? Fíjate en Sai, dijo amarte pero a la primera oportunidad que tuvo decidió cambiarte.»

Cállate Shukaku, sé lo que tramas.

—« ¿Lo sabes? Así que lo entiendes. A nadie le importas. Tu hermana solo temía tener que hacerse responsable por tu desaparición. ¿Crees que te quieren? ¿Por qué no hicieron nada cuando Yashamaru abusó de ti tantas veces? ¿Por qué no estuvieron allí cuando tu padre hizo ‘eso’?»

Gaara dejó de luchar contra su otro yo pues a fin de cuentas tenía razón. A él nadie le amaba, nadie podía amarle de verdad. Solo podía amarse a sí mismo y esperar lo contrario habría sido un gran error. Cerró los ojos sentado en el piso abrazando sus rodillas. Y finalmente se dejó llevar por la oscuridad.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Sai se despidió de Amaru en la parada del bus, y se dirigió a paso firme a la casa de la única persona que no podía sacar de su mente y que pintaba una y otra vez. Necesitaba ver aquellos ojos que le traían loco desde la primera vez que les vio. Él era un asco en eso de expresarse, pero trataría de mejor aquello y hacer un esfuerzo solo por Gaara, y porque no quería perderle aunque el pelirrojo le dijese que no quería verle nunca más. Fuera cual fuese el resultado, él iba a luchar por no dejar que eso que había entre ellos muriera.

A unas cuadras de la casa del pelirrojo divisó a sus hermanos caminando y hablando animadamente, se acercó a saludar con un apretón de manos a Kankuro y un beso efímero en las mejillas de Temari. La rubia le había contado que Gaara estaba en casa pero que probablemente dormiría así que en un acto de extrema confianza, le otorgó las llaves de vivienda para que en dado caso que el pelirrojo durmiera, Sai pudiese entrar de todos modos. Su cuñada definitivamente confiaba en él y eso era algo que agradecía pues al parecer Kankuro aún le tenía cierto recelo.

Al llegar tocó el timbre varias veces sin obtener respuesta, por lo que supuso que efectivamente Gaara estaría durmiendo. Con todo atrevimiento entró, guardando las llaves en sus bolsillos dirigiéndose directamente a la habitación del pelirrojo. Al llegar suspiró, estaba honestamente muy nervioso y no sabría cómo empezar la conversación. Tomó el pomo de la puerta dispuesto a entrar cuando escuchó unos sonidos lastimeros provenientes de donde se supone estaría Gaara durmiendo.

Sin duda era un llanto sofocado.

Abrió la puerta con prisa para encontrarse con la imagen de Gaara sentado en una esquina de la habitación con su rostro escondido entre sus piernas flexionadas y sintió un fuerte vacío en el pecho.

—Gaara… —balbuceó bajito. El menor levantó la cabeza con una expresión aterrada en el rostro. Tenía los ojos hinchados y las mejillas rojas. Su ropa estaba húmeda de tanto llorar—. Gaara —repitió acercándose a paso rápido, intentando abrazar al objeto de sus noches de insomnio.

— ¡No! —Se alejó como si el contacto con Sai le quemase—. ¡No me toques, no te acerques! ¡Lárgate!

Sai pudo ver que Gaara estaba en un estado de Shock susurrando cosas que no lograba entender. Haciendo caso omiso de las palabras del pelirrojo, le tomó fuertemente por la muñeca atrayéndole hacia él acunándole en un abrazo protector bajo las constantes protestas del otro. Colocó la cabeza de Gaara en pecho manteniéndola allí con su mano derecha y sosteniéndole por la cintura con la izquierda. Gaara estaba ahora sentado en una de sus piernas extendidas y todo su peso recaía en él, pero no le importaba si la posición era incómoda.

Poco a poco las quejas e intentos de safarse por parte Gaara cesaron, su respiración se suavizó y en lugar del llanto frenético que había escuchado antes, ahora solo había débiles sollozos.

—Gaara —se atrevió a romper el silencio tomando al menor por la barbilla, mirándole directo a los enrojecidos ojos—, dime por favor. ¿Qué sucede?

—Es mentira —dijo el otro como un leve susurro. Tenía la mirada perdida y su voz sonaba distante—. Tú no me amas, nadie puede quererme. Solo yo me amo. Solo yo me amo —repitió como un mantra, y el moreno pensó por un segundo que aquellas palabras iban dirigidas más hacia el pelirrojo mismo, que para él.

—Gaara yo… Yo te amo —sentenció—. Lo que hice fue un error porque hay muchas cosas que aun no entiendo de las personas y nunca pensé que te lastimaría —la mirada de Gaara pareció fijarse finalmente en su persona y frunció el ceño aparentemente molesto.

—Tú no me amas. Ni siquiera sabes lo que esa palabra significa. Vete —se alejó tomando distancia de Sai—. No te odio, pero no quiero estar cerca de ti ni de nadie. Eres un falso —volvió a posar sus orbes sobre los ojos negros de aquel en quien pensó podía confiar y casi escupió con asco—, no sabes lo que es amar porque tampoco nadie te ha amado. Eres un falso igual que yo e igual que Gaara. Vete, no te necesito.

Sai se sintió herido por aquellas palabras, pero reconoció ese destello en los ojos del menor. Ese no era Gaara, ese no era su Gaara. O por lo menos no estaba en sus cabales del todo. Sonrió cerrando los ojos como solía hacer sin saber de qué otra manera proceder, y poniéndose de pie decidió marcharse.

Gaara volvía a estar solo siendo consumido por sus propios pensamientos autodestructivos y esa oscuridad que se apoderaba cada vez más de él y su mente.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Eran las tres de la tarde y Sasuke se encontraba en su ordenador tecleando rápidamente. Estaba seguro que algo sucedía con Gaara, incluso Itachi se había tomado el tiempo de investigar sobre el maldito pelirrojo bipolar y eso solo significaba algo.

Gaara tenía oscuros secretos que debía descubrir.

Tecleó más apresurado, recordando las veces que Gaara tomaba esas actitudes tan extrañas. Entró en unos archivos cifrados a los que tenía acceso gracias a la profesión de su padre y que el imbécil de su hermano aún poseía los archivos y encontró un expediente solicitado por Tsunade al ingresar el pelirrojo a Konoha Gakuen. En él figuraban varios datos del menor, como su edad, peso, altura, tipo sanguíneo entre otras cosas. Nada relevante. Continuó bajando viendo las notas de su instituto anterior así como de grados inferiores y cursos realizados. El Sabaku no era todo un prodigio. En el expediente no había nada que le resultase importante, así que entró en la base de datos de la policía de Konoha teniendo también acceso a los expedientes médicos.

«Ya me he acostumbrado a tus tendencias acosadoras.»

Recordó las palabras del menor casi como si le escuchase decirlas con su típico tono de indiferencia y sonrió imaginando como que le escuchaba decirlo en tono acusatorio.

Al llegar a unos archivos se detuvo leyendo el título.

Sabaku No Gaara/ Suna no Gaara — Godaime Kazekage

Leyó interesado el inicio del expediente obteniendo la misma información que en el anterior pero algo más extensa. Al llegar  a la tercera página leyó de nuevo la palabra Kazekage, así que copiándola en el buscador presionó enter. Muchos resultados salieron en la primera página y el entró en un sitio web de Wikipedia que hablaba del cargo que era ser un Kazekage y su significado. Quedó completamente asombrado, pues el informe decía que Rasa Sabaku No, padre de Gaara era el cuarto Kazekage. Yondaime Kazekage como decía el expediente. Eso quería decir, en resumidas palabras, que Gaara era una especie de heredero de alguna tradición muy antigua y de una familia bastante importante. Karura, su madre resultó ser hija del sultán de Suna, al que comúnmente se le llamaba Kazekage, que en otros términos sería como el líder de un país o región.

Siguió tecleando y buscando en diferentes páginas. Colocando el nombre de Karura entre su búsqueda. Aparecían varias fotos de la mujer, quien tenía una sonrisa bastante dulce, al lado de un hombre de semblante serio y frío. Al entrar en los expedientes de Karura, pudo comprobar que la mujer efectivamente era la madre de Temari, Kankuro y Gaara, y que había fallecido al dar a luz a éste último. Averiguó además, que Karura cedió el puesto como Kazekage a su esposo pues siendo ella mujer, no podía hacerse cargo directamente. Continuó leyendo cosas que le tenían sin cuidado hasta que decidió buscar información referente a Rasa, el padre de Gaara.

Supo a qué edad falleció entre otras cosas. El hombre no solo había sido un dirigente, sino también un traidor. A Rasa se le había acusado de traición en Suna y en otros países, por lo que habían puesto una orden de ejecución contra él y sus aliados, lo que dejaría directamente el cargo de Kazekage a Kankuro pues era su primer hijo varón.

Leyó decenas de páginas entendiendo cada vez menos al pelirrojo. ¿Por qué ir hasta Konoha cuando era un heredero en su tierra? Vale, que tal vez hayan ejecutado a su padre por traición, pero eso no afectaba directamente su posición. Según tenía entendido, Gaara y toda su familia debían estar nadando en dinero.

Dejó de lado las páginas de los expedientes policiales y se enfocó en los médicos. Entre los de la familia Sabaku No habían casos de asma y alergias, pero nada realmente llamativo. Al llegar a Gaara, notó que habían páginas demás. Un hospital especial en Suna y un reporte de un psicopedagogo. Lo que leyó a continuación, debió verificarlo en la web pues algunas palabras de índole médica no las entendía pues hacían referencia a una patología o simplemente eran terminologías muy complejas para él.

Centro Médico de Sunagakure

Nombre: Dr. Nidaime Shamon

Paciente: Suna no Gaara

Edad: 11 años

Tipo de sangre: AB

Representantes: Sabaku No Temari

 

El perfil psicológico del individuo denota un posible caso de TID (Trastorno de Identidad Disociativa). Se aborda el caso de un paciente de 11 años que sufre un TID (como consecuencia de una infancia traumática). Se presentan las principales características del caso y de los cambios que se fueron produciendo en las sesiones del tratamiento (EMDR e ICV básicamente). Se comparan los resultados con las referencias más relevantes y recientes de los trastornos disociativos y por estrés postraumático. Se discute acerca de que el TID es un diagnóstico mucho más frecuente de lo que se pensaba, instrumentos de valoración, y terapias específicas que están ofreciendo algunos resultados. Se extraen algunas conclusiones acerca de las particularidades del abordaje de este tipo de casos.

El sujeto en cuestión alega convivir con un inquilino a quien optó por llamar “Shukaku”, haciendo referencia a un miembro de su familia. Se refiere a sí mismo como su hermano gemelo.

—Pero qué demonios —susurró leyendo párrafo tras párrafo. Prestando especial atención a la existencia de un solo expediente en el caso a tratar.

«Paciente refiere tener “bloqueos emocionales y mentales” alegando no recordar situaciones de su vida, que al preguntarle a su hermano ahora llamado Shukaku, son descritas con detalles claros. Habla sobre pesadillas sobre su madre y un ‘ángel’ que viene cada noche a llevárselo. Padece de insomnio crónico así como pérdida temporal de la memoria y un cuadro leve de depresión»

Minimizó el archivo al terminar de leer el tratamiento con choques eléctricos, ansiolíticos y terapias semanales. No podía creer que Gaara pasase por todo eso. ¿Quién era Shukaku? Recordó las veces que el menor actuaba fuera de sí y comprendió entonces que aquel llamado TID era un trastorno de personalidad múltiple y que aquel que Gaara llamaba Shukaku, era su otro yo. Recordó vagamente las palabras del pelirrojo en su visita la noche anterior y como un valde de agua helada la verdad le cayó encima: había hablado con Shukaku. Por ello el pelirrojo se refería a sí mismo en tercera persona y hablaba como si se refiriese a otra persona. «Mierda» pensó nuevamente pasándose las manos por la cabeza. Eso había sido una sobre carga de información.

Debía pensar detenidamente los hechos, y cuando llegara el momento; enfrentar al menor. Esos archivos estaban incompletos, y no explicaban del todo por qué Gaara había desarrollado ese trastorno o por qué seguía padeciéndolo después de tantos años. Sabía que estaba invadiendo hasta el fondo la privacidad del pelirrojo, pero poco le importaba. Había descubierto algo grande, y ahora necesitaba saber más.

Pensó en escribirle, pero no quería ni tenía las ganas suficientes de encarar ese problema aún. Tal vez lo mejor sería dejarlo estar y hablar con el pelirrojo cuando el shock inicial hubiese pasado al menos un poco. Joder, ahora sí podía decirlo con toda la seguridad del mundo: Gaara estaba loco.

Y lejos de sentirse escandalizado, o querer alejarse, sintió muy dentro de él que tal vez podría llegar a comprender al menor. Trataría de entenderle y estaría para servirle de apoyo. Sasuke Uchiha no era alguien famoso por su altruismo, pero estaba decidido a ayudar a ese chico.

Un Uchiha jamás incumplía a su palabra, y esta no sería la primera vez.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Era la hora del almuerzo, Sasuke estaba de pie frente al comedor esperando a sus amigos y en especial a cierto pelirrojo, no le había visto al llegar al instituto aunque llegó una hora antes y entró veinte minutos luego de que sonara la campana del inicio de clases. Gaara simplemente no había aparecido. Al escuchar la estridente voz de Naruto discutir sobre algún videojuego con Kiba y Neji se apresuró a saludarle buscando con la mirada al único que deseaba ver. Necesitaba respuestas, y las necesitaba ya.

—No vino Sasuke-kun —la rubia le miraba con astucia esperando alguna reacción del Uchiha—. Gaara no vino.

— ¿Y?

Respondió seco excusándose con sus amigos indicando que debía ir al lavabo, tomando su móvil y llamando directamente al teléfono de Gaara.

«Sabaku no Gaara, por el momento no estoy disponible deja tu mensaje y te devolveré la llamada.»

—Maldición —gruñó sintiendo un incómodo malestar dentro de él.

Sasuke Uchiha no se caracterizaba por tener el don empático, ni siquiera se podría decir que era alguien que se preocupaba por lo demás, pero al tratarse de Gaara la situación cambiaba totalmente. Sentía que ese chico tan atormentado e igual de solitario que él era el único que podría comprenderle o tan siquiera compartir sus penas. Deseaba verse reflejado en él y reconocerse como iguales. Le deseaba física y sentimentalmente. Lo que había comenzado como una mera atracción ahora se convertía en algo más. Algo que Sasuke no quería admitir pero que poco a poco empezaba a tener mucho sentido.

En un acto que catalogó como increíblemente estúpido, marcó al número de Temari, esperando no verse tan acosador como se sentía en su mente. El teléfono fue atendido al segundo repique, sin embargo preso de su propia vergüenza colgó sintiéndose estúpido.

Tsunade les había convocado a una reunión en las canchas deportivas, el único sitio donde podrían caber tantos alumnos todos juntos a la vez, para anunciarles el término de las clases ese mismo día, se había llegado a un consenso para iniciar las vacaciones navideñas cuatro días antes y el júbilo de los alumnos no se hizo esperar ante aclamaciones y gritos de emoción por parte de todos. La vieja directora había anunciado que al finalizar la última hora, todos podrían irse a sus casas hasta el mes de enero y luego de desearles una feliz navidad y un feliz año nuevo, se retiró dejando a los alumnos envueltos en la emoción de las tan aclamadas vacaciones.

—Es una lástima que Gaara no esté acá, siempre se pierde lo mejor. ¡De veras! —Escuchó a su amigo Naruto hablar e inmediatamente se unió a la conversación.

— No sé ustedes, pero me parece raro que Gaara haya faltado y Sai también —agregó ahora Sakura, mirando de reojo a Sasuke.

—Tal vez se están reconciliando —respondió Ino, guiñándole un ojo a la pelirosa. Desde el primer momento había captado las intenciones de su amiga y decidió seguirle el juego.

—Yo creo que tal vez están follando como perritos en este mismo momento.

— ¡Kiba! —dijeron todos al unísono mientras el chico reía con aparente inocencia.

Vamos, para todos era normal hablar de sexo, pero no de esa manera.

Sasuke decidió hacer oídos sordos y se encaminó a la salida. Volvería a llamar a Temari, pero esta vez sí hablaría.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Sai estaba solo acostado en el sofá mirando a la nada. Había decidido no ir a clases y ahora se arrepentía debido a su creciente aburrimiento. No había sido capaz de pintar algo decente en todo el día, y las palabras de Gaara del día anterior seguían rondando en su mente. Le había enviado varios mensajes sin recibir ni una sola respuesta.

De alguna manera, se sentía resignado.

Tal vez Gaara tenía razón, y lo que él sentía no era amor, pues realmente no sabría lo que es eso, ya que nunca lo había recibido por parte nadie. Pero estaba claro para él que Gaara era diferente, y que sentía algo realmente especial por el menor, y tal vez llegó a pensar erróneamente que el pelirrojo llegaría a notarlo.

Suspiró por milésima vez en el día.

El sonido de su celular le alertó, pensando que tal vez podría ser Gaara, aunque no acostumbrasen a conversar por llamadas telefónicas. Pero se irguió en su sitio al ver un número privado reflejado en la pantalla. Sintió algo dentro de él revolverse de manera desagradable y atendió esperando lo peor.

Sai, soy Sasuke —escuchó del otro lado de la línea sin siquiera haber dicho un hola.

— ¿Eh? —Vale, que su reacción había sido patética, pero lo menos que esperaba era una llamada del Uchiha bastardo. Y menos a esa hora.

No hay tiempo para estupideces Sai, pasaré a recogerte en menos de diez minutos.

— ¿Qué te hace creer que quiero hablar contigo? —Interrumpió al otro, sintiendo claramente esa emoción que catalogaba como ‘enojo’. Algo que se le hacía ya muy común sobre todo cuando se trataba del Uchiha.

Escucha, esto no es por mí. Si no quieres hablarme, de acuerdo. Pero esto es por Gaara.

— ¿Gaara? —Repitió más para sí que para su interlocutor, había algo de esa llamada, algo en la voz de Sasuke y en su forma de hablar que le daba un terrible presentimiento y no tardaría en averiguar por qué.

Gaara… Él intentó suicidarse.

Y así lentamente mientras el teléfono móvil se resbalaba de su mano ahora temblorosa, Sai pudo sentir un zumbido ensordecedor y por un instante la vista se le nubló. Su mundo se había detenido con aquellas palabras. Fue entonces cuando pudo notarlo.

Estaba aterrado.

 

 

 

 

Notas finales:

¡Hola! Pues vale, primero que nada dejen que les diga que había quedado en actualizar el viernes. Pero me rehusé a subir un capítulo nuevo hasta recibir un review. Así que no fue hasta que las dos únicas hermosuras que me comentaron, lo hicieron, que decidí actualizar.

Y vaya, este capítulo está algo largo, pero pensé que había estado yendo por las ramas mucho tiempo y metiendo mucho "relleno" y sé que aunque me base en la serie de Naruto, no debo seguir los ejemplos con tanto relleno. Así que bueno, acá expliqué muchas cosas que dejé como lagunas a lo largo de los 20 capítulos anteriores, y decidí que era hora de empezar a atabar cabos sueltos y contar de una buena vez la historia.

A Gakuen life no le quedan muchos capítulos por delante, ya que estoy pensando empezar un nuevo proyecto.

Así que bueno, si les ha gustado, por fa dejen un review. Me niego a actualizar sin antes recibir varios reviews. ¡Me niego!

 

En cuanto al fic, si tienen alguna duda les invito a preguntar lo que quieran. Hasta pronto~ <3


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