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Man o´ war por sleeping god

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Notas del capitulo:

Entrando en ambiente, así describiría este capítulo.

Bueno, quería escribír en alemán y abajo en español pero luego recordé que no sé ese idioma...

Es una broma, tenía al alguien que podría traducirmelo más leerlo se volveria tedioso y sobre todo pensando en que uno piensa en su idioma la mayoria de veces así que me parecio más original dejar de la siguiente manera: en negritas es alemán y en letra normal es "japones"(español).

Nada más, continuo.

Un fuego tan alto como el de otros lugares, no importa el estilo de la zona o el clima, todo arde igual, cada persona se quema hasta las cenizas para volverse el polvo que valen por dentro… y aun pregunto… pregunto…

-¡NELL! ¡NELL! ¡¿DÓNDE ESTÁS?!-desesperanza, tanto que siempre vi en rostros de todos y ahora entiendo.

Te come y te vomita para volverte a devorar.

-¡NELL, CONTESTA! ¡ENANA…! ¡NELL…!

Abro los ojos y frente a mí el cielo estrellado.

Me levanto del suelo en el camino entre mi parcela y el rio. Posiblemente me desmayé por el arduo trabajo del día de hoy sin desayunar.

Llego al rio y me mojo la cara, esperando a que se calme para ver mi reflejo.

-que pesadilla, joder.

Retiro los zapatos y remango el pantalón para mojarme las piernas y descansarlas.

Suspiro por la paz de sólo las cigarras armonizando el clima.

Hermoso.

Con un par de meses me he acostumbrado… que dijera acostumbrado, enamorado de este lugar.

Japón, que buena coincidencia el terminar aquí… hace años pensaría que vengo a que nos lamamos la heridas los unos a los otros pero ahora todo ha cambiado…

O debería decir que yo cambié.

Retiro toda mi ropa para meterme completamente al agua fría. Nado al fondo que no serán más de 3 metros y que dejo flotando, dejando que la lenta marea me mueva.

Cierro los ojos.

Se me enchina la piel con el frio en mi pecho y genitales. Pronto me acostumbro.

-la guerra terminó… deja de pensar en eso-salgo del agua para ir a dormir.

Aún tengo mi cama en el granero, solo algo de paja cubierta por una frazada y una más para no pasar frio. Todo regalo de Isshin, buen hombre, lo suficiente para salvarme y dar trabajo a un extranjero, pobre y ex –militar de la SS. Verdad que jamás me imaginé contándole todo, en especial el primer día, pero bueno, me salvó la vida y tengo honor.

 

Al alba me levantó a revisar que el terreno tenga demarcado el espacio suficiente para cada futura kabocha. Todo está en orden por lo cual no sé qué más hacer hasta que llegue el calor y que ni aunque el señor Kurosaki me lo pidiera no podría sembrar, el frio se empieza a sentir.

Después de mediodía veo a ese muchacho, el hijo de mi patrón, revisando que la cosecha se recoja y almacene. Sus ojos marrones miran con la ingenuidad de un doncel que no tiene ni idea de cómo deben ir las cosas. Me rio por lo bajo. Esos trabajos son de gente con fuerza y él terminara siendo el feudal que no sabe ni tiene necesidad de.

-Grimmjow ¿Cómo va todo?

-excelente-afirmo con leve saludo.

Es todo lo que dice para irse. Entrada la tarde decido que los granjeros no desean mi ayuda y algunos han llegado a culparme por perder la guerra y hasta por no ayudar a Japón cuando lo necesitaba.

-que se vayan al demonio-cerca al bosque revisó un terreno con el suelo lleno de roca y, bueno, no tengo nada que hacer y dormir en el granero cuando haya cosecha no será agradable así que me parece que aquí tendré mi hogar.

 

Pasa una semana vuelvo a ver al hijo de Kurosaki, rondando las tierras ahora a caballo, una gran yegua negra como el petróleo. Sin embargo pronto doy con su falta de control del animal, tornándose violenta y tirándolo a unos metros de la parcela mientras ella se aleja a veloz trote.

Corro a auxiliarlo.

-¿Cómo te encuentras?

-mal, me duele la espalda-ayudo a levantarlo mientras se soba la espalda.

-mala jugada de la yegua ¿eh?

-no, no sé montarla. Con mi padre es muy dócil.

-¿no sabes montar?

-no ¿tú sí?

-claro, nací montado en uno.

-¿de verdad?

-no, bromeo-bufa y frunce el ceño-vamos, no pongas esa cara. Puedo enseñarte.

-… gracias.

-¿de qué? Primero hay que atraparla.

Caminamos a seguirla, llegando al rio donde bebe y pasta con toda tranquilidad.

Me acerco y le acaricio el lomo.

-tranquila, bonita.

-¿Qué?-cuestiona el chico con curiosidad a las palabras que dije.

-nada ¿Cómo se llama?

-mi papá le dice Sombra.

-bien, Sombra-me subo en ella y le tomo de la crin-demos una vuelta.

Dejo al chico atrás para llevarla a galope entre los árboles, ramas, piedras y demás, con excelente manejo y buena disposición del animal. Regreso pronto para que no piense que me he emocionado, aunque lo demuestro al bajarme excitado de no subir en un buen tiempo al lomo de un gran animal.

-quieta, Sombra. Buena chica-me bajo y relincha, mirando con esas negras orbes al japonés-será fácil. Es tranquila.

-no conmigo. Creo que no le agrado.

-puede ser. Eres tan molesto.

Me empuja entendiendo el juego.

Le ayudo a subir y la sostengo de las riendas para caminar a su lado, de un momento a otro le molestaba la presencia  del muchacho en su lomo y relinchaba y se movía, asustando aún más al joven.

-¿tienes miedo?-pregunté.

-…no

-di la verdad, los animales sentimos el miedo-me rio y simplemente se baja del caballo.

-sabes que, no necesito esto. Me gusta caminar y es más-me arroga la rienda y da la espalda-puedes quedártela si tanto se quieren.

-vamos, no actúes como un chiquillo.

-no soy un chiquillo, igual trabajas para mi así que si necesito moverme solo te pediré que me lleves y ya.

Vaya chamaco malcriado, petulante y engreído.

-vete a la mierda.

-¿Qué acabas de decir?-se emberrincha mostrándose furioso.

Sonrió con burla.

-dije que entonces volveré a trabajar.

-¿de verdad dijiste eso?

-absolutamente seguro-me llevó a la yegua y ya estando lo suficientemente lejos me monto en ella para dar una vuelta a gran velocidad, sintiendo esa adrenalina tan espectacular de ver los campos verdes, el rio cristalino, el cielo azul y el ruido del trote del animal. Doy un grito de emoción.

Regresó por la tarde, dándole agua a Sombra y algo de comer. Me meto a un lado de la yegua a comer pan y arroz.

-¿Qué te parece? ¿Te gusta donde vivo? Sé que no debe ser como el bonito lugar donde vivías con ese idiota pero yo no te temo-miro el atardecer color purpura y naranja-yo ya he tenido suficiente miedo para varias vidas-se recuesta el caballo y me quedo sobre su vientre-¿quieres escuchar una historia?-me rio al verme en sus ojos negros-disculpa, hace mucho que no hablo en mi idioma y se extraña, además me gusta hablar. Bien… ¿de qué te gustaría? Ya sé, tengo una muy buena de un Pegaso, quizá sueñes con uno de tu agrado, ya sabes, todo un semental, jajaja-me acomodo mejor, quedando cara al techo-era un simple burrito negro que se dedicaba a cargar ropa, armas, alimento, utensilios, el fin, todo lo que le pusieran el lomo tenía que llevarlo él y su amo, un agricultor viejo que tenía a su esposa gruñona como todas las mujeres… sin ofender-le digo acariciándole la crin-y una pequeña… que no recuerdo su nombre… bueno, un día fueron a la ciudad a recoger semilla pero al volver, aún muy lejos de la granja, notaron que el humo subía de ella, el viejo entró en pánico y quiso correr pero sus débiles piernas no se lo permitían, entonces tiró las semillas y se subió en el burrito que por más que daba a galope no parecía avanzar. El viejo lloraba y pedía a los cielos que el burro fuera más veloz y su plegaria fue escuchada, haciendo que no solo fuera un caballo blanco enorme, muy guapo por si te interesaba saber, y con alas enormes, más grades que las águilas. Volaron al hogar del agricultor pero fue muy tarde, ambas murieron en el incendio. A los meses el viejo murió de tristeza y el Pegaso se sintió tan culpable de no salvarlos que ahora merodea los cielos buscando y ayudando a quienes estén en un incendio, esperando no llegar tarde otra vez-giro a mirarla, tiene los ojos cerrados y ante eso sonrió-claro que es solo una historia… la verdad es que nadie salva a nadie de un incendio por más cerca que este, por eso está condenado a volar eternamente sufriendo una y otra vez esa perdida por… por ser lento.

Despierto con los primeros rayos del sol, salgo a caminar con Sombra, hoy empiezoa cortar arboles para la casa.

-hagamos un hogar, Sombra.

Dejo de lado la sabana que llevaba encima para cubrirme del frio para moverme con mayor libertad.

Pasadas las horas llevó a Sombra al establo para que no enferme. Al llegar Kurosaki me espera, hago una reverencia y él sonríe.

-no puedes plantar pero que te quedas descansando.

-no he descansado desde que nací, lo juro, casi yo mismo me tuve que asistir en el parto-da una risa y me da un manotazo en el hombro que ahora siento adolorido de cortar los árboles para mi hogar.

-me han dicho que estás cortando más madera de la necesaria para mantenerte caliente.

-sí, quiero construir una casa.

-¿una casa? ¡Que ambición!-se queda pensando un momento y sonríe paternalmente.

-le diré a un carpintero, amigo mío, que te lo que necesites. Llévale los trocos y él te dará paredes ¿entiendes?

-claro, claro, gracias-digo sinceramente y de inmediato empiezo a ponerle una carreta a la yegua.

-se ve contenta contigo-menciona.

Me apenó pues ese animal ni mío debería ser.

-es… bueno…

-Ichigo me lo contó. Es un buen chico pero tiene problemas de obediencia… demasiados.

-es joven, pronto aprenderá.

-espero que sí-con eso se despide y en los días siguiente, con el cambio, armo la base y las paredes, empezando a comprar tejas con un dinero ganado por el exceso de madera. A finales de año ya tiene el aire de una casa alemana, pequeña pero acogedora, más con la ayuda de Kurosaki para hacer una chimenea. Al final tiene solo una habitación, cocina y una sala pero creo que es el segundo lugar que llamaré mi hogar.

A principios de febrero ya la habito y empiezo a prepararme para plantar.

-¿Qué piensas plantar, Grimmjow?-me pregunta ese mocoso que hace bastante no veía.

-kabocha.

-bien-hace la anotación mental y da la vuelta, notando que tiene una katana negra a su costado.

-¿sabes usar eso?-preguntó con cierta ironía.

-sí, claro.

-bien-digo no queriendo parecer incrédulo pero, ciertamente, siendo un incrédulo.

-digo que sí.

-claro.

-puedo demostrártelo-se marcha petulante y orgulloso con esa última frase.

Es solo un niño tonto así que dejo de pensar en él y mejor en quitar el hielo que ha quedado en la tierra.

Sin embargo por la tarde vuelve con otra katana blanca y azul, bastante elegante.

-te voy a demostrar que se usarla y mejor que tu-me espeta, arrogándome a la vez el arma. La atrapo pero no desenvaino.

-basta con esto, niño-vuelvo al trabajo.

-¿tienes miedo?

-no tengo miedo.

-entonces pelea.

-escucha, eres el hijo de mi jefe, no quiero lastimarte por andar jugando a los “soldaditos”.

Frunce el ceño y sin aviso me ataca, alcanzo a poner la funda para defenderme.

-¡estás loco!-grito empujándolo.

-pelea o muere-me ordena.

Saco la espada, suspiro, lo venceré para que me deje en paz.

Sus ataques son fuerte, quizá más de lo que esperaba pero tiene errores fatales, en la guerra le abrían costado la vida, la defensa baja, apresurarse en los espadazos, no cuidar su espalda, el agarre está mal.

Me arto pronto del juego de la defensa, le sujeto el mango son su mano, se la tuerzo en la espalda para que la tire y entonces lo suelto.

-basta de niñerías. Tengo trabajo-me mira sorprendido y deshonrado. Se va con toda molestia. Más tarde doy con que dejó la espada en mi terreno.

Al día siguiente, pensando en que no tendría que aguantar más a ese molesto adolecente, la vida me demuestra que lo único predecible…

Es que es impredecible.

-Grimmjow.

-Kurosaki-sama-saludo al hombre tras de mi muy temprano en la mañana.

-qué bueno que no has comenzado, aunque es un maravilloso día.

-esplendido, sí.

-¿aun conservas la ropa que te presté?

-claro, nunca la uso ya que es blanca-dejó de lado las herramientas y me pongo a su disposición.

-póntela y ven conmigo-no preguntó para qué. Entro a mi casa, me limpio un poco y me visto… miró el arma y la colocó en mi costado para entregarse al hijo de mi amo.

Al salir ya tiene a Sombra y a otro caballo en el cual ya venía: uno marrón con blanco, enorme pero manso.

Andamos a su hogar, ahora la observo bien ya que cuando llegue no supe ni como entré y no había regresado por ese rumbo.

-te pedí que vinieras formal…-se baja del animal e igual yo-porque… ah-suspira tristemente-conseguir semillas se ha puesto muy difícil. Tú sabes, la guerra nunca trae nada bueno.

-…no en todos los casos-susurro aunque no me hubiera entendido.

Me presenta a un viejo, de barba casi hasta los pies, blanca al igual que sus cejas frondosas, lleva un bastón de madera pero camina con fluidez.

-Grimmjow Jeagerjaquez-me presentó con reverencia.

-extranjero-me dice en vez de saludarme, no arremeto contra él solo por Kurosaki-te dije, Isshin, que controles tu… tu… amabilidad o estupidez.

-lo sé, lo sé-responde con una sonrisa-pero no podía dejarlo, llegó como un gato perdido y mojado.

-Isshin.

-además mírelo nada más, podría cargar lo de 3 hombres.

-seis-digo mostrando mis brazos, apenándome después pues el viejo no rió.

-esperó no tener problemas por ese alemán, ¿entiendes? No quiero saber que está huyendo de un crimen de guerra.

Kurosaki me hace una seña de que me retire y se quedan negociando.

Doy una vuelta por el lugar, es enorme y realmente bonito, producto de una riqueza considerable.

Llama mi atención el sonido de metales golpeándose uno contra otro. Proviene de una cabañita, al meter mi cabeza veo a un herrero golpeando una herradura. Pasó sin ser visto hasta el fondo, donde hay un establo pero sin ningún caballo.

-quiero la revancha-dice la voz de ese niño a mi espalda.

-¿me vienes siguiendo?

-no, en realidad estaba aquí así que es una coincidencia.

-lo supuse, pensando que los fantasma…

-¡nada de historias! ¡Voy a derrotarte!-al girarme la katana negra está en mi rostro.

-pero con una condición.

Levanta una ceja, esperando mi trato.

-si te derrotó nunca de los jamases, en esta vida, la otra, la anterior, tus hijos, nietos…

-ya.

-volverás a retarme, en lo que sea, si te derroto.

-hecho. Si yo ganó me llamarás Ichigo-sama, tu mayor amo y señor, harás todo lo que te diga de ahora en adelante.

-hecho-terminada la oración comenzamos a pelear.

Fácil, lento, torpe, novato y muchos más serian adjetivos para su lucha… entre ellos decidido y fuerte. Sin embargo… ya me cansé de pelear en esta vida.

Con el mismo movimiento de la última vez le tuerzo el brazo y tira el arma, se lanza al frente cerca del fuego.

Por fin en paz.

Envaino mi arma.

-¡AAAAHHH!-escuchó gritar al chico, teniendo en mano una barra al rojo vivo aun con brazas ardientes, lanzándola hacia mi pecho, quiero esquivarla girando hacia donde él estaba pero… un ardor increíble en mi pecho me hace meter todo mi brazo derecho y parte de tórax en las flamas.

Me arrodillo sin querer sostener nada de lo que me quema. Miro arriba y trato de no hacer queja aunque no esperaba encontrarme los ojos marrones de Ichigo con una preocupación conmovedora.

-trae agua-le pido con voz ronca.

-¡sí!-sale velozmente e igualmente vuelve con una cubeta media llena.

-échamela.

Cuando lo hace ahogo el grito en mi garganta.

-¿estás bien?-se inca temeroso.

Contemplo mi brazo en color purpura y rojo oscuro.

El dolor ya lo había olvidado pero… es soportable.

-ven, iremos con mi papá. Él era médico.

Voy tras él y por suerte Kurosaki se ha desocupado.

Después de casi toda la tarde y con miles de agradecimientos me deja lleno de pomada, desde el brazo, parte de mi espalda y todo el pecho que tiene una enorme cortada en toda su extensión, de la izquierda del cuello hasta la parte de arriba de la pelvis.

-Ichigo-llama el padre al hijo-te das cuenta del daño que le hiciste.

-lo sé… pero él… es que… me hizo enojar cuando me quitó la espada.

-¿te quitó la espada?

Me mira y afirmó.

-vaya… ya sé-sonríe y algo de eso me causa calosfríos-Grimmjow te acabó de rescatar otra vez, no solo te conseguí las semillas sino que, además, te he curado.

-y se lo agradezco otra vez.

-y como manera de demostrarme tu agradecimiento y a la vez compensarte el daño, Ichigo trabajara para ti.

-¡¿QUÉ?!-decimos al unísono.

-enséñale a pelear, modales y un poco de la vida.

Impredecible.

Si sobreviví a la guerra debería sobrevivir a un adolecente…

Es una lástima que ni yo me la creyera.

Notas finales:

Gracias por leer.


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