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Gakuen Life por Glax Trancy

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Chantajes

 

 

 

 

 

 

 

 

 

—Gaara, ¿podemos hablar?

 

 

El pelirrojo se detuvo al sentir su brazo siendo aprisionado por unas enormes manos que, al juzgar por la voz, eran de una persona a la que no le venía en gracia ver.

 

 

—¿Sobre qué?  Si no le molesta, estoy ocupado y me gustaría continuar con mis asignaciones —se soltó del agarre y avanzó unos cuántos pasos más antes de ser aprisionado de nuevo.

 

—Es de carácter urgente. Si no te importa, preferiría que fuese en privado.

 

 

Gaara miró a su alrededor, ya habían vistas curiosas posadas en ellos, y no sería buena idea ganarse enemistades por tener la «preferencia» del apuesto y muy, muy popular profesor de historia. A regañadientes accedió y se dispuso a continuar con su camino cuando otro profesor vino en busca de Itachi, llevándole así con él, dejándolo solo entre la multitud. Estaba en el receso, le quedaban aproximadamente cinco minutos para su siguiente clase, y su mente estaba ocupada por una sola cosa.

 

 

Era jueves, varios días habían pasado desde aquel ‘incidente’ en el cual terminó teniendo relaciones sexuales con Sasuke Uchiha. Y también de la vez que había tenido esa especie de conversación extraña con Sai. Sin embargo, aunque él había catalogado aquella situación como una total y fresca declaración de amor, nada, absolutamente nada había cambiado entre ellos. Sai seguía siendo Sai, y él, bueno; él seguía igual que siempre. Las únicas cosas que se volvieron notoriamente más llamativas para el resto del grupo, eran sin duda que tanto Sai como él, ahora pasaban mas tiempo juntos y sonriendo. Cada uno posó más confianza en el otro, y además, cada uno fuera de su propia indiferencia hacia el mundo, le sonreía al otro como diciendo: Aquí estoy yo. Junto a ti, siempre.

 

 

Naruto y el resto de los chicos pensaban que habían perdido la cabeza, pues solo sonreían para el otro, y jamás lo hacían mientras estaban en compañía de muchas personas. Claro, nadie nunca se enteró de aquel incidente entre ellos, y mucho menos del que involucraba al Uchiha. Pero sin duda alguna, la que más mostró emoción ante aquel hecho fue Sakura. La pelirosa y obviamente Naruto, eran testigos de lo que Sai sentía hacia Gaara, claro que ninguno de ellos estaba completamente seguro de si en el caso de Gaara, había alguna especie de sentimiento hacia el moreno.  ¿Pero qué importaba? Las cosas estaban mejor que antes, y a todos les gustaba esa calma que se presentaba.

 

 

Se dirigió al patio, desde que pasó lo que pasó, Sasuke no volvió a posarse accidentalmente justo en su casillero. Se podría decir que aquella paz le abrumaba. Sacó y guardó cada objeto correspondiente a su próxima clase y se dirigió al aula sin mayores contratiempos. Como ya se había hecho otra costumbre, al dirigirse al área de ciencias se topó con el Uchiha, quién sin mayores reparos le observó fijo y con el ceño fruncido hasta que salió de su campo visual.

 

 

Ya le había dejado en claro todo el odio que le profesaba con palabras, pero al parecer para el moreno eso no era suficiente y ahora se disponía a atacarle a base de miradas enojadas que destilaban odio de una manera casi atemorizante. Ninguno del grupo de Sasuke volvió a dirigirle la palabra, los comentarios mordaces se habían acabado y todos pasaban de él como si fuese una simple hoja de cualquiera árbol abandonado en uno de los tantos jardines del lugar.

 

 

Era mejor así, ¿cierto?

 

 

—¡Gaara! Que bueno que te veo, ¿quieres acompañarnos al Ichiraku después de clases?

 

—Me encantaría, pero tengo cosas que hacer.

 

—Vamos Gaara, siempre declinas nuestras invitaciones. ¿Qué, acaso no nos quieres? —comentó Sakura entre sonrisas y un puchero mal fingido.

 

—Apuesto que saldrá de nuevo con Sai y por eso no nos acompañará —aportó esta vez el cejas encrespadas, apuntando con su pulgar al pelirrojo—, a veces pienso que ustedes dos andan en algo raro.

 

 

Guardó silencio al sentir un codazo por parte de Ino.

 

 

—¡Cállate cejotas! Gaara no es de esa clase de personas. Además, él puede hacer lo que quiera. Pero en parte frente de marquesina tiene razón, venga Gaara, sólo esta vez. Si no te gusta el Ichiraku podemos cambiar de sitio o dejamos de molestarte.

 

—¡Dejamos de molestarte! —exclamó Naruto exaltado, quién por obvias razones no tenía entre sus planes abandonar su membresía de oro en el Ichiraku Ramen. No había perdido la mitad de su vida, y de su dinero, yendo a ese sitio para ahora simplemente arrojar sus esfuerzos por la borda. No señor.

 

—Está bien —aceptó finalmente Gaara, pues ya se sentía un poco incómodo con tanta atención puesta en él—, después de clases será.

 

 

Después de la afirmativa, la mayoría de ellos se concentraron en el profesor. Era la clase de Orochimaru, y sabían como reaccionaría si encontraba a alguien divagando o haciendo algo que no concerniese a su clase. Ese hombre sin duda era el profesor más extraño que hubiese conocido, o que llegaría a conocer.

 

 

—Buenas tardes, lamento el retraso. ¿Puedo pasar? —sonrió como siempre solía hacerlo, esa era rutina de todos los días.

 

—¿De nuevo? —Orochimaru, quién estaba al tanto de que Sai siempre llegaba tarde, optó solo por hacerse a un lado y entrecerrar sus ojos.

 

—Lo lamento, me quedé encerrado en el baño.

 

 

Ante esta exclamación, todos rieron. Todos menos Gaara. Cuando Sai tomó su lugar justo al lado del pelirrojo, éste le miró con cierto reproche marcado en su imperturbable rostro. A Gaara, por alguna extraña razón, le hacía enojar que el moreno llegara tarde a cada clase, cada día. Le parecía que estaba desaprovechando su potencial, y no tardó en decírselo. Claro, el moreno no le tomó en cuenta del todo así que al sentarse a su lado, le sonrío con cierta picardía infantil.

 

 

Sin embargo, Sai sabía que no se iba a librar de un regaño por parte del pelirrojo. A veces llegaba a comparar la relación que ellos dos llevaban, con la relación que una pareja de hermanos tendría. Pero si quería realmente llegar a ganarse no solo el cariño de Gaara, si no su amor también, debía obrar con calma, paciencia y por sobre todo: Amor e inteligencia. Así lo decía su libro.

 

 

Gaara, por su parte, tenía la mente vuelta un revoltijo. ¿De cuándo acá le importaba tanto otra persona hasta el punto de no prestar atención a una clase por ello? Claro, no era cosa de extrañar que al estar tanto tiempo con esa gente crease una especie de apego, pero de eso a estarse preocupando por que Sai llegase unos minutos tarde ya era demasiado.

 

 

¡Demasiado!

 

 

Poco pudo hacer al darse cuenta que mientras divagaba en lo desgraciada que era su vida en esos momentos, la campana había sonado y todos sus compañeros ya estaban desalojando el aula. Todos, menos Sai y el resto del equipo siete.

 

 

—Eh, Gaara… ¿Vendrás o no? —cuestionó la rubia, colgando su totalmente coqueta mochila en su hombro izquierdo.

 

—Sí, pero antes tengo algo que hacer. Pueden adelantarse, los veré en el Ichiraku.

 

—¿Sabes cómo llegar? —esta vez fue Kiba quién cuestionó, aunque no se llevaba de lo mejor con Gaara, algunas conversaciones habían mantenido.

 

—Sí, los veré allá —recalcó—, no deben preocuparse.

 

 

Todos asintieron, y entre emocionadas y ruidosas conversaciones marcharon al Ichiraku Ramen. Todos, menos Sai. Justo como esperaba el pelirrojo. El moreno esperó que todos se marchasen pasando totalmente de él y se acercó al menor prácticamente acorralándole contra una de las paredes del pasillo principal del segundo piso. Cuestionando solo con su mirada, qué era eso tan importante que tenía que hacer el pelirrojo como para dejarle ‘abandonado’ con el resto de los chicos.

 

 

—Tengo que hablar con Iruka —mintió— al parecer quiere preguntarme algo sobre mi desempeño.

 

 

Ni el mismo entendía porqué mentía tan descaradamente a alguien que no lo merecía, y que por sobre todo era realmente innecesario. Pero por alguna razón, sabía que si mencionaba al Uchiha mayor, Sai no lo tomaría con especial agrado y prefería mantener todo como estaba. Aunque se volviese un mentiroso total. El moreno le sonrió, tomó su barbilla y besó su frente con un lentísimo entusiasmo. A veces, por no decir siempre, las acciones de Sai le desconcertaban a tal grado que pasaba las noches enteras sin poder dormir; siendo torturado una y otra vez por las mal intencionadas palabras de Shukaku.

 

 

Cuando el pintoresco personaje de cabellos azabaches se marchó, pudo ver otra cabeza de azabache pero con un peinado en puntas salir de su estratégico escondite tras los bebederos. El sujeto le miró como solía hacer últimamente con sus manos dentro de sus bolsillos y chasqueando la lengua se retiró por el mismo lugar que hace poco lo había hecho su… Sai.

 

 

Decidió ignorar la escena, y se dirigió al salón donde sabía que Itachi le estaría esperando y al abrir la puerta éste se encontraba mirando por la ventana con una taza de lo que suponía era café, en su mano. El humo se reflejaba perfecto en el vidrio de aquella enorme ventana, y él comenzó a sentir una especia de malévola ansiedad en su cuerpo y mente.

 

 

—Gaara —exclamó el azabache, girando hacia él—, no te sentí llegar. Pasa, siéntate.  Ponte cómodo. Aunque lo que tengo para decir no tomará más tiempo del necesario, y no será mucho.

 

—¿Qué necesita? —rebatió, en la misma posición en la que se encontraba. Sin moverse ni un ápice.

 

—Primero, me gustaría que dejaras las formalidades conmigo. Soy tu profesor, no el presidente. Y segundo, quiero proponerte algo.

 

—¿Proponerme algo? ¿A qué se refiere?

 

—Verás, estoy al tanto de lo que sucedió el día de la fiesta —soltó, sin ningún tipo de pena o remordimiento. Gaara se sorprendió, pero mantuvo la postura. No le daría el gusto al otro Uchiha—, y como sabrás esa clase de cosas están totalmente prohibidas en este colegio. Podrían expulsarte.

 

 

Fue entonces que Gaara comprendió hacia donde iba todo eso.

 

 

—¿Qué quieres? —soltó, sin respeto ni rodeo alguno.

 

—Te lo diré el sábado —suspiró al ver la expresión confusa del menor—. Lo que quiero decir, es que quiero que salgas conmigo ese día. Ambos estamos libres, y algo que me gustaría decirte, o mejor dicho, pedirte.

 

—Ya estamos hablando. Si hay algo que quieres decirme solo hazlo.

 

—No. No seas impaciente Sabaku No. El sábado lo sabrás —tomó sus cosas, y salió de aquel sitio, al pasar frente a Gaara se detuvo y sin mirarle susurró—. Pasaré por ti a la una en punto. No necesitas vestir elegante.

 

 

Y sin más, abandonó aquel lugar dejando a un totalmente confundido pelirrojo. ¿Por qué todos parecían estar interesados en él? ¿Por qué ahora? Caminó por pura inercia hasta aquel restaurante de Ramen, desde fuera podían escucharse las alborotadas conversaciones de sus amigos y en especial la estridente voz de Naruto pidiendo otro tazón.

 

 

Sonrió ladino. ¿Ya qué? Debía aprovechar esos pequeños momentos de felicidad que se le presentaban, así que sin dudarlo más, entró al local siendo recibido con muchas risas y ciertos reclamos. Pero en especial, con una sonrisa para nada fingida por parte de aquel chico que últimamente ocupaba todos sus pensamientos y más que nada, su tiempo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

—¿Gaara? —Golpeteó varias veces la puerta, esperando una afirmación o algo, lo que fuese—. ¿Estás allí? Te buscan.

 

 

Era sábado, el reloj marcaba las doce con treinta minutos del mediodía, y él estaba listo desde hace varias horas. Había escuchado los golpes en la puerta, pero no tenía ánimos para responder. Pasó el día entero pensando en qué haría cuando Itachi llegase por él, y en la mueca poco satisfecha que había puesto Sai al enterarse que tendría una «cita» con otro Uchiha. Por más que Gaara se fuese empeñado en dejar bien en claro que eso no era una cita. La verdad, ni él mismo creía eso.

 

 

Suspiró, estaba actuando poco menos que un cobarde, y él no era así. Tomó su infalible calabaza y salió dejando a Kankuro con la palabra en la boca. Al llegar a la planta inferior se encontró con una muy sonriente Temari, y un ¿por qué negarlo?, apuesto Itachi. Incluso desde el comienzo de las escaleras podía oler el perfume de éste. Saludó con su mano, y sin decirle nada a su hermana tomó el brazo de Itachi casi arrastrándole fuera de su propiedad.

 

 

—¿Y bien? ¿Para dónde? —cuestionó, luego de salir de su casa y haber avanzado hasta el que recordaba era el carro del mayor.

 

—Tengo planeado llevarte a un lugar sorpresa, sube.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Eran aproximadamente las dos de la madrugada, Gaara tenía ojeras bajo las ojeras y Shukaku no dejaba de picarle. Hace poco más de siete horas que había regresado de su cita con Itachi, y a pesar de haber pasado un buen rato al principio, recordar lo que le había propuesto le ponía la piel de gallina.

 

 

Iré directo al grano, Gaara el pelirrojo tragó en seco—. Quiero que seas mi pareja.

 

 

Obviamente las interrogativas y negativas por parte de Gaara no se hicieron esperar, pero el argumento que presentaba Itachi era realmente bueno. Argumento que naturalmente se conoce como: Chantaje. Sí, Itachi estaba chantajeando a Gaara. Si no era su «novio» tendría que delatarle lo que le conllevaría a la expulsión. Y eso era algo para nada bueno, al menos no para Gaara y su situación actual. Cuestionó muchas veces qué ganaría el mayor con ello, pero éste solo respondía con un escueto «quiero conocerte» seguido por varias sonrisas socarronas. Tenía la sangre a punto de hervir al recordar todo aquello, y más a recordar lo humillante que había sido decir que sí. Pudo negarse, pudo mandarle al demonio, pero sabía que con el odio que Sasuke le profesaba, más su séquito de imbéciles, no le sería difícil usarles como testigos para que le botasen de aquel sitio por realizar tal acto inmoral en el salón de Orochimaru. Así que dejando su orgullo de lado, y más pisoteado que el suelo por donde caminaba a diario en Konoha Gakuen, aceptó a regañadientes.

 

 

Al llegar a casa pensó en finalmente compartir sus problemas con su familia, que era lo más sensato. Pero en vez de ello corrió a su habitación y marcó el número de quién era el único que podía ayudarle en esa situación. O que al menos podía estar dispuesto a ayudarle, claro. Después del segundo repique Sai contestó con un deje de preocupación mezclado con alivio. Sin duda alguna, estaba preocupado en cómo irían las cosas, y en la razón por la cuál el pelirrojo le llamaba. Al terminar de escuchar la historia, sintió por primera vez, y en una cantidad enorme eso que los libros describían con enojo. Un enojo mayor al que sintió cuando tuvo aquel incidente con Sasuke, o al enterarse de lo que había sucedido entre él y Gaara el día del baile.

 

 

Contuvo sus instintos asesinos y se encaminó apenas pudo a casa de Gaara. Estaba en una exposición de arte que terminaría tarde, así que cuando el reloj ya marcaba las dos con cincuenta, lanzó la primera piedra a la ventana de la habitación del de cabellos color bermejo. Sintió algo de desolación al ver la figura casi fantasmagórica del menor asomar por entre las cortinas con un semblante bastante abatido. Y subió por unas escaleras hechas a base de cuerda y madera que Gaara dejó caer luego de unos minutos de desaparecer entre la penumbra de su habitación.

 

 

—¿Qué harás? —fue lo primero que dijo, sin ningún tacto. No lo necesitaba, al menos ya no. No con Gaara.

 

—No lo sé…

 

—Deberías decirle que sí —se dejó caer al lado de Gaara, ambos quedaron sentados en el piso, con sus espaldas pegadas a la cama, mirándose de soslayo. Gaara por su parte, no pudo esconder la sorpresa que sintió al escuchar esas palabras salir de la boca del moreno, pero antes de siquiera poder hablar, éste le interrumpió—. Es lo mejor. Lo que importa eres tú, si le dices que no podrías resultar expulsado. No te conviene —en ningún momento le miró fijamente, tenía miedo, Sai estaba experimentando por vez primera lo que era el miedo. El miedo de perder a Gaara por esa estúpida situación—, entiende que lo que menos me gustaría es verte con alguno de esos sujetos, pero es lo que debes hacer.

 

—Supongo que tienes razón —dijo, escondiendo su cara entre sus rodillas y manos.

 

 

Sai le atrajo hacia él, le abrazó y besó su cabeza como se le había hecho costumbre. Pero de un momento a otro, Gaara pareció caer en cuenta de algo importante.

 

 

—¿Cómo llegaste aquí? ¿Y cómo te irás? Es muy tarde ya…

 

—No me molestaría dormir en el piso, si no tienes problemas, claro —sonrió, cerrando sus ojos. Mostrando aquella expresión que Gaara odiaba tanto.

 

 

Se levantó sin responder nada y abrió la ventana. Sai pareció comprender, y con bastante decepción terminó abandonando la habitación de aquella persona que siempre le parecería tan distante sin importar realmente que la tuviese al lado casi a diario.

 

 

Gaara era todo un reto sin duda alguna.

 

 

 

Notas finales:

¡Hola! Bueno, sé que muchas de ustedes probablemente me odien, y me odiarán más después de leer semejante capítulo tan feo. Sé que muchas se preguntarán ¿por qué me tardé tanto en actualizar?

 

Bueno, si les interesa les contaré que últimamente no me sentía inspirada con nada. Mi musa no solo se tomó unas vacaciones sino que decidió mudarse totalmente de universo dejándome a la suerte de nada. Y bueno, les cuento para ser sincera, que hasta había pensado en dejar de escribir. Qué locura, ¿no? Así que hoy me dije luego de leer un Fic Sasu/SaixGaa, "¿Qué mierdas piensas, Glaxx?" Obviamente no podía dejar a mis lectoras hermosas así, así que bueno. No busqué mi vieja musa, sino que encontré una mucho mejor y dispuesta a darles más acción. Sí, Glaxx ha vuelto mejor que antes. Por otra parte, si se preguntan por qué este capítulo fue tan corto y feo, es porque el siguiente aclarará TODAS las dudas que les dejé con el resumen.

 

Y la razón por la cual corté totalmente la cita entre Itachi y Gaa, es porque no quería forzar nada e insisto, en el próximo capítulo habrá más acción. Ya tengo la mitad listo y eso... 

 

Por otra parte, querida Anoniima, si lees esto, quiero que sepas que soy una tonta despistada xD leí tu maravilloso fic sin siquiera leer el nombre de la autora, por lo tanto no sabía que eras tú. Pensé en disculparme en otro review, pero preferí hacerlo por acá. Y bueno... Gracias, de verdad, una de las cosas que me regaló una nueva musa totalmente inspirada fue tu historia. De verdad, Gracias. <3

 

Por otro lado, MUCHAS GRACIAS a todos los que me leen, comentan y además me tienen tanta paciencia esperando por mí y eso. Se los agradezco un mundo y mejor me voy antes de ponerme más sentimental D': ah y gracias también al engendro que se hace llamar a sí misma Elle Trancy, por joderme a diario recordándome que debo actualizar. 

 

Si no quieren dejar comentarios, lo entenderé. Pero espero que esto siga siendo de su agrado. 

Nos leemos (esta vez sí es en serio) pronto~besitos a todos. 

 

Cambio y fuera~<3


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