Es un día fresco de verano, Junio para ser exactos. El sol se hace presente en el azulado cielo despejado, con el canto de los pájaros y la refrescante brisa hace que los prados, montañas y bosques sean más hermosos de lo que ya son en el reino de Makrram.
Este reino esta en el país de los vientos, uno de los lugares mas hermosos que existe, donde las ninfas danzan y cantan sin miedo con las hojas mas verdes que la naturaleza pueda ofrecer, donde con mantener, por solo un minuto el silencio, puedes oír susurros en el viento.
El país de los vientos es un lugar muy pacifico, “…donde nunca se desatara una guerra” palabra que dijo el soberano de dicho país, Lewred de la familia real MoonWilde; una familia noble con antepasados que fueron elfos y que gracias a ellos pueden escuchar lo que dice el viento y la demás naturaleza.
Pero ahora nuestra historia se centra en un día memorable en la historia de la familia MoonWilde, el día en que el más pequeño de los hijos del rey contraía, por primera vez, matrimonio con una persona que no era del país; en teoría con un extranjero, del cual no se sabia nada, solo que venia de una familia noble.
Ese día, en el pueblo de “los Mármoles” (pueblo mas cercano al castillo MoonWilde) se empezaban los preparativos para la fiesta a realizar cuando el ocaso caiga y la pareja a esperar a salir del templo del susurro se les felicitaría con alegría y desearan su felicidad.
Todo pueblo o ciudad de Makrram vive en armonía con la naturaleza, así que no era de esperar que la decoración del pueblo fuera tan llamativa en verdes, en la plaza principal, cada familia de “los Mármoles” traía consigo el platillo familiar mas exquisito que podían dar, era costumbre que la familia real –cuando contraían matrimonio- disfrutara con su pueblo para después despedir a la pareja recién casada.
Músicos practicaban sus partituras con mucho esmero, los niños corrían y jugaban por las calles mientras que los adultos organizaban y decoraban la plaza principal para el gran festejo.
-¡Que maravilla! Me siento muy feliz por el príncipe y su boda- se escuchaba ese murmullo entre un grupito de mujeres.
-Ya era hora de que su prometido accediera a casarse-.
-Dicen que el prometido del príncipe estuvo perdido por mucho tiempo-.
-¿Perdido? ¿Quieres decir que desapareció?
-No me entere muy bien… ¡oigan ahí llegan los caballos reales!-.
Por costumbre los príncipes siempre pasan por el pueblo de Los Mármoles para ir al bosque de la rosa Oeste y cabalgar juntos por ahí. Los que ahora se aproximaban eran los hermanos mayores de los hijos del rey; el mayor de todos Gilbert, y las gemelas Elsa y Elisa.
-¡Príncipes! En buena hora, queremos su opinión sobre la decoración de la plaza- gritó un hombre musculoso acercándose al príncipe de ojos azules y pelo rubio muy tenue.
-Es preciosa, seguramente a nuestro hermano le gustara- respondió una de las gemelas acomodándose su largo cabello rubio igual al de su hermano mayor.
En total son 5 hermanos, Gilbert, Xaire, Elsa y Elisa, y Erwann, todos son rubios como su padre a excepción de Xaire, que es pelirrojo al igual se su madre, pero igual tienen ojos azules y todos cargan con una belleza única.
-¿Se dirigen al bosque?- se oyó una voz entre la muchedumbre que rodeaba a los príncipes.
-No, ahora estamos en búsqueda de nuestro Erwann- respondió cansadamente el hermano mayor- es solo que siente muchos nervios y se esconde en algún lugar del bosque.
Para los tres príncipes eso era mentira, Erwann desde la tarde anterior escapo del palacio por su enfado al escuchar la noticia que llego por correo ese día y los discutió por muchas horas con sus padres.
“¡Esto es imposible!” fue lo ultimo que se escucho de el en el castillo y sin avisar, tomo un caballo y se marcho.
Sus hermanos se preocuparon y mandaron a Xaire a que lo llevara a entrar en razón, por ser su hermano preferido. Pero aunque los busquen por todo el bosque no los encontraran, ese par son unos genios para esconderse y seguramente han desaparecido en el verdor de los arboles y plantas y jamás serán vistos hasta que ellos quieran regresar al palacio.
Aunque el plan se arruina por que a lo lejos se escucha un ligero ruido muy familiar para los príncipes.
-Creo que eso fue el sonido de una flecha hermano- concluyo las dudas la gemela Elisa, con sus tiernas coletas bien sujetas.
-Parece que la búsqueda se cancela hermanas, ellos están bien y regresaran pronto.
El juego favorito del pequeño príncipe es tiro con arco, amenudeo lo juega con Xaire y gracias a esa advertencia sus hermanos ahora saben que Erwann esta de buen humor y que vendrá sin falta a la ceremonia, pues Xaire le ha convencido a duras penas de casarse.
-Erwann, 5 tiros mas y tendrás que ir a la boda- gritaba amenazante un pelirrojo que se columpiaba de árbol en árbol tirando flechas.
-¡No iré! Ya veras que te ganaré- respondió en gritos una voz que corría sobre las malezas verdes y seguía la dirección del pelirrojo.
Un tiro, dos tiros, tres tiros daba cada uno hacia los blancos colgados por diferentes partes del bosque, llego el momento en que el pelirrojo daba su ultima flecha pero fue envestido y tirado por una pequeña figura envuelta en una túnica blanca.
-Te inmovilizare para que no des el ultimo tiró- gritaba el bulto blanco sobre el pecho del pelirrojo.
-Bien pero entonces tu tampoco ganaras si te quedas ahí Erwann- replico dando risitas Xaire.
-No me importa- grito de nuevo el bulto- mientras no te muevas todo esta bien.
Xaire solo sonrió, le encantaba esa ternura de su hermano pequeño.
-Hey – volvió a pronunciar palabra el pelirrojo mientras le quitaba la túnica de encima a Erwann- por favor ve a la boda.
Al fin del bulto se ergio un joven de cabellos rubios como los mismos rayos del sol, una piel color perla y unos grandes ojos color azul, como el mismo zafiro.
-Pero es que ¿Qué no ves? Este matrimonio no tiene sentido ¿Qué esperan mis padres del casamiento de dos personas que nunca se han visto o conocen de la otra? Además de que ambos somos hombres- se quejaba tiernamente el rubio.
-Esperan que con esto se haga un cambio- dijo muy débilmente su hermano pelirrojo- aun eres joven para entender esto, algún día lo descubrirás, pero para eso ¡debes asistir a la boda!
Erwann solo respondió con un pesado suspiro y se rindió, nunca le gusto dar tanta pelea a un asunto, acto seguido acepto ir a la ceremonia y casarse con el susodicho príncipe.